“Anticapitalistas” hace crítica del Podemos “maquinaria electoral” y el gobierno Syriza, apuesta por un Podemos más democrático y ligado a las luchas y deja sin respuesta los pactos con el PSOE o el balance de los “ayuntamientos del cambio”.

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Foto: EFE

La ajustada relación de fuerzas entre “pablistas” y “errejonistas” ha hecho que en las últimas semanas la presencia en los medios de la tercera corriente en importancia haya aumentado considerablemente. Los llamados “anticapitalistas”, encabezados por la secretaria general de Podemos Andalucía Teresa Rodríguez, el eurodiputado Miguel Urbán y el alcalde de Cádiz José María “Kichi”, presentan la candidatura Podemos en Movimiento y podrían llegar a obtener un 10% de apoyo en Vistalegre II.

Hasta estos meses de precongreso la corriente impulsada por “Anticapitalistas” era una desconocida para el gran público, aunque no sus principales figuras. Entonces aún no estaba claro que pudieran jugar el rol de bisagra que se demostró clave en la Asamblea Ciudadana de Madrid. Pero sobre todo, si los “anticapitalistas” no aparecían como una corriente con personalidad propia era porque en gran medida habían renunciado a ello.

Hasta las elecciones del 26J se habían mantenido en una ubicación de “pablistas” de izquierda. Es decir, en las grandes decisiones tomadas por Iglesias y Errejón en el último año y medio -moderación programática, búsqueda de un gobierno de coalición con el PSOE y pacto con IU- se mantuvieron en un apoyo leal y acrítico, y en las peleas de aparato entre el secretario general y el secretario político se situaron con el primero.

El fracaso de la hipótesis Podemos -la llegada a la Moncloa por la vía de la moderación programática y el acuerdo con el PSOE- ha abierto un interesante debate tanto dentro como fuera de la formación morada. Las distintas corrientes y buena parte de la izquierda política y social proponen diferentes balances del cerrado “ciclo electoral” que abrieron las europeas del 2014 y cómo seguir en el nuevo escenario signado por el gobierno de la “gran coalición”.

Los “anticapitalistas” han presentado su propuesta en los diferentes documentos -político, organizativo, ético y de igualdad- para Vistalegre II de Podemos en Movimiento. Unos textos que incluyen críticas a la etapa que se cerró el 26J y propuestas para enfrentar al gobierno de Rajoy y su intento de “restauración” del régimen, así como también mantienen algunas ausencias y silencios que en mi opinión dejan lo anterior cuanto menos bastante “cojo”.

“La opción aprobada en la Asamblea de Vistalegre a favor de una “máquina de guerra electoral” -con todo lo que esto ha implicado en el plano discursivo, programático y organizativo- se ha demostrado ineficaz para la consolidación de Podemos como herramienta útil para el “Cambio””. Así sintetizan los “anticapitalistas” el balance sobre la hoja de ruta de la dirección de Podemos en los últimos dos años.

Esta ineficacia estaría detrás de no haber logrado conformar un gobierno del cambio con una perspectiva constituyente en el Estado español. La capacidad de resistencia del PP, en menor medida del PSOE -que ha evitado su pasokización- y el auxilio de Cs, se debería para esta corriente a dos factores. El primero es el mismo que repiten “errejonistas”, “pablistas” y buena parte del mainstream, el efecto del “miedo”, el voto conservador que se movilizó para cerrar el paso al ascenso de la formación morada y las confluencias. El segundo, y más interesante, tendría su origen en la “importante reducción de cuestionamientos y propuestas” que habría impedido formular un sentido común alternativo para lograr el “asalto a los cielos”.

Choca que en este segundo elemento, el que precisamente apunta a la incapacidad del Podemos descafeinado del 20D, y más aún del 26J, de ofrecer una alternativa de ruptura con el Régimen del 78, no haya referencia alguna a un elemento clave. En esos meses, la formación morada añadió a la moderación del programa -ya se habían sacado toda referencia al no pago de la deuda, nacionalizaciones, el fin de la Corona y hasta el proceso constituyente- una vocación manifiesta de integración al régimen por medio de la participación en un gobierno presidido por el PSOE de Pedro Sánchez.

De hecho, esta cuestión central – ¿cuál debe ser la política de alianzas con el PSOE? – no aparece en todo el documento político. Hay un apartado dedicado a este partido en el que se habla de que hay que apostar a atraer a su base social, pero ni una palabra sobre cómo encaja defender un proyecto “rupturista, destituyente y constituyente”, con proponerse llevarlo adelante con lo que ellos mismos definen como “la pata izquierda del régimen”.

Algo más profundo es el balance que realizan de la experiencia de Syriza y su capitulación ante la Troika. Como en el caso del balance de Podemos, también en este caso parecen olvidar que hasta la aceptación del memorándum todos y cada uno de los pasos de Tsipras fueron apoyados públicamente por las principales figuras de “Anticapitalistas”, empezando por el eurodiputado Miguel Urbán que fue entrevistado en varios programas, como Al Rojo Vivo, defendiendo las negociaciones abiertas con la Troika.

Son dos las principales “lecciones” de Grecia que señalan. La primera es obvia, el carácter antidemocrático de las instituciones europeas y su disposición a llevar adelante verdaderos golpes de estado financieros como el que se vivió después del referéndum. La segunda atañe a los límites del gobierno de Syriza, por haber tomado la senda de la negociación y no la desobediencia, no haberse apoyado en la movilización popular para enfrentar a las “élites” y no haber tomado algunas medidas de autodefensa fundamental como el no pago de la deuda, el control del movimiento de capitales para evitar su fuga y la nacionalización del sector financiero y energético.

Lo que Syriza se negó a hacer, y ninguna de las fuerzas que brindaron su apoyo acrítico a Tsipras hasta que se convirtió en el aplicador del ajuste le exigieron, es parte de la explicación de porqué la, digamos, “hipótesis Syriza” estaba condenada de antemano a la claudicación. Lo que los “anticapitalistas” deberían preguntarse es si no estaría incubándose algo similar con Podemos para el Estado español. En otras palabras, si la aceptación del marco constitucional como punto de partida de toda reforma y el “mal menor” del PSOE como socio de los gobiernos del “cambio”, no es el preámbulo de una capitulación semejante respecto a las principales demandas levantadas como el proceso constituyente o los planes de “rescate ciudadano”.

Sobre la relación que proponen desde “Anticapitalistas” entre las instituciones y los «contrapoderes populares» -apoyarse en estos para superar los límites legales impuestos- convendría que tanto «Anticapitalistas» como el resto de sectores dentro y fuera de Podemos que abogan por una salida de “ruptura”, examinaran también las experiencias de “gobierno del cambio” ya en marcha en las principales capitales, incluida la Cádiz de “Kichi”. Los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia o Cádiz vienen realizando una política desde dentro de los “marcos legales” del municipio y su relación con los “contrapoderes” sociales existentes no es la de apoyarse en ellos para traspasar dichos marcos y desobedecer “techos de gasto” o “contratos de las subcontratas”, sino todo lo contrario.

Se prioriza la gobernabilidad por medio de pactos con los socialistas, se cumple escrupulosamente la ley, se paga la deuda pública sin levantar ninguna alfombra y si hay “contrapoderes” que cuestionan esta “gestión de lo posible”, en vez de apoyarse en ellos se enfrentan como cualquier otro ayuntamiento precedente. Lo hemos visto respecto a las huelgas de trabajadores de subcontratas por la remunicipalización, los trabajadores de TMB y su lucha contra los directivos cienmileuristas, el sindicato de manteros en Barcelona, los colectivos de vivienda de Madrid o los múltiples colectivos sociales que protestan en el pleno del ayuntamiento de Cádiz y el alcalde responde pidiendo a la Policía Municipal que los desaloje del pleno.

Por lo tanto en el balance de los “anticapitalistas” de estos tres fenómenos claves -Podemos, Grecia y los ayuntamientos del cambio- conviven definiciones acertadas con importantes ausencias que lo convierten en un balance parcial y con débil carga preparatoria para el periodo que se viene. La propuesta a futuro de Podemos en Movimiento es deudora de estos límites.

Su hoja de ruta es un Podemos más democrático, ligado a los movimientos sociales, que contribuya a generar “contrapoderes”, ponga sus posiciones institucionales al servicio de éstos y retome algunas cuestiones programáticas que habían sido encajonadas en los meses de moderación electoral.

Sobre esto último reincorporan puntos como el paso a ser “bien común” algunos sectores estratégicos, como la energía, crear una banca púbica -eso sí, sin nacionalización del sector financiero privado- o retomar la perspectiva de un proceso constituyente -también sin mencionar explícitamente cuestiones claves como el fin de la Corona o la salida de la OTAN-. Como vemos siguen dejando por fuera toda una serie de medidas abiertamente enfrentadas a la propiedad capitalista como las ya mencionadas y otras como el reparto de horas de trabajo hasta acabar con el paro, la expropiación de las empresas que despidan u otras que atentan a la línea de flotación del Régimen del 78, como la lucha por que el referéndum catalán se pueda realizar sin la venia del Estado o las Cortes españolas.

Este programa “anticapitalista” y de “ruptura”, podríamos decir que “a medias”, es parte de una hoja de ruta que, como el balance, también se queda a mitad de camino. Una apuesta por un Podemos al servicio de las luchas y que convierta sus posiciones en trincheras contra el gobierno y el Régimen, sonaría más creíble si estuviera acompañada de un balance serio de hasta qué punto esto es así allí donde ya se han tenido oportunidades de ejercitar esta práctica política, sobre todo los ayuntamientos del cambio. El problema es que los ejemplos de esto lamentablemente no existen.

“Anticapitalistas” tendría la oportunidad de demostrar en “pequeño”, aunque con repercusiones mucho mayores, esa nueva práctica nada menos que en Cádiz. Una de las capitales donde la crisis azota con más dureza, y por lo tanto los límites del “marco legal” más rápidamente aparecen, y con un fuerte tejido social en el movimiento obrero y vecinal. También en otras ciudades donde tienen presencia en parlamentos autonómicos y ayuntamientos ¿no podrían sus concejales salir públicamente a apoyar luchas como las de TMB, los manteros o los trabajadores de las subcontratas aunque eso suponga enfrentarse a los y las alcaldesas del “cambio”?

Lo mismo sucede con la cuestión del PSOE. No definirse por una tajante independencia política de este partido del régimen es seguir dejando la puerta abierta a un pacto con esta fuerza como el que se intentó en las negociaciones posteriores al 20D, y que no era otra cosa que otra “restauración” del régimen de signo progresista, el opuesto a la que intenta ahora Rajoy, pero “restauración” al fin y al cabo.

Sin duda, de los tres principales documentos políticos que se debatirán en Vistalegre II, el de los “anticapitalistas” es el que incluye elementos de balance y algunas propuestas más interesantes. A pesar de las diferencias y los límites señalados en este artículo, esperemos que sirvan al menos para abrir el melón de algunas discusiones sobre las que “pablistas” y “errejonistas” querrán pasar de puntillas u obviar.

Pero esperemos también, que al calor del debate algunas de las consideraciones más críticas sobre la hipótesis Podemos o la experiencia griega puedan servir para profundizar y generalizar las lecciones de estos más de dos años de auge del nuevo reformismo. Una tarea clave para la izquierda que nos reivindicamos anticapitalista y de los trabajadores, un debate crucial para poder poner las bases de una alternativa política de ruptura con el Régimen del 78, anticapitalista y de clase.

Publicado por Santiago Lupe

Santiago Lupe | @SantiagoLupeBCN :: Barcelona

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