La policía de Macedonia lanzó este viernes por la mañana gases lacrimógenos y granadas aturdidoras, colocando una alambrada de 300 metros, contra los refugiados que intentaban atravesar la frontera con Grecia.
Estos hechos ocurrieron después de que el pasado jueves el Gobierno de Macedonia decretara el «estado de emergencia» en las regiones fronterizas del sur y del norte, debido a que, según anunció el Ministerio del Interior, en las últimas semanas han entrado en el país miles de refugiados.
El Ministro Ivo Kotevski, había afirmado que «Esta medida se impone con el fin de aumentar la seguridad de la población en las regiones fronterizas, así como para garantizar el tratamiento integral y humano de los migrantes que transitan por el país».
Así respondió este viernes por la mañana con una brutal represión nada «integral y humana» a uno de los dramas más acuciantes de Europa: fronteras mortales por mar y tierra para miles y miles de refugiados e inmigrantes «irregulares» según las reaccionarias leyes de extranjería europea.
Las fuerzas represivas intentaron dispersar a más de 2.000 inmigrantes, en su mayoría refugiados, que desde el pasado miércoles se encontraban en Eidomeni, el paso fronterizo del sur de la Antigua República Yugoslavia de Macedonia. Tras la brutal represión hubo diez heridos, según un equipo de la ONG Médicos Sin Fronteras en la zona, cuatro de ellos graves, que fueron transportados en ambulancias al hospital de Kilkis, en territorio griego.
Para llevar a cabo esta operación, las fuerzas policiales buscaron mantener a distancia a las personas inmigrantes, para lo cual colocaron en la frontera, alambradas de espino de una longitud de entre 200 y 300 metros.
En las fronteras del país con Grecia, en el sur, y con Serbia, en el norte, existe una gran afluencia de personas inmigrantes, en su mayoría refugiados que intentan atravesar el país para continuar su viaje al centro y norte de Europa. Según cifras oficiales, más de 40.000 refugiados llegaron en Macedonia en los dos últimos meses.
Según los medios locales, desde este miércoles al menos 1.500 de ellos están a la espera de poder atravesar el paso fronterizo de Eidomeni. Así pudimos ver las dramáticas postales de grupos de mujeres, hombres y niños resistiendo las elevadas temperaturas de verano, sin techo y sin acceso servicios básicos.
No es el gobierno griego el que presta ayuda y solidaridad a estas familias. Son organizaciones, asistentes sociales y sobre todo, la misma gente de a pie que se acerca darles comida y ayuda.
Como decíamos en otro artículo, esta odisea de los refugiados es una mancha de vergüenza para el gobierno de Syriza.