Las últimas elecciones municipales en Galicia fueron un calvario para el PP. Las “candidaturas ciudadanas”, surgidas hace pocos meses como catalizadores del descontento social, irrumpieron en las principales ciudades arrebatándoles al PP sus mayorías absolutas de A Coruña, Santiago y Ferrol, mientras dejaban al PSOE en el tercer puesto. Se abre ahora un complejo proceso de negociaciones para formar los futuros gobiernos locales, en los que estas candidaturas -impulsadas en su mayoría por Podemos-, deberán pactar con la “casta” socialista para formar gobiernos.
Como datos generales, la participación fue un poco más baja que en las anteriores elecciones municipales (66 % frente a 69%), lo cual es una tendencia en Galicia, fruto de la desconfianza de la población hacia sus instituciones y políticos. En las Europeas la participación fue de poco más de la mitad del electorado llamado a las urnas.
En número total de votos el PP, con un 35 %, empieza a sufrir un desgaste que parecía que estaba aguantando mejor que otros territorios del Estado Español, debido a una aparente gestión “moderada” y “eficiente” de Alberto Núñez Feijóo. Además, pierde la alcaldía en ciudades importantes como comentaremos a continuación, debido al auge de las candidaturas ciudadanas.
En Vigo, el PSOE consigue 17 concejales, el PP 7, y “Marea de Vigo” consigue 3 concejales. Destaca la ausencia del BNG, fuerza con histórica presencia en Vigo, que queda fuera del consistorio. Así el PSOE de Caballero consigue una mayoría absoluta amplia y no necesita socios de gobierno, mientras que el voto de descontento queda agrupado en “Marea de Vigo”, que tuvo importante participación en las luchas vecinales que se dieron en el barrio obrero de Coia, en oposición al barco que se instaló en una rotonda, y que costó aproximadamente unos 300.000 euros de dinero público. Esta candidatura ciudadana se formó con el apoyo de organizaciones como EU, ANOVA, y militantes de Podemos, entre otros, aunque no tuvo apoyo expreso de Podemos de forma oficial.
En A Coruña, “Marea Atlántica”, la candidatura apoyada por Podemos, gana las elecciones y consigue 10 concejales. En un empate técnico el PP consigue el mismo resultado, pero el PSOE gallego (PSG) le saca mucha distancia con 6 y el BNG baja hasta 1 concejal, lo que de conjunto constituye una derrota para el PP.
Una situación similar se ha dado en la capital, Santiago de Compostela, donde queda como primera fuerza la candidatura ciudadana “Compostela Aberta”, que obtiene 10 concejales, el PP se queda con 9, herido por sus casos de corrupción, y PSOE y BNG quedan como fuerzas accesorias con 4 y 2 concejales cada uno.
En ambos casos, la situación post electoral hace necesarios los pactos entre la “Marea Atlántica” y “Compostela Aberta” con el PSOE y el BNG para formar gobierno, una gran contradicción para candidaturas ciudadanas que se forjaron sobre un discurso contra los partidos de la “casta política” capitalista gallega, como el PSOE.
En Pontevedra la situación es bien diferente, ya que el BNG conserva su feudo local y consigue 12 concejales y una mayoría ampliada. El PP consigue 7, ubicándose como principal fuerza de “oposición”, el PSOE 3 y “Marea de Pontevedra” (apoyada por Podemos, espazo ecosocialista, ANOVA, IU y movimientos vecinales), se estrena con 2, mientras Ciudadanos consigue 1 concejal. “Todos por Pontevedra”, una candidatura encabezada por María Biempica, antigua militante y concejala del PP, se queda fuera, con menos del 2 % de los votos.
En Ourense, la situación varía considerablemente. El PP gana, consigue 10 concejales y en segunda posición queda Democracia Ourensana (DO), una candidatura que podríamos definir “de centro”, de carácter independiente y sin apoyos externos. PSOE se queda con 6 y el BNG es barrido por “Ourense en Común”, con 3 concejales. Esta última candidatura se vio envuelta en numerosos conflictos internos, que unidos a la aparición de otra alternativa local como DO, explican sus malos resultados, en relación con las expectativas.
En Ferrol, el PP pierde su mayoría absoluta. “Ferrol en común”, una candidatura integrada por Esquerda Unida, nacionalistas y Podemos, se estrena como segunda fuerza y 6 concejales, seguido del PSOE con 5, y el BNG se mantiene. Ciudadanos entra con 1 concejal. De esta forma, al igual que en A Coruña y Santiago, es posible que tenga lugar un pacto entre la candidatura impulsada por Podemos con el PSOE y el BNG para formar un gobierno tripartito que arrebate el gobierno de la ciudad al PP.
En Lugo, finalmente, el PP gana las elecciones con nueve concejales, pero el gobierno más probable es uno integrado por el PSOE que obtiene 8. El BNG se mantiene con 2, la candidatura ciudadana “Lugonovo” entra con 3 y ACE-EU consigue 1 concejal. Ciudadanos entra con 2 concejales arrebatándole votos al PP. La crisis del bipartidismo en menos evidente en esta ciudad, en parte por la fragmentación del voto de izquierda.
En definitiva, aunque es difícil extraer conclusiones comunes para el conjunto de ciudades, la síntesis fundamental de la jornada electoral ha sido la irrupción en Santiago de Compostela, Ferrol y A Coruña de distintas “candidaturas ciudadanas” de corte más moderado, con mayor influencia de Podemos, que le arrebataron al PP sus mayorías absolutas dejándolo en una difícil situación.
El PP sigue siendo en Galicia el partido más votado, pero en estas elecciones ha perdido en los ayuntamientos 40 mayorías absolutas (tenía 188 y el 24-M le ha dado 148), unos 190.000 votos y casi diez puntos en porcentaje de apoyos. Los conservadores, atrapados entre todo tipo de casos de corrupción y el escarnio popular, solo tienen garantizada la Diputación de Ourense, con el incombustible clan de los Baltar al frente. En Vigo, Pontevedra y Ourense también se dio una entrada de las nuevas “candidaturas ciudadanas”, aunque más modestas, pero con mayor influencia de Anova e IU.
El otro hecho destacado es que el BNG, que en los últimos 20 años ha sido el tradicional socio de gobierno del PSOE, se queda afuera en Ourense y Vigo, dos ciudades en las que ha gobernado con los socialistas. Su descenso se limita en Pontevedra –la ciudad natal del presidente Mariano Rajoy, donde son la fuerza más votada-, Ferrol y Lugo, que se mantiene.
En Galicia, como en el resto del Estado, la irrupción de Podemos y las nuevas “candidaturas ciudadanas” –y también de Ciudadanos, aunque este no tiene peso en esta Comunidad-, ha trastocado el panorama político y quebrado en gran medida el sistema bipartidista que rigió las ultimas tres décadas. En este marco, la necesidad de pacos políticos para formar gobiernos, ya sean autonómicos, o en el caso de Galicia, municipales, se impone a todas las fuerzas políticas. Una enorme contradicción, como decimos antes, para las nuevas formaciones reformistas que se forjaron justamente combatiendo el bipartidismo y los partidos de la “casta política”, que en Galicia no han hecho más que gobernar contra los trabajadores y el pueblo durante décadas.
La alegría de amplios sectores del pueblo gallego por la caída electoral del PP en las grandes ciudades está plenamente justificada. Pero lamentablemente, el nuevo escenario político que se abre no representa soluciones de fondo.
A pesar de la ilusión electoral de miles que quieren terminar con los recortes, la miseria y los ataques a las condiciones de vida de los trabajadores, La evolución “al centro” de Podemos y otras fuerzas que se enmarcan en la “marea ciudadana” que emergió después de las Europeas, proceso que venimos analizando y reflexionado en La Izquierda Diario, desde nuestro punto de vista, constituye la antesala de nuevas frustraciones.
Para los aún pequeños sectores anticapitalistas en Galicia, se abre el reto de combatir la moderación programática de las “candidaturas ciudadanas”, y principalmente los muy probables pactos de gobierno con el PSOE (y en menor medida con el BNG), compartirán estas candidaturas, sobre todo en las principales ciudades del Norte de Galicia. Pues difícilmente la formación de “gobiernos de izquierda” con el PSOE, que durante años fue aplicador de los recortes y los ataques a los trabajadores en todo el Estado, van a satisfacer las demandas sociales de la clase trabajadora y sectores populares de Galicia, necesarias para acabar con los recortes, el paro y la corrupción.