Aunque Hugo Chávez ha regresado a Venezuela, después de 72 días de convalecencia en Cuba -sin dejarse ver aún en público- su delicada situación de salud ha generado una gran conmoción en la vida política de Venezuela e incluso mucho más allá de sus fronteras. Es sin dudas una “cuestión de Estado” que puede cambiar la situación del país latinoamericano, abriendo una transición a una etapa post-chavista. Probablemente el sistema político de gobierno, con fuertes rasgos bonapartistas, y sus formas de dominio ya no serán como lo han sido en todos estos años, incluso más allá de que continúen gobernando las fuerzas del chavismo. Lo que augura mayores tensiones y elementos de crisis política.

Una transición que el Gobierno de Venezuela con Chávez en Cuba logró sortear gracias también a sus aliados internacionales, ya sea el apoyo directo a la prórroga de su asunción dado por muchos de los gobiernos de América Latina, con Brasil a la cabeza, o el acto de presencia en la masiva concentración del 10E de varios presidentes latinoamericanos y caribeños, así como representantes políticos de muchos otros, mientras la Presidenta de Argentina Cristina Fernández viajaba directo a La Habana. Incluso el Gobierno venezolano no descuidó a los propios Estados Unidos, con quienes viene manteniendo reuniones oficiales desde el mes de noviembre, como la mantenida con el embajador en la OEA, Roy Chardertón, al mismo tiempo que la Subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, sostuvo en noviembre una conversación telefónica con el propio Nicolás Maduro.

Aunque por ahora, después del regreso de Chávez a Venezuela, el Gobierno pareciera ponerle un freno a la transición, y ligar su destino al del propio comandante.

Sin embargo este hecho, además de tensar las más altas esferas, también agita las aguas políticas de sectores que se reivindican del marxismo, de la izquierda revolucionaria o del anticapitalismo. A raíz de esta situación, se sucedieron una serie de declaraciones y artículos sobre el tema, que merecen unas reflexiones, más allá del análisis de la coyuntura y sus alcances. Me refiero por un lado, a las declaraciones, de Miguel Urbán, portavoz de Izquierda Anticapitalista realizadas en La Tuerka, un programa de TV de la izquierda madrileña, así como un artículo firmado por varios militantes de Marea Socialista, corriente que es parte del PSUV –Partido Socialista Unificado de Venezuela-, y publicado en el sitio web de En Lucha.

Como denominador común, todos temen que la falta de “el Comandante” deje sin dirección a la “revolución” y no se profundice “el socialismo”, haciendo gala del más profundo y consecuente seguidismo.

Pero a diferencia de M. Urban, que opina que como hay ataque de la derecha, en esta tesitura “hablar de las debilidades del proceso es complicado desde la izquierda transformadora, no es el momento de criticar ciertos procesos, sino de ver como arropar” creemos que es absolutamente necesaria la clarificación de las posiciones de la izquierda de cara a todos los luchadores, aun más si cabe, frente a procesos políticos que generen la simpatía de importantes sectores de la juventud y los trabajadores.

Una visión crítica del “socialismo del siglo XXI”….

Antes de su reelección en 2006, Chávez anunciaba que en Venezuela comenzaría de manera decidida la “fase de construcción del socialismo”, apostando por el proyecto del “socialismo del siglo XXI”. Esta declaración demagógica y una fuerte política de cooptación, intensificó el apoyo que ya varias corrientes de la izquierda reformista y centrista venían brindando al gobierno de Chávez, año en el cual también anunció el lanzamiento del PSUV, como el partido que estaría llamado a dirigir ese proceso.

De esas pomposas declaraciones hasta ahora se ha venido operando un giro a la derecha del chavismo, que se expresó en la última campaña electoral, claramente conciliadora, orientada a recomponer lazos con la oposición proimperialista, en la que lejos de alentar a la movilización popular, se caracterizó por las declaraciones sobre su amistad con los banqueros y la petrolera imperialista Chevron, el llamado a los empresarios a trabajar juntos, y a la base de la derecha, “los ricachones”, a votarle para evitar la guerra de clases defendiendo así sus privilegios, prometiéndoles a cambio desarrollo económico y “estabilidad”. El chavismo buscaba así “normalizar” el Régimen bolivariano, conseguir que fuese aceptado por la oposición burguesa y se abriese el camino a un sistema más clásico con la posibilidad de “turnos” tranquilos en el futuro.

Se observa incluso cómo hasta la retórica del socialismo del siglo XXI desaparece de los discursos oficiales, suavizando los elementos más populistas del régimen para poner freno de esta forma a las expectativas de las masas. De hecho, Chávez ya venía dando pasos hacia una mayor moderación, como son los acuerdos con su homólogo colombiano, J. Manuel Santos y el ingreso al MERCOSUR, dejando estancada y a la deriva su proyecto de la ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).

…o de un capitalismo devaluado

Frente a los desajustes de la economía, donde la inflación ha venido significando un lastre extremadamente pesado para las masas trabajadoras, el chavismo se dispone a aplicar una típica medida de ajuste capitalista, antiobrera y antipopular que los grandes sectores empresariales de las finanzas, de la banca, de la industria y del comercio, venían exigiendo. Con la firma de puño y letra del propio Chávez, se tomó la medida de devaluar la moneda en un 46,5%, pasando de 4,30 a 6,30 bolívares por cada dólar (1). Una medida que de la noche a la mañana supone una bajada, en un similar porcentaje, del poder de compra de los salarios. Lo que Rajoy y la patronal están haciendo en el Estado español por medio de bajadas directas de salario, liquidación de convenios…etc. Chávez trata de hacerlo por la vía devaluacionista. El objetivo es idéntico, mejorar la competitividad de los capitalistas a costa del bolsillo obrero.

Esto es una demostración más de cómo el gobierno de Chávez, cuando las cuentas no cierran, hace lo que todo gobierno capitalista: aplicar medidas que atacan al bolsillo de la clase trabajadora y beneficiar de esa forma a la clase para la que gobierna.

A pesar de todos estos hechos, buena parte de la izquierda se sigue haciendo eco de forma acrítica de esta retórica “socialista”, asumiendo un rol de consejera de izquierda del gobierno de Chávez, siendo parte de aquellos que generan una confianza sin límites y dan cobertura por izquierda a un proyecto nacionalista burgués que no pretende romper los márgenes del capitalismo. Ya en el período de crisis del 2009-2010, cuando comenzó a bajar el precio del petróleo, el gobierno aplicó medidas capitalistas clásicas contra los trabajadores y el pueblo pobre, aumentando el IVA, devaluando la moneda, despidiendo trabajadores de la administración pública y de empresas estatales, junto a una política de contención salarial; aplicando la criminalización y la represión contra las luchas más importantes de los trabajadores: amenazó públicamente que “se las verían con él” si hacían huelgas, ordenó a los “organismos de inteligencia” que actuaran contra los dirigentes sindicales y amenazó con militarizar el metro de Caracas. Fue en ese período en que fueron asesinados a tiros dos obreros en la Mitsubishi que luchaban contra los despidos, en una represión dirigida por el gobernador chavista Tarek Willian Saab, y más aún el ministerio del Trabajo después de eso, autorizó a la empresa a despedir a casi toda la directiva sindical que había encabezado la lucha.

Contrasta, por otro lado, que no se hayan aplicado impuestos progresivos a las ganancias capitalistas y de la banca, mientras que en ningún momento Chávez dejó de enviar millones de dólares a la banca imperialista por deuda externa, ni dejó de pagar “indemnizaciones” al capital transnacional por las empresas o acciones de empresas que compró o “expropio”, ni de exonerar de impuestos a muchas empresas nacionales e imperialistas que explotan el gas, ni de dar créditos baratos a los empresarios aliados del gobierno. Es decir, ¡mano de seda para con los capitalistas y mano de hierro contra los trabajadores!

Carácter de clase del Estado y del Gobierno en Venezuela

Ahora bien, en términos generales sus análisis y posiciones no resisten la más mínima crítica marxista. Son interesantes los argumentos de Facundo Aguirre, en el debate sobre el chavismo y la izquierda a favor de Chávez en Argentina: “Si en Venezuela el carácter de clase del Estado es burgués” o capitalista, como reconocen desde Marea Socialista, “el gobierno no puede ser neutro; o representa el interés de la clase capitalista o es un gobierno de ruptura con los capitalistas basado en el pueblo armado, como fue el caso del gobierno del M 26 en los orígenes de la revolución cubana que luego terminó expropiando a la burguesía.”(2)

El bolivariano no un gobierno de ruptura con la burguesía que avanza en la expropiación del capital, como se pretende presentar. El último trimestre del 2012 registraba un crecimiento del sector privado del 5,7% mientras que el público solo registró 3,4%, según la misma AVN (Agencia Venezolana de Noticias). El propio chavismo asume: “No nos llamemos a engaño, la formación socio-económica que todavía prevalece en Venezuela es de carácter capitalista y rentista”. Desde el lejano1999 donde tiene inicio el gobierno de Chávez hasta hoy, no trastocó ni su práctica dependencia de la producción petrolera, ni en lo fundamental el carácter capitalista de Venezuela. Por el contrario, se fortaleció al aparato económico del Estado burgués impulsando a la “boli-burguesía”, empresarios y funcionarios públicos vinculados al gobierno del presidente Hugo Chávez conocidos por sus exuberantes excentricidades.

Sobre el PSUV, el “poder popular” y el doble poder

Si bien en el PSUV, aproximadamente a siete años de su fundación, hay una importante cantidad de trabajadores en su base, no son esos trabajadores quienes toman las decisiones, sino los empresarios que lo dirigen y principalmente Chávez y burócratas que también están en el PSUV. Esta presencia de burgueses en el PSUV y en especial en su dirección –junto a su programa- lo convierte en un partido burgués de gobierno, a la cabeza del Estado capitalista de Venezuela.

Una de las claves frente a este escenario es para Urban el “control democrático de las instituciones” ya que según él “el problema es que las grandes fortunas siguen aspirando a poner a los ministros de economía,(…) hay un problema de dualidad de poderes, o el pueblo o la oligarquía” (3) . Pero en Venezuela no existe hoy un doble poder. Eso que Urban llama “dualidad de poderes” para embellecer al chavismo, solo es lucha de clases.

Pero el poder “poder popular” bajo el gobierno chavista “consiste en repartir recursos a las organizaciones obreras, campesinas y populares a cambio de su integración en el Estado como fuerzas auxiliares. Un mecanismo de corrupción de dirigentes populares y cooptación de las organizaciones sociales y políticas. El llamado “empoderamiento popular” es una consecuencia del movimiento de masas de abril de 2002 y no tiene por fin desmontar el Estado burgués, sino impedir la independencia política de las masas. La estrategia adoptada por múltiples sectores de la izquierda de radicalizar al chavismo es funcional a este fin.” (4)

Las diversas experiencias de las revoluciones sociales del siglo XX dieron por tierra con el “modelo” de acabar con el Estado burgués progresivamente sin destruir sus Fuerzas Armadas y represivas, siendo estas la garantía última del dominio de la burguesía. El doble poder solo puede expresarse en el pueblo armado que se establece como poder político derrotando a las fuerzas represivas del Estado burgués, o siendo derrotado por éstas, ya que ese doble poder no puede sostenerse en el tiempo. Así sucedió en la Revolución Rusa de 1917, donde los soviets de obreros, campesinos y soldados impusieron su gobierno mediante la insurrección armada, o incuso en la Cubana de 1959, con un partido-guerrilla a la cabeza y sin organismos de autoorganización de masas.

Pero lejos de esa destrucción de las Fuerzas Armadas, Marea Socialista está por la consolidación del “inegable” “avance ideológico de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana”. Ya que sostienen que “la oposición” de derecha señala “que aún se podrían hacer volver atrás los avances revolucionarios en la FANB y que estas vuelvan a ser sostenedoras del viejo estado comandado por ellos,…” aunque no den cuenta de que estas fuerzas Armadas sigan siendo sostenedoras del mismo “viejo Estado” que comanda Chávez hoy desde su gobierno.

Después de que las masas derrotaran el intento de golpe de 2002, las reformas en el mando de las Fuerzas Armadas le permitieron al chavismo preservarlas manteniéndolas prácticamente intactas, haciéndolas a la vez parte fundamental de su política. Las “milicias populares” bolivarianas cumplen el papel de una tropa irregular auxiliar que, en manos de un gobierno burgués de carácter bonapartista, serán usadas como fuerza de choque contra la oposición reaccionaria, pero también contra la lucha de clases obrera y campesina si ésta amenaza con radicalizarse. Los Consejos Comunales, las organizaciones de “poder popular”, están muy lejos del soviet, como organismo de autoorganización de masas, y muy cerca de la “democracia participativa” que limita las decisiones populares a acompañar las medidas del gobierno.

Para los compañeros de Marea Socialista, y debemos asumir que los de En Lucha también al publicar sin crítica alguna sus artículos en su web, de forma mas sofisticada que Urban, que en su intervención apuntó a que el pueblo debía crear “otro Chávez”, el problema está en que “Si no logramos avanzar en el debate y construcción de una democracia socialista radical, nos quedaría el cascarón vacío de la democracia electoral representativa, (…). De ser así se fortalecerían enormemente las presiones reaccionarias de ese Estado capitalista, cuartorrepublicano, que aun domina. Por eso el primer gran debate estratégico es: cómo construir esa nueva institucionalidad.” (5) Pero no es posible construir una “democracia socialista radical” y una nueva “institucionalidad revolucionaria” de la mano de un Estado burgués, herramienta de dominio del capital. El único “cascarón vacío” sería una nueva “institucionalidad revolucionaria”, sin subvertir la estructura económica y social de la Venezuela capitalista. Cascarón rojo pero vacío al fin.

Pero ¿cuál sería la materia prima para MS, para construir esa nueva “institucionalidad revolucionaria”? “Esa materia prima se encuentra, en algunos cuadros que hacen parte actualmente del equipo de gobierno en distintos niveles de responsabilidad.” (6) Dándole de esta forma a las masas obreras y populares un papel subordinado y auxiliar, frente al PSUV, sus cuadros y burócratas.

Los que atacan al marxismo bajo el discurso de terminar con la izquierda “dogmática” y “sectaria”, asumen que es posible desmontar el Estado burgués asimilando las organizaciones populares a la gestión estatal, lo que cambiaria su contenido de clase. Quieren construir lo nuevo, sin liquidar lo viejo. “Una posición similar a la sostenida por Hilferding y la socialdemocracia alemana que planteaba la fusión de los soviets y la democracia burguesa en oposición a la revolución rusa, para frenar precisamente la revolución obrera en Alemania en 1919.” (7) Aunque la situación y izquierda actual está muy por detrás de aquella, ya que como explicamos antes, no hay en Venezuela ni doble poder, ni soviets ni revolución en curso.

La lucha por una perspectiva socialista con independencia política de clase

En toda esta situación, los explotados y oprimidos son apenas convidados de piedra en todo lo que se juega en las superestructuras políticas y de las fuerzas de los grupos dominantes. Todo se juega a sus espaldas, tras bambalinas, y no precisamente en función de sus intereses fundamentales. Aunque comprendamos la preocupación de muchos trabajadores y del pueblo pobre venezolanos por la enfermedad de Chávez, desde Clase contra Clase, al igual que nuestra corriente hermana en Venezuela, la LTS -Liga de Trabajadores por el Socialismo-, creemos que nada puede esperarse del mismo y de la llamada “revolución bolivariana”. En realidad, lo que se está demostrando es que el proyecto del chavismo es un verdadero fracaso frente a las esperanzas e ilusiones de millones, al ver frustradas sus demandas fundamentales durante 14 años de gobierno chavista. La derecha expectante se prepara, para recuperar sus cuotas del poder en proporción con el poder económico que nunca perdió.

Redoblar la lucha por la independencia política de la clase trabajadora y los explotados se hace más imperante que nunca, para que puedan abrirse paso, en una dinámica independiente, frente a los futuros acontecimientos.

En el debate citado anteriormente, tomando las palabras del Che Guevara “Revolución socialista o caricatura de revolución”, decía: “La demagogia socialista es un recurso que utiliza este nacionalismo burgués para contener a las masas y ganarse el apoyo de cierto izquierdismo”, y a la vez una forma de negociar con el imperialismo en mejores condiciones. La mayoría de la izquierda europea, que no tiene ningún enfado en criticar a la izquierda revolucionaria pero que evitan “criticar ciertos procesos”, son los mismos que “asumen como propia la doctrina de la conciliación de clases mediante la integración al Estado burgués. Eligen así la caricatura.”

Notas

1http://www.lts.org.ve/Edicion-masiv…

2- Facundo Aguirre: http://www.lts.org.ve/DEBATE-Carica…

3-http://www.youtube.com/watch?featur… 4- Facundo Aguirre: http://www.lts.org.ve/DEBATE-Carica…

5- http://www.enlucha.org/site/?q=node…

6- ídem

7- Facundo Aguirre: http://www.lts.org.ve/DEBATE-Carica…

 

Publicado por Federico Grom

Federico Grom :: Barcelona

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