Hace un año que se conocían los resultados de las elecciones municipales de 2015. La «candidatura ciudadana de confluencia» Ahora Madrid quedaba segunda y llegaba al gobierno de la ciudad con el apoyo del PSOE de Carmona.

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Foto: EFE

La espectacular irrupción de Ahora Madrid (una formación integrada por Podemos, Ganemos Madrid y sectores de IU) en la política de Madrid respondía a un profundo hartazgo con el mandato de Ana Botella, incluyendo corruptelas, privatizaciones y su manifiesta incompetencia.

Amplios sectores de las capas populares madrileñas esperaban que Manuela Carmena capitanease un rumbo político opuesto al que los gobiernos del Partido Popular venían ejerciendo desde hacía más de veinticuatro años, aplicando el programa de reformas sociales, económicas y políticas con el que Ahora Madrid concurrió a las elecciones. Sin embargo, a pocos días de asumir el cargo, la nueva alcaldesa sorprendió a muchos al calificar dicho programa, de por sí limitado, como un «conjunto de sugerencias».

A un año de las elecciones, en Izquierda Diario repasamos los hechos más importantes en la gestión del nuevo consistorio para hacer balance sobre las políticas y resultados de una de las principales experiencias de los llamados «ayuntamientos del cambio».

Pelotazos urbanísticos

Las políticas del Partido Popular siempre han estado fuertemente orientadas al desarrollo del negocio de ladrillo. La capital no era precisamente una excepción. Con el fin del mandato de los populares, varios grandes proyectos de reconversión urbanística quedaron pendientes.

Estos llamados «pelotazos» llevan aparejados destrucción del patrimonio histórico, corrupción, construcción de auténticas monstruosidades, profundización de procesos de gentrificación, apropiación de bienes públicos para lucro privado, etc. Ahora Madrid se comprometió a poner fin a dichos «pelotazos», pero la realidad es que la política de Carmena ha resultado ser abiertamente continuista con la del consistorio conservador.

Operaciones como Canalejas o Mahou-Calderón siguen adelante bajo el auspicio del propio ayuntamiento, que ha llegado a protagonizar recursos contra suspensiones judiciales de las obras junto a los grandes intereses inmobiliarios.

Las negociaciones con el millonario chino Wanda recuerdan a las mantenidas con el magnate Adelson en torno al proyecto Eurovegas, solo que en este caso parecen estar llegando a buen puerto.
Carmena ha encontrado en el PP y Ciudadanos valiosos aliados con los que llevar adelante esta política demostrando así la continuidad con los ayuntamientos del Partido Popular.

A un año de “ayuntamiento del cambio”, es innegable que el capitalismo urbanístico goza de buena salud en la capital, pasando por encima de los reclamos de vecinos y organizaciones ecologistas y en defensa del patrimonio.

La política de limpieza de la ciudad

La situación de la limpieza viaria en la ciudad de Madrid se había convertido en un problema importante cuando las privatizaciones emprendidas por Ana Botella resultaron en la pérdida de aproximadamente un 40% del total de barrenderos que operaban en la ciudad.

Los intentos por resolver la situación por parte del nuevo gobierno han pretendido alcanzar un entendimiento con las empresas concesionarias apelando a la «buena voluntad» de estas, que han hecho valer su posición de fuerza en las negociaciones frente a un ayuntamiento sin una verdadera voluntad de hacerles frente, poniéndolo en jaque en diversas ocasiones.
Desde cooperativas de madres hasta jóvenes universitarios, pasando por niños recogiendo colillas, Carmena ha pensado la manera de poner a limpiar la ciudad a todo el mundo exceptuando a nuevos trabajadores de la limpieza con sus correspondientes salarios.

La solución más favorable para trabajadores y usuarios, que pasaría por remunicipalización de los servicios públicos privatizados bajo el control de estos, ha sido desestimada por la alcaldía lo que ha suscitado la aparición de nuevas iniciativas que exigen el cumplimiento de otro de los puntos estrella del programa de Ahora Madrid descartado.

Desahucios y políticas sociales

Entre las primeras medidas a implementar en los primeros cien días de mandato, Ahora Madrid se comprometía a la paralización de los desahucios y a proporcionar garantías habitacionales. Sin embargo, como pronto se anunció, estas propuestas «no se podían entender como presupuestos de implicación programática activa» y el hecho es que, a día de hoy, los lanzamientos siguen siendo una constante en la capital. Solo en el primer trimestre de 2016 la policía intervino en más de 1.000 desahucios.

La política de vivienda se ha reducido al diálogo con las entidades bancarias expropiadoras para lo cual se ha puesto en marcha la Oficina de Mediación Hipotecaria. Pese a que desde el consistorio se jactan de parar o posponer tres desahucios diarios, la propia Plataforma de Afectados por la Hipoteca ha denunciado la actividad de esta oficina y exigido su cierre por prestar servicio «en favor de las tesis de las entidades financieras». Por otra parte, el ámbito de operaciones de la Oficina Antidesahucios se circunscribe a las ejecuciones hipotecarias en una ciudad en la que la mayor parte de las expulsiones de viviendas se produce por impagos de alquileres.

En cuanto a la vivienda pública la disponibilidad para el ayuntamiento de Madrid es mínima, el cual se ha declarado incapaz de revertir los procesos de venta de vivienda social a los fondos buitreemprendida por el Partido Popular. Todo un regalo de bienes públicos sociales a sus amigos, que desde el ayuntamiento se han negado a denunciar.

La resolución de otras necesidades sociales se ve limitada por los estrechos márgenes de maniobra que imponen las exigencias de superávit a los ayuntamientos de todo el Estado y que no se cuestionan ni un ápice desde el ayuntamiento de Madrid. Lejos de llevarse a cabo una política económica expansiva en lo social, los presupuestos del consistorio madrileño resultan inferiores a los de la era Gallardón.

El pago de la deuda, considerada «ilegítima» e «irresponsable» por la propia alcaldesa, continúa pagándose religiosamente ocupando gran parte del gasto público.
Lo cierto es que los «ayuntamientos del cambio» se han mostrado públicamente como mejores pagadores de la deuda que sus contrapartes conservadora y social-liberal, naturalizando el pago de un verdadero mecanismo de expolio hacia la clase trabajadora y los sectores populares.

La represión y el infame caso de los titiriteros

Ahora Madrid asumió el gobierno de Madrid con un discurso antirrepresivo y favor de las libertades. Pero si un hecho tuvo especial relevancia en todo este ciclo de Ahora Madrid al frente del ayuntamiento ha sido el de la detención de los titiriteros y la vergonzoza actitud del consistorio al respecto.

El Ayuntamiento cedió a las presiones de los coartadores de la libertad de expresión y se sumó a la condena y denuncia a los artistas, lo que le valió una importante crisis interna y protestas exigiendo la liberación de los detenidos.

Este resultó ser el episodio más lamentable de la denominada guerra cultural que se viene orquestando en torno al ayuntamiento y que viene perdiendo por goleada frente a los sectores conservadores. El affaire Zapata, la participación de Carmena en festividades religiosas y en la fiesta nacional del 12 de octubre, la capitulación de Rita Maestre durante su juicio, la impotencia frente a los ataques de la policía municipal o el fracaso a la hora de aplicar la Ley de Memoria Históricay la complacencia hacia los símbolos de la dictadura muestran que por acción u omisión la política del «cambio» ha girado en torno al juego y la conciliación con la derecha.

Madrid, la capital de los gestos vacíos y de las promesas rotas

A un año de que Manuela Carmena asumiera como alcaldesa de Madrid, más allá de haberse resuelto algunos de los aspectos más burdos y degradados de la gestión llevada a cabo durante años de gobiernos del Partido Popular, la realidad es que las demandas sociales continúan irresueltas y su tratamiento demuestra una línea continuista con la de los anteriores consistorios.

La supuesta voluntad de «gobernar para todos» se ha traducido, en los hechos, en gestionar en favor de los grandes intereses capitalistas para los cuales no vale siquiera la aplicación de las legalidad burguesa -constantemente defendida por Carmena- cuando esta está capacitada para atentar contra estos mismos intereses.

Medidas como la eliminación de palcos VIPS, carteles en la fachada del Ayuntamiento dando una cínica bienvenida a los refugiados, cenas de navidad para sin-techo o «Reinas Magas» se quedan en meras performances, mientras continúa la represión a jóvenes e inmigrantes, prosiguen los desahucios y los trabajadores continúan pagando las consecuencias de una crisis que se alarga ya nueve años y amenaza con recrudecerse.

A diferencia de su homóloga barcelonesa, Manuela Carmena no ha tenido que hacer frente a importantes acontecimientos de la lucha de clases. Sin embargo, las primeras experiencias en este terreno anticipan que intereses pretenden salvaguardar como ha demostrado la lucha de lostrabajadores y trabajadoras del 010 o el patrocinio de la multinacional Coca Cola en pleno conflicto con la plantilla de la fábrica de Fuenlabrada desde el año 2014.

La ciudad de Madrid se ha convertido en la capital de los gestos vacíos y de las promesas rotas. Ello pone de manifiesto la debilidad del proyecto municipalista y la necesidad, frente a los intentos de erigir estas administraciones como la base de la regeneración de las instituciones de esta democracia para ricos, de plantear una nueva hipótesis política anticapitalista y de las y los trabajadores, para transformar las urbes en punta de lanza para la lucha contra el podrido régimen político del 78 y el sistema capitalista.

Publicado por Alejandro Arias

Alejandro Arias | Madrid

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