Dentro de Syriza crece la “tensión” de los sectores críticos con la dirección de Tsipras y sus negociaciones con la Troika. Sin embargo, la “izquierda de Syriza” actúa como una oposición formal, mientras siguen en el Gobierno y apoyan sus medidas en el Parlamento.

Desde que Syriza llegó al gobierno y se abrieron las negociaciones con la Troika de acreedores (las “instituciones”), los sectores críticos dentro de Syriza han manifestado diferencias públicas con la política gubernamental liderada por Alexis Tsipras y el Ministro de Economía, Yanis Varoufakis. Sin embargo, esas críticas se han limitado a votaciones en el ámbito interno del Comité Central o a declaraciones en los medios, mientras estos sectores siguen formando parte “leal” del gobierno, con ministros y altos cargos políticos, aprobando sus medidas en el parlamento y compartiendo responsabilidad por todas las medidas que se han tomado.

En las últimas semanas, la situación dentro de Syriza se tensó más, ante el inminente acuerdo del gobierno del gobierno griego con la Troika, que busca destrabar el último tramo del rescate prorrogado el 20 de febrero.

El domingo 24 de mayo, en una ajustada votación en el Comité Central de Syriza, una moción presentada por la “Plataforma de Izquierda”planteaba la ruptura con los acreedores, el impago de la deuda y la “nacionalización inmediata de la banca. Esta fue rechazada por 95 votos en contra, frente a 75 votos a favor y una abstención.

Esta semana los debates continuaron. El nombramiento por parte de Varoufakis de la nueva representante de Grecia ante el FMI, una economista que fue parte del gobierno del PASOK y trabajó en el BCE, despertó fuertes rechazos internos hasta que se echó atrás la decisión.

Finalmente, el grupo parlamentario de Syriza, se reunía este 4 de junio para evaluar el posible acuerdo entre el gobierno y la Troika. En algunos medios periodísticos, se llegó a mencionar la posibilidad de una “ruptura de Syriza” si el gobierno firma un acuerdo con mayores concesiones que las que ya se han realizado los meses anteriores.

También se dijo que si un grupo de diputados de Syriza vota en contra del acuerdo, se podría estar al borde de nuevas elecciones. El acuerdo en sí mismo no corre peligro, ya que otros grupos como To Potami, ya anunciaron que están a favor “de cualquier acuerdo”. Pero la realidad es que toda la tensión dentro de Syriza, no ha trascendido las paredes del palacio.

Una oposición formal al interior de un gobierno de conciliación de clases

El 1 de junio, en respuesta a un artículo de Tsipras publicado en la prensa internacional, Antonis Ntavanellos de DEA –un sector de la “Plataforma de Izquierdas” de Syriza-, planteaba que hay que decir “claramente no a ese acuerdo y dedicar nuestras fuerzas a la elaboración política de una solución alternativa”, y sostenía que un “cambio de rumbo hacia una ruptura de las negociaciones y una ruptura estratégica tiene que basarse en un mandato popular, lo que implica la convocatoria de elecciones.”

La propuesta de que Tsipras rompa los acuerdos con la Troika y llame a nuevas elecciones, es de una ingenuidad asombrosa. La idea de un referéndum sobre la política del Gobierno viene cobrando más fuerza desde hace semanas y es vista por los propios líderes imperialistas de la UE como una posible salida al atolladero de las negociaciones. Para los jefes de Europa, la “opinión pública” griega más conservadora, atemorizada por la posibilidad de un “Grexit”, podría ser la que permita a Tsipras consolidar su giro a la derecha y legitimar un nuevo programa de ajustes “a la Syriza”.

Pero a su vez, es una política que volvería a depositar ilusiones en que un gobierno de Syriza podría enfrentar realmente a la Troika y los capitalistas, cuando lo que ha hecho hasta ahora es demostrar exactamente lo contrario.

La izquierda dentro de Syriza ha presenciado cómo en pocos meses Tsipras fue haciendo innumerables concesiones y abandonando cada vez más puntos del ya de por sí limitado “Programa de Salónica”. Sus críticas y reclamos no han tenido ninguna incidencia en la realidad. Un resultado que no puede resultar extraño; son las consecuencias de su ubicación como “ala crítica” dentro de un gobierno de conciliación de clases.

Si ya era una claudicación ser parte de Syriza en el período previo, llamando a los trabajadores a depositar su confianza en los reformistas, esa ubicación pegó un salto cualitativo desde que Syriza se encuentra al frente del gobierno del Estado capitalista griego, desarrollando una política de “compromisos” con la Unión Europea, contraria a los intereses de los trabajadores y el pueblo.

La lógica de “criticar lo malo” y “apoyar las medidas progresistas” desde adentro, no ha sido otra cosa que dar el apoyo político a un gobierno de “gestión del capitalismo” que día tras día traiciona las expectativas de los millones de trabajadores y sectores populares que lo votaron. Una orientación que remite al “ministerialismo” que tanto criticara Lenin como expresión extrema del oportunismo. Y que, como contraparte, implica negarse a desarrollar la lucha de clases y la organización independiente de los trabajadores.

En la moción presentada por la “Plataforma de Izquierda” en el CC de Syriza el pasado 24 de mayo, se planteaba una suspensión del pago de la deuda, junto con las siguientes medidas: “1) nacionalización inmediata de la banca para asegurar el desarrollo productivo y social; 2) supresión de todas las barreras que protegen la corrupción; 3) eliminación de los privilegios de los grandes grupos económicos; 4) imposición fiscal sobre las grandes fortunas y los ingresos elevados, así como sobre las empresas muy rentables; 5) restablecimiento de los derechos de los trabajadores (convenios colectivos, etc.).”

Pero a pesar de la radicalidad discursiva, las propuestas alternativas de la “Plataforma de Izquierda” no superan una perspectiva soberanista de izquierdas, de salida del euro para una “vuelta al dracma” y una política de recuperar una “economía nacional” en el marco del capitalismo.

Mientras que en el terreno político, mantienen una política de subordinación a la dirección reformista de Syriza, pues no representan -ni se han propuesto construir- una alternativa independiente, que pueda enfrentar la política y el programa reformista del Gobierno. Lejos de ello, su integración dentro de Syriza implicó hace tiempo el abandono de toda perspectiva de este tipo.

Desde que comenzaron las negociaciones con la Troika, ningún sector de la “Plataforma de Izquierda” ha promovido la movilización contra los acuerdos entre Tsipras y la Troika. Toda una demostración de que no tienen ninguna voluntad de imponer verdaderamente su programa. Al contrario, quienes más temen a que triunfe su propia política son ellos mismos, porque no se preparan para las consecuencias que tendría dicho triunfo.

La llamada “izquierda de Syriza” se encuentra atrapada en una política que sólo puede llevar a la derrota. Siendo inevitable un enfrentamiento con la Troika (ya sea por la claudicación de Tsipras –que implicaría también un enfrentamiento con el Gobierno- como porque se rompan las negociaciones), su política de ser la “oposición a su majestad” significa en los hechos una pérdida sistemática de tiempo, mientras las condiciones para un enfrentamiento empeoran día tras día. Porque los enemigos del pueblo griego siguen actuando, sigue habiendo fuga de capitales, Alemania promueve la formación de un “cerco sanitario” a Grecia, la burguesía griega intriga con el imperialismo para salvar sus negocios, etc.

Todo el tiempo dedicado a debates “parlamentarios” dentro del irrelevante Comité Central de Syriza es el que debería haberse aprovechado para desarrollar la organización de los trabajadores, preparando las condiciones para enfrentar las políticas de la Troika y las claudicaciones del gobierno. Pero para ello, la “izquierda de Syriza” debería romper con el Gobierno y su propio partido, que es justamente lo que no está dispuesta a hacer.

Como decíamos en otro artículo, “estos sectores han caído en una trampa que ellos mismos ayudaron a construir, puesto que no plantean una alternativa independiente frente a la política y el programa reformista del gobierno. Esto se basa en un profundo escepticismo en la posibilidad de la movilización revolucionaria de los millones de trabajadores y el pueblo griego, para ofrecer una salida propia frente a la crisis capitalista.”

Frente al chantaje de la Troika y la persistencia de la grave crisis social que ha sumergido a la mayoría de los trabajadores y el pueblo griego en la miseria, la clase trabajadora y el pueblo griego necesitan reorganizarse para defenderse de los nuevos ataques y preparar una ofensiva que derrote los planes de los capitalista por medio de la lucha de clases.

Una alternativa de hierro que sólo puede imponerse enfrentando las ilusiones de que es posible una salida progresiva en los marcos de este sistema social de opresión y explotación, y defendiendo un programa anticapitalista y de clase con el objetivo de conquistar un gobierno obrero y popular.

Publicado por Diego Lotito

Diego Lotito | @diegolotito :: Madrid

Dejar un comentario