La “luna de miel” con Syriza, si es que puede decirse que hubo tal cosa, llegó a su fin. Este jueves, los hospitales públicos griegos celebraron su primera huelga contra el Gobierno. El respaldo popular a la estrategia del Gobierno en las negociaciones con la Troika cayó del 72% al 35 % en menos de tres meses. Grecia se acerca cada vez más a una “tormenta perfecta”.
El jueves Grecia amaneció con su sistema sanitario paralizado. Los médicos y el personal de los hospitales públicos secundaron una huelga de 24 horas, para exigir al gobierno de Syriza-ANEL que desembolse los fondos prometidos para la colapsada sanidad pública.
En los hospitales sólo hubo servicios mínimos y centenares de médicos y personal de la salud se manifestaron frente a las puertas del Ministerio de Sanidad para exigir que se cumplan sus reivindicaciones.
La huelga es la primera del sector desde las elecciones del 25 de enero. Su objetivo principal es conseguir «un calendario preciso de las reformas prometidas por el nuevo Gobierno y destinar fondos a los hospitales», declaró a Efe Dimitris Varnavas, presidente del sindicato de médicos de hospitales públicos OENGE.
«Necesitamos financiación para dejar de tener pacientes en camillas en los pasillos de los hospitales. Además, nos deben el pago de las horas extras desde enero», dijo Jrisula, camillera en un hospital de Atenas.
Al término de la protesta ante el ministerio, los médicos y el personal sanitario marcharon hacia el Parlamento y la sede del Gobierno, pero la policía antidisturbios les impidieron continuar su marcha hasta la sede del Ejecutivo.
La rebelión de los médicos y el personal sanitario no responde sólo a la dramática situación de la sanidad griega, que sufrió drásticos recortes en el presupuesto desde el estallido de la crisis capitalista.
El trasfondo son las nuevas medidas de “austeridad” impuestas por el gobierno de Syriza. A finales de abril, el Gobierno hizo votar en el Parlamento una ley que obliga a todos los organismos dependientes del Estado (desde los municipios, hasta los hospitales y todo el sistema sanitario) a poner al servicio del Gobierno sus reservas en caja, para contar con liquidez para hacer frente a los pagos de intereses de deuda que le reclaman sus acreedores.
La ley provocó la ira de los ayuntamientos de toda Grecia, que recayó principalmente sobre uno de sus viceministros de Finanzas, Dimitris Mardas. Tras conocerse la aprobación de la ley, una reunión de la Unión de Municipios (KEDE, en sus siglas en griego), a la que acudió Mardas, resolvió un llamamiento casi unánime a la resistencia y a no entregar un centavo de sus reservas presupuestarias.
La huelga de la sanidad, es la primera respuesta de los trabajadores a esta política del Gobierno. Como también lo son las manifestaciones de pensionistas contra las los recortes aplicados en el sistema de la seguridad social que afectan a las pensiones en Atenas, como la que tuvo lugar el pasado miércoles.
De momento, los fondos de pensiones o del paro están a salvo, pero nadie pone las manos en el fuego por que el Gobierno no vaya a utilizarlos para pagar la deuda.
Caída en picada de la popularidad del Gobierno
A pesar de que la propia formación del gobierno con los derechistas de ANEL (Griegos independientes) fue una primera señal de alarma, el partido del primer ministro Alexis Tsipras, Syriza, contaba hasta ahora con el apoyo popular, que no había cesado de crecer desde las elecciones del 25 de enero. Hasta ahora.
Si en marzo el 72% de los griegos respaldaba la estrategia del Ejecutivo en las negociaciones con la Troika (o con las “instituciones”, como eufemísticamente llama ahora Syriza al mismo entramado de poderes imperialistas –la Comisión Europea, el BCE y el FMI-), el índice de aprobación acaba de desplomarse a un 35%, según una encuesta realizada por la Universidad de Macedonia.
El debate sobre la posible salida de Grecia del euro, despierta sin embargo un sentimiento dividido. Aunque lentamente el miedo al “Grexit” comienza a perder terreno. En la encuesta de hace un mes, un 56 % aseguró temer este escenario, mientras que ahora solo el 50,5 % mantiene esta postura.
El 56 % de los encuestados cree que Syriza no está cumpliendo lo que dijo antes de las elecciones, frente a un 39 % que considera que sí. Toda una muestra de que la paciencia del pueblo griego se está agotando.
El deadline de junio: ¿hacia la “tormenta perfecta”?
Al cierre de esta edición de La Izquierda Diario, las tensas negociaciones entre el gobierno Syriza-ANEL y la Troika sobre un acuerdo para conseguir los fondos que restan del actual programa de “rescate” a Grecia.
La clave de las negociaciones se estaría centrando en las “condiciones de cumplimiento” del actual programa, que vence en junio, antes que la extensión del “rescate” hasta el otoño boreal, según habría dicho un funcionario de alto rango de la Comisión Europea.
Para llegar a este punto, el Ejecutivo griego viene haciendo todo tipo de gestos y concesiones. Entre las últimas, el recambio del equipo de negociadores griegos, haciendo a un lado a Yanis Varufakis tras la reunión del Eurogrupo del 24 de abril, algo que complació a los líderes de la UE.
El otro gran gesto, fue el desembolso de 750 millones de euros pagados la semana pasada al FMI, para el cual Atenas utilizó parte de un fondo especial de urgencia del Banco Central heleno y estuvo al borde de tomar prestado el dinero de las cajas de los municipios.
Pero el hecho indudable es que Atenas se está quedando sin liquidez para afrontar los 1.500 millones del vencimiento de junio. Por no hablar de los vencimientos en julio y agosto de la deuda contraída con el Banco Central Europeo, por valor de 6.700 millones de euros, que penden sobre la cabeza del gobierno.
De allí que los negociadores estén apresurando el ritmo en las últimas horas para evitar que se llegue a la “tormenta perfecta”: la cesación de pagos, combinada con la caída del apoyo al gobierno entre la población y el reverdecer de la lucha de clases.
Escenarios, de malos a peores
En este marco, crecen las especulaciones sobre los distintos escenarios que se abrirían si Grecia se queda sin dinero y no se llega a un acuerdo con los acreedores.
Antes de salir del Euro, el Gobierno de Syriza-ANEL tendría varias opciones, aunque ninguna de ellas sea muy popular: desde establecer un “corralito” al estilo Argentina pos-2001 que impida la fuga masiva de capitales de sus bancos, hasta establecer una “moneda paralela” –otro experimento que se utilizó en Argentina-, una suerte de neodracma.
Sin embargo, la idea que viene cobrando más fuerza desde hace semanas es la posibilidad de realizar unas elecciones anticipadas o un referéndum sobre la política del Gobierno.
Este último escenario contaría con el beneplácito de muchos de los líderes imperialistas de la UE, que ven que la “opinión pública” griega más conservadora, atemorizada por la posibilidad de un “Grexit”, le permita a Tsipras consolidar su giro a la derecha y legitimar un nuevo programa de ajustes “a la Syriza”.
Pero sea cual sea la variante que se imponga, ninguna de ellas responde a los intereses de la clase trabajadora y los castigados sectores populares de Grecia.
Desde el acuerdo con la Troika de una prórroga de cuatro meses de su rescate financiero, a fines de febrero, el gobierno de Tsipras prepara las condiciones para una nueva capitulación, sea a través de un acuerdo en la mesa de negociación o mediante salidas más “complejas”, como un referéndum que abra paso a una nueva era de “austeridad de izquierda”.
Hace pocos días, sectores del ala izquierda de Syriza pidieron abiertamente la ruptura con los acreedores. «Es necesario escoger entre el acuerdo de austeridad, que se puede adivinar, y la opción de romper con los acreedores. Syriza no puede transformarse en un partido que apoye la austeridad, tampoco el Gobierno puede aplicar el memorando (programa de rescate)», afirmaron los organizadores de un debate que se celebró el martes en Atenas.
Pero esta perspectiva de “ruptura” es estéril si no se retoma el camino de la lucha de clases, en las calles, las plazas, las fábricas y empresas, las escuelas y universidades. Para acabar con el chantaje de la Troika y romper con “las instituciones” imperialistas de la UE y sus memorándums, que ahogan al pueblo griego en la miseria y la desesperación, es necesario retomar y profundizar el camino de la movilización, con el objetivo de imponer la anulación de la deuda y un programa de medidas anticapitalistas para que la crisis la paguen quienes la generaron.
Las trabajadoras, trabajadores y el pueblo griego, que han demostrado una enorme voluntad de lucha con más de 30 huelgas y paros generales, contra la troika y los gobiernos capitalistas, y ahora vuelven a salir a la lucha, son la única fuerza social capaz de imponer esta salida.
En ese camino, desarrollar la solidaridad y movilización internacional de los trabajadores y los pueblos de Europa es la gran tarea del momento.