El 24 de enero se clausuró en París la conferencia del “Plan B”. Un sector planteaba la salida del euro para terminar con las políticas “austeritarias”. Otro sector “europeísta” defendía un “euro democratizado”. La próxima reunión será en Madrid a finales de febrero.
Jean Luc Melenchon, líder del Front de Gauche, junto a los eurodiputados de IU, Marina Albiol, y Podemos, Miguel Urbán y Lola Sánchez. Foto: @Euro_PlanB
En la reunión participaron Jean Luc Melenchon, eurodiputado del Front de Gauche francés, Oskar Lafontaine, Die Linke en Alemania, Stefano Fassina, de Sinistra Italiana, Zoe Konstantopoulou, ex presidenta del Parlamento griego e integrante del partido Unidad Popular y Eric Touissant, portavoz del Comité Internacional para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, entre otros. Del Estado español estuvieron presentes en la reunión los eurodiputados de Izquierda Unida Javier Couso y Marina Albiol, mientras que de Podemos estuvieron Lola Sánchez y Miguel Urban (referente de Anticapitalistas).
Dos líneas políticas se han encontrado en el encuentro de París. La primera, con la “izquierda del plan B”, articula el regreso de la reivindicación de la salida de la zona euro como primera etapa necesaria para una restauración de la “democracia” y el fin de las políticas “austeritarias”. La segunda, el ala “europeísta”, reagrupa a los partidarios de un “euro democratizado”.
El encuentro que ha tenido lugar en Paris, ha reunido economistas y personalidades políticas de la izquierda para abordar, alrededor de tres mesas redondas, las cuestiones de la moneda, las deudas públicas y los intercambios internacionales. Ha sido sobre todo alrededor de la cuestión de la zona euro donde han aparecido mayores debates y los desacuerdos.
La llamada de Lordon a la “izquierda del Plan B”
A pesar de las exhortaciones de Jean- Luc Mélenchon del Frente de Izquierda (Front de Gauche) para ampliar el espectro del “Plan B”, que a él le hubiera gustado que fuera plural, el economista y sociólogo Fréderic Lordon ha parecido ser el más consecuente para definir una línea política clara sobre la definición de un sólo y único “Plan B”, so pena de que la “izquierda radical” continúe sembrando “ilusiones”. Para Lordon, este Plan B debería, para hacer la “diferencia”, restaurar la “soberanía democrática” y realizar un “internacionalismo real”, decidirse sobre la cuestión de la salida de la zona euro.
Acerca de la capitulación de Tsipras, Lordon tiene el balance de que “terminar con la austeridad y quedarse dentro del euro, tener el euro y la democracia, estas promesas son imposibles ya que son contradictorias, y peor que contradictorias, un compromiso imposible”. Él se inclina así indiscutiblemente a favor de la necesidad de la salida del euro, contra todas las tentativas de la “izquierda radical” y de Mélenchon de mantenerse imprecisos sobre esta cuestión.
Lordon ha concluido su intervención con una llamada a la “izquierda del Plan B” para decidirse en el debate: si la izquierda quiere encontrar “el gusto de la verdadera política” y no ser “inconsecuente”, debe salir del euro. Lordon ha fustigado igualmente a todos aquellos que intentan “retrasar el momento en el que las contradicciones son puestas al desnudo”, la “derecha” del plan B, los partidarios del “parlamento del euro” o del “euro democrático”. Estos son los “europeístas” que ven como les crecen las alas, especialmente con la posibilidad de una alianza de Podemos con el PSOE en España para formar gobierno, que está en el punto de mira.
La llamada de Costas Lapavitsas al regreso a la devaluación competitiva de “izquierda”
Pasado el debate por una unificación de la “izquierda del Plan B”, con el fin de decidir la cuestión de la salida de la zona euro, los economistas Cédric Durand, miembro de Ensemble (Front de Gauche),Costas Lapavitsas del partido Unidad Popular en Grecia y Fabio De Masi, eurodiputado de Die Linke, se han unido para definir en la práctica lo que sería el Plan B “hasta el final”. Este plan, que debería ser adaptado a cada país en función de su importancia, defiende la cuestión de una salida de la zona euro como primera etapa de un proceso de “reconstrucción del Estado Nación”, para ganar “márgenes de maniobra” necesarios para el abandono de las políticas “austeritarias”.
Costas Lapavitsas ha podido explicitar etapa por etapa este plan de salida de la zona euro, que él ha calificado de “salida progresista”, a diferencia de la “salida conservadora”. Esta sería de preferencia “ordenada”, o en el peor de los casos “impuesta”. La falta de pago es entonces puesta como el primer acto contestatario. Las tareas a resolver serían diferentes, en función del peso económico y geopolítico del país, ya se trate de un país del corazón de la UE al igual que Francia o Alemania, o de un país “periférico”, como Grecia o el Estado español.
Esta salida de la zona euro permitiría un regreso a la soberanía nacional, un “soberanismo de izquierda”, porque sería llevada a cabo por un “gobierno de izquierda y progresista”. Después de este regreso a la “democracia” seguiría la puesta en práctica de una moneda paralela, control de capitales, la nacionalización de la banca central, la devaluación para los países periféricos o la revaluación para Alemania.
Pero el economista griego reconoce que el conjunto de sus medidas implicaría forzosamente una fuerte recesión. Esta sería entonces un “mal menor” para Lapavitsas: gracias a esta “devaluación competitiva”, la economía recuperaría el crecimiento en algunos meses. Para ilustrar esta recuperación milagrosa y mecánica, Lapavitsas ha explicado que la historia lo habría demostrado ya varias veces. ¡Un análisis que parece un poco ligero para un “economista marxista”!
La devaluación competitiva teñida de izquierda…
Sin tener en cuenta el contexto de una de las crisis mundiales más grandes desde 1930, que se caracteriza por una duración sin precedente aunque de una brutalidad menor comparada con los años 30, estos economistas de la “izquierda del Plan B” intentan en realidad rehabilitar “la devaluación competitiva” de antaño que, mecánicamente, desembocaría en un salto económico. Este crecimiento reencontrado permitiría reganar los “márgenes de maniobra “a escala del Estado nación.
En última instancia, entonces, para nuestros economistas, con la devaluación competitiva alternada entre los diferentes Estados haciéndose competencia, se diferenciarían los ritmos de crecimiento y de las crisis, no sería más un arma temible en manos de los gobiernos, al servicio de la patronal, para imponer la austeridad a los trabajadores por la inflación de los precios de los bienes importados. La devaluación sería de “izquierda” y “progresista”, porque sería realizada por un gobierno de “izquierda”, electo “democráticamente” por el pueblo que desearía terminar con la austeridad. La diferencia fundamental sería que este gobierno de “izquierda” tendrían de ahora en adelante los “plenos poderes” económicos para relanzar inversiones públicas para el interés general.
…para esconder un proyecto de reconstrucción nacional
Bajo los entresijos de un “soberanismo de izquierda”, el Plan B esconde en realidad un proyecto de reconstrucción nacional y un pleno retorno reaccionario al Estado Nación. Frene a la deflación salarial impuesta por las políticas “austeritarias” de los diferentes gobiernos de la zona euro, el Plan A tenía por objetivo negociar “la austeridad” en el marco de la unión monetaria. Esto es lo que intentó Alexis Tsipras en Grecia.
El Plan B, en cambio, pretende librarse de la presión técnico-monetaria saliendo de la zona euro. La lógica sin embargo se mantiene similar, ya sea al interior o fuera de la zona euro. Para los países periféricos, se trataría de “negociar” la austeridad impuesta por los países centrales, especialmente a través de las tasas de cambio y el intercambio desigual, que se perpetuará por fuera de la zona euro, enriqueciendo a los países del centro en detrimento de los países del sur. Esto tendría como consecuencia una recesión profunda, la aceleración de los ajustes estructurales, así como una subida de la inflación, todo coronado por la vuelta a las “devaluaciones competitivas”.
Ni Plan A, ni Plan B. Por un Plan I de internacionalista
En última instancia, estos “gobiernos anti austeridad” se verían reducidos a “negociar” la austeridad, acentuándola incluso en un primer momento a través de la inflación galopante que se ocuparía de acelerar los ajustes de los salarios. Ya sea al interior o al exterior de la zona euro, el neo reformismo es una utopía, más aún en medio de una gran crisis, cuando las condiciones para la “reforma” tienen actualidad. Nos encontramos en efecto en el contexto de una crisis mundial profunda y estructural del capitalismo, muy lejos de las tasas de beneficio elevadas de los “Treinta (poco) Gloriosos” de la post guerra. Los beneficios muy elevados, durante las tres décadas de crecimiento ininterrumpido para los países imperialistas, eran una condición objetiva para las reformas, adquiridas en una gran lucha por el movimiento obrero para mejorar sus condiciones de vida.
El Plan B no es más que una variación más de la utopía neo reformista. El único plan válido, que deberían impulsar las organizaciones obreras y de la juventud, comenzando por la extrema izquierda, es un Plan I, como internacionalista. Un plan contra la Europa del capital, así como contra las falsas soluciones nacionales. Por la nacionalización bajo control de los trabajadores de las industrias y los servicios estratégicos, para poner fuera de juego a la patronal, por un sistema bancario único, bajo control de los trabajadores y de los pequeños depositantes, por una apertura completa de las fronteras con el fin de tirar abajo esta Europa fortaleza de las alambradas y los muertos en el Mediterráneo.