Lenin, el principal dirigente de la Revolución rusa, que se produjo hace cien años y que llevó a los trabajadores a poner en pie un Estado obrero, fundador del Partido Bolchevique y de la Tercera Internacional y uno de los principales teóricos del marxismo. Hace 93 años fallecía un 21 de enero de 1924 en Gorki, cerca de Moscú.

“Marx es el profeta de las tablas de la ley y Lenin el más grande ejecutor del testamento, que no sólo dirigía a la elite proletaria, como lo hizo Marx, sino que dirigía clases y pueblos en las ejecuciones de la ley, en las situaciones más difíciles que actuó, maniobró y venció.” León Trotsky

Un partido para la revolución

A comienzos de la década de 1890 grupos de jóvenes en Rusia estudiaron a Marx pero “solamente uno logró asimilar a fondo la doctrina, subordinándole tanto sus pensamientos como el mundo de sus sentimientos y supo por eso elevarse por encima de ella, convertirse en un maestro, mientras que la doctrina era un instrumento. Y este ser único fue Vladimir Ulianov”, más conocido como Lenin. Su principal preocupación giró en torno a las formas que debía adoptar un partido revolucionario en Rusia, cuestión que lo llevó a desarrollar las primeras divergencias con quiénes habían sido sus maestros, como Plejanov, fundador del marxismo ruso. Éstas, que al principio parecían secundarias, llevaron a la ruptura de los marxistas rusos en los dos grupos: bolcheviques y mencheviques.

Uno de los aportes fundamentales de Lenin fue fundar y dirigir el Partido Bolchevique, que se forjó durante años de trabajo legal e ilegal (por la persecución del zarismo) y se preparó para dirigir la revolución más grande de todos los tiempos y para enfrentar los grandes hechos históricos de la época, como la guerra mundial.

Para el triunfo de la revolución los trabajadores necesitan una herramienta política, o sea un partido, que pueda dirigir la toma del poder, que tenga una orientación flexible ante cualquier cambio de las circunstancias, un plan meditado de ofensiva, prudencia en la preparación técnica y audacia para dar el golpe. La gente no hace la revolución por gusto, ésta se produce cuando no queda otra alternativa, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen. “El principal elemento, vital, de este proceso es el partido, de la misma forma que el elemento principal y vital del partido es su dirección. El papel y la responsabilidad de la dirección en una época revolucionaria son de una importancia colosal”, escribe Trotsky

La Revolución

La Revolución Rusa comenzó el día Internacional de la Mujer que en el calendario ruso era el 23 de febrero, las obreras de varias fábricas de Petrogrado pararon al grito de “¡abajo la autocracia!” y “¡abajo la guerra!” y las siguieron los obreros del barrio de Viborg, dirigidos por los bolcheviques. Días después, el zar Nicolás II renunciaba al trono del Imperio Ruso.

A doce años de la primera revolución (1905), en Petrogrado, renació el Soviet, un organismo compuesto por delegados obreros y soldados (en su mayoría campesinos armados por la guerra). Pero la dirección de éstos estaba en manos de los partidos menchevique y socialrevolucionarios, que buscaban conciliar con la burguesía y le daban su apoyo al Gobierno Provisional burgués.

Durante el primer mes y medio, en el Partido Bolchevique primó la confusión, con sus principales dirigentes aún en el exilio. El partido había jugado un rol histórico importante en la revolución de febrero, ya que era parte de la vanguardia obrera que protagonizó la insurrección que derrocó al zar, pero no pudo evitar que el poder pasara a manos de la burguesía, del Gobierno Provisional. Producto de las ilusiones populares depositadas en este nuevo gobierno, se fue imponiendo en el partido una línea de apoyo crítico a este gobierno.

La revolución encontró a Lenin en Suiza. Sus intentos de llegar a Rusia se toparon con la oposición del gobierno británico y decidió viajar a través de Alemania. Al bajarse del tren en Petrogrado Lenin dio un discurso donde planteó que el derrocamiento del zarismo era sólo la primera etapa en la revolución. La revolución burguesa ya no podría satisfacer a las masas. La tarea del proletariado era armarse, fortalecer el poder de los soviets, despertar a los distritos del país y prepararse para la conquista del poder supremo en el nombre de la reconstrucción de la sociedad sobre bases socialistas. Ese 3 de abril miles de obreros y soldados celebraron su llegada.

Lenin venía a reorientar radicalmente la estrategia y la táctica bolchevique expresando en un breve escrito lo esencial de las nuevas tareas en la revolución, conocido como las «Tesis de Abril». Allí caracteriza la guerra imperialista y señala qué actitud deben mantener los socialistas, explica la táctica de enfrentamiento al Gobierno Provisional y la necesidad de una lucha paciente por conquistar la mayoría de la clase obrera y los soviets para una política anticapitalista. En él, desarrolla cómo los soviets, desembarazados de la tutela de la burguesía, eran no sólo magníficas organizaciones de autoorganización obrera, sino también “la única forma posible de gobierno revolucionario” y la base para construir un nuevo Estado.

El gobierno continuaba con la guerra y esto generó un descontento muy grande entre las masas que, los primeros días de julio, realizaron manifestaciones armadas en Petrogrado. Pero en las provincias no se daba la misma situación, ni entre los campesinos, ni entre los soldados. Había un peligro de que el alzamiento prematuro fuese aplastado. Los bolcheviques, conscientes de esto, intentaron contener a las masas y propusieron una manifestación pacífica. El gobierno hizo correr un rumor de que Lenin era un espía alemán; ilegalizaron el Partido Bolchevique, detuvieron a Trotsky y a otros dirigentes y Lenin tuvo que pasar a la clandestinidad. La contrarrevolución ganó las calles y en agosto, el General Kornilov quiso ir por más e intentó un golpe de Estado que fue derrotado por trabajadores y soldados dirigidos por los bolcheviques.

Luego de las Jornadas de julio y de los acontecimientos de agosto los bolcheviques obtuvieron la mayoría en los Soviets de Petrogrado y Moscú. Lenin exclamó enérgicamente “¡Ahora o nunca!”. Como escribe Trotsky: “Además de las fábricas, los cuarteles, los pueblos, el frente y los soviets, la revolución tenía otro laboratorio: la cabeza de Lenin”. El 25 de octubre apareció en el Instituto Smolny donde funcionaba el Comité Militar Revolucionario dirigido por Trotsky y desde allí llevaron adelante el plan para la toma del poder. Ocuparon los edificios estratégicos de la capital, las oficinas de correos y telégrafos y las principales vías de comunicación. La planificación fue impecable y encontró poca resistencia a su paso hacia el Palacio de Invierno, sede del Gobierno Provisional. La toma del poder se dio en la madrugada previa al comienzo del Segundo Congreso de los Soviets; se disolvió el Gobierno Provisional y se instauró un gobierno de la clase obrera.

El escritor

Lenin desde joven realizó un continuo esfuerzo por su formación intelectual, por la defensa y el desarrollo de la teoría revolucionaria en función de las acciones necesarias para realizar el objetivo de la toma del poder por la clase obrera y por la revolución socialista internacional. A lo largo de su vida escribió una enorme cantidad de textos al calor de los acontecimientos que le toco vivir. Fue un gran escritor que con su obra guió e inspiró a generaciones de revolucionarios.

En los meses que estuvo obligado a la clandestinidad desde el 6 de julio hasta el 25 de octubre, escribió su libro El Estado y la revolución, dedicado a reflexionar sobre los problemas teóricos del Estado. Como afirma Trotsky no podía ser de otro modo: para él la teoría es una guía para la acción. “Por el simple hecho de reconstruir la teoría de clase del Estado sobre una nueva base, superior históricamente, Lenin da a las ideas de Marx un nuevo carácter concreto y, por tanto, una nueva significación. Pero la importancia mayor de la obra sobre el Estado consiste en que es una introducción científica a la insurrección más grande que haya conocido la historia (…) preparaba a su partido para la conquista revolucionaria de la sexta parte del mundo”. Para Lenin “si el Estado pudiera simplemente ser adaptado a las necesidades de un nuevo régimen, no habría revoluciones. Pero la burguesía misma ha logrado siempre el poder por medio de insurrecciones. Ahora llega el turno a los obreros”.

Una muerte prematura

En 1922 sufrió el primero de una serie de infartos cerebrales que irán destrozando su salud. En 1924, con el cuerpo paralizado e incapaz de hablar, Lenin dejaba este mundo a los 53 años. En su testamento político, Lenin señalaba los peligros de la burocracia y planteaba retirar de su cargo de Secretario General del partido a Stalin, pues lo consideraba la cabeza visible de la misma.

Su funeral fue una muestra de amor y dolor de parte de millones. Fue un trabajador incansable sin par. Trotsky lo despedía así: “Lenin ya no existe, pero el leninismo perdura. Lo inmortal en Lenin, su doctrina, su trabajo, su método, su ejemplo, vive entre nosotros, vive en el partido que él fundó, vive en el primero Estado Proletario del que fue cabeza y guía”.

Publicado por La Izquierda Diario

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