El líder de Podemos, Pablo Iglesias, busca la foto con el Papa Francisco para que bendiga su campaña política. Las vías institucionales no han rendido frutos, pero contaría ahora con una ayudita del kirchnerismo. Con nubarrones en el horizonte electoral por el crecimiento de Ciudadanos y la caída en las encuestas, la “operación Francisco” adelanta la renuncia de Iglesias al anticlericalismo que tantas veces defendió en el pasado.

Cuando el Papa Francisco habló por primera vez en el Parlamento europeo, a fines de noviembre, provocó un aplauso masivo por parte de diferentes partidos. Los diputados del grupo Izquierda Plural (Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds – Alternativa Galega de Esquerda), sin embargo, en un gesto político de repudio, abandonaron el hemiciclo cuando le tocaba hablar a Bergoglio. Pablo Iglesias y los eurodiputados de Podemos, en cambio, se quedaron.

Pero Iglesias no se limitó a “escuchar”. Qué va. Lo aplaudió eufórico y no paró de tuitear todo tipo de loas y “bravos” al sumo pontífice. Era el inicio del “giro papista” del líder de Podemos.

Cuatro meses después, Pablo Iglesias quiere su foto con el papa argentino. Y para ello, contaría con la colaboración del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Al menos eso es lo que afirma un artículo del conservador diario argentino La Nación publicado este lunes.

Según una nota publicada el matutino argentino, Pablo Iglesias “recurrió a sus contactos con el kirchnerismo para que le abran las puertas de Santa Marta” y tener una cita con el papa argentino.

A cargo de la operación “para pasar los filtros de la burocracia vaticana”, habría quedado el secretario de Agricultura Familiar del gobierno de Cristina Kirchner y líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, “de fluida relación con Jorge Bergoglio desde mucho antes de que lo eligieran Sumo Pontífice”.

Los vínculos de los principales líderes de Podemos con el kirchnerismo son públicos, aunque en los últimos tiempos Iglesias ha tomado distancias tanto del gobierno argentino como de otros gobiernos pos-neoliberales por los que ha profesado simpatía en el pasado, como el de Nicolás Maduro en Venezuela. Una actitud pensada para contrarrestar los ataques de la derecha española al “populismo” podemista. O, dicho en argentino, porque hoy en España tales filiaciones son un poco “piantavotos”.

De este lado del Atlántico, los líderes de Podemos se han vinculado con el kirchnerismo a través de Facundo Firmenich, hombre del oficialista Movimiento Evita (e hijo del ex jefe montonero Mario Eduardo Firmenich), estuvo entre los organizadores en julio pasado el viaje de Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero a Buenos Aires para respaldar la gestión de Cristina Kirchner (aquí puede verse a ambos participando de un programa de TV entrevistados por el ultrakirchnerista Víctor Hugo Morales). Lenguaraz como siempre, Monedero afirmó en esa ocasión que Argentina es la “vanguardia de la democracia en el mundo…”.

Antes de que surgiera Podemos, tuve la ocasión de debatir con ambos referentes de Podemos sobre el balance de una década kirchnerista en Fort Apache (programa conducido por Pablo Iglesias), en el que no escondieron ni mucho menos sus abiertas simpatías por el proceso encabezado por “Néstor y Cristina”.

Recientemente, Iñigo Errejón visitó nuevamente Argentina, para participar en el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad junto a Noam Chomsky, Ignacio Ramonet y Gianni Vattimo, invitado por la oficialista Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional. Allí dio gracias, no se sabe en nombre de quien, “por el ejemplo de coraje, por haber demostrado que, a veces, los gobiernos pueden poner primero a su gente y decirle al poder financiero que mandan quienes los pueblos eligen”… nada menos que a un gobierno que ha sido pagador serial de la deuda externa argentina.

No es cuestión de extendernos aquí en la argumentación crítica contra el kirchnerismo, que bien puede leerse en infinidad de artículos y análisis en La Izquierda Diario. Pero vale anotar que los líderes de Podemos hace tiempo que han hecho bandera de un movimiento que ha frustrado la expectativa de muchos que le dieron su apoyo, como lo mostraron los trabajadores que pararon masivamente el pasado 31M en Argentina.

Porque más allá del exceso de retórica gubernamental (especialmente de sus intelectuales), el kirchnerismo vino a “desviar” las movilizaciones populares del comienzo del siglo en Argentina. Su misión no fue expresar desde “lo institucional” las demandas puestas en las calles en aquellos días, sino restaurar el poder de un Estado capitalista en crisis profunda.

Hoy el ciclo kirchnerista vive un período de decadencia, pero no se puede decir que no haya jugado un verdadero papel restaurador, sólo que en el sentido opuesto al defendido por el “progresismo” kirchnerista. Este “gran proceso democrático”, es el que defienden los líderes de Podemos.

En busca de la bendición papal

Para La Nación, un encuentro de Iglesias con el Papa “significaría un empujón para la campaña de Podemos, en momentos en que Iglesias intenta sacarse de encima el mote de ‘antisistema’ y conquistar a los votantes de centro desencantados con la política tradicional en España”.

La lectura no es ingenua. Tras un ascenso meteórico, Podemos comienza a encontrar su techo en las encuestas de las últimas semanas. Con la emergencia de la derecha liberal “buena onda” de Ciudadanos, la crisis del bipartidismo está transmutando en una suerte de cuatripartidismo que aleja a Iglesias de su sueño de “asaltar el cielo” de la Moncloa en las generales.

Entre la volatilidad del voto español y los ataques sin tegua de la derecha mediática contra Podemos pintándolo mucho más rojo de lo que es verdaderamente, recuperar terreno no es tarea fácil. Pero justamente ahí es donde entra, por ponerle un nombre, la “operación Francisco”.

Hace poco, entrevistado por la “popular” revista Vanity Fair, Iglesias dijo que “El papa y yo estamos en la misma barricada”. Una alabanza que continúa el libreto iniciado con los efusivos aplausos al Papa Francisco en el Europarlamento, pero que aún no llega a su telón final: lograr la bendición papal al proyecto de Podemos.

Hasta ahora, los canales oficiales para conseguir una Audiencia en el Vaticano no sirvieron. ¡Y eso que Iglesias hasta invitó a Bergoglio a conocer el barrio de Vallecas!

Así es que Podemos habría recurrido ahora, siempre según La Nación, a “los amigos del Papa”, entre ellos, Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita y “uno de los pocos kirchneristas que hablaba con Bergoglio cuando era el cardenal de Buenos Aires y la Casa Rosada lo consideraba un enemigo político”.

«A Francisco le interesa conocer a los líderes jóvenes de Europa y no es descabellado pensar que pueda recibir a Pablo», contó según el citado periodista de La Nación un dirigente argentino que conoce lo que se cuece entre bambalinas.

Hay que reconocer que hay cierta “arena común” (como en las barricadas) para una “confluencia” entre Podemos y el Papa Francisco. Un discurso llano y popular, crítico del capitalismo salvaje y defensor de la lucha contra la corrupción que abona los campos de una posible centroizquierda papal española, como diría nuestro enviado especial en Roma.

Pero no todo lo que brilla es oro, y mucho menos en el Vaticano. En marzo todos los medios del mundo celebraban los dos años de papado de Jorge Bergoglio y los “revolucionarios” cambios de la Iglesia. Pero la realidad es que desde su nombramiento como nuevo Papa, el ex cardenal lleva adelante una administración “gatopardista”.

“Cambian los gestos, las palabras, algunas pequeñas e insignificantes tradiciones y costumbres”, escribía hace poco Andrea D’Atri en La Izquierda Diario, pero queda “intacto el núcleo central de una institución retrógrada y decadente que, desde hace dos milenios, legitima, reproduce y sostiene la existencia de la dominación, la explotación y la opresión de millones de seres humanos.”

Entre el discurso y la realidad del Papa Francisco hay muchas instancias, pero ninguna de ellas es cuestionada por Podemos.

Hace tiempo que Pablo Iglesias y su núcleo dirigente vienen renunciando a un programa radical contra el régimen político, para recostarse en la meseta de un discurso insípido, apenas socialdemócrata, de “regeneración democrática”. El abandono de la lucha por la abolición de la Monarquía, de la defensa irrestricta del derecho de autodeterminación, del no pago de la deuda, son algunos de los hitos del aggiornamiento de Podemos en su búsqueda de una mayoría electoral que ahora parece escapársele de las manos.

La “operación Francisco” significa la renuncia también al anticlericalismo, tantas veces defendido por el profesor de la complutense, para seguir en carrera. Al fin y al cabo, parafraseando a Enrique IV (de Borbón), “La Moncloa bien vale una misa”.

Publicado por Diego Lotito

Diego Lotito | @diegolotito :: Madrid

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