La huelga, el arma de los quince mil esclavos insurrectos de la ‘revolución de las escaleras’, se enfrenta a tres gigantes: patronal imperialista, burocracia sindical y gobierno. Los ‘esclavos insurrectos’ de Movistar ¡sí nos representan!

El más poderoso de los gigantes, es la multinacional imperialista Telefónica-Movistar, que actúa como un pulpo con sus diez tentáculos: 10 empresas (Abentel, Cobra, Comfica, Cotronic, Dominion, Elecnor, Itete, Liteyca, Montelnor y Teleco) que se pelean entre sí para hacer de los trabajadores técnicos sus esclavos.

El otro, es el obstáculo más grande al que se tiene que enfrentar la clase trabajadora cuando lucha: la burocracia sindical de CCOO y UGT. Y que hoy coloca a la huelga de Movistar en una encrucijada: para vencer deberá superar a esta losa burocrática.

Y el de siempre, este régimen político para ricos que sostuvo todas las políticas privatizadoras y de degradación de las condiciones de trabajo, en cada gobierno de turno. PSOE y PP son los responsables de los 50.000 trabajadores despedidos, sustituidos por otros miles de subcontratados en condiciones de esclavitud. Usarán todas sus armas, mediáticas y represivas, a favor de su pulpo imperial.

Los trabajadores se cansaron de ser, como ellos mismos dicen «Esclavos de Movistar». ’Hemos perdido el miedo’, anuncian en sus pancartas, porque ya habían perdido el miedo a treparse a las escaleras y a todos los peligros (de muerte) que la falta de equipamiento de seguridad adecuada conlleva.

Pero los ’tiempos de paz’ se acabaron. La crisis capitalista no da tregua, actúa violentamente: hay millones en el paro, hay hambre, desahucios, racismo, feminicidio. Y una clase trabajadora cada vez más explotada y humillada en las peores condiciones de precariedad laboral.

Es por ello que cada huelga, como fue el huelgón de Panrico o la lucha de Coca Cola, se torna peligrosa para los capitalistas. Porque fortalecen y representan a los millones que sufren las consecuencias dramáticas de la crisis.

La huelga de Movistar, representa a la clase trabajadora precaria que nunca conoció un contrato fijo o un salario digno, esclavos de las ETT. Porque los huelguistas luchan contra el «contrato bucle» y la condición de «falsos autónomos», con contratos de 2 o 3 horas al día pero obligados a realizar jornadas de 10 o 12 hs para poder llegar a salarios de 800 euros.

Representa a la clase trabajadora inmigrante que sufre la doble explotación de las patronales imperialistas. Porque luchan los trabajadores que fueron contratados en sus países de origen con promesas que luego la empresa no cumplía. Por cada trabajador trasladado de otro país la empresa recibía una bonificación, mientras el Estado se hacía cargo de todos los gastos de contratos y viajes. Y sobre todo de la documentación: el arma de la patronal para obligar a los trabajadores migrantes a aceptar cualquier condición.

Representa a los miles y miles de trabajadores que se sienten débiles para luchar porque están dispersos, divididos, por la burocracia sindical y las políticas de atomización de la patronal. Porque los 15.000, aunque están mil veces atomizados, se unificaron en una marea azul que arrasa por las calles.

Representa a las mujeres trabajadoras, invisibilizadas por el sistema capitalista y patriarcal. Porque las huelguistas, luchan contra una multinacional que cuenta con un 20% de mujeres técnicas. Sin embargo, aunque sean pocas son muy visibles, en las universidades fomentando la caja de resistencia, participando en las asambleas y en primera línea de las manifestaciones.

Representa y fortalece a la juventud precaria, sin contratos, sin futuro, sin derechos. A los estudiantes, miles de ellos expulsados de las universidades, vedadas para los hijos de la clase trabajadora, por no poder pagar las elevadas matrículas.

Y representa a los que peleamos contra la ideología burguesa de los reaccionarios años ’90, que fomentó la falsa idea de que «la clase obrera no existe», para así legitimar los draconianos planes de ajustes, cierres y despidos. Por eso, esta huelga le hace honor al «Campamento de la Esperanza» de los trabajadores de Sintel, hace ya 14 años, que lucharon contra el primer ERE masivo, ejecutado por el mismo «aniquilador» de Panrico, Carlos Gila. También a la huelga de 8 meses de los trabajadores de Panrico, derrotada por la traición de CCOO y UGT.

El viejo debate de los ’90 sobre la existencia o no de la clase trabajadora ha caducado. De lo que se trata es de que nuestra clase tome las riendas de su propio destino y el de los miles de esclavos modernos.

«Existimos y Resistimos. La solidaridad nos alimenta», dice un cartel de los huelguistas de Movistar. Y esta huelga obrera alimenta a las luchas cotidianas que en Movistar se sienten representadas. La huelga de Movistar, Sí que nos representa.

 

Publicado por Cynthia Lub

Cynthia Lub | @LubCynthia :: Barcelona

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