Es evidente que en el movimiento obrero en el Estado español, la burocracia sindical, esa casta alejada hace tiempo de cualquier puesto de trabajo —por poner algún ejemplo: el propio Gines Salmerón, presidente del comité de Empresa de Panrico ha sobrevivido ya sin trabajar a tres Papas— es un problema enorme para que los trabajadores den verdaderas peleas contra los ataques patronales. Sin embargo, los trabajadores de Panrico impusieron una heroica lucha tras ocho meses de huelga que, aunque sus resultados son los mismos que vienen sufriendo miles de fábricas con cierres y despidos, dejará lecciones sobre por qué derrocar a la burocracia sindical. Es que mientras se enfrentaban a los dos gigantes principales, patronal y gobierno catalán, se encontraron con otro enemigo más: la burocracia sindical.
Para ello podemos mirar otra gran batalla obrera actual, aunque en otro continente: Argentina y la gran lucha de Lear. Una lucha con un alto grado de desarrollo de la oposición obrera organizada que le disputa a la férrea burocracia sindical argentina, sectores que antes pertenecían a sus áreas de influencia. Lo que en Argentina se conoce como el «sindicalismo de base»; es decir el surgimiento de importantes sectores obreros y de trabajadores que junto a la izquierda recuperan de manos de la burocracia comités de empresa como herramientas de lucha y defensa de sus intereses. Como ejemplos, además de la propia Lear en la industria, se encuentran los trabajadores del metro en la capital, o varias seccionales docentes.
Así como en el Estado español, la lucha de Panrico es el fiel retrato del «gran drama» que vive hoy la clase obrera con la burocracia sindical vendida sobre sus hombros; en Argentina hoy, la gran batalla que plasma la lucha de los trabajadores por organizarse contra las direcciones sindicales vendidas a la patronal y al Estado de la burguesía, es la lucha de Lear.
Las acciones de una gran batalla
La planta de Lear, ubicada en General Pacheco en la zona norte de la Provincia de Buenos Aires, produce mazos de cables eléctricos para Ford. El martes 27 de Mayo la empresa suspende a 330 trabajadores «por tiempo indeterminado», a pesar de los anuncios del Gobierno de Cristina Kirchner para reactivar con créditos la industria automotriz, saltándose incluso todos los procedimientos legales.
Es inadmisible que una multinacional como LEAR, líder en el sector de auxiliares del automóvil, poseedora de 221 filiales en 36 países de todo el mundo y que sólo durante el 2013 facturó 1.800 millones de dólares, pretenda que los trabajadores deban pagar la crisis de la industria automovilística. Esta empresa aumentó su patrimonio de alrededor de 74 millones en 2012 a más de 113 millones en 2013. ¿Su secreto?: una larga lista de abusos y atropellos, allí donde esta empresa buitre anida.[Lear una multinacional buitre]
Las asambleas han sido el primer paso, no sólo para comenzar a luchar, sino para marcar un rumbo opuesto al de las burocracias sindicales que todo lo intentan imponer por arriba. Desde el inicio una asamblea con más de 400 trabajadores decide rechazar las suspensiones ilegales -el equivalente a un Expediente de Regulación de Empleo Temporal- que afectan a un tercio de la planta e iniciar un plan de lucha, mientras que la patronal con ayuda del Gobierno cercaba la fábrica con gendarmería, Infantería y policías con perros. Los trabajadores se movilizaron hacia su sindicato, el SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor), para exigir un plan de lucha nacional contra las más de 15.000 suspensiones y los cientos de despidos, poniendo en las calles a los miles de mecánicos en todo el país.
A pesar de que se consiguió con la movilización que el Ministerio de Trabajo sacara un Dictamen en el que anuncia que las suspensiones son ilegales, éste no intima a la empresa norteamericana a cumplirlo, mientras la dirección del SMATA con su Secretario General Ricardo Pignanelli a la cabeza, ni siquiera denunció estas suspensiones, lo que las dejaría sin efecto, prestando un enorme servicio a este monopolio norteamericano. Tal vez los trabajadores de la gran panificadora catalana de Panrico tengan mucho que contar sobre las tropelías que los dirigentes de CCOO y UGT cometieron, por ejemplo firmando el ERE (Expediente de Regulación de Empleo) que garantizaba los despidos y recortes salariales.
El 18 de junio 200 trabajadores de LEAR fueron suspendidos sin goce de sueldo por 30 días, sin ningún ingreso. También fueron despedidos dos trabajadores por haber participado en las asambleas.
Nuevamente los trabajadores en asambleas a puerta de fábrica con su comité de empresa a la cabeza, discutieron las acciones para enfrentar este ataque. Así fue como tuvieron lugar los cortes de calle en el centro de la capital donde está ubicada la Cámara de Comercio norteamericana, junto a otros sectores de trabajadores como los obreros de Donnelley y con el apoyo de organizaciones políticas de izquierda.
El 30 de junio los obreros pararon totalmente la fábrica y cortaron durante más de tres horas la Panamericana, realizando luego un acto a puerta de fábrica. El 1 de julio la patronal, con la fabrica militarizada, impidió el ingreso del comité de empresa. El mismo 2 de julio, luego de realizar un nuevo corte de calle en pleno centro de la capital, las obreras junto a las mujeres de los trabajadores se instalaron en protesta en una tienda de campaña frente al Ministerio de Trabajo de la Nación.
Pero esto es sólo el principio de una batalla. Se votaron nuevas actividades y medidas de lucha. Se convocaron a las organizaciones solidarias para preparar el apoyo.
Este conflicto ya cuenta con tres jornadas nacionales de lucha. Así como un piquete permanente en la puerta de la fábrica, paros en la planta de Lear, —a pesar de que se le impide el acceso a los miembros del comité— múltiples cortes de carreteras en todo el país, algunos duramente reprimidos y con detenciones por parte de la Gendarmería Nacional, que fueron respondidos por los trabajadores con caravanas de coches, para bloquear igualmente el tráfico. También impulsaron la recogida de alimentos y una caja de resistencia que se propone juntar «un millón de pesos» para que los obreros puedan pelear hasta el final. Así como 11 «Boletines de lucha» donde se informa a todos los trabajadores el estado del conflicto y los pasos a seguir discutidos en las asambleas [Ver boletines en Tweeter].
A pesar de que con su lucha ya consiguieron 50 reincorporaciones efectivas, aún la mayor parte de los despedidos y el comité de empresa están fuera, por lo que saben que todavía queda una dura pelea para conseguir su objetivo: Todos adentro, para lo cual ya están preparando la cuarta jornada nacional de lucha.
Mientras tanto, la dirección del sindicato sigue sin denunciar las suspensiones ilegales y el Ministerio de Trabajo no hace cumplir sus resoluciones, permitiendo a esta empresa multinacional saltarse las leyes a su antojo.
En esta pelea han sido acompañados tanto por otros sectores de trabajadores y comités de empresa combativos organizados desde las bases, los militantes de organizaciones de izquierda, como nuestros compañeros del PTS, así como por los diputados nacionales y provinciales del Frente de Izquierda, organizaciones de Derechos Humanos y representantes de la cultura y el deporte.[Ver para seguir el conflicto día a día]
Una dura resistencia obrera con una enorme repercusión mediática que genera una gran simpatía en decenas de miles de trabajadores, que además de tener que enfrentar a una patronal brutal, deben hacerlo también con la dirección de su sindicato.
Dirigentes sindicales burocráticos: verdaderos «gerentes de recursos humanos de la patronal»
El jueves 17 de julio, En «una asamblea sin debate» como decretó el Secretario General del SMATA, Ricardo Pignanelli, con el aval de la empresa multinacional Lear y el Ministerio de Trabajo, utilizó todos los mecanismos de coerción a su disposición para virtualmente secuestrar a los trabajadores de Lear en autobuses y, en lugar de ir a la fábrica como les habían comunicado, los llevaron a la sede del sindicato que se encuentra a treinta y cinco kilómetros de la planta de Pacheco. Su objetivo era hacer votar la destitución de los miembros del comité de empresa: un comité combativo, independiente de la conducción del SMATA y elegidos hace poco más de un año por la mayoría de la fábrica, sin siquiera éstos estar presentes. Los trabajadores presentes, rodeados de decenas de integrantes de la «patota sindical» del SMATA- grupos de choque de la burocracia-, se vieron obligados a firmar bajo amenazas un acta redactada por esta burocracia aliada a la multinacional Lear. Los que se negaron en repudio a esta maniobra fueron despedidos, como denunció el propio comité de empresa.
La insólita «asamblea» clandestina se realizó al mismo tiempo que la empresa multinacional norteamericana Lear Corporation recibía un nuevo revés judicial: la Justicia dictaminó que los trabajadores deben tener todas las garantías para ingresar a la plata. Este fallo ratifica las cuatro cautelares previas que obligan a la empresa a reincorporarlos. Pero nuevamente sin intimar a la empresa a cumplirlo.
Decenas de abogados de todo el país, junto a la madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Nora Cortiñas, el obispo emérito y presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Aldo Etchegoyen; el representantes del sindicato ATE-CTA y referentes de numerosos organismos de Derechos Humanos, anunciaron la presentación de una denuncia penal contra Ricardo Pignanelli y otros directivos del SMATA por las amenazas de despidos y cierre de la planta de Lear en General Pacheco, para obligar a los trabajadores a firmar la revocatoria contra sus delegados.
Rubén Matu, delegado y miembro del comité de empresa de los trabajadores de Lear, denunció que «hoy hay más de doscientos despidos en la planta y, pese a que hay cinco medidas judiciales a favor de la Comisión Interna, la empresa norteamericana no nos deja entrar. Lo más increíble es que Pignanelli y sus secuaces quieren voltear a la Interna en medio de la pelea por las reincorporaciones. La directiva del SMATA está actuando como una suerte de gerente de recursos humanos de la patronal de Lear» `[Ver]
Desde el Estado español nos llena de orgullo ver a nuestra corriente hermana, el PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) ser parte de este proceso de lucha y organización de la clase trabajadora, enfrentándose a la patronal y a la burocracia, poniendo el cuerpo en las carreteras plagadas de gendarmería y movilizándose con todas la fuerzas militantes en una gran campaña «Por un millón de pesos» con importantes aportes de nuestros diputados del FIT. Un proceso más extenso de reorganización del movimiento obrero del cual nuestra corriente es parte en decenas de fábricas y centros de trabajo como en la alimentación en Kraft, Pepsico o Coca Cola, las gráficas como Donneley o Printpack, Fate, los ceramistas de Neuquén, trabajadores aeronáuticos, de hospitales y un largo etc.
Como parte de una corriente internacional, es de vital importancia la solidaridad internacionalista, tal como se ha demostrado en el Estado español con la heroica huelga de Panrico y con Coca Cola. Esta solidaridad es algo elemental para los revolucionarios proletarios. Comprender que cuando un sector de la clase obrera, llámese «Lear» o «Panrico» o «Coca Cola», sale a luchar y lo hace decididamente, si ellos ganan lo hacen todos los trabajadores. Lo importante también es aprender de estas experiencias y transmitirlas a nuestra clase que es «una y sin fronteras»; y que día a día se enfrenta a los mismos enemigos.
La gran Batalla de Lear está abierta. Aún no está dicha la última palabra, por lo que es importante que las organizaciones obreras y de la izquierda podamos desarrollar la solidaridad con esta enorme batalla de clase.