Porque el derecho a la autodeterminación se conquista con la movilización de la clase trabajadora y los sectores populares, imponiendo un proceso constituyente y el derecho a decidir, sin acuerdos ni pactos con los políticos capitalistas.
El profundo proceso por el «derecho a decidir» del pueblo catalán se retomó en las calles, con las masivas movilizaciones como la Diada del 2012 y la participación de más de un millón de personas a favor del derecho a la autodeterminación. Una demostración de fuerzas que se repitió en la de 2013 y se superó en 2014 con más de 1,8 millones de manifestantes. Continuó con otra jornada histórica como la consulta del 9-N (2014) cuyo número de votantes se acercó a los dos últimos referéndums —Constitución europea y Estatut— y a las elecciones europeas de mayo de 2014. En la última Diada del 11 de Septiembre de 2015, también se ha expresado con una marea humana de 1,4 millones en las calles.
Las instituciones políticas así como los grandes empresarios del Estado español, se oponen contundentemente a este proceso, amenazando con sanciones legales y económicas en defensa del centralismo imperialista español. Recordemos que frente a las elecciones anticipadas del 27S, a estos ataques se sumaron el presidente Obama en su encuentro con el rey, Merkel, Cameron o líderes de la UE, entre otros.
Este proceso se volvió a abrir frente a la crisis y cuestionamiento actual del Régimen político basado en la Constitución del 78, que respecto a la cuestión nacional, en el Artículo 2 dictaba: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.”
De este modo se negaba el “derecho de autodeterminación” y a cambio se establecieron diferentes niveles de autonomía a las regiones y nacionalidades del Estado español, bajo una “Monarquía Parlamentaria” pactada por los principales partidos nacionalistas de la burguesía como el PNV (Partido Nacionalista Vasco) CiU (Convergencia y Unión) el PSOE y hasta el legalizado PCE.
La cuestión catalana, el gran «escollo» para la regeneración del Régimen
En Catalunya, el nuevo President Puigdemont, investido gracias al apoyo de la izquierda independentista de la CUP, ya está rebajando las expectativas, flexibilizando su promesa de fundar una república. Sobre todo priorizando la negociación y el acuerdo con el Estado central, acorde con la estrategia de Mas y CDC. El nuevo Govern, prioriza la necesidad de desarrollar «la construcción de estructuras de Estado» haciendo referencia principalmente a la Hacienda propia. Y la «agenda social» que prometió al asumir garantiza ser continuidad de CIU, CDC y Artur Mas.
Para Podemos y En Comú Podem, el derecho a la autodeterminación está siendo un «objeto de transacción» en una nueva Transición hacia un regeneracionismo del Régimen que requiere, para mantenerse, acallar la cuestión nacional catalana como sea.
Mientras los partidos del Régimen negocian, pos 20D, pactos por arriba para formar gobierno, las declaraciones de los líderes de Podemos se envuelven de una ambigüedad tal que parecen quedar desdibujadas las promesas de convocar, ya ni siquiera, a un referéndum a la escocesa. Esta ambigüedad está marcada por el proceso negociación entre Podemos y el PSOE.
Un gobierno encabezado por el PSOE, uno de los principales partidos del Régimen del ‘78, y con la “bendición” de la Monarquía, no pareciera ser la vía para abrir paso a un proceso constituyente verdaderamente democrático para discutir todo y resolver todo, sino al contrario, el camino para facilitar la regeneración del maltrecho Régimen del ’78. Y mucho menos para abogar por las expectativas del pueblo catalán al derecho a decidir.
Reactivar la movilización sin acuerdos ni pactos con los políticos capitalistas
La estrategia de “gobierno de izquierda” con el PSOE desplegada por la dirección de Podemos y Podem En Comú, IU y las candidaturas de confluencia, aunque en su discurso se plantean una salida a la crisis de gobernabilidad que dejaron las elecciones del 20D, es contraria al ejercicio del derecho de autodeterminación de Catalunya. Así como también a la conquista de demandas democráticas tan elementales como el fin de la “casta” de políticos al servicio de los capitalistas o de la monarquía.
El diputado de En Comú Podem, Xavier Domènech, explicó su propuesta de referéndum. Se trataría simplemente de aplicar el artículo 92 de la Constitución del ‘78, el relativo a referendos consultivos. No se trata pues del derecho a decidir, sino el derecho a ser consultados. Algo que deja incólume el principio de unidad forzada de España.
La izquierda independentista no se ha erigido como una alternativa rupturista y anticapitalista que retome la lucha en las calles y la movilización independiente de los políticos capitalistas. Su “No” a Mas había despertado expectativas en muchos jóvenes y trabajadores de izquierdas, votantes de la CUP y otros que no la han votado nunca, que lo veían como un cambio de rumbo respecto a lo hecho en los últimos tres años de “mano extendida”. Sin embargo, provocaron una gran decepción las declaraciones de sus diputados clamando por lograr un candidato de “consenso”.
El “No” de la CUP lamentablemente no era un “No” al acuerdo político con el partido de la burguesía catalana, era solamente un “No de grado” que venía a decir que “con CDC sí, con Artur Mas es demasiado”. Lo que acabó con un pacto para investir a Puigdemont garantizando la estabilidad parlamentaria, con la inclusión de dos diputados de la CUP en el grupo parlamentario de JxS.
Pelear por el derecho a la autodeterminación es pelear por una demanda que cuestiona los marcos de este Régimen para ricos. No pactar con los partidos capitalistas, como CDC, no significa abandonar la lucha por esta conquista y «pasarse al bando del centralismo español». Por el contrario, pactar con los partidos de la «casta catalana» es claudicar a quienes no sólo han traicionado y van a seguir traicionando a las aspiraciones democráticas expresadas masivamente en las calles. Sino también a los partidos de los capitalistas que llevaron a cabo los peores recortes contra la clase trabajadora y los sectores populares.
Las demandas democráticas, tanto el derecho a la autodeterminación como las que cuestionan a este Régimen y sus partidos, no se realizaran a través de pactos y acuerdos con los partidos de la burguesía catalana, ni a raíz de los pactos de palacio que se están cocinando con el Rey a la cabeza. Asambleas constituyentes realmente soberanas, elegidas en circunscripción única por todos los mayores de 16 años, con diputados revocables y que no cobren más que el salario medio de un obrero y donde todo esté en discusión -desde la Corona hasta la propiedad de los grandes recursos y empresas- sólo pueden ser conquistadas por medio de una gran movilización social con la clase trabajadora al frente.
Bajo esta perspectiva, es imprescindible construir una alternativa que impulse, junto con otros sectores de la izquierda revolucionaria del resto del Estado, movilizaciones en favor del derecho a decidir y por la apertura de procesos constituyentes en Catalunya y el Estado que realmente puedan discutir, decidir y cambiarlo todo.
Procesos de este tipo sólo serán posibles si logramos abrirlos sobre las ruinas del Régimen del 78, impulsando la movilización obrera y popular, una tarea en la que ni CDC ni el PSOE van a ser “compañeros de viaje”.
Una alternativa que se plantee una estrategia de clase, de los trabajadores y pueblos de todo el Estado, para poder conseguir una libre federación de repúblicas de trabajadores y no un Régimen del 78 “regenerado” con nuevos “encajes constitucionales para las nacionalidades”.