En las últimas semanas la llamada “crisis migratoria” se ha convertido en una profunda crisis social y política en Europa. Las imágenes de decenas de miles de personas intentando cruzar las fronteras europeas desde los Balcanes, Grecia, o a través del Mediterráneo, con miles de muertos, muestran la gravedad de esta barbarie capitalista. Reproducimos la declaración de los grupos europeos hermanos del PTS.
Los inmigrantes y refugiados atraviesan las “rutas de la muerte” desde Siria y Afganistán, pasando por Turquía, Grecia y los Balcanes para llegar a Hungría y desde ahí tratar de dirigirse al norte de Europa. Las aguas y costas del Mediterráneo se han transformado en un cementerio de miles de inmigrantes que inician su travesía en África Subsahariana y otras regiones del continente.
Después de la conmoción mundial que generó la foto del pequeño niño sirio Aylan, ahogado en las costas de Turquía, los gobiernos europeos demagógicamente “muestran preocupación” por la “crisis humanitaria”, proponiendo nuevos planes de repartición de los refugiados entre los países de la UE. Pero lo que más les interesa es fortalecer las restrictivas leyes migratorias para frenar la llegada masiva de refugiados e inmigrantes, creando campos de acogida «más humanos», que en verdad son la puerta de salida «más ágil» para las devoluciones a sus países de origen.
Los líderes de la Europa del capital proponen perseguir a las “mafias” que se enriquecen trasladando inmigrantes en condiciones brutales, cuando son las políticas migratorias xenófobas las que generan el ambiente propicio para la acción de estas redes mafiosas en rutas cada vez más peligrosas. En lo que va del año 2015, más de 320.000 personas ingresaron de forma “ilegal” a Europa. Las barreras, vallas metálicas y leyes represivas no frenan las oleadas migratorias generadas por motivos más profundos como los conflictos bélicos, la pobreza y la crisis social. Sólo logran que estas sean más peligrosas y trágicas para decenas de miles de personas.
Los imperialismos europeos y Estados Unidos, con sus políticas de pillaje económico sistemático y sus intervenciones políticas y militares en el Medio Oriente y en África, son los principales responsables de esta situación.
Movilizaciones de solidaridad con los refugiados, contra la xenofobia y la hipocresía imperialista
En los últimos meses, Alemania está viviendo un auge de acciones xenófobas violentas, llegando a una acción por día de este tipo. Ataques a centros de acogida para refugiados, incendios, agresiones a organizaciones sociales y manifestaciones racistas se han multiplicado.
Pero también están creciendo como respuesta las movilizaciones de solidaridad, de rechazo al racismo y la xenofobia y de denuncia a las políticas imperialistas migratorias. Diez mil personas salieron a las calles de la ciudad alemana de Dresde y más de veinte mil en Viena al grito de “Bienvenidos, refugiados”, criticando duramente las medidas propuestas por los gobiernos europeos. También hubo movilizaciones con este mismo lema en Barcelona, Madrid y otras ciudades españolas. En Alemania y otros países, sectores de la población se solidarizan activamente con los refugiados, brindándoles agua, artículos de aseo, ropa y comida, a pesar de la negativa de las autoridades a promover y mucho menos organizar estas acciones.
Frente a esta crisis, el gobierno alemán quiere mostrar una cara “humanitaria”, repudiando los actos racistas y anunciando la suspensión parcial del “acuerdo de Dublín” para los refugiados provenientes de Siria. El “sistema Dublín” de la UE implica que el primer país al que llega y se identifica un refugiado debe ser donde solicite el asilo. Pero, al mismo tiempo, la política del gobierno alemán empeora la situación para los refugiados e inmigrantes de otros países, endureciendo las leyes de asilo y facilitando las deportaciones “express” de refugiados de los Balcanes. Una política que se combina con un discurso que busca dividir a los inmigrantes entre los que supuestamente “merecen” el asilo y los que no, ilegalizando a una amplia mayoría de inmigrantes y refugiados, empujándolos a condiciones aún peores de subsistencia y condenándolos a la superexplotación.
En Reino Unido, el gobierno de Cameron propone reformar la Ley migratoria para incluir penas de cárcel a los inmigrantes ilegales y a aquellas personas que los alojen. En Dinamarca el Parlamento votó por mayoría la reducción del monto de ayuda a los refugiados en ese país. En el Estado español, un ministro del gobierno de Rajoy comparó a los refugiados con “goteras en la casa” que hay que “taponar”.
En el este europeo, se erigen nuevas vallas y se blindan las fronteras para impedir que ingresen más refugiados a estos países, acompañados de una violenta campaña represiva y racista como en Hungría.
El crecimiento de partidos de la extrema derecha xenófoba en Europa, como el UKIP en Reino Unido, el Frente Nacional en Francia, movimientos extremistas xenófobos en Alemania, el Partido Popular Danés, Jobbik en Hungría, Aurora Dorada en Grecia, el partido Ley y Justicia de Polonia o el FPO de Austria, dan cuenta de esta polarización por derecha en muchos países. Estos partidos quieren a provechar la crisis para reforzar su discurso xenófobo y sus agendas nacionalistas. Utilizan el temor que genera la fuerte tasa de paro en varios países para ahondar la brecha entre los trabajadores nativos, las generaciones de inmigrantes ya residentes y los cientos de miles que llegan desesperados a Europa.
Los discursos xenófobos buscan dividir a la clase trabajadora de Europa -una clase que en las últimas décadas se ha transformado cada vez más en multinacional y multicultural-, entre nativos y extranjeros, inmigrantes y refugiados, debilitando sus fuerzas y minando su capacidad de organización. Por esta vía, buscan “chivos expiatorios” ante la crisis, para evitar condenar al capitalismo, responsable de las tragedias que sufren los explotados y los oprimidos.
Un programa antiimperialista y anticapitalista
Las reaccionarias políticas nacionalistas y discursos xenófobos solo pueden ser enfrentados desde un poderoso movimiento social, obrero y popular, que una la defensa de los derechos de los refugiados e inmigrantes al conjunto de las demandas obreras y populares frente a la crisis.
Un masivo movimiento social que defienda las reivindicaciones del movimiento de refugiados e inmigrantes, como la anulación de las reaccionarias leyes de extranjería, el cierre inmediato de los centros de internamiento y campos para extranjeros y la apertura de las fronteras para todos los solicitantes de asilo e inmigrantes. A la vez que plantee un plan de emergencia que incluya subsidios para los inmigrantes, viviendas, plenos derechos sociales y políticos, y trabajo genuino.
La solidaridad que cada vez más gente brinda a los refugiados en Alemania y otros países es una señal extraordinaria. La situación terrible que viven los refugiados, sin embargo, no sólo es una tragedia humanitaria. Es, sobre todo, un crimen social capitalista, y por lo tanto una cuestión política y de clase.
El racismo y la xenofobia que dividen a la clase trabajadora entre nativos e inmigrantes, son utilizados también para rebajar las condiciones materiales de supervivencia de estos últimos, especialmente de los refugiados. Su precaria situación de “sin papeles” los empuja al trabajo “en negro” y a aceptar condiciones laborales humillantes. De este modo, los capitalistas europeos ejercen también una presión sobre las condiciones laborales del resto de la clase obrera, constituyendo un “ejercito de reserva” para precarizar las condiciones de explotación del conjunto de la clase trabajadora.
Es por ello que los sindicatos y las organizaciones obreras tienen que sumarse a la lucha de los inmigrantes y refugiados, levantando como propias sus demandas y organizándolos en sus filas. Frente a la “crisis migratoria” actual es necesario exigir medidas de urgencia, desarrollando la movilización obrera y popular. Sin embargo, las burocracias sindicales no tienen el menor interés en organizar a los refugiados y luchar junto a ellos. En las propias filas de los sindicatos y de las organizaciones obreras hay mucho racismo. Es por ello que se hace necesario organizar una corriente combativa y solidaria con los inmigrantes y refugiados para enfrentar al racismo dentro de los sindicatos y promover un plan de lucha que incluya todas sus demandas, unificándolas con la lucha contra la precariedad laboral, el desempleo masivo, por aumentos de salarios, contra las medidas de recortes a la salud y la educación, etc.
Frente a los ataques violentos de parte de grupos neonazis como en Alemania, es vital no sólo organizar la más amplia solidaridad de clase con los inmigrantes y refugiados defendiendo sus derechos, sino también impulsar la construcción de comités de autodefensa que puedan garantizar la seguridad de los refugiados frente a los crecientes ataques racistas y frente a la represión estatal, como pasó el año pasado en Alemania cuando un amplio movimiento político en favor de los refugiados fue reprimido duramente por la policía.
Ante la crisis capitalista que se vive en muchos países de Europa, estos reclamos no pueden separarse de la lucha contra el desempleo y las políticas de “austeridad” de los gobiernos y la Troika, planteando el reparto de las horas de trabajo entre ocupados y parados, «nativos y extranjeros», con un salario equivalente al costo de vida, así como el aumento de los presupuestos sociales, para lo cual es fundamental imponer la condonación de las deudas en los países deudores y la nacionalización de la banca y la gran industria bajo control de los trabajadores.
La “crisis migratoria” es expresión de los intereses de clase de la burguesía de dividir y degradar al máximo las condiciones de vida de las distintas franjas de la clase obrera, sean “legales” o “ilegales”, nativos o inmigrantes, precarios o “registrados”.
Esta crisis se ha transformado en una catástrofe social de grandes dimensiones, resultado de décadas de políticas imperialistas en las regiones de las cuales hoy huyen centenares de miles de personas.
Por esto es también necesario levantar un programa antiimperialista que se enfrente a las intervenciones militares y las exportaciones de armas de los países centrales, planteando una salida anticapitalista, antiimperialista y de clase a la barbarie que azota a los países periféricos.
Frente al aumento de la xenofobia y las políticas reaccionarias de los gobiernos europeos, es necesario desarrollar una perspectiva que una la lucha por plenos derechos para los inmigrantes y refugiados con la de la clase trabajadora contra los capitalistas. No hay una salida progresiva a la crisis actual sin enfrentar a la Europa del capital, luchando por gobiernos obreros en la perspectiva de una Europa de los trabajadores.
Grupo RIO (Organización Revolucionaria Internacionalista) de Alemania, CCR (Corriente Comunista Revolucionaria) del NPA de Francia, Clase contra Clase del Estado español.