A pocos días del 20D, las encuestas pronostican un triunfo ajustado del PP, seguido de cerca por el PSOE y Ciudadanos. Frente a estos representantes de los capitalistas y el régimen, ni Podemos ni Unidad Popular (IU), ni tampoco las candidaturas que impulsan juntos en Catalunya o Galicia, son una alternativa real para los trabajadores y el pueblo. Es necesario construir una alternativa anticapitalista, internacionalista y de clase, más allá del 20D.
Los debates electorales de los últimos días han mostrado claramente que, sea cual sea el resultado del 20D, nada bueno pueden esperar los trabajadores, las mujeres y la juventud. PP, PSOE y Ciudadanos representan los intereses directos de los capitalistas. Son los que acordarán más ajustes contra los trabajadores y los sectores populares en la próxima legislatura, para cumplir con las exigencias de Bruselas y el Eurogrupo.
Todos ellos apuestan por una u otra vía de restauración del decadente Régimen del ‘78, que ha sido cuestionado por millones en las calles en los últimos años desde la irrupción del 15M. Mientras que el PP y PSOE están plagados de casos de corrupción, Ciudadanos quiere presentarse como una nueva derecha “moderna” anticorrupción, pero sus pactos con el PP –como en la Comunidad de Madrid- ya demuestran que este discurso es una farsa, mientras que en el terreno económico y social defiende políticas neoliberales como las que han venido aplicando el PP y PSOE en todos estos años.
PP, PSOE y Cs también conforman un gran frente españolista, contra el derecho de autodeterminación de los pueblos, especialmente de los catalanes. Un pacto reaccionario que ahora se ha trasladado a la llamada “guerra contra el terrorismo”, con la ampliación del “pacto antiyihadista” después de los brutales atentados del 13N en París. Aunque ninguno de sus representantes quiera mojarse antes de las elecciones, todos ellos apoyarán una mayor intervención del Estado español en la ofensiva guerrerista de la Unión Europea en Siria y Oriente Próximo, así como un endurecimiento de la represión interna y la vulneración de las libertades democráticas, bajo la excusa de la lucha contra ISIS.
Podemos y Unidad Popular, la pata izquierda del régimen
Lamentablemente, frente a la tríada del PP-PSOE-Cs, ni Podemos ni Unidad Popular (Izquierda Unida), representan una alternativa política real a la crisis del Régimen del ’78. Por el contrario, se postulan como su pata izquierda, con propuestas reformistas y regeneracionistas.
En el caso de Podemos, que está tratando de entrar en el pódium superando a Cs y el PSOE, su pronunciado “giro al centro” lo ha llevado a una adaptación completa al régimen político y sus reglas de juego, que si antes cuestionaba moderadamente ahora celebra directamente. La inclusión del exJEMAD de Zapatero, el general Julio Rodríguez, en sus listas, la promesa de respetar “hasta la última coma” de los compromisos del Estado español con la OTAN, y la reivindicación de la Transición en la que se pactó con el franquismo el regreso de la Corona como un “avance democrático”, lo muestran claramente.
Sobre la cuestión catalana, Podemos mantiene una formal defensa del derecho a decidir. Sin embargo ha dejado claro que para su consecución sólo apoyará la vía legal y constitucional. Una vía muerta que niega en los hechos lo que se promete de palabra. En Catalunya se presenta en coalición con ICV y EUiA, En Comú Podem, que aunque han querido presentarse como los defensores de un referéndum no se diferencian de Pablo Iglesias y su posición de que éste se enmarque en la legalidad constitucional que lo hace imposible.
En cuanto a Unidad Popular, que muchos activistas sociales consideran una alternativa por izquierda a Podemos, ha terminado siendo una marca blanca de Izquierda Unida para presentarse a las elecciones. Aunque hoy se presente bajo la marca “unidad Popular”, Izquierda Unida está inmersa en una profunda crisis política interna. Carga en su mochila nada menos que un largo historial de pactos con el PSOE y gestión de los recortes, como en Andalucía o el tripartit catalán, así como escándalos de corrupción en los que estuvieron implicados cuadros importantes, como en el caso de las “tarjetas opacas” de Bankia.
Tanto Podemos como Unidad Popular se niegan a denunciar el papel de la burocracia sindical, con la que conviven y en algunos casos hasta llevan a algunos de sus representantes como candidatos en sus listas. Una casta burocrática atornillada a los sillones de los sindicatos que, desde el comienzo de la crisis, ha jugado un papel clave en contener, aislar o directamente traicionar las luchas obreras, como lo hemos visto en los casos de Panrico, Coca-Cola o Movistar. Un rol nefasto que sin duda ha contribuido al reflujo de la movilización social, pero que ha sido reforzado por las ilusiones de que el “cambio” puede venir por la vía electoral y parlamentaria, como sostienen Podemos y Unidad Popular (IU).
Esta actitud por sí sola da cuenta de que ni Podemos ni Izquierda Unida se proponen luchar seriamente contra los ajustes y ataques a las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo. Pero si faltaba alguna otra demostración, allí está el abrazo de Pablo Iglesias a Tsipras después de la capitulación de Syriza ante la Troika. Una derrota sin lucha para el pueblo griego, de la cual Iglesias sacó como conclusión que “no hay alternativa” posible a los dictados de la Troika, mostrando a su vez cuanto estaría dispuesto a ceder si llegara a La Moncloa.
La bancarrota de Syriza, que en pocos meses se ha convertido en el gobierno aplicador de los recortes a las pensiones, privatizaciones y ajustes contra el pueblo trabajador, evidencia el fracaso de alternativas reformistas como Podemos e Izquierda Unida, que le dieron su apoyo político. Ambas formaciones, a pesar de sus matices discursivos, proponen un programa neokeynesiano de reformas moderadas y una estrategia de ocupar espacios en las instituciones de la democracia capitalista, negando la lucha de clases y generando la falsa ilusión de que es posible humanizar el capitalismo.
Además ambos partidos son parte de los gobiernos municipales de las llamadas candidaturas ciudadanas. En aquellos lugares donde se han presentado juntos, como en Catalunya, figuras como Ada Colau se han implicado a fondo en la campaña. Sin embargo en los meses trascurridos desde las municipales de mayo estamos viendo como los nuevos alcaldes y alcaldesas del cambio abandonan buena parte de su programa de reformas, demandas como la remunicipalización de servicios o mantienen continuidad en políticas racistas como la persecución de los “manteros” en Barcelona.
Por todos estos motivos, en las elecciones del 20D desde Clase contra Clase no podemos dar nuestro apoyo político ni a Podemos ni a Unidad Popular (IU), y al no existir una alternativa anticapitalista y de clase en estas elecciones, llamamos a votar nulo, blanco o abstenerse.
Somos conscientes que muchas compañeras y compañeros con los que compartimos diariamente luchas contra los ataques de la patronal y el gobierno votarán por Unidad Popular o por Podemos. Esto no impide sin embargo que sigamos desarrollando el frente único en las calles, las empresas y los lugares de estudio. Más allá del 20D, debemos prepararnos para enfrentar los nuevos ajustes que se vienen y las salidas gatopardistas que preparan los representantes del Régimen del ‘78. Pero también para poner en pie una verdadera alternativa política anticapitalista de los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Por una alternativa anticapitalista, internacionalista y de clase
Desde Clase contra Clase venimos planteando la necesidad de avanzar en el agrupamiento de todas y todos aquellos que defendemos una salida anticapitalista, internacionalista y de clase, para levantar un programa que apunte a resolver los graves problemas sociales y las grandes demandas democráticas que se vienen expresando en la calle desde el 15M, desde la denuncia de la casta y la corrupción, hasta el fin de la Monarquía o el derecho de autodeterminación de las nacionalidades, empezando por Catalunya.
Un agrupamiento que sea una alternativa frente a los proyectos reformistas como Podemos y Unidad Popular, que ponga el eje en la lucha de clases, en fortalecer la organización y la movilización de la clase trabajadora, las mujeres y la juventud, para enfrentar los ajustes que vendrán después del 20D y para barrer a la burocracia sindical. Que se proponga luchar por el derecho de autodeterminación sin depositar la más mínima confianza en los representantes políticos de la burguesía catalana y apostando por una estrategia de independencia política y de clase. Que se proponga como tarea inmediata trabajar por que surja un movimiento contra la guerra, la ofensiva liberticida y las políticas racistas contra inmigrantes y refugiados. Que ante la bancarrota del neo reformismo -como ya hemos visto en Grecia con Syriza-, tenga como referencia experiencias avanzadas de la izquierda anticapitalista y revolucionaria como el Frente de Izquierda y de los trabajadores en Argentina. Que en definitiva levante un programa para que la crisis la paguen los capitalistas y pelee por imponer un verdadero proceso constituyente por medio de la movilización social, sobre las ruinas del Régimen del ’78, para abrir el camino hacia un gobierno de los trabajadores.
El encuentro realizado en Málaga el 28 de noviembre, en el que participamos militantes de Clase contra Clase junto a otras organizaciones como IZAR, Andalucía desde Abajo y sectores descontentos de Podemos, el cual resolvió convocar un segundo encuentro en Madrid en el mes de febrero que discuta los aspectos programáticos, políticos y organizativos de una nueva “alternativa anticapitalista a la crisis y a los intentos de regeneración del Régimen del ‘78”, es una gran oportunidad para avanzar en este sentido.