Cientos de inmigrantes y refugiados protestaron este martes en Budapest cuando la policía les impidió embarcar en los trenes que los llevarían hacia Alemania.

Durante el verano europeo hemos visto las imágenes de miles y miles de refugiados en barcas por mar, por tierra, en las vallas. Este martes fue en la estación de trenes de Budapest, cuando cientos de inmigrantes y refugiados, con su billete en mano, intentaban cruzar hacia la parte occidental de Europa, especialmente a Alemania.

Este año, ya son 350.000 personas que cruzaron el Mediterráneo. La mayor parte de las personas migrantes, unas 218.000, ingresaron por Grecia, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones presentados este martes en Ginebra. Mientras que a Italia llegaron 114.000, y 2.643 murieron en el trayecto hacia Europa.

Los rostros de mujeres, hombres y niños en el centro de la capital magiar mostraban mucha rabia y dolor. Toda una jornada de incertidumbre entre los centenares de inmigrantes acampados a la entrada de la estación de Keleti, Budapest.

El motivo fue que las autoridades húngaras les prohibieron embarcar en los trenes a Austria menos de un día después de que varios trenes totalmente repletos de refugiados hayan partido hacia a Europa Occidental.

Hasta que en los alrededores de la estación de metro de Keleti, cerca de la terminal ferroviaria, se acabó convirtiendo en un nuevo campo de refugiados de más de mil personas, muchas familias enteras con niños que comenzaban a dormir en las tiendas de campaña.

Mientras tanto comenzaron las protestas de cientos de refugiados que les prohibían subirse a los trenes, que habían comprado los billetes y que se quejaban de que habían pagado más de cien euros con la intención de llegar hacia a Alemania. La mayoría exigía que al menos les devuelvan el dinero de los billetes de tren.

En los andenes se podían ver una fila de policías antidisturbios impidiendo la entrada principal de la estación. Los agentes acabaron expulsando a cientos de refugiados que protestaban en la puerta gritando: «Alemania, Alemania», «Dejadnos partir» y el nombre de la canciller alemana, «Angela Merkel».

Esto en referencia a que el día lunes, —después de que unos 71 refugiados fueron encontrados en un camión frigorífico abandonado en el este de Austria, proveniente de Hungría—, las autoridades húngaras habían permitido embarcar a más de 3.600 personas con destino a Alemania, a pesar de que el Gobierno húngaro criticó esta medida exigiendo más dureza contra las migraciones. Sin embargo, este martes nuevamente les prohibieron embarcar.

El Ejecutivo húngaro sostuvo que con la restricción sólo cumple con sus compromisos con el espacio Schengen, como la reaccionaria regulación que no permite que personas de terceros países, sin el correspondiente visado, puedan acceder a medios de transporte internacionales.

Hungría es el primer miembro del espacio Schengen en la ruta de los Balcanes, que empieza en Grecia y por la que más de 150.000 personas han llegado al país centroeuropeo en lo que va de año.

Las llegadas diarias de inmigrantes a través de la frontera con Serbia, donde se ha erigido una primera valla de concertinas de metro y medio, se sitúa en entre las 1.000 y las 3.000 personas.

Por su parte, el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, indicó este martes que su país iba a registrar a todos los recién llegados y devolvería a sus países de origen a los inmigrantes económicos. «Tenemos la intención de registrar a todos los inmigrantes, independientemente del hecho de que no somos el primer Estado miembro en el que entren», dijo, según la prensa húngara.

El ministro de Defensa húngaro, Csaba Hende, sentenció este martes en el Parlamento que en caso de que sea necesario el Ejército podría enviar a unos 3.500 efectivos a su frontera meridional para «ayudar a la policía en la crisis migratoria».

Una de las medidas que se debatirá en el Parlamento húngaro es el uso de tropas en la frontera, que podría entrar en vigor a partir del 15 de septiembre; además de imponer penas más altas por cruzar las fronteras de forma «ilegal».

Estas son las medidas que «debaten» los gobiernos europeos cuando miles de refugiados y de inmigrantes, si no mueren antes, intentan pasar las reaccionarias fronteras nacionales de Europa. Represión, vallas y leyes cada vez más restrictivas en una Europa donde crece la xenofobia. La crisis migratoria es otra cara de la barbarie capitalista.

Publicado por Cynthia Lub

Cynthia Lub | @LubCynthia :: Barcelona

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