Las medias xenófobas del capitalismo imperialista, destinan a miles de inmigrantes a un viaje macabro que comienza en las vallas de alambre, continúa con las prisiones de los CIEs y acaba en los vuelos secretos y las deportaciones masivas.
Las “vallas de alambre” con guardias civiles subidos a las escaleras, muchas veces esperando con golpes de porras y gas pimienta, es el primer destino de las cientos de personas que llegan cruzando el Mediterráneo. Así comienzan las trágicas odiseas de cientos de hombres, mujeres y niños en la alambrada, si es que no mueren antes ahogados en la inmensidad oceánica.
Una vez que llegan a sus destinos, muchos de ellos son llevados a los Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) que se extienden por toda la Unión Europea, de acuerdo a la política migratoria común suscrita en el acuerdo de Schengen 1985.
Según la cartografía realizada por la organización Migreroup, una de las organizaciones dedicadas a exigir el cierre de estas cárceles europeas para miles de inmigrantes, en Europa existen 393 Centros de Internamiento para Extranjeros (CIEs), la mayoría ubicados en puntos cercanos a los aeropuertos de las grandes metrópolis.
Son conocidas las denuncias de malos tratos, torturas, desapariciones de las personas inmigrantes dentro de estos centros. Y en muchos de ellos se desarrollaron luchas de resistencia como en Reino Unido, donde se extendieron huelgas de hambre en protesta contra las condiciones inhumanas a las que son sometidos.
Las organizaciones por los derechos de las personas inmigrantes las consideran como verdaderas prisiones, además de ser la antesala de las deportaciones masivas. Estas expulsiones se llevan a cabo a través de los llamados ’macrovuelos’ o vuelos especiales de deportación con destino a Senegal, Nigeria, Marruecos, Colombia o Ecuador. Son esas «puertas secretas» a través de las cuales cada año se expulsan a miles de inmigrantes en situación irregular.
Las expulsiones se ejercen por tierra, mar o aire, de forma individual o colectiva.
Por ejemplo, en el Estado español, según una interesante investigación recogida en el libro «Paremos los vuelos. Las deportaciones y el boicot a Air Europa», entre el año 2000 y el 2003, fueron expulsadas de España en avión 14.397 personas; entre el año 2004 y el 2007, unas 40.787. Del total de expulsadas en estos dos períodos, lo fueron por avión el 19% y el 37%, respectivamente. Estas expulsiones son llevadas a cabo a través de compañías como Air Europa o Swift Air; empresas que junto al grupo ’Globalia’ han firmado contrato con el Ministerio del Interior.
Tras previas razias policiales controlando arbitrariamente a las personas según el color de la piel o los rasgos físicos, son arrancados de sus casas para ser encarcelados, maltratados por las fuerzas policiales y amarrados con bridas en los aeropuertos. Un camino oscuro, muy opacado y oculto, antes de la expulsión: «Pero los vuelos especiales, montados en las zonas oscuras de los Cie, de los calabozos, de las cárceles, de los aeropuertos; con traslados en vehículos blindados; amparados en una abundante escolta que no duda en ejercer la violencia ante cualquier señal de resistencia.», explica esta investigación.
Tras los atentados contra Charlie Hebdo, los gobiernos europeos imperialistas fomentaron un clima de miedo al conjunto de la población, para de este modo legitimar la militarización de las ciudades y todo tipo de medidas represivas, persecución a la población de inmigrantes y refugiados.
El blanco de tiro actualmente son los inmigrantes de la comunidad árabe musulmana que sufren el fomento de la islamofobia de parte de los gobiernos imperialistas de Europa y los grandes medios de comunicación.
A partir de este clima xenófobo se implementan todo tipo de medidas racistas para acabar llevar a cabo expulsiones masivas, «Dicen los datos de Eurostat que en 2012 fueron deportadas de España como resultado de un expediente de expulsión 18.865 personas. Los países de la Unión Europea realizaron 163.380 expulsiones. Más de la mitad las realizaron Reino Unido (33%), Francia (20%) y España (17%). En años precedentes la industria expulsora europea había llegado a producir medio millón de deportaciones.» (Paremos los vuelos)
El hambre y la miseria no tiene fronteras ni vallas. Y obliga a cientos de miles de trabajadores y trabajadoras a huir desesperados de sus terribles condiciones de pobreza. La respuesta de los gobiernos imperialistas europeos es culparlos de la crisis, de la falta de trabajo o del “abuso de la sanidad”.
Todo un discurso que, además de xenófobo, intenta eludir que el flujo migratorio busca mejorar sus condiciones de vida, huyendo de la pobreza de sus países de origen. Pobreza causada por el expolio y la explotación de los países y multinacionales imperialistas a los países coloniales o semicoloniales de América Latina, África, Asia y Europa del Este. Culpabilizar a las víctimas de su condición de víctimas es el fundamento para crear los CIE, la Ley de Extranjería, restringir derechos elementales como la Sanidad Pública y las expulsiones masivas.
Ante ello, cada vez son más las organizaciones sociales, políticas, de derechos humanos y que luchan por los derechos de las personas inmigrantes, que luchan y se movilizan contra las leyes de extranjería, el cierre de los CIEs, con lemas cómo «Papeles para todos» y la inmediata regulación para todos sin condiciones. «Nativa o extranjera, la misma clase obrera» es un grito constante en las cientos de manifestaciones y campañas que actualmente recorren las calles de los países imperialistas de Europa.