La economía internacional parece estar entrando en una nueva fase de la recesión. La situación de los países centrales comienza a extenderse a las llamadas “economías emergentes”. El margen de maniobra de los Estados disminuye y aumentan las posibilidades de saltos de la crisis que abran una situación no controlada por la burguesía.

A su vez están aumentando las tensiones entre los Estados. Los episodios más recientes los estamos viendo en Asia, con los roces chino-japoneses. Pero el epicentro más dinámico sigue siendo la crisis de la UE, que no sólo sigue abierta sino que las tendencias desintegradoras en su seno se pueden agravar, a pesar de las “calmas chichas” coyunturales. El futuro de Grecia, el probable rescate español y las condiciones que se le impongan, la posible extensión de la crisis de deuda a Italia… son los grandes interrogantes por resolver. Toda esta situación está provocando terremotos en los cimientos de los regímenes políticos, como es en el caso del Estado español.

Al borde de un rescate que agudizará la guerra contra los trabajadores

El “rescate” a la cuarta economía de la zona euro es más que probable. Rajoy, continuando la línea de Zapatero, sigue imponiendo recortes draconianos a los trabajadores y la juventud para rebajar la deuda y salvar a los capitalistas.

Sin embargo la deuda española ha escalado al 75,9% del PIB hasta los 804.388 millones. Es decir, en 12 meses ha aumentado un 14%. No se recuerdan cifras de estas dimensiones desde 1913, cuando se alcanzó una deuda del 76,7% [1].

Todo con la incógnita añadida de si la ayuda prometida a los bancos -100.000 millones- y la nueva reforma financiera -con un banco malo incluido, que ya acumularía 75.000 millones en activos tóxicos solo de las entidades “nacionalizadas”- será suficiente.

Las posibilidades de un nuevo rescate, después del aprobado pero no efectivizado aún al sistema financiero- crecen cada día que pasa. El anuncio por parte de Mario Draghi de que el BCE, del que es Presidente, se volcaría a comprar deuda soberana en los mercados secundarios, ha hecho bajar la prima de riesgo desde sus máximos del verano. Sin embargo esta opción exige que el Estado español pida formalmente ayuda al Fondo Europeo y firme un memorándum que garantice el cumplimiento de los plazos de déficit y las reformas estructurales demandadas por Merkel, el BCE, la Comisión y el FMI.

Un panorama oscuro que sólo promete más sufrimiento para los trabajadores. Así lo reconocía De Guindos en el Congreso, al señalar que “si no se corrige la situación” se tendrán que eliminar las actuales prestaciones sociales. Mientras se salvan a los grandes bancos y se pone en bandeja de plata el despido libre a la patronal, un millón y medio de familias están sin ningún tipo de ingreso en sus hogares, o el 40% de los asalariados ya pagan más impuesto que sus propios jefes, como recogen la última Memoria tributaria de Hacienda. [2]

La guerra contra los trabajadores y los sectores populares continúa y se agrava. Las respuestas siguen creciendo, tanto en la juventud como entre más sectores obreros. Todo a pesar de la criminal política de las direcciones sindicales que trabajan para evitar la coordinación y unificación de las luchas, retrasando la huelga general y con las maniobras de su campaña por el referéndum. Un corsé que está retrasando y amortiguando los golpes que por abajo va a recibir el Gobierno y el Régimen, pero que difícilmente podrán contenerlos del todo.

La crisis del Estado de las Autonomías se agudiza

La crisis capitalista está poniendo en cuestión los principales pilares del Régimen del 1978. El crecimiento económico que había engrasado la relativa “paz social” -con la ayuda de la burocracia de CCOO y UGT- y la concordia entre los distintos sectores burgueses se ha esfumado y no parece que se vaya a recuperar en el medio plazo.

El modelo del Estado de las Autonomías surgido en la mal llamada «transición democrática» fue un desvío para la no resolución de las tareas democráticas como la cuestión nacional. Al calor de la actual crisis capitalista internacional este modelo está explotando por los aires, entre los planes recentralizadores del PP -apoyados por la UE y las mercados- y las demandas de las regiones, y sobre todo las nacionalidades históricas, en contra de estos planes y por ampliar su porción de una tarta cada vez más pequeña.

En los próximos meses el Gobierno de Rajoy se enfrenta por un lado al aumento del sentimiento nacionalista catalán -como mostró la Diada- y las demandas de Arthur Mas, y las elecciones vascas y el muy probable ascenso electoral de la izquierda abertxale, por el otro. Además de las elecciones gallegas, en un momento en que la relación Feijó-Rejoy no atraviesa por la mejor época.

A Rajoy se le abre pues un nuevo frente, pero este puede terminar apuntando a los cimientos del mismo Régimen. El surgimiento de un movimiento democrático por derechos de autodeterminación, a pesar de las direcciones pro-burguesas que lo capitanean que están represtigiando a CiU y el Govern, puede convertirse en otro ariete contra uno de sus pilares, la negación explícita de este derecho en la Constitución del ‘78.

Por un Partido Revolucionario de Trabajadores

Evidentemente ni el PP ni el PSOE, y tampoco el PNV o CiU (más allá de su demagogia para negociar sus condiciones con Madrid), van a resolver los principales problemas de los trabajadores y la juventud, ni tampoco la opresión nacional contra las nacionalidades. Todos ellos han sido los padres de este Régimen y todos están de acuerdo en hacer pagar la crisis a los capitalistas. Tampoco IU con su proyecto de reformar el capitalismo y sanear el Régimen, que su antecesor, el PCE con el recientemente fallecido Santiago Carrillo a la cabeza, contribuyeron a levantar.

Es necesario que los trabajadores empecemos a levantar un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, que luchemos por el reparto de las horas de trabajado sin reducción salarial, la expropiación bajo control obrero de toda empresa que cierre o despida, la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores y los usuarios… Y al mismo tiempo que luchemos con nuestros propios métodos, sobre la unidad de todos los trabajadores del Estado y de manera totalmente independiente de todos los sectores burgueses por las demandas democráticas justas, como el derecho de autodeterminación de Catalunya y Euskadi.

Para hacer triunfar este programa deberemos barrer con todos los obstáculos que se levantan para hacernos fracasar: la burocracia sindical, el reformismo y los sectores nacionalistas. Los trabajadores debemos levantar nuestra propia organización política, que se proponga luchar por una perspectiva revolucionaria contra este Gobierno y el Régimen, por acabar con el Régimen del ‘78 e imponer un Gobierno de los trabajadores, que sobre las ruinas de la Monarquía de Juan Carlos I y su Constitución resuelva todas las demandas democráticas estructurales pendientes y avance en la expropiación y la confiscación de los capitalistas para solucionar todos los problemas de la clase obrera y los sectores populares.

La aceleración de la crisis del Régimen y la fortaleza que aún tienen quienes trataran de apuntalarlo, contener y desviar nuestras fuerzas en la lucha, hacen pues que la tarea de construir un Partido Revolucionario de Trabajadores sea haga cada vez más actual y urgente.

NOTAS:

[1] “La deuda pública sube al 75,9% del PIB, su mayor nivel en un siglo”, El País. [2] «El lado oscuro del ajuste». Joaquín Estefanía, El País.

Publicado por Clase contra Clase

Clase contra Clase | @ClaseVsClase :: Sección española de la Fracción Trotskista - Cuarta Internacional (FT-CI)

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