Tras una sesión maratónica que duró más de 20 horas el parlamento heleno votó finalmente el “rescate” acordado entre Tsipras y la Troika, que incluye un brutal paquete de privatizaciones, apoyado por los partidos de la derecha. El malestar se hizo sentir en las calles con marchas en plaza Syntagma y dentro de las filas de Syriza, donde Tsipras perdió la mayoría parlamentaria.
Del total de las 149 bancas que posee Syriza en el parlamento, votaron a favor del nuevo menorandum 118, que son dos menos de los necesarios para poder gobernar con mayoría propia. Es decir que la votación que terminó esta madrugada lo deja a Tsipras al borde del pedido de un voto de confianza para mantenerse en el gobierno, o en su defecto llamar a elecciones anticipadas.
Si bien la votación del paquete de “rescate” se aprobó por 222 votos a favor, 64 en contra y 11 abstenciones, el gobierno de Tsipras queda profundamente debilitado por la crisis dentro de su propio partido. Al igual que en las últimas dos votaciones Tsipras se apoyó en los votos de la oposición de derecha de Nueva Democracia y To Potami (además del PASOK), mientras que el apoyo dentro de Syriza fue mermando y en la votación de ayer 47 de sus diputados se pronunciaron en contra (más de 30 por el no, 11 abstenciones y 1 ausente).
El acuerdo aprobado por el parlamento griego, que deberá ser refrendado este viernes por los ministros de finanzas del eurogrupo, exige un programa de privatizaciones en tiempo record y una auditoría de las mismas en el mes de octubre para liberar un primer tramo del “rescate”, que debería ser de 85.000 millones de euros durante los próximos tres años. El borrador de documento aprobado por Tsipras y la Troika incluye la privatización en un plazo máximo de seis meses de los dos principales puertos (Pireo y Tesalónica), la red de energía eléctrica, aeropuertos regionales y la red de ferrocarriles, entre otros. Con estas medidas se pretende recaudar unos 6.400 millones de euros en los próximos dos años. Sin embargo no son pocos los analistas que auguran que estas empresas se van a terminar vendiendo a precios irrisorios hundiendo aún más en la pobreza a los trabajadores y el pueblo griego.
Es tal la magnitud de la entrega de este tercer memorándum que el debate parlamentario estuvo plagado de rispideces y acusaciones políticas y personales entre las distintas bancadas y también al interior de Syriza. Mientras tanto en la céntrica plaza Syntagma varios miles de manifestantes se pronunciaban contra el memorandum y el nuevo plan de ajuste.
Tsipras en la cuerda floja
En un cínico discurso antes de comenzar la votación, Tsipras defendió la decisión de aceptar el programa de privatizaciones, aumento de impuestos y recorte de gastos sociales, con el argumento de que tuvo que elegir “entre seguir vivos o el suicidio”, y agregó “No lamento la decisión. No estamos exultantes pero tampoco en duelo. Tengo la conciencia limpia porque es lo mejor que pudimos lograr bajo el actual equilibrio de poderes en Europa, bajo las condiciones de asfixia económica y financiera que nos impusieron”.
El resultado es que Syriza, que se presentó como un gobierno anti austeridad (ya ni hablar de un gobierno de izquierda), terminó siendo el gobierno de la austeridad, aprobando un memorándum aún peor que los dos anteriores e hipotecando el futuro de Grecia.
Con esta votación parlamentaria, Tsipras ha logrado un triunfo pírrico. Haciendo el “trabajo sucio de la derecha” y con el memorándum aprobado, ahora se ve obligado a llamar a un voto de confianza para mantenerse en el gobierno y en una situación de extrema debilidad. En tan solo siete meses no solo ganó las elecciones y traicionó su programa original de gobierno, sino que también traicionó a los millones de griegos que en masa votaron por el NO (OXI) al acuerdo con la Troika a principios de julio. Ya hecho el trabajo sucio, la bancada del opositor Nueva Democracia, que aprobó el memorándum presentado por Tsipras, dijo que no le daría su apoyo parlamentario, lo que lo dejaría al borde de un llamado a elecciones anticipadas, con futuro incierto.
La votación de este viernes expresó las fuertes tensiones al interior de Syriza, que ya venía de una reunión de Comité Central hace dos semanas en la que Tsipras se había impuesto sobre la Plataforma de Izquierda del partido que pedía la convocatoria a un congreso urgente para discutir los lineamientos del gobierno. El Comité Central finalmente resolvió llamar a un congreso partidario para septiembre, es decir una vez que se hubieran aprobado todos los acuerdos con la troika en el parlamento. A pesar de esta resolución ninguno de los miembros de la Plataforma de Izquierda (encabezada por el ex ministro de energía, Lafazanis), ni de otros sectores críticos abandonó Syriza. En pos de la “unidad” prefirieron quedarse dentro del partido aún cuando, a la luz de la votación de ayer, existe la posibilidad de que para septiembre Syriza o bien ya no sea gobierno, o bien haya formado una nueva coalición para transformarse abiertamente en el gobierno del ajuste.
El llamado a un frente anit austeridad y anti memorándum
El jueves, antes de iniciar la votación parlamentaria el periódico electrónico Iskra (vocero de la Plataforma de Izquierda) publicó una declaración firmada por una decena de dirigentes entre los que se encuentran los de la Plataforma de Izquierda, dos de las organizaciones fundadoras de Antarsya (ARAN y ARAS), ex miembros del Partido Comunista (PKK) y del Partido Socialista (PASOK), entre otros. En esta declaración se llama a conformar comités para llevar hasta el final la lucha por el NO expresado en el referéndum del 5 de julio, para luchar contra la austeridad y el acuerdo con la Troika. Sin embargo el texto, que llama a la movilización para enfrentar el memorándum, no especifica ni un programa claro ni un plan de acción para llevarlo adelante. Tan solo hace una referencia a la lucha por “democracia y justicia social en Grecia”, un planteo aún más acotado que el programa de Tesalónica que había aprobado Syriza como plan de gobierno antes de asumir. Por su parte la Plataforma de Izquierda y sus dirigentes siguen sin abandonar Syriza, lo que muestra todos los límites de esta convocatoria. ¿Cómo se podría luchar hasta el final contra la austeridad con organizaciones que no están dispuestas a dejar el partido de gobierno que está aplicando el ajuste?
Stathis Kouvelakis, vocero de la Plataforma de Izquierda, refuerza este llamado diciendo que se trata de un “Frente por el No”, sin reparar mínimamente en estos aspectos. No ve ninguna contradicción en que su organización permanezca dentro de Syriza al mismo tiempo que llaman a enfrentar la austeridad. Por el contrario considera a esta convocatoria como “el primer paso hacia la constitución de un nuevo frente político que pueda reagrupar a todas las fuerzas de la izquierda radical que se opongan al Nuevo memorandum y al giro neoliberal del gobierno de Syriza”.
Sin dudas es necesario organizar toda la energía expresada en años de luchas, decenas de paros generales, y plasmada en el abrumador voto por el NO de julio pasado. Pero la pelea por un “NO hasta el final” no puede obviar las lecciones que ya dejó el gobierno de Syriza. La conformación de meros frentes antiausteridad, sin programas claros, sin llamar a los trabajadores, ni convocar a una huelga general contra los ajustes, no sería más que repetir la tragedia de Syriza una y otra vez.