El 28 de junio de 1968 estallan las manifestaciones más conocidas de la lucha LGTBI en el bar de Stonewall, Nueva York. Y así comienza la lucha organizada por los derechos de la comunidad LGTBI y de las distintas organizaciones.

Actualmente vemos cómo en el Estado Español – y en otros países- se han alcanzado diversas conquistas importantes- matrimonios igualitarios, adopción o la ley contra la homofobia en Cataluña. Pero el problema que está surgiendo entre las nuevas generaciones LGTBI en los países con estos derechos conquistados, es la falsa idea de que ya vivimos en una sociedad igualitaria, y en consecuencia muchos dejan de preocuparse o de seguir luchando por los derechos LGTBI.

Un ejemplo gráfico sería el día del Orgullo, un día que se ha convertido en un negocio y ha perdido toda la esencia reivindicativa y de lucha social. Es en este negocio en general donde encontramos una separación dentro de la comunidad LGTBI, que ya se da al resto de la sociedad, la separación entre ricos y pobres.

Alrededor de los estereotipos y tópicos con que el patriarcado ha inundado a la sociedad se ha construido un fuerte negocio, y casi siempre dado de la mano con empresarios y empresarias LGTBI.

Actualmente en el Estado Español podemos observar cómo en ciertas ciudades se han construido “guetos” LGTBI, el más famoso de todos ellos es, sin duda, el barrio de Chueca de Madrid. En la propia Barcelona encontramos la famosa zona llamada gaieixample, una zona dedicada a comercios y locales nocturnos LGTBI. Otro ejemplo es el pueblo de Sitges en la comarca del Garraf (Catalunya), zona importante del turismo LGTBI. Pero lo que tienen en común todos estos espacios es que están destinados a un público LGTBI con un fuerte poder adquisitivo.

En los años 70 los movimientos LGTBI fueron muy progresivos en las demandas que planteaban. Criticaron los guetos como única forma de socialización y resistencia del colectivo LGTBI. La existencia de los guetos es en sí una agresión, a pesar de que puede ser “utilizado” como “fortín” en momentos de gran violencia. El gueto como un reducto de socialización en una sociedad homófoba es estratégicamente reaccionario, aunque tácticamente puede ser muy progresivo.

A pesar de ello, no podemos olvidar que los guetos gays, actualmente se conforman a causa de la proliferación de negocios de empresarios LGTBI en una zona, no por el avance de las luchas por la liberación sexual que han arrancado concesiones como el matrimonio igualitario o la derogación de leyes persecutorias- o por ejemplo, la eliminación de la homosexualidad como “enfermedad”.

Estos espacios sirvieron para impulsar la lucha LGTBI y ofrecer un lugar donde expresarse libremente. Pero tienen que ser de transición y no como un fin. Espacios donde poder llevar la lucha al resto de la sociedad y no quedarse recluidos en ellos. Estos acaban siendo gestionados para sectores de fuerte poder adquisitivo, y de ese modo, se acaba en una doble segregación. Primero, con el resto de la sociedad y segundo, con la comunidad LGTBI de los sectores populares y la clase obrera.

La historia del movimiento LGTB tiene hitos combativos, como los de los barrios obreros y fábricas alemanas a finales de los ’20 y principios de los ’30, cuando se crearon secciones SEXPLO, ante amplio del Partido Comunista alemán de 40.000 miembros dirigido por Wilhelm Reich, crearon círculos de debate sobre el machismo, la homofobia o la represión sexual en la juventud.

Durante los años 70 no sólo luchaban por la normalización de la homosexualidad, sino por la subversión de la sexualidad capitalista. Es en este contexto de lucha donde aparecen diferentes frentes de liberación gay alrededor del mundo. Los más importantes, o más relevantes respecto a conquistas de derechos son: la FAGC de Catalunya, el GLF d’EUA i l’FLH de Argentina. Estos frentes, antirracistas, feministas, anti imperialistas (como el d’EUA en contra de la guerra del Vietnam), movimientos revolucionarios, pro-obreros y solidarios, cuestionaban las relaciones sociales patriarcales.

Sin embargo, su aspecto subversivo se perdió en los ’80 y ’90. Los años ’80 supusieron un golpe muy duro, sobre todo por la aparición del SIDA – conocido antes como GRID, Gay- related immune deficiency- y la ofensiva homofóbica, dejando el movimiento muy a la defensiva y dándole un carácter reformista de conquista de derechos. Por otro lado, al paro y a la mayor precarización les acompañó la conquista de algunos derechos, suponiendo un retroceso para los movimientos sociales. Se fomentó una mayor institucionalización, cooptación, fragmentación y despolitización.

Hoy vemos cómo el origen combativo y de cuestionamiento radical en las barricadas de Stonewall, es invisibilizado por los pride parade. En paralelo los lobbies gays actúan sin tener en cuenta más que sus intereses económicos, los que se relacionan con el llamado “capitalismo rosa”. El último caso fue entre los organizadores del Madrid Orgullo, que llamaban a toda la comunidad LGTBI de Madrid a votar por la reaccionaria y derechista del PP Esperanza Aguirre, sin importar, por ejemplo, que nunca se haya pronunciado en contra de la discriminación y las agresiones homófobas. La lucha del movimiento LGTBI tiene que ir de la mano al resto de luchas de los sectores oprimidos por el capitalismo.

Necesitamos movimientos que recuperen esta tradición y que vuelvan a cuestionar las relaciones sociales patriarcales.

Como colectivo gay seguimos oprimidos y discriminados, a pesar de las importantes conquistas logradas. El sistema capitalista y patriarcal perpetúa las desigualdad y discriminación sexual y las relaciones de opresión a los gays, lesbianas o transexuales. Retomar la lucha en las calles y anticapitalista es el mejor honor que podemos hacer a los movimientos combativos que lucharon por lograr importantes conquistas. Y es el camino para avanzar en la lucha contra las múltiples opresiones de este sistema opresor y explotador.

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