El viaje es largo y sin rumbo, más que el de huir del hambre y la pobreza de países como Eritrea o Sudán. Pero antes de continuar desde el Mediterráneo hacia Calais (norte de Francia), se necesita un «descanso», bajo los puentes de París.

 

Postales de un gran drama, de un peligroso y largo viaje, se pueden ver en las calles de la suntuosas ciudades europeas. Esta vez en París, debajo del puente de las vías elevadas del metro que une las estaciones de Barbès-Rochechuart y La Chapelle, podemos ver los rostros de jóvenes inmigrantes africanos, dispuestos a dormir a la intemperie en más de 80 carpas.

No es casual el lugar elegido para esas tiendas de campaña, esos refugios improvisados de descanso para continuar un viaje sin fin y tan incierto como el futuro de sus vidas y sus familias, desde el Mediterráneo hacia el norte en dirección a Calais. Barbès se encuentra en el límite del barrio argelino y otras comunidades de las antiguas colonias francesas en África. Al sur de la estación de La Chapelle se encuentra la comunidad tamul. Y hacia el norte, las comunidades turcas y kurdas.

Bajo el ruido del metro que recorre las vías por arriba del puente, mientras los trenes pasan por debajo, el «descanso» se torna ruidoso. Y lleno de inquietudes y de miedos para los nuevos peligros a enfrentar, después de haber evitado el primero de todos: hundirse en el mar. Porque, aunque como «medida preventiva de higiene» el ayuntamiento de París instaló baños químicos bajo las vías del puente, una vez por semana intervienen las fuerzas policiales para levantar todas las carpas, realizar limpieza y entregar a cada uno de estos jóvenes la “orden de abandonar el territorio francés”.

Entonces, una vez en París, comienza otra peligrosa odisea: la de lograr la obtención del asilo político, superando las insoportables redadas y continua persecución racial. Para ello, las personas inmigrantes deben entregar un largo expediente con sus datos, después de lo cual comienza una larga espera desde la primera cita (en tres semanas) hasta más de dos años. Una espera que en un 70 % de estas solicitudes, acaba con la noticia de que son rechazadas.

El viaje continúa. Muchos cambian de país, otros se quedan intentando sobrevivir. Estas postales muestran los rostros que intentarán continuar hacia el norte de Francia.

Mientras tanto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció que «la UE está trabajando en el control de fronteras, mientras que la OTAN lo hace en la estabilización de los países de la región».

Los gobiernos imperialistas de la UE utilizan dos argumentos que esconden su gran hipocresía. Uno de ellos es el que marca como principal tarea «controlar las fronteras», lo que se traduce en continuar militarizándolas, perseguir y reprimir a los inmigrantes que intentan pasar las fronteras europeas.

Otro argumento apunta a que estas muertes son «una consecuencia trágica de la inestabilidad» en muchos de esos países, desligándose de la responsabilidad actual e histórica de las políticas colonizadoras y expoliadoras de los gobiernos europeos imperialistas sobre las semicolonias africanas. Son las intervenciones imperialistas las que crean «la inestabilidad», creando una situación tan insoportable que lleva a miles y miles a migrar.

Según estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones, se calcula que durante el año 2015 podrían perder la vida intentando llegar a Europa hasta 30.000 persones. Un verdadero genocidio provocado por las políticas migratorias europeas, las leyes de extranjería cada vez más restrictivas y racistas, las operaciones «rescate» que no son más que operaciones de represión en las fronteras, las intervenciones militares y agresiones imperialistas.

Publicado por Cynthia Lub

Cynthia Lub | @LubCynthia :: Barcelona

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