Este 25 de enero se realizarán las elecciones parlamentarias anticipadas en Grecia, seguidas con gran expectativa en toda Europa. Estas elecciones se producen en el marco de la profunda crisis política, económica y social que sacude los cimientos de Grecia desde hace más de 6 años, encontrándose en el centro del huracán de la crisis capitalista.

La crisis económica puso bajo una fuerte tensión la construcción del bloque imperialista de la Unión Europea, dividida entre los países que orbitan en torno de Alemania y los países periféricos, más golpeados por la crisis. En estos años tuvieron lugar distintas formas de lucha y resistencia contra los planes de austeridad impuestos por la “troika” (la UE, el FMI y el Banco Central Europeo) para salvar a los capitalistas europeos a costa de las condiciones de vida de la gran mayoría de trabajadores y jóvenes.

En este marco de polarización social y política y de crisis de los partidos tradicionales, ya sean conservadores o socialdemócratas, en los últimos años se han fortalecido partidos de extrema derecha, con un discurso xenófobo, antiinmigrante y nacionalista, como el Frente Nacional en Francia; y también formaciones a la izquierda de la socialdemocracia como Podemos en el Estado español o Syriza en Grecia.

Los brutales atentados de París contra la redacción del semanario Charlie Hebdo y un supermercado judío, han fortalecido al régimen republicano imperialista, su racismo de estado y sus giros represivos, poniéndole un límite coyuntural al crecimiento de partidos y movimientos de la extrema derecha, en particular en Francia. La marcha republicana y el frente internacional reaccionario le han dado algo de aire al proyecto europeo en crisis, tomando como elemento unificador la amenaza islamista.

En Grecia, el gobierno de Antonis Samaras se vio obligado a convocar elecciones anticipadas después de tres intentos frustrados de hacer votar en el Parlamento a su candidato a la presidencia de la República. La coalición gubernamental del partido conservador Nueva Democracia (ND) y los socialistas griegos del PASOK no alcanzó los votos necesarios, mostrando la crisis de los partidos que históricamente fueron los pilares del bipartidismo griego desde el fin de la dictadura de los coroneles en 1974.

Todos los pronósticos señalan a Alexis Tsipras de Syriza como más probable ganador de las elecciones del 25 enero. Las últimas encuestas reafirman la ventaja de Syriza sobre ND, el principal partido de la coalición, aunque el triunfo de Syriza no está asegurado, y si gana es probable que deba pactar con otras fuerzas políticas para formar gobierno.

En los últimos años los trabajadores y la juventud estudiantil y de los barrios populares ha desplegado una inmensa movilización, con 32 huelgas generales desde el 2010, movilizaciones, huelgas parciales, encierros y choques con las fuerzas represivas. El profundo descontento popular ha acelerado la crisis del régimen político griego, aunque ha sido insuficiente para derrocar a los gobiernos del austericidio, que aplicaron los planes de la Troika.

En este contexto se produce la emergencia de Syriza, que tiene ya varios años de existencia, como la principal fuerza política de Grecia. Hoy, la posibilidad de un gobierno de Syriza genera muchas expectativas entre millones de trabajadores y sectores populares, que lo ven como una posibilidad de poner freno a los planes de austeridad y revertir los efectos de la profunda crisis social. Syriza despierta ilusiones, no solo en Grecia sino en toda Europa.

Los gobiernos imperialistas pretenden aterrorizar al pueblo griego

La posibilidad creciente de un gobierno Syriza, genera una gran incertidumbre política entre los “mercados”. El FMI y la Troika aplazaron el desembolso del quinto tramo del rescate hasta que se forme un nuevo gobierno, un chantaje abierto.

La incertidumbre ha crecido, aun cuando los dirigentes de Syriza sostienen que no tienen una línea de ruptura con la UE, y proponen una reestructuración moderada y negociada de la deuda con los acreedores.
El conservador presidente español, Mariano Rajoy, viajó a Grecia para darle su apoyo a Samarás, porque lo que más temen es que si gana Syriza se produzca un “efecto contagio” que termine de enterrar al PP y fortalezca las posibilidades electorales de Podemos.

Por eso, aun cuando Syriza ha intentado por todos los medios mostrarse como un “partido responsable”, no se ha hecho esperar la campaña del “miedo” de los líderes europeos y los mercados financieros.

A las declaraciones del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, asegurando que “no hay alternativa a las reformas estructurales” se sumaron el comisario europeo de Economía, Hacienda y Comercio, Pierre Moscovici, el presidente de Francia, advirtiendo que el gobierno griego deberá “cumplir con sus compromisos” y la directora del FMI.

Frente a estas amenazas, provocaciones y chantaje por parte de los imperialistas y de la burguesía griega, defendemos el derecho absoluto de los trabajadores y el pueblo griego a votar libremente por quien prefieran y a defender el resultado electoral por todos los medios en el caso de que la derecha o los “mercados” impidieran un gobierno de Syriza.

Un programa tímidamente keynesiano que no puede dar una respuesta de fondo a los problemas de los trabajadores y las masas

Dicho esto, y reconociendo que para millones de trabajadores y jóvenes el voto a Syriza representa la expectativa de frenar los planes de austeridad, no creemos que Syriza represente una salida de fondo para los trabajadores y los sectores populares, ni tenga como objetivo desarrollar la movilización anticapitalista. Por lo tanto no le damos nuestro apoyo político.
Syriza tiene como intención resucitar cierto tipo de keynesianismo socialdemócrata, lo que en un contexto político y económico del consenso neoliberal casi total puede aparecer como una orientación “radical”.

Así, su programa se basa en negociar con los acreedores una restructuración parcial de la deuda o una moratoria de la misma, la impresión de moneda y nueva deuda de corta duración y menos detalladamente en sus últimas declaraciones, ya que su programa es un objetivo móvil, lograr algo de inversión estatal para asegurar servicios mínimos como el acceso a la sanidad a la población más pobre o restablecer la electricidad en los hogares en que estuvo cortada por impagos, una reforma fiscal moderada y el restablecimiento del salario mínimo a 750 euros, su nivel de antes de la aplicación de los Memorandums.

Al mismo tiempo, los dirigentes y economistas de Syriza han insistido en que su intención no es “romper con la UE” ni declarar un impago unilateral de la deuda. Todas sus señales son de conciliación, como sus presentaciones en la City de Londres, la visita de Tsipras al monte Athos para pedir apoyo a la Iglesia ortodoxa, la incorporación a Syriza de ex miembros del PASOK y hasta de la controvertida diputada, Rachel Makri, que ingresó al Parlamento por el partido derechista, Griegos Independientes.

La estrategia de Syriza es limitar cada vez más su programa a algunas propuestas que sean “aceptables” por los gobiernos de la UE y los mercados financieros, para así lograr “un compromiso” que permita “estabilidad política” y “recuperar” la economía griega. Pero por ahora, a pesar de algunas declaraciones oficiosas de negociadores europeos o diplomáticos de Bruselas que opinan que habrá que negociar con el próximo gobierno, pero imponiéndole condiciones, ni la UE ni el FMI ni los acreedores declaran estar dispuestos a ningún “compromiso” que no sea seguir expoliando al pueblo y los trabajadores griegos, como vienen haciendo. Todo esto puede ser la cara dura de una estrategia de negociación in extremis para arrancar aún más concesiones de Tsipras, poniéndole frente al abismo de una salida desorganizada del euro, con un posible crack de la economía griega. No está descartado en este marco, como ya ha pasado con varios gobiernos latinoamericanos en la década de 1980 que levantaban un programa de suspensión de pagos de la deuda, moratoria o club de deudores que Syriza termine retrocediendo y siga aplicando una austeridad aggiornada. Incluso de producirse un “accidente”, esto es la salida de euro, nada bueno va a significar para las masas griegas en la medida que Syriza se niega a poner en cuestión el poder económico de los grandes magnates griegos, y de los lazos que los unen a los capitalismos europeos más fuertes y a nivel internacional.

La política de conciliación de clases de Syriza es un obstáculo para resolver los padecimientos más urgentes de los trabajadores y desempleados griegos.

Muchas corrientes de izquierda justifican su apoyo a Syriza diciendo que su gobierno podría dar un impulso a las luchas de las masas en Grecia e incluso en Europa o que la inflexibilidad de la Troika y de los capitalistas griegos podría llevar a tensionar la situación hasta provocar rupturas que serían provechosas para las movilizaciones de la clase trabajadora de Grecia. No podemos excluir ningún escenario. Una actitud muy hostil de la Troika hacia un gobierno dirigido por Syriza, algún tipo de intento de “golpe de mercado” u ofensiva de la burguesía local podrían desatar una respuesta popular totalmente legítima, a pesar de la política conciliadora de Syriza. En ese caso estaría al orden del día la constitución de un frente único de las organizaciones obreras para organizar en las calles, en las fábricas y lugares de trabajo, así como en las escuelas y universidades, la resistencia y el respeto al resultado electoral.

Pero hoy parece más probable otra alternativa: que un gobierno de Syriza casi sin ningún “margen de negociación” con la Troika, no pueda ni siquiera aplicar las reformas prometidas o que, en todo caso, se implementen algunas medidas mínimas en un primer momento, para luego imponer un nuevo modelo de austeridad.
En todo caso, neutralizando la lucha de la clase obrera, haciéndole creer que sus demandas se solucionarán desde el Parlamento y no a través de las movilizaciones. El fracaso de un gobierno Tsipras o una traición de sus promesas de campaña podrían generar una oleada de desencanto y de desmoralización de las clases populares del país.

Es en este terreno de desesperanza que podría, incluso, adquirir nuevo impulso tendencias de derecha dura o incluso fascistizantes, ya organizadas en Aurora Dorada, que a pesar de haber perdido algo de fuerza, se espera que mantenga representación parlamentaria. El problema es que el programa de reformas timoratas y de conciliación con el capital imperialista y la burguesía griega defendido por Tsipras prepara más bien una gran decepción para los trabajadores.

La movilización de las masas no es un eje para los líderes de Syriza, por el contrario su estrategia reformista se basa en mostrar una imagen de “seriedad” a los mercados y a la Troika.

La posibilidad de un triunfo de Syriza despierta especial expectativa entre las corrientes de la izquierda reformistas europea, como Podemos en el Estado Español, y otras.

En el Estado español, Podemos se prepara para un año electoral donde ha entrado con fuerza al escenario político, y en todos los medios se discute la posibilidad de un gobierno Podemos, en alianza con Izquierda Unida y hasta con el PSOE.

En Francia la victoria de Tsipras puede dar un nuevo impulso al Front de Gauche que se encuentra en crisis desde hace varios meses. Pero este resurgir del proyecto Front de Gauche podría hacerse de forma mucho más derechizada.

La semana pasada Syriza concretizó un acuerdo electoral con el partido ecologista griego que si bien es marginal en Grecia tiene lazos con el grupo ecologista en el parlamento europeo. Este grupo parlamentario está compuesto por partidos verdes que hacen o hicieron parte de gobiernos burgueses que aplican ajustes duros contra las masas. Es el caso de los Verdes en Francia que hasta hace muy poco cogobernaban con Hollande y recientemente una de sus principales dirigentes declaró apoyar a Syriza.

El fortalecimiento de esta “izquierda” de conciliación de clases bloquea el avance de la clase obrera y de las masas hacia una política independiente de la burguesía y del imperialismo.

Las variantes a la izquierda de Syriza

En Grecia existe un espacio de la izquierda por fuera de Syriza, con importante presencia en las movilizaciones, en las luchas obreras, juveniles y estudiantiles.

Además de corrientes anarquistas, el partido de izquierda más importante por fuera de Syriza es el KKE (Partido Comunista de Grecia), al que algunas encuestas le otorgan hasta un 6,2 % en las elecciones. El KKE es un partido de larga tradición estalinista, con importante presencia en sindicatos y en la movilización social. Sin embargo, su política combina el sectarismo táctico que se expresa en su negativa a desarrollar el frente único obrero, con el oportunismo estratégico de plantear una salida reformista a la crisis, cuya propuesta central es la ruptura con el euro y la Unión Europea en clave “soberanista de izquierda”.
Su política criminal permite a la dirección de Tsipras seguir su giro a derecha con pocos costos.

En cuanto a la posición electoral de los grupos y partidos anticapitalistas a la izquierda de Syriza, este año la coalición de grupos anticapitalistas Antarsya formó una alianza electoral llamada Frente Unido de la Izquierda Radical. En dicha alianza se encuentra “Plan B”, partido liderado por el ex dirigente de Syriza, Alekos Alavanos, quien defiende abiertamente posiciones nacionalistas. Su principal reivindicación es la ruptura con el euro y una vuelta a la dracma, la vieja moneda nacional griega, una devaluación de la moneda que ve necesaria para la “recuperación de la economía nacional”.

Aunque sin romper con esta coalición electoral, a esta política se opone el ala izquierda de Antarsya, formada principalmente por el SEK (corriente referenciada en la International Socialist Tendency liderada por el SWP británico) y el grupo OKDE Spartakos (sección griega del ex Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional, que sostiene posiciones a la izquierda de la dirección mayoritaria).

Si bien hoy en día, dado el grado de consenso existente entre todas las burguesías de la UE, esta reivindicación puede parecer “radical” y hasta para algunos “anti-sistema”, no lo es. En efecto, un salto en la lucha de clases junto a una recaída fuerte de la crisis económica podría empujar a algún sector importante de la burguesía a adoptar una alternativa soberanista. En este sentido, las políticas “soberanistas de izquierda” podrían encontrarse jugando un rol de furgón de cola de alguna variante burguesa o incluso imperialista.

Syriza es parte de una izquierda “eurófila”, que aspira utópicamente a “democratizar” las reaccionarias instituciones de la UE, y negociar “en mejores términos” respetando sus fundamentos, como si se pudiera aspirar a una “Europa social” bajo la dictadura de los grandes bancos y capitales imperialistas.

Al mismo tiempo que rechazamos la política reformista que busca “democratizar” las reaccionarias instituciones de la Unión Europea, tampoco nos reconocemos en las opciones que abogan a favor de salidas soberanistas que terminan haciéndole el juego a quiénes buscan alianzas con sectores de la burguesía nacional, para “salir del euro” hacia una economía capitalista centrada en la producción nacional.

Las políticas que pretenden emular salidas de la crisis similares a las medidas que se tomaron en Argentina en 2002, más allá de que posen de “populares”, son igualmente reaccionarias, porque implican una devaluación que hará caer todavía más el nivel de vida de las masas. Pero además son utópicas, porque no existen las condiciones excepcionales del caso argentino, que después de la brutal caída del salario, gozó del “viento de cola” del crecimiento de la economía internacional que le permitió recomponer el crecimiento de su economía por un cierto periodo, sin tocar en nada la estructura semicolonial del país, y que está mostrando sus límites ante la nueva fase de la crisis que toco a los “emergentes”.

Por fuera de Syriza y Antarsya, existen pequeñas organizaciones que se reivindican trotskistas y que levantan un programa de independencia de clase. Estos son el EEK (Partido Revolucionario de los Trabajadores, integrante de la CRCI junto con el Partido Obrero argentino) y OKDE. Sin embargo, en estos años, ni estas organizaciones ni las que conforman el ala izquierda de Antarsya, han logrado presentar una alternativa unificada en las elecciones que pueda influir en sectores significativos de los trabajadores y la juventud.

Por una salida obrera, anticapitalista y revolucionaria

El desempleo supera el 27% y afecta a más del 50% de los jóvenes y las mujeres, mientras la mitad de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza. El nivel de vida de las familias griegas disminuyó en un 40%, y la deuda pública representa un 175% del PBI.

En esta situación de catástrofe social, no es posible acabar con los recortes y aumentar el gasto público para invertir en salud, educación y viviendas sin dejar de pagar la deuda y tocar los intereses de los grandes magnates griegos ligados al capital financiero europeo e internacional.

No es posible terminar con el desempleo masivo sin anular las reformas laborales, repartir las horas de trabajo entre ocupados y desocupados y aumentar el salario mínimo al nivel de la canasta familiar. Es necesario nacionalizar la banca y las empresas de servicios básicos, las de los sectores estratégicos así como toda fábrica o empresa que cierre o despida, sin indemnización, bajo control de trabajadores y usuarios, entre otras medidas.

Estas medidas implican necesariamente romper con todos los condicionamientos, pactos y “memorandums” de la Unión Europea y de la Troika, con todos los “controles presupuestarios” impuestos por las reaccionarias instituciones de la UE.

Este programa nunca va a ser “aceptable” para Juncker, Merkel, el FMI y los capitalistas griegos: solo podrá ser impuesto por medio de una profunda y generalizada movilización social, retomando las huelgas generales, extendiendo, coordinando y especialmente profundizando experiencias de auto-organización obrera y popular que derroten y superen a las burocracias sindicales de las distintas centrales. Los trabajadores, estudiantes y sectores populares griegos desde el primer día de un eventual triunfo de Syriza deberían estar en la calle para a través de la acción directa lograr sus reclamos, sin esperar lo más mínimo del nuevo gobierno o el parlamento. Llamando al apoyo y la solidaridad de los trabajadores y el pueblo pobre de los países europeos, especialmente de los de los países del sur de Europa, en defensa de los trabajadores de Grecia.

Entendemos a los millones de trabajadores y jóvenes de Grecia y de Europa que tienen expectativas en que una victoria de Syriza pueda cambiar el rumbo de las políticas de austeridad que están provocando una verdadera masacre social a lo largo y ancho del continente.

Pero tenemos la firme convicción de que la única salida progresista y realista pasa por la lucha revolucionaria contra el capitalismo griego y de las distintas potencias europeas, y por la constitución de un gobierno de trabajadores.

La Unión Europea es una conquista reaccionaria de los banqueros y los monopolios, basada en la expoliación imperialista de los pueblos de África, Asia, América latina, y, en las últimas décadas del este europeo transformado en patio trasero en especial del imperialismo alemán, y de los inmigrantes y los trabajadores en su propio territorio.
Es necesario enfrentar los diferentes proyectos capitalistas para la crisis de la Unión Europea. Tanto la utopía de democratizar la UE que levanta la izquierda reformista, ignorando su carácter imperialista y reaccionario, como la demagogia de la extrema derecha que agita odios nacionales con el objetivo de separar a la clase obrera entre los diferentes países y entre trabajadores nativos e inmigrantes, para atarla a un sector de las burguesías nacionales, y también a las falsas alternativas de “patrioterismo de izquierda”. Los trabajadores necesitan un programa independiente de toda variante capitalista.

Frente a la crisis de la Europa del capital y sus gobiernos, para superar la fragmentación de las filas obreras, combatir la xenofobia, las políticas antiinmigrantes y ganar a los sectores medios pauperizados por la crisis, que de lo contrario podrían transformarse en la base social de la extrema derecha, es necesario poner esta lucha contra los gobiernos, la “troika” y las instituciones imperialistas de la UE, en el camino de imponer gobiernos de trabajadores que luchen por los Estados Unidos Socialistas de Europa. Esta es la única salida progresiva para los trabajadores de todo el continente.

Publicado por Fracción Trotskista - Cuarta Internacional (FT-CI)

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