Las recientes elecciones en la provincia de Mendoza muestran el avance del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT). Su candidata a gobernadora, Noelia Barbeito (PTS) hizo una elección histórica con más de 110 mil votos. En este marco, en las elecciones nacionales de agosto por primera vez se realizará una primaria en el FIT en la cual competirán dos listas una del Partido Obrero e Izquierda Socialista y otra del Partido de los Trabajadores Socialistas. ¿De dónde proviene la fortaleza del FIT? ¿Qué se debate en su elección interna?
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) se constituyó como frente político-electoral en el año 2011 para enfrentar una proscriptiva reforma electoral impulsada por el gobierno kirchnerista. Según esta ley, todo partido que no sobrepasase el 1,5% de los votos a nivel nacional (alrededor de 400 mil votos) y en cada distrito en las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), quedaba excluido de la elección general.
Contra esta maniobra del régimen que buscaba eliminar de las elecciones cualquier alternativa de independencia de clase se conforma el FIT. El Frente está formado por el Partido Obrero (PO) y el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) que son los dos principales partidos de la izquierda argentina, e Izquierda Socialista (IS). Las tres organizaciones que lo conformamos nos reivindicamos trotskistas. Su programa fundacional, que luego fue complementado con toda una serie de declaraciones programáticas, no solo plantea claramente una perspectiva de independencia de clase de los trabajadores, sino que critica y se delimita tajantemente de las corrientes populistas referenciadas en los llamados gobiernos posneoliberales (Evo Morales, chavismo, obviamente kirchnerismo, etc.) de mucho peso en Latinoamérica. Se trata de un programa transicional, antiimperialista y anticapitalista, que culmina en el planteo de “un gobierno de los trabajadores y el pueblo impuesto por la movilización de los explotados y oprimidos”.
El intento de proscripción de la izquierda en el 2011 fue derrotado por el FIT, llegando en las elecciones generales a obtener más de medio millón de votos para la fórmula presidencial y casi 600 mil para cargos legislativos. En 2013 dio un nuevo salto electoral llegando a 1 millón 300 mil votos en las elecciones generales y obteniendo tres bancas en el congreso nacional (una por la provincia de Buenos Aires, otra por Mendoza y otra por Salta), las únicas bancas de la izquierda, y varias bancas legislativas a nivel provincial y municipal.
En la elección anticipada a gobernador del pasado domingo 22 en la provincia de Mendoza (quinto distrito electoral más importante del país) la candidata del PTS en FIT y senadora provincial, Noelia Barbeito, obtuvo el tercer lugar con el 10,32% de los votos, más de 110 mil, en una elección polarizada entre el candidato del gobierno y el de la oposición patronal. Una elección histórica para la izquierda argentina a un cargo ejecutivo provincial, que se suma al 17% obtenido en la elección de la capital esa misma provincia hace solo unos meses por Nicolás del Caño, que es diputado nacional por Mendoza y precandidato a presidente por el PTS en la primaria del FIT.
¿Por qué hay dos listas del FIT para las elecciones primarias?
En este marco, ante la negativa del PO a conformar una lista unitaria, por cuya conformación se pronunciaron reconocidos intelectuales y docentes sin militancia en los partidos del FIT, y luego de rechazar las múltiples propuestas en este sentido realizadas por el PTS (que pueden leerse acá, acá y acá), hoy el PO (e IS) y el PTS competirán en las próximas elecciones primarias. Cientos de miles de votantes del FIT elegirán cuales serán los principales candidatos para enfrentar a los candidatos patronales como Scioli, Macri y Massa, todos hijos políticos del neoliberalismo de los años ’90, encarnado en la figura del ex-presidente Carlos Menem. Cabe remarcar que, como su nombre lo indica se trata de elecciones primarias donde los votos de ambas listas se suman como votos del FIT de conjunto frente al resto de los partidos y para superar el piso del 1,5% impuesto por la legislación.
Ahora bien, ¿de dónde proviene la fortaleza del FIT entre sectores de masas? ¿Qué tiene para decir esta experiencia frente a la creciente adaptación de la izquierda a nivel mundial a los fenómenos neoreformistas como Podemos o Syriza y/o a los gobiernos posneoliberales latinoamericanos? ¿Qué es lo que se está debatiendo en esta interna del FIT? ¿Qué diferencias de estrategia expresa esta elección primaria en la izquierda? Y dentro de estos debates ¿qué expresa la reciente elección del FIT en Mendoza, uno de los bastiones del PTS? Intentaremos responder sintéticamente estas preguntas.
Orígenes: la izquierda trotskista en la Argentina pos-2001
Las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 sacudieron la Argentina y marcaron un antes y un después. Por primera vez, caía producto de la movilización popular un gobierno surgido de las elecciones. Pero para aquel entonces, la izquierda trotskista, que en la Argentina cuenta con una fuerte tradición histórica, llegó sumamente debilitada, especialmente en el movimiento obrero (fragmentado y dividido en el marco de un 25% de desocupación) y no tuvo un papel significativo.
Sin embargo, al final de la década, y mientras la mayoría de las corrientes del trotskismo a nivel internacional retrocedían, en el marco de proyectos fracasados de “partidos amplios”, o del abandono del trotskismo por parte de corrientes de gran tradición como Liga Comunista Revolucionaria de Francia, o directamente por degeneración sectaria, en Argentina la izquierda trotskista, principalmente el PO y el PTS se mantenían en el programa y avanzaban políticamente.
¿Por qué se dio este fenómeno? La explicación hay que buscarla en que ambos partidos salimos de la crisis del 2001 ligados a procesos de la lucha de clases del movimiento obrero. El PO en torno al movimiento de desocupados. El PTS en torno al movimiento de fábricas bajo gestión obrera, cuyo emblema fue la fábrica Zanon. Este movimiento tuvo como uno de sus principales referentes a Raúl Godoy (PTS), que recientemente fue reelecto como diputado provincial en Neuquén y encabezará la lista del PTS para las primarias del FIT en esa provincia.
Ya en ese entonces el PO y el PTS adoptaron estrategias divergentes de construcción. El PTS emprendió un trabajo, muchas veces gris y poco “vistoso”, en el movimiento obrero y en los sindicatos de la industria aprovechando el proceso de recomposición objetiva de la clase obrera. El PO, bajo la teoría de que el sujeto ahora eran los desocupados (“sujeto piquetero”) se quedó aferrado a este movimiento mientras se debilitaba producto de la cooptación de sus direcciones y de la recomposición económica que hizo que los desocupados entraran a trabajar, eso sí, la mayoría de las veces en condiciones de precarización laboral.
Con la crisis mundial que golpeó duramente a la Argentina en el 2009, el proceso de desarrollo de la vanguardia obrera en la industria que se venía gestando pasa a primera plana de los medios de comunicación al enfrentar los despidos masivos. El emblema de estas luchas fue la fábrica Kraft, de alrededor de 2500 trabajadores, cuya comisión interna contaba con una minoría del PTS representada por Javier “Poke” Hermosilla (actual candidato a vice-gobernador de Buenos Aires por la lista del PTS en las primarias del FIT). Producto de este conflicto, con una huelga prolongada que solo pudo ser derrotada con la represión y la “toma” de la fábrica por la policía, la cual fue trasmitida en directo por los principales canales de televisión, “surge” públicamente a una escala no vista anteriormente la vanguardia obrera y con ella el PTS. El PTS pasa a dirigir la comisión interna de Kraft que se constituye en referencia para todo un sector de trabajadores y hace desistir a las patronales del plan de atacar fábrica por fábrica.
Este salto se expresa en las elecciones de 2009. Luego que el PO rechazara incorporarse a un frente electoral común, el PTS conforma una alianza con Izquierda Socialista y el MAS, el Frente de Izquierda y los Trabajadores Anticapitalista y Socialista. Éste supera en votación en la provincia de Buenos Aires al PO, corriente que tiene más de 50 años de existencia en la argentina.
Sobre la base de esta mayor paridad de fuerzas y para superar el piso proscriptivo de la nueva ley electoral, el PO revisa en 2011 su decisión de 2009 y surge el Frente de Izquierda y los Trabajadores que levanta la fórmula Jorge Altamira (PO) presidente y Christian Castillo (PTS) vicepresidente y saca, como decíamos, más de medio millón votos poniendo en la escena nacional una alternativa política de independencia de clase en la Argentina.
La debilidad los proyectos reformistas de oposición
A diferencia de países como Grecia con Syriza o el Estado Español con Podemos, variantes de este tipo están ausentes del escenario político argentino. Partidos como el MST, que aspiran a este tipo proyectos, estuvieron todos estos años buscando algún aliado de centroizquierda para concretarlo y vienen fracasando estrepitosamente. En las recientes elecciones de la Capital Federal no lograron superar el 1,5% de los votos. Otras coaliciones de mayor envergadura como Proyecto Sur del cineasta Pino Solanas se han diluido sin pena ni gloria.
Estos fracasos se deben, por un lado, al discurso reformista del propio gobierno kirchnerista, pero también por izquierda, a la existencia y consolidación del FIT como alternativa de peso. Otro camino ha seguido gran parte de la izquierda, incluso aquella proveniente del trotskismo, en el Estado Español y en Grecia. Han puesto sus energías en desarrollar variantes reformistas como Syriza (que actualmente está inclinándose ante la Troika), o Podemos, cuya dirección encabezada por Pablo Iglesias les ha “agradecido” los servicios prestados obligándolos a disolver su organización en el caso de Izquierda Anticapitalista.
Este bloqueo relativo del reformismo opositor, que desde luego nunca puede darse por definitivo, al que ha contribuido en los últimos años el FIT como frente de independencia de clase, se refuerza en las elecciones provinciales anticipadas que se desarrollaron en los últimos meses donde el FIT ha consolidado su espacio electoral. Estaríamos ante la tercera tanda de elecciones (2011, 2013, 2015) donde el FIT se mantiene como fuerza de peso.
Esta permanencia muestra que no se trata simplemente de haber “ocupado” un espacio electoral vacante sino que expresa el enraizamiento del Frente en sectores sociales fundamentales, dando lugar a una verdadera sinergia entre “lo social” y “lo político” de la que se nutre el FIT. Esto desde luego no quita que aumenten o disminuyan los votos, cuestión que sí depende en gran medida de la coyuntura, y que hacía el futuro estará determinado también por cómo quede finalmente conformado el mapa político luego de las elecciones presidenciales.
La lucha de clases y la articulación entre “lo social” y “lo político”
El kirchnerismo encabezó luego del 2001 la recomposición del Estado burgués bajo el impulso de la recuperación de la economía (basada en una megadevaluación de los salarios y el “boom” de las materias primas) y mediante un discurso reformista, a través del cual alcanzó a cooptar, por ejemplo, a un sector importante de los organismos de derechos humanos, con larga trayectoria en la Argentina. Otro sector continuó la lucha y se mantuvo independiente del gobierno, del cual Myriam Bregman, la candidata a vicepresidenta por el PTS en las primarias es una de las principales referentes.
Hasta el estallido de la crisis mundial en 2008, el kirchnerismo representó una especie de bloqueo relativo al surgimiento de una alternativa política por izquierda. Tanto es así que los intelectuales kirchneristas se jactaban de que “a la izquierda del kirchnerismo había una pared”.
Pero la clave está en el adjetivo “relativo”. ¿Por qué era relativo? En primer lugar, porque en el movimiento obrero los “representantes” del “proyecto nacional y popular” eran (y son) los mismos burócratas sindicales que están en sus sillones desde hace décadas, con sus patotas, odiados por los trabajadores, socios de las patronales, en muchos casos con vínculos directos con la dictadura militar del ‘76, en contradicción abierta con el discurso de defensa de los derechos humanos del gobierno.
Ese odio a la burocracia fue el que alimentó el proceso de organización y lucha en el movimiento obrero que se dio en llamar “sindicalismo de base”, ligado a las comisiones internas (constitutivas de “la anomalía Argentina” como la llamó Adolfo Gilly). Uno de los emblemas de este movimiento fue el estratégico sindicato del subte, actualmente dirigido por un sector kirchnerista pero con fuerte oposición cuyo principal referente es Claudio Dellecarbonara (PTS), recientemente electo como parte del secretariado del sindicato, y que es candidato al Parlasur (parlamento regional del Mercosur) por la lista del PTS para las primarias.
De la mano de este proceso y acompañándolo codo a codo se dio el avance del PTS en el movimiento obrero. Los trabajadores votaban delegados del PTS y la izquierda, pero en muchos casos seguían referenciándose políticamente, aunque sin pasión alguna, en el kirchnerismo. Con lo cual la lucha por la organización en el lugar de trabajo iba de la mano, para los revolucionarios, de una constante lucha política a la defensiva.
Sin embargo, el kirchnerismo fue incapaz de crear una corriente propia en el movimiento obrero (en especial en la industria) diferente a las burocracias tradicionales. Esta contradicción entre el “progresismo” del gobierno y la realidad de una burocracia sindical con métodos fascistoides, llegó a su punto máximo con el asesinato a manos de la patota de la Unión Ferroviaria (aliada del kirchnerismo) del joven militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra en 2010. Una crisis política nacional que hizo trastabillar al gobierno, que solo pudo recuperarse políticamente luego de la muerte semanas después del propio Néstor Kirchner.
En 2012 se daría a su vez la ruptura definitiva del gobierno de Cristina Kirchner con el único sector más o menos prestigiado de la burocracia, encabezado por Hugo Moyano, dirigente del poderoso sindicato de Camioneros. Debilitando aún más el control del gobierno sobre el movimiento obrero.
La conformación del FIT, que estuvo precedida por luchas emblemáticas, como la lucha de Kraft (contra los despidos) o la ferroviaria (contra la precarización laboral), puso en la escena nacional una alternativa política de independencia de clase. Su irrupción en el escenario político, combinada con los avances de la izquierda (el PTS cuenta con un importante trabajo en la zona norte del Gran Buenos Aires, la de mayor concentración obrera del país), permitió el surgimiento en el movimiento obrero de sectores, ya no solamente antiburocráticos y combativos sino también “de izquierda”, referenciados políticamente en el FIT. Contrarrestando así la amplia tradición impuesta por la burocracia peronista contra “los zurdos”, o su equivalente actual “los trotskos”.
Esta sinergia entre “lo social” y “lo político”, que a partir de la conquista de diputados incluyó la lucha parlamentaria poniéndola al servicio del desarrollo de la lucha de clases, es la clave hasta hoy de la consolidación del FIT. Que no solo se da en el movimiento obrero, sino también, en el movimiento estudiantil con sectores que se referencian en la izquierda y luego se convierten en aliados fundamentales de las luchas de los trabajadores.
También en el movimiento de mujeres, de gran trayectoria en Argentina, que el kirchnerismo siempre quiso cooptar pero que no pudo (que recientemente se expresó en la masiva e histórica movilización del 3 de junio contra la violencia contra las mujeres) y dentro del cual se desarrolló una importante “fracción de izquierda”, cuyo referente más importante es la agrupación Pan y Rosas conformada por compañeras del PTS e independientes, funda por Andrea D’Atri, actualmente una de las principales candidatas en las listas del PTS en las primarias del FIT.
La lucha por la absolución de los trabajadores petroleros de Las Heras, que desde el PTS y las organizaciones que conformamos la Fracción Trotskyta – Cuarta Internacional hemos tomado como bandera estando entre los principales impulsores de una amplia campaña nacional e internacional, tendrá también expresión en las listas del PTS en las primarias del FIT con la candidatura independiente de Ramón Cortés, uno de los trabajadores condenados actualmente cadena perpetua sin prueba alguna y en un juicio plagado de gravísimas violaciones a los derechos humanos.
Diferencias de estrategia en el FIT
Junto con la negativa a conformar una lista unitaria hacia las elecciones primarias, el PO viene desarrollando una reformulación de la táctica del “frente único” elaborada originalmente por la III Internacional. Según plantea Jorge Altamira, el FIT sería un “frente único” que de táctica pareciera convertirse en estrategia. En sus palabras: “La defensa del Frente Único es la gran delimitación estratégica y de principios al interior del Frente de Izquierda”.
En otro artículo hemos polemizado con este planteo y señalado que se trata de una absoluta confusión entre lo que es un frente único y un frente político-electoral, que como señalamos lleva a “despojar de todo fundamento tanto al frente único, cuya clave es la acción común por objetivos precisos en la lucha de clases, como al bloque político-electoral que se distingue justamente por su programa. La consecuencia es transformar a ambas en políticas oportunistas.”
Transformar el Frente Único en un problema de una lista común para las elecciones, lo saca de su eje en la lucha de clases. Mientras que confundir un bloque político-electoral con un “frente único” está en función de devaluar la discusión seria de programa como condición para cualquier incorporación o candidatura importante en el FIT.
Esta discusión se expresó prácticamente en torno a organizaciones que, en muchos casos, muy recientemente han definido su apoyo electoral al FIT pero que no sostienen un programa claro de independencia de clase sino que se referencian críticamente en Syriza o Podemos o en el evomoralismo o el chavismo.
Esta política de querer incorporar sin una discusión seria de programa a organizaciones que no coinciden con el programa del FIT, sin que, en muchos casos, haya tampoco ninguna práctica común e incluso habiendo enfrentando al FIT en elecciones provinciales, no es más que minar la fórmula que sustenta el éxito político del Frente de Izquierda: un programa claro de independencia de clase y una consecuente y decidida intervención en la lucha de clases y en los movimientos, como el movimiento de mujeres.
Discusiones de este tipo, ya hemos tenido, por ejemplo, en el 2012, cuando el Partido Obrero llamó a votar críticamente a Syriza, que supuestamente tendría que haber llamado a formar un “gobierno de izquierda” que fuese un puente hacía un “gobierno obrero”. Se trata de una visión evolutiva de la conformación de un gobierno de los trabajadores. Estas discusiones de estrategia también se expresan en otros debates parciales, como el que tenemos en torno a las fuerzas represivas, para las cuales actualmente el PO comenzó a plantear “el control de las comisarias por representantes electos”, cuestión reñida con el programa del FIT. Un “control” que es utópico en general, y en particular con la policía que es la principal administradora del crimen organizado, cuestión en la cual Argentina no es una excepción ni mucho menos.
Parlamentarismo revolucionario y lucha de clases
Estas discusiones están lejos de agotarse en un debate “teórico”, tienen consecuencias prácticas. Sin embargo, en la situación no-revolucionaria que prima en la Argentina, si uno ve las innumerables votaciones en las que los parlamentarios del FIT han tenido que participar, en ninguna cuestión de trascendencia el FIT ha votado dividido, lo que muestra su coherencia interna.
En la intervención en la lucha de clases es donde se presentan las mayores diferencias prácticas. Solo basta ver las diferencias en intervención del PO y el PTS en el conflicto más duro y largo de la década kirchnerista. Hablamos del conflicto contra la multinacional LEAR que estalló a mediados de 2014, donde el PTS cuenta con una fracción (en un sindicato “totalitario” como es el SMATA) que resiste hasta hoy frente a la patronal y a la burocracia sindical aliada al gobierno kirchnerista. Un conflicto que incluyó 240 despedidos, 21 cortes de la principal autovía de Buenos Aires, 16 Jornadas Nacionales de Lucha con piquetes en todo el país, 5 represiones, 22 detenidos, 80 heridos, 16 medidas judiciales a favor de los trabajadores, dos semanas de lockout patronal. Que implicó la “caída en desgracia” del principal funcionario de seguridad a nivel nacional del gobierno y la prohibición judicial de la intervención de la principal fuerza represiva para los conflictos sociales, la gendarmería nacional. El principal dirigente del conflicto Rubén Matu (PTS), encabeza hoy la lista de diputados provinciales por la zona norte y noroeste del Gran Buenos Aires por el PTS para las primarias.
Otro tanto podemos decir de la intervención de los obreros del PTS en la toma de la planta de la multinacional Donnelley, frente a los despidos y el vaciamiento patronal, actualmente bajo gestión de los propios trabajadores.
En estos dos conflictos en el corazón del movimiento obrero de la zona norte del Gran Buenos Aires, de amplia repercusión pública nacional e impacto en la conciencia de cientos de miles de obreros tanto Nicolás del Caño, como diputado nacional, como Christian Castillo, como diputado provincial de Buenos Aires estuvieron codo a codo con los trabajadores, siendo reprimidos junto con ellos, y se ganaron el ataque público sistemático del secretario de seguridad Sergio Berni, incluida una patota de la burocracia del sindicato metalúrgico que fue al congreso nacional a hostigar a del Caño en plena sesión.
Luego de haber sacado el 15% de los votos en su provincia en 2013, Nicolás del Caño, se transformó en un referente nacional de la izquierda, no solo por su destacada intervención en el parlamento sino también por estar codo a codo en la lucha de clases en los conflictos más duros protagonizados por los trabajadores en el último tiempo en Argentina.
¿Qué se discute en las primarias del FIT?
En las primarias del FIT en parte se discute todo lo anterior, pero también se discuten dos políticas para el Frente de Izquierda. Una de estas políticas ya la expresa PO, así como también IS, centrando su campaña en atacar a los principales candidatos de las listas del PTS. También se expresó en la negativa a conformar el FIT junto con el PTS en la provincia de Salta, lo que lleva a un enfrentamiento electoral PO-PTS donde los votos no se suman para superar el piso proscriptivo del 1,5% en las primarias, dividiendo así los votos del Frente ante los candidatos patronales. Esta estrategia expresa una resistencia marcada a superar la vieja “vida de pequeños círculos” en la izquierda, donde la clave está puesta en las zancadillas de aparato por fuera del movimiento de masas.
La orientación que el PTS propone para el FIT creemos que está bien sintetizada en el lema de nuestra lista: “renovar y fortalecer el FIT con la fuerza de los trabajadores, las mujeres y la juventud”. Expresión de esta política fue la amplia votación de Noelia Barbeito como candidata a gobernadora en Mendoza, quien fuese una de las principales impulsoras, con Pan y Rosas y el PTS, de las movilizaciones contra la violencia contra las mujeres en Mendoza en la jornada histórica del 3 de junio pasado, que lucho codo a codo como senadora con los trabajadores municipales de la localidad de Lavalle. Que estuvo en primera fila de los principales conflictos en la provincia, al tiempo que enfrentó en la cámara de senadores, a la casta de políticos patronales, que se resisten a aumentarle los salarios a los docentes pero que más se niegan a equiparar sus sueldos a los de una maestra. Que fue atacada por todos los políticos y medios burgueses por negarse a elegir en una sesión secreta de la cámara a jueces a medida de los intereses patronales planteando que todo juez debía ser electo por sufragio universal. Que señaló en cada debate público, frente a los proyectos de “ajuste” contra los trabajadores de todos los candidatos patronales, la necesidad de expropiar a los principales capitalistas de la provincia.
Todo esto es lo que llevó a la identificación de más de 110 mil trabajadores, jóvenes, entre ellos miles de mujeres a las cuales la campaña del PTS en el FIT se dirigió en forma privilegiada, con la candidatura de Barbeito. Con la fuerza de estos sectores a nivel nacional es que puede hacerse poderoso el programa del FIT en todo el país, generando aquella sinergia entre “lo social” y “lo político” que señalábamos antes, cuyas posibilidades el FIT aún tiene que aprovechar hasta el final.
La definición entre estas dos políticas no se agota en una contienda electoral ni mucho menos, serán, como siempre los grandes eventos de la lucha de clases los que definan cual es acertada y cual no.
En estas elecciones vamos a defender esta política, de renovar y fortalecer el FIT con la fuerza de los trabajadores, las mujeres y la juventud. No solo porque nuestros candidatos sean jóvenes luchadores con los cuales se identifican miles y miles de jóvenes trabajadores precarizados, estudiantes, como mostró Nicolás del Caño en Mendoza. Tampoco solo porque nuestras listas, como en la Capital Federal y otros distritos, estén conformadas por 70% de mujeres, siendo la primera vez en la historia que esto sucede, ni solo por los cientos de trabajadores de los principales procesos de lucha y organización de la clase trabajadora argentina que conforman nuestras listas.
Sino, sobre todo, porque las listas del PTS en la primaria del FIT están en función de esta perspectiva, porque aquella es la fuerza, la única fuerza, que puede hacer poderoso al Frente de Izquierda, y que puede dar vida a un partido revolucionario que sea capaz de derrotar a la burguesía, a su Estado, y remover el capitalismo desde sus cimientos para terminar con la explotación y la opresión. Con este objetivo luchamos cotidianamente y es el mismo que vamos a defender en estas primarias de la izquierda.