Este miércoles se presentaron las listas a las primarias abiertas de Podemos en Andalucía para decidir quién encabezará las elecciones autonómicas del 22 de marzo. La lista oficialista, surge de un pacto de cúpulas entre Pablo Iglesias y la eurodiputada andaluza Teresa Rodríguez, también militante de Izquierda Anticapitalista (ahora “Anticapitalistas”). Desde un sector de las bases de Podemos, una candidatura alternativa se enfrenta a los “pactos desde arriba” y las listas armadas “a dedo”.

Andalucía es la comunidad autónoma más poblada del Estado español(8.402.305 habitantes a 1 de enero de 2014) y la segunda en extensión, lo que explica su peso en el conjunto del país, no sólo económico –que lo tiene- sino político.

La crisis económica capitalista, ha golpeado especialmente a Andalucía. El desempleo azota al 35% de la población, y al 62% entre los jóvenes. Al menos 2,5 millones de personas se hallan en riesgo de exclusión social tras haber perdido sus empleos o sus viviendas, o ambas cosas. La concentración de la riqueza en manos capitalistas es tan escandalosa que el 50% de las tierras de cultivo se halan en manos de un 2% de grandes propietarios y terratenientes.

El gobierno andaluz, hasta hace pocas semanas un gobierno de coalición entre los socialistas del PSOE e Izquierda Unida (IU), un gobierno que aplicó todos y cada uno de los planes de austeridad contra la población, se hallaba en crisis terminal por una serie de desavenencias entre los “socios”.

El pasado 26 de enero, la Presidenta del Partido Socialista Andaluz y actual Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, disolvió el Parlamento andaluz y convocó a elecciones anticipadas para el próximo 22 de marzo.

Este nuevo escenario obligó a Podemos, que estaba a punto de dar inicio al proceso de elección de sus órganos internos regionales, a acelerar sus primarias para elegir quien liderará su lista en las elecciones autonómicas.

Pero aunque el adelantamiento electoral cogió a Podemos con el paso cambiado, las negociaciones internas ya venían aceitadas. El pacto entre Teresa Rodríguez y Pablo Iglesias, para presentar una lista oficialista común en las primarias de Podemos, es una continuación de un pacto previo, alcanzado para presentar una lista conjunta a los órganos de dirección. Aquel pacto había sido negociado durante varios días entre Teresa Rodríguez y el secretario de Organización de Podemos, Sergio Pascual, el hombre de Iglesias en tierra andaluza.

Aunque el pacto no fue cosa de amigos. Hubo exabruptos mediáticos, tiros por elevación y guerra de tuits. Pero con la bendición de Iglesias, se cerró el negocio y los nombres de la lista se estuvieron negociando hasta pocas horas antes de que venciera el plazo para presentar las listas, el miércoles pasado.

Entre el sábado 7 y el domingo 8, unos 55.000 inscriptos de Podemos Andalucía participarán de las primarias y elegirán por internet entre más de un centenar de representantes de las ocho provincias a quienes serán los candidatos al Parlamento andaluz para las próximas elecciones autonómicas del 22 de marzo.

Un pacto impulsado por la necesidad, pero hegemonizado por Iglesias

Salvo excepciones, en el conjunto de las comunidades autónomas del Estado español, Pablo Iglesias y su núcleo dirigente han ejercido un férreo control sobre los procesos de elección de listas para los órganos internos de Podemos, así como de las candidaturas (sean en coalición o no), para las elecciones municipales.

La designación de candidatos y el armado de listas “oficialistas” (bajo la marca “Claro que Podemos”) que cuentan con el apoyo del aparato, ha puesto en evidencia, desde que Podemos comenzó a estructurarse como partido, un obsceno ejercicio de “dedocracia” del núcleo de Pablo Iglesias para hacerse del control total de la organización a nivel estatal.

Por eso, muchos círculos se han quejado públicamente de que completos desconocidos o desconocidas aparecieran de pronto como “líderes” locales o regionales, nombrados a dedo “desde Madrid” y con el respaldo del aparato de Podemos (lo que incluye, obviamente, el uso de recursos financieros y su exposición mediática).

Aunque en algunos casos esta operación ha tenido ciertas dificultades. En Aragón, por ejemplo, la lista favorita para la dirección del partido es la que encabeza el eurodiputado Pablo Echenique.

Echenique, Junto con Teresa Rodríguez, enfrentó el “modelo organizativo” de partido que proponía Iglesias en la Asamblea Constituyente de Podemos. Su lista, “Sumando Podemos”, fue derrotada por amplia mayoría. Sin embargo, Echenique es visto por un sector de la base de Podemos como un referente honesto y democrático, lo que le ha valido un amplio apoyo en su comunidad, Aragón, para pelear por la dirección regional de Podemos con chances de ganar.

La posibilidad de que esto suceda puso los pelos de punta la cúpula de Podemos. Tanto así que, con Pablo Iglesias e Iñigo Errejón a la cabeza, gran parte de la dirección de Podemos viajó a Zaragoza hace pocos días para levantar a su candidata, una ignota ex militante de IU, frente al popular Echenique.

En caso andaluz, sin embargo, la situación es diferente. Teresa Rodríguez se trasformó en una referente de Podemos, a pesar de no ser del núcleo de confianza de Iglesias. Más bien todo lo contrario, ella como todos los militantes de Izquierda Anticapitalista (ahora Anticapitalistas, después de haberse disuelto como partido), aunque hayan sido tan fundadores de Podemos como el líder de la coleta, ha sido vapuleada por Iglesias de manera impiadosa. Tanto que el pasado 31 de enero, fue ninguneada groseramente y excluida de los discursos que clausuraron la ’Marcha del Cambio’ en la Puerta del Sol de Madrid.

Pero Rodríguez salió segunda en la elección de la cabeza de lista para las elecciones europeas y fue elegida para ocupar un sillón en Bruselas. Esto, sumado a su mayor aparición en los medios y su relación con un sector prestigiado de la izquierda social andaluza –el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), de Sánchez Gordillo y Diego Cañamero-, proyectó su figura en Andalucía.

Siendo una región tan importante, el pacto era por tanto inevitable. Pero incluso en este caso, el poder de Iglesias dentro de Podemos pesó decisivamente en la negociación. Ya en el acuerdo previo para la elección de la dirección andaluza, el tutelaje de Iglesias fue evidente. Desde su cuenta de Twitter informó que había pedido a Rodríguez y a Pascual (miembro de la Ejecutiva) que «exploren juntos la posibilidad de construir la candidatura más fuerte posible».

Para las primarias, la operativa fue similar, aunque agitada por declaraciones cruzadas y torpedeos desde la cúpula de Podemos para “marcar la cancha” de la negociación.

El lunes, el secretario de Participación Interna de Podemos, Luis Alegre, dijo en la Cadena Ser que no había expectativas de gobernar en Andalucía ni ser primera fuerza política en esa comunidad. Se encendió la polémica. Rodríguez respondió, Alegre reculó y finalmente Iglesias puso orden. Vinieron entonces los tuits con gestos de unidad, salir juntos “a por todas”, dejar de lado “otros debates”, etc. En fin, lista unitaria: Teresa Rodríguez es la aspirante al puesto de Presidencia de la Junta de Andalucía por Podemos, y primera al Parlamento andaluz por la provincia de Sevilla.

Pero en los hechos, lo que se acordó es una candidatura hegemonizada por Iglesias, con todo su aparato dirigiendo el comité electoral que diseñará la futura candidatura para las elecciones como su programa político. Un comité en el cual, dicho sea de paso, Podemos informó que Rodríguez se apartaba para garantizar que no hubiera “interferencias”. Vano intento de despegarse de un comité resuelto burocráticamente, sin miembros de las otras listas que compiten en las primarias y cuestionaron esta decisión.

Una candidatura que, además, no ha dejado claro en ningún punto cuál es su programa. El dato no es casual, sino que responde a la obsesión del aparato de Podemos de mantener un discurso de centro que «no entorpezca» el crecimiento en las encuestas.

Y por sobre todo, una candidatura en la cual Rodríguez aceptó el veto que Pascual e Iglesias pusieron a la presencia de Diego Cañamero, secretario general del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), que es hoy por hoy una de las figuras referente de la lucha obrera en la región.

Aunque las ideas de Rodríguez y Anticapitalistas han sido completamente moderadas desde el lanzamiento de Podemos, sus simpatías con la izquierda que representan organizaciones como la Candidatura de Unidad de los Trabajadores (CUT) o el SAT, exacerba la paranoia de Iglesias ante cualquier discurso o acción que parezca mínimamente de izquierda y ponga trabas a su posible llegada a La Moncloa.

Habrá que ver qué sucede en las primarias. La votación será entre el 6 y 8 de febrero, pero que Rodríguez cuente con el espaldarazo de Iglesias, prácticamente garantiza que saldrá primera. Aunque sea bajo su tutela.

La deriva de Izquierda Anticapitalista

Como es conocido, Izquierda Anticapitalista (IA), fue un elemento clave en la gestación de Podemos, implicándose en su co-fundación desde sus inicios, a partir de un acuerdo con Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y otras personas del semillero político que Iglesias cultivó en la Universidad Complutense de Madrid.

Sin embargo, hasta hace pocos días, ningún militante de IA podía aspirar a ocupar un cargo de dirección ni ser candidato de Podemos. Una “paradoja” que fue resultado de las resoluciones y documentos aprobados tras la Asamblea Ciudadana de Podemos, realizada en Madrid el 18 y 19 de octubre pasados. El modelo organizativo propuesto por Iglesias (ganador con un 80,7% de los votos), restringe el “derecho al sufragio pasivo a cargos orgánicos internos, a miembros o afiliados de organizaciones políticas de ámbito estatal”.

Este veto a la “doble militancia” fue un ataque explícito de Iglesias y su sequito a sus breves “socios” de IA. ¿Qué cambió entonces para que Teresa Rodríguez pueda ser candidata y, a la postre, hacer un pacto con Iglesias? Que en su último Congreso, IA se disolvió como tal.

Ante el ataque de Iglesias, IA se opuso obviamente, pero acató el mandato. Teresa Rodríguez informó que no optaría a ningún órgano de dirección de Podemos. “No sería serio ni diría mucho de mí en términos de coherencia aparcar formalmente mis militancias previas para conseguir ser candidata a toda costa”, dijo entonces.

Pero la dirección de IA ya entonces se preparaba para resolver el entuerto y ventilaba en la prensa a principios de noviembre que en su próximo Congreso resolvería “un cambio de régimen jurídico” de la organización, para adaptarse “al nuevo marco” decidido en Podemos.

Dicho y hecho. El II Congreso de Izquierda Anticapitalista resolvió abandonar “la forma jurídica de partido adoptando la forma legal de asociación, apostando por construir un movimiento anticapitalista”, dice su dirección en un comunicado.

En el mismo comunicado, donde informan que “el 82% de la militancia ha aprobado las tesis presentadas por la dirección saliente”, sostienen que “No nos disolvemos: mutamos. Pasamos a denominarnos movimiento ‘Anticapitalistas’”, mientras reafirman su compromiso con la construcción de Podemos como “un instrumento electoral útil para la mayoría social trabajadora (…) que permita construir un gobierno al servicio de l@s de abajo”.

La realidad es que la dirección de IA nunca se opuso seriamente a la estrategia de Podemos ni luchó por un programa alternativo en su seno. Pero su disolución como partido, aunque quiera presentarse como una medida formal, es un renunciamiento que va mucho más allá de lo estrictamente “jurídico” y evidencia un nuevo salto en la claudicación a la estrategia reformista de Iglesias.

El Pacto de Andalucía es buena prueba de ellos. Es más, para Anticapitalistas hubiese sido saludable reeditarlo en otras comunidades, como Madrid. En este caso, Miguel Urbán -su otra figura más o menos reconocida dentro de Podemos-, se enfrenta al candidato de Iglesias, Luis Alegre, para las elecciones de la dirección regional. Pero no lo hace por principios, ni claras diferencias de programa o estrategia, sino por la rotunda negativa de Alegre y la dirección de Podemos a confluir en una candidatura conjunta.

En una entrevista de Cuartopoder.es, consultado si encabezaba una “candidatura crítica”, Miguel Urbán respondía: “Sí que es crítica. Mucho. Pero con las políticas de recortes de derechos y libertades. Somos críticos contra quien está haciendo esas políticas, el PP y el PSOE. Pero no somos críticos internamente con Podemos, sería demasiado pronto para ello. Nosotros somos propositivos.”

Así, mientras el pacto de Andalucía es excepcional para Iglesias, impuesto por la relación de fuerzas y los cambios en la coyuntura política (adelantamiento electoral), Anticapitalistas quisiera que fuera la norma. Pero cuando para el primero es un escollo táctico, aunque sin perder el control político ni variar su estrategia ni su programa (el cual será definido de principio a fin por el núcleo de Iglesias), para los segundos es una claudicación en toda regla de lo que, supuestamente, defienden. En la negociación, quien impuso la política fue Iglesias, no viceversa. Sino, ni siquiera hubiese habido negociación.

La operación disolución-pacto de Anticapitalistas para seguir en Podemos y aspirar a algún cargo de relevancia, confirma (por si hacía falta mayor confirmación) su renuncia a ser una alternativa siquiera tímidamente crítica a la posición de Iglesias, y ni hablar de ser un polo anticapitalista y mucho menos revolucionario dentro de Podemos. Una opción por arriba que, en Andalucía al menos, ya le ha restado un valioso apoyo “por abajo”.

Un sector de las bases de Podemos, ya se ha rebelado contra este pacto impulsando una candidatura alternativa, “Andalucía desde abajo”, contra los “pactos desde arriba” y por un programa de “ruptura democrática y económica profunda para que la ‘gente de abajo’ decida sobre sus propias vidas”.

Publicado por Diego Lotito

Diego Lotito | @diegolotito :: Madrid

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