El pasado 29 de abril, el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE) decidió avalar a los estados miembros prohibir donar sangre a homosexuales si aparece en su legislación. Esto supone un nuevo retroceso en materia de derechos LGBT, en pleno aumento de la homofobia en diversos ámbitos.
Al difundir la noticia el hashtag #MiSangreEsLaMismaQueLaVuestra se hacía trending topic junto a las declaraciones de grupos feministas y LGBT alrededor del mundo.
La declaración de la UE afirma que la población LGBT tiene un “elevado riesgo de infección”, avalando las leyes en países de la UE, como Francia o Alemania, que prohíben donar sangre a “hombres que mantienen sexo con otros hombres” y asegura que la medida “puede resultar justificada”.
Al aprobar esta medida homófoba y reaccionaria, el TJUE justificó la medida alegando los mismos argumentos que cuando en 1983 en Francia se aprobó la ley que prohibía a los homosexuales donar sangre. Lo mismo se aprobó en un breve periodo de tiempo en 50 países de todo el mundo, como EEUU o China, que mantienen una legislación que prohíbe donar sangre en estos casos, en plena ola de homofobia a principios de los 80 relacionada con la aparición del VIH esgrimido por la prensa burguesa y conservadora como poco menos que un castigo divino.
Otra vez, la justicia se dedica a señalar culpables entre los oprimidos
Esa “detección del homosexual” no se realiza presentando un “carnet de gay”, sino con un cuestionario donde afirmar la homosexualidad o bisexualidad propia cataloga al donante como “con elevado riesgo de infección” y se prohíbe la donación. En 2009 Sarkozy sustituyó “homosexuales” por “hombres que tienen sexo con hombres” y en 2012 Hollande prometió como parte de sus propuestas electorales la anulación de la ley, que nunca llegó.
La evidencia científica que es la nula importancia de la orientación sexual a la hora de contraer el VIH muestra el carácter reaccionario de esta ley, justificada sólo en prejuicios homófobos, tan irracionales como la supuesta mayor promiscuidad de los gays. Ni la promiscuidad está asociada a contraer Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), ni el colectivo LGBT a la promiscuidad, ni la promiscuidad a algo negativo, si ignoramos la moral homófoba de sectores retrógrados, como la Iglesia Católica.
Así, podemos descubrir la hipocresía de la misma, pues los hombres heterosexuales, que alimentan mayoritariamente las redes de prostitución no salen todos de casa pensando en ponerse preservativos. La promiscuidad ha sido prácticamente desde siempre, y hasta hace bien poco, un privilegio exclusivo de los varones heterosexuales, muchas veces casados y con hijos.
El VIH y la falta de educación sexual
En gran parte del mundo más allá de las potencias centrales, el VIH tiene magnitudes de pandemia, donde la ayuda humanitaria desde las potencias imperialistas supone un porcentaje mínimo de los destrozos causados por sus políticas de expolio y súper explotación. Así, esa escasa atención médica agrava la situación de los sectores más pobres de la población, especialmente entre las mujeres, como muestran datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS):
El VIH sigue siendo un importante problema de salud pública mundial, después de haber cobrado más de 36 millones de vidas hasta ahora.
En 2012 había unos 35,3 millones de personas infectadas por el VIH.
El África subsahariana, donde uno de cada 20 adultos está infectado por el VIH, es la región más afectada. El 69% de la población mundial VIH-positiva vive en esta región.
Según la OMS, el VIH/SIDA es la principal causa de muerte entre las mujeres en edad reproductiva en los países en desarrollo.
En 2013, casi el 60 por ciento de todas las nuevas infecciones contraídas por personas jóvenes ocurrieron entre niñas adolescentes y mujeres jóvenes.
Los datos en el Estado Español
Las cifras españolas muestran sin embargo que el 80% de los nuevos contagios se da en hombres, siendo la edad media en torno a los 40 años. Más de la mitad de las mujeres que lo contrajeron eran inmigrantes, especialmente precarizadas por ser inmigrantes y mujeres, y siendo un gran porcentaje de víctimas de las redes de explotación sexual en el Estado Español.
Esas cifras vuelven a arremeter contra el prejuicio de asociar el VIH a las personas LGBT, cuando la oleada de contagios en los 80 y 90 se dio especialmente por contactos por vía intravenosa relacionados con el consumo de drogas, y el porcentaje en los sectores LGBT en buena parte debido a que para esas personas en lugar de educación sexual, lo que había era odio y discriminación.
A fecha de hoy, el “grupo con elevado riesgo de infección” de los hombres que tienen sexo con hombres supone el 32,3%, mientras que los casos en heterosexuales suponen el 33,4% del total, y mientras el 60% de los hombres heterosexuales sufren un diagnóstico tardío de la enfermedad y en el caso de los homosexuales, el porcentaje baja al 38%. En el caso de las mujeres, la mayoría de los casos están relacionados con mujeres que han sufrido explotación sexual en redes de prostitución, donde en muchos casos se les obliga, entre otras extorsiones, a no utilizar preservativo, y especialmente entre mujeres trans, que dada la discriminación laboral que sufren, se ven forzadas en mayoría a dedicarse a la prostitución.
Vuelve la homofobia (o nunca se fue)
Todo esto se da en un contexto de aumento de las agresiones homófobas en la calle, muchas de ellas con impunidad policial y judicial, así como de medidas gubernamentales de retroceso en derechos LGBT, así como en derechos de las mujeres. Mientras se suspenden en el Estado Español las ayudas a los programas de ayuda a personas con VIH-positivo, o a la reproducción asistida a mujeres que no tengan pareja masculina. A su vez, la educación sexual en las escuelas es prácticamente simbólica y vuelve a atacarse el derecho de las mujeres a decidir sobre el propio cuerpo con propuestas reaccionarias de leyes de interrupción del embarazo.
Hace unos años la revista empresarial The Economist decía: “Están apareciendo los primeros miembros de una nueva clase: jóvenes gays que nunca han tenido miedo de ser asaltados o insultados”.
Según un estudio de 2010, hecho sólo en los países donde se ha avanzado más en la conquista de derechos LGBT, esa “nueva clase”, de entre 15 y 30 años tiene una tasa de suicidio cuatro veces más alta que el resto de la población, habiendo sufrido en torno al 90% acoso o agresión. Si ya nos vamos de esas zonas, más de 70 países persiguen aún a los homosexuales y 8 los condenan a muerte.
Todas estas formas de opresión se agravan cuando se trata de mujeres trabajadoras que arrastran la doble cadena de la opresión de clase y de género, o de sectores LGBT que sufren explotación, pero también discriminación laboral. Tanto en la lucha por la liberación sexual, como por la emancipación femenina hay un componente adicional, la emancipación de clase, la abolición de toda opresión y explotación.