Por Sarah Macna
¿Podemos realmente luchar por el derecho de las mujeres a mandar sobre sus cuerpos con una prohibición estatal?
Cierto es que la gran mayoría de afirmaciones y posiciones a favor de la prohibición del burkini en las playas se ha justificado vergonzosamente, utilizando como excusa el Estado de Emergencia y la lucha contra el terrorismo, ligando así la religión musulmana al terrorismo en un contexto actual en el que la islamofobia se ve en aumento, otra parte de los que defienden esta prohibición está basada en argumentos de origen feminista. La prohibición del burkini será después de estos argumentos, una manera de luchar por los derechos de las mujeres, y en consecuencia, por el derecho a mandar sobre sus propios cuerpos, por el derecho a vestirse como ellas deseen y librarse de la dominación patriarcal ejercida por sus padres, sus maridos, sus hermanos. Estas cuestiones reavivan los debates que tuvieron lugar durante la aplicación de la ley contra el uso del velo en las escuelas en 2004, que dividió y divide todavía el movimiento feminista en Francia. ¿Podemos realmente luchar por el derecho de las mujeres a mandar sobre sus cuerpos con una prohibición? ¿Podemos luchar contra las normas impuestas por las instituciones religiosas utilizando como herramienta la represión ejercida por el Estado?
Los cuerpos de las mujeres, la religión y el estado
En 2004, durante la aplicación de la ley contra el uso del velo en las escuelas, una parte del movimiento feminista se declaró a favor de esta nueva reforma. Con el debate sobre la prostitución, se produjo una gran línea de fragmentación que ha tenido lugar en el movimiento de mujeres estos últimos años. En ese momento, bajo el gobierno de Raffarin, siendo Sarkozy ministro del interior, la lógica ( la planificación) de la lucha antiterrorista estaba mucho menos avanzado que actualmente, lo que no quiere decir que desde 2004, ya utilizaban como argumento contra el velo la seguridad ciudadana (quien sabe que podían esconder ` esas mujeres ‘bajo el velo…) Para una parte del movimiento feminista, esta ley permitía luchar contra la religión, contra todas las religiones , esos que nos han impuesto e imponen todavía unos roles en las funciones, la ropa y posiciones asignadas a las mujeres. Por ello, para algunos prohibir el velo en las escuelas era una forma de permitir a las jóvenes mujeres, liberarse de todas estas normas, al menos durante su paso por las escuelas.
Como marxistas revolucionarios, materialistas y ateos, somos críticos con la religión, concretamente con las instituciones y las normas religiosas: porque nosotros consideramos que la batalla se libra en la tierra y no en el cielo y que ninguna fuerza superior puede dictarnos nuestra manera de actuar o de pensar, en el debate que hoy nos ocupa vemos claro el hecho de que las normas y las instituciones religiosas se han apoyado en el patriarcado para reforzar las cadenas que nos apresan. Ya sea en la religión católica o la religión musulmana (por poner dos ejemplos, y más todavía cuando se trata de las ramas más extremas) el lugar de las mujeres ha sido y es quedarse en casa, bajo sumisión a sus padres, hermanos y esposos, para ocuparse de los niños y realizando `naturalmente` las tareas domésticas. De hecho, hoy en día hay muy pocas ceremonias de matrimonio celebradas en la iglesia en las que el cura no predique un sermón reafirmando a la esposa el rol de tener hijos y mantener su casa, y al marido recordándole que debe cuidar y aprovisionar a su esposa y sus descendientes. Los defensores católicos manifiestan también los aspectos de lo más caricaturescos.
En consecuencia, el movimiento feminista, en Francia y en otras partes del mundo, tuvo que luchar contra las instituciones religiosas. Para tener derecho a disponer de sus cuerpos, de su tiempo, de su vida, para no ser consideradas únicamente como madres y objetos reproductivos, para conseguir derecho a la anticoncepción, el aborto, el derecho a una sexualidad libre, a amar a quien deseemos. En Francia, a pesar de los límites impuestos por la sociedad capitalista (y su última novedad, la austeridad , que cierra los centros de aborto y planificación familiar) el movimiento feminista ha adquirido cierto número de derechos pala las mujeres que siguen condenadas todavía en numeroso países del mundo, sobre todo por las instituciones religiosas y los argumentos de la religión.
En algunos países las mujeres luchan contra la imposición del velo. Es el caso por ejemplo de Irán, donde llevar hiyab es obligatorio tras la revolución islámica de 1979. En Francia estos ejemplos son utilizados para argumentar que la prohibición del velo en Francia estaría implícitamente apoyada, animando (o al menos no desalentando) a las mujeres en lucha contra las normas de vestimenta que se les han impuesto. En realidad, es ilusionarse demasiado pensar que el simple `símbolo` de una ley aprobada en Francia es una medida que permite ayudar realmente a las mujeres que luchan día a día al otro lado del mundo – especialmente cuando esta no va acompañada de una dura crítica a aquello que el imperialismo francés impone a las mujeres del mundo entero (guerras, explotaciones brutales en las fabricas dirigidas por capitalistas franceses, el saqueo de los recursos naturales, etc.) Por otra parte, estos argumentos tienden a borrar una realidad importante de la lucha de las mujeres en los países musulmanes: a menudo, remarcamos en efecto, que estos movimientos feministas no están únicamente focalizados en la cuestión del velo. Sus principales batallas se centran en la igualdad jurídica (derecho al voto, a conducir, a fundar asociaciones, a ir en contra de las reformas más retrogradas de los códigos familiares, que refuerzan todavía mas la subordinación de la mujer, etc.), o en el ámbito de la lucha contra la explotación. Por tanto recordar a estas personas únicamente por la lucha en contra del velo islámico es empequeñecer esa lucha.
A través de la historia (como la recordamos en este articulo), las mujeres de los países árabes han luchado a veces contra la prohibición del velo (como el notable caso de Argelia contra el estado colonial Francés, que quería quitar el velo a las mujeres para «civilizarlas», a veces en contra de su voluntad. Signo de la creencia en Dios, marca de la imposición patriarcal, o traje de combate para afrontar el acoso en las calles: el velo, más que un accesorio de vestimenta ha tenido y continúa teniendo múltiples significados y muchos usos.
¿Y qué mujer, musulmana, católica o atea, podría afirmar que la manera en que se viste no está en realidad marcada por la doctrina que le impone la sociedad patriarcal en la que vive?
Una falda, pero no demasiado corta. Un pantalón porque esta tarde tiene que regresar por una calle oscura, y si, a veces un velo, por no llamar la atención, y muchas otras razones.
Lo que queremos decir con esto, es que el velo no es en sí un símbolo más fuerte de sumisión a las ideologías patriarcales, de lo que podría ser una falda, un tanga, unos pantalones o un par de tacones altos. Lo que importa es que las mujeres decidan, y solo ellas. Es por esto que ellas luchan y siguen luchando en Francia y en todo el mundo. Y esta lucha, incluso cuando se realiza en contra de instituciones y de normas religiosas, no se puede dejar en manos del estado.
La ilusión institucional, la deriva imperialista.
El estado Francés pretende (o al menos ese es uno de sus argumentos) con la acción de prohibir el velo en la escuela o el burkini en las playas, liberar a las mujeres, permitiéndoles ser liberadas del yugo patriarcal de la religión. Las imágenes de los policías inspeccionando las veraniegas playas, y las multas impuestas a las mujeres que únicamente desean aprovechar un momento de tranquilidad con sus hijos, pondrán rápidamente en duda esta visión de la «liberación». Pero para aquellos que continúan viendo un beneficio de nuestro «querido país de derechos humanos» examinemos en detalle a que nos conduce esta lógica concretamente. En principio la idea detrás de la prohibición es que las mujeres que llevan Burkini son brutalmente oprimidas, obligadas a cubrirse de los pies a la cabeza a causa de las normas religiosas impuestas por sus maridos, sus padres o sus hermanos. Por tanto, la prohibición y el castigo con una multa serian una manera de «ayudar» obligándolas (bajo el desacuerdo de sus maridos, padres o hermanos) a desnudarse aquí está el quid de la cuestión. En este caso las autoridades religiosas y/o patriarcales impondrán a las mujeres bañarse (porque no llevan la indumentaria «adecuada») o bien quedarse en burkini pagando la multa. O se considera las autoridades religiosas y/o patriarcales son débiles y vestir el burkini es una elección de las mujeres, y en este caso la prohibición y la multa no harían mas que «castigar» a las mujeres que se auto oprimen o que no serian capaces de entender que una mujer libre es una mujer en bikini. Es en este caso una prohibición que tiene como fin de `civilizar`, una prohibición en definitiva neocolonial y racista. En los dos casos, de todos modas, no se propone ninguna ayuda, ningún apoyo material y concreto a una mujer que estaría obligada por su marido a vestir el burkini. Ya sea se las envía a la casa o se las impone una indumentaria «civilizada» considerada correcta… por la policia y el gobierno.. En este caso las autoridades deben imponer a las mujeres no bañarse por qué no llevan la indumentaria adecuada o bien quedarse en burkini pagando la multa. En ambos casos se considera que las autoridades religiosas y patriarcales son débiles y que llevar Burkini es la elección de las mujeres, y que en este caso la prohibición y la multa no harán más que castigar a las mujeres que se auto oprimen o que no son capaces de comprende que una mujer libre, es una mujer en bikini. Es en este caso una prohibición que tiene como fin `civilizar`, y en definitiva neocolonial y racista. En ninguno de los casos ofrecemos una alternativa o recurso concreto a una mujer que será obligada(o eso suponemos) a llevar el Burkini a causa de su marido. Las enviamos a casa o les imponemos una tendencia de moda `civilizada` correcta para la policía y el gobierno.
Para que las mujeres, todas las mujeres puedan decidir ellas mismas su vestimenta , sus creencias, sus formas de vida, la solución no es enviar a la policía y prohibirles de hecho el acceso a ciertos lugares. Para luchar concretamente contra el patriarcado y en particular contra sus creencias religiosas, tendremos que luchar por nuestros derechos (derecho a los anticonceptivos, al aborto libre , gratuito y accesible..) contra la violencia a las mujeres( por centros de acogida a las mujeres víctimas de violencia, contra la impunidad de los agresores, contra la violencia policial…), y sobre todo por la igualdad real (Igualdad de los salarios, por el fin de los contratos precarios que afectan en mayor medida a las mujeres, igualdad de acceso a todas las profesiones…). Por esto, el Estado Francés, que establece las políticas deseadas por los grandes grupos capitalistas, para explotarnos siempre un poco más ( la ley del trabajo es solo el último ejemplo) Y que defiende su rango de crecimiento imperialista( una guerra por año desde el comienzo del mandato de Hollande), está muy lejos de ser nuestro aliado. La explotación que se ha hecho de las reivindicaciones feministas con el fin de la seguridad y el racismo, es inadmisible y escandaloso. Frente a la ola reaccionaria, debemos retomar nuestro eslogan de los años 70 de lucha colectiva y combativa ` No nos liberéis, nosotras nos encargamos.
Traducción: Lucia Luzdedía