El triunfo de Syriza en Grecia potencia las ilusiones de cambio y las expectativas de terminar con los planes de la Troika para salir de la crisis. La coalición de gobierno entre Syriza y el partido de derecha nacionalista, sin embargo, muestra las contradicciones de su pragmatismo en el poder.
El triunfo de Syriza, contra la campaña de la Troika y el gobierno de Samaras-PSOK, mostró el profundo hartazgo de amplios sectores de la población con los partidos del régimen, así como las grandes expectativas de terminar con los planes de recortes, el paro y la crisis social. Después de 6 años de crisis, después de haber llevado adelante más de 30 huelgas generales, miles de manifestaciones y protestas.
La llegada de Syriza al gobierno impacta especialmente en el Estado español, que se mira en el espejo heleno, donde Podemos emergió como nuevo actor político ascendente.
Sin embargo, no pasaron ni 48 hs. desde las elecciones para que se anunciara el pacto de gobierno entre Syriza y el partido de la derecha nacionalista, Griegos Independientes. Un partido que salió de las entrañas de Nueva Democracia, que combina un discurso “anti rescate” y “anti troika” con una ideología conservadora, xenófoba, antisemita, nacionalista, homófoba y defensora de la Iglesia ortodoxa.
Evidentemente el acuerdo con Griegos Independientes ya estaba en marcha, lo que explicaría la rapidez con que se selló este pacto para formar gobierno, en pocas horas.
Ante la sorpresa de muchos de los votantes de izquierda de Syriza, comenzaron a aparecer explicaciones y justificaciones varias. Algunos analistas señalaron que en la coalición con los griegos independientes se había priorizado el “eje antiausteridad/austeridad” por sobre el “eje izquierda/derecha”.
En este aspecto ha sido comparado con Podemos del Estado español, que emergió asegurando que no son «de izquierda ni de derechas» y destacando que son los «de abajo» para ganar «a los de arriba».
El periódico Ekathimerini informa hoy, en base a fuentes del partido Griegos Independientes, que el acuerdo de gobierno se basa en el respaldo a las políticas económicas de Syriza, a cambio de que no se aborden cambios en áreas “sensibles” para el partido de Kammenos. Estas incluyen cuestiones de política exterior y cualquier intento de separar la Iglesia del Estado.
Al mismo tiempo se ha justificado la decisión desde una lógica pragmática, donde la coalición con Griegos Independientes sería “útil” para enfrentar en mejor relación de fuerzas a la Troika, para “plantarse” para una mejor negociación de la deuda, mientras las otras cuestiones quedarían postergadas para otro momento.
Con esta lógica pragmática y posibilista, sumada a otros argumentos como el “mal menor”, que “no le quedaba otra opción”, o que “tenía que formar gobierno urgente”, se intenta justificar la opción política de formar un gobierno de coalición con un partido de derecha, que hasta hace unos días nadie hubiera imaginado compartiendo ministerios con Tsipras.
La lógica pragmática de que “todo vale” con tal de llegar al gobierno, que llevó a que Syriza suavizara su programa de forma notoria en los últimos dos años, se transforma ahora en una corriente de adaptación acelerada, una vez que se ocupa el poder del estado, imponiendo cada vez más concesiones a la derecha.
Stathis Kouvelakis, integrante de la “Plataforma de izquierda” dentro de Syriza, dijo ayer que la participación en el gobierno del partido Griegos Independientes, aunque fuera con un solo ministerio, “marca el fin simbólico de la idea de un gobierno de «izquierda anti-austeridad».”
Ese momento llega tan solo un día después de las elecciones. En el mismo artículo Kouvelakis sostenía que Anel “es un partido de derecha, preocupado en proteger el «núcleo duro» del aparato de Estado (habrá que estar atentos para ver qué ministerio se le atribuye). No sería extraño que ese partido exija el ministerio de defensa o del interior. Aunque, parece que no lo obtendrá.”
Pero lo obtuvo. Por medio de una negociación que de la que nadie conoce sus verdaderos términos, se consiguió un acuerdo en “tiempo récord” para que Kammenos ocupe el ministerio de Defensa. Vaya plaza estratégica para un partido que obtuvo tan solo el 4,75 % de los votos.
El ministerio de Defensa, a diferencia de lo que dicen muchos para justificar la decisión de Syriza, es una posición estratégica, porque implica nada menos que la jefatura de las fuerzas armadas, el “núcleo duro” del Estado. Kammenos, hoy máximo jefe civil de las fuerzas armadas, es conocido además por las propuestas de “pureza de sangre” para en el ejército y la policía, junto con sus posiciones xenófobas.
Cuando Pablo Iglesias y otros dirigentes de Podemos dicen que esta formación no es “ni de izquierda ni de derecha” puede parecer una ingeniosa “novedad” política para conquistar más influencia. Sin embargo, el ejemplo de la coalición helena con Griegos Independientes muestra a dónde lleva esa formulación.
Si el eje “izquierda/derecha” ya no tiene vigencia, entonces son posibles las alianzas con sectores “anti troika”, por más que sean derechistas en todo su programa.
Sectores que hoy en Europa están representados mayoritariamente por partidos euroescépticos de derecha, como Griegos Independientes, o sus aliados europeos como el UKIP.
Muchos colectivos y activistas LGTB protestaron este martes en las redes sociales ante lo que se vio como una concesión inadmisible a sectores reaccionarios y oscurantistas. Al mismo tiempo, muchos “entendieron” ahora por qué hace unas semanas Tsipras dijo públicamente que retiraba de su programa el derecho de las parejas gay a adoptar niños. «Es un tema difícil que requiere diálogo. Hay contradicciones en la comunidad científica acerca de esto y no lo vamos a incluir en nuestro programa», fueron sus palabras.
En enero del 2014 diferentes colectivos LGTB protestaron contra la homofobia de la Iglesia Ortodoxa griega, que llamó a la homosexualidad “el pecado más asqueroso y sucio”. Esa misma Iglesia Ortodoxa a la que defiende Griegos Independientes, ahora desde el gobierno.
Grecia es un país “confesional”, donde la Iglesia Ortodoxa mantiene gran poder, siendo los encargados, por ejemplo, de abrir el curso escolar. Bajo la influencia de la Iglesia ortodoxa, Grecia es un país donde la homofobia es moneda corriente, donde ocurren con frecuencia ataques violentos contra gays en la vía pública. El diputado de Griegos Independientes, Nikos Nikolopoulos, se hizo muy conocido en Europa hace unos meses por sus tuits homófobos.
La opción política de Syriza, al negar o “dejar de lado” reivindicaciones fundamentales como la separación de la Iglesia y el Estado, los derechos de los inmigrantes, las mujeres y los colectivos LTGB, bajo ningún punto de vista “fortalece” al gobierno en su enfrentamiento con la Troika y los capitalistas europeos, sino que lo debilita, o por lo menos, lo transforma en algo muy distinto a lo que muchos imaginaban.
Syriza y Podemos, cada vez más rápido, muestran la enorme contradicción que se abre entre las ilusiones de cambio de millones de trabajadores y sectores empobrecidos, y el pragmatismo de su programa reformista.