El asesinato de un joven afroamericano a manos de la Policía de Milwaukee (Wisconsin, EE. UU.) volvió a encender la bronca. Segunda noche de protestas y enfrentamientos. ¿Un nuevo Ferguson?

Un nuevo asesinato encendió la bronca contra la brutalidad policial. El sábado a la tarde la Policía de la ciudad de Milwaukee (Wisconsin, Estados Unidos) asesinó a Sylville Smith, un afroamericano de 23 años. Según informa la Policía, Smith y otra persona huyeron cuando dos oficiales dieron la voz de alto, sin embargo hasta el momento el Departamento de Policía se negó a publicar las imágenes de la cámara que llevan todos los oficiales (body camera).

Al conocerse la noticia del asesinato, hubo protestas espontáneas en la ciudad de Milwaukee, donde los varones afroamericanos son el 18 % de la población pero representan el 90 % de las personas asesinadas por la Policía. El sábado por la noche varias columnas de jóvenes negros se acercaron a uno de los parques centrales del barrio Sherman Park (donde asesinaron a Smith), para expresar su bronca.

Represión: la única respuesta de las autoridades a la juventud negra

El domingo por la mañana, el gobernador del estado de Wisconsin Scott Walker emitió una orden ejecutiva para solicitar el apoyo de la Guardia Nacional. Con la excusa de apoyar a la Policía de Milwaukee para “contener” las protestas, que incluyeron el sábado algunos disturbios en el centro de la ciudad con saqueos y roturas de vidrieras, las autoridades del estado militarizaron la ciudad.

Como en Ferguson en 2014, cuando amigos y familiares de Michael Brown protestaban contra la Policía que lo había asesinado a quemarropa, la juventud de Milwaukee debe enfrentarse una vez más a la represión, la única respuesta que tienen para brindarle las autoridades. El alcalde de la ciudad, Tom Barrett, instó a los residentes de Milwaukee a que llamen a sus hijos e hijas para que no participen de las protestas, “Si ama a su hijo, si ama a su hija, llámelos, envíeles un mensaje de texto, lléveselos de las orejas a casa. Lléveselos ahora antes de que haya más problemas”.

La Policía reprime a la juventud en Milwaukee

Pero esto no impidió que los llamados a protestar se expandieran por las redes sociales. La noche del domingo 14 volvió a ser escenario de manifestaciones en las calles de Sherman Park y los manifestantes, mayoritariamente jóvenes afroamericanos, volvieron a chocar con la Policía que los obligaba a retirarse del centro. Como resultado de los enfrentamientos hubo personas heridas y algunos arrestos. El grito de protesta Black Lives Matter (las vidas negras importan) y Hands Up, Don’t Shoot (manos arriba, no disparen) volvieron a hacerse oír, esta vez en los barrios negros de Milwaukee. También resonó Black Power (poder negro) y Hell no, We won’t Go (No nos vamos a ir).

Una vez más: racismo e hipocresía

La Policía y las autoridades del estado insisten en que la persecución y asesinato de Sylville Smith estaban justificados porque tenía un arma. Al respecto, cabe señalar que sus amigos y familiares confirmaron que Smith tenía permiso para portar armas (como Alton Sterling y Philando Castile, ambos asesinados por la Policía en el mes de julio), lo que vuelve a poner el acento sobre cinismo que rodea el debate sobre el control de armas en Estados Unidos.

Milwaukee ostenta uno de los peores índices de racismo en el país, definido en varias oportunidades como uno de los peores lugares para vivir en Estados Unidos para los afroamericanos. Según el último censo, el estado de Wisconsin tiene una tasa de desempleo negro de 19,9 %, la más del país para la comunidad afroamericana y que quintuplica la tasa de desempleo blanca (es decir, por cada desempleado blanco hay 5 afroamericanos). Los índices de pobreza castigan con extrema dureza a la población negra: 39 %, mientras entre la población blanca apenas llega al 8% (Center on Wisconsin Strategy y The Star).

La pobreza y la marginación de la población negra alimenta el estigma y la guetización de los barrios en un círculo vicioso de racismo: solo el 1,6 % de los blancos viven en barrios pobres pero casi el 33 % de los afroamericanos vive en esos barrios. El norte de Milwaukee es negro y pobre, el centro y sur está poblado de suburbios blancos y ricos. Nadie se mezcla. Los hogares blancos del área metropolitana tienen un ingreso medio de 62 mil dólares, un hogar negro solo alcanza los 26 mil. Niños y niñas negras son condenados a la pobreza y las peores escuelas: los estudiantes blancos pobres representan el 24,2 % mientras que los negros superan el 78 %. La segregación y el racismo encuentra su punto culminante en las cárceles superpobladas de afroamericanos, la tasa de encarcelamiento de varones negros es de 11,9 % mientras la de varones blancos no llega al 1 %.

La bronca que estalló en los barrios negros de Milwaukee contra la brutalidad policial es solo la culminación de un grito ahogado durante décadas. Las autoridades vuelven a pedir calma, pero la juventud ya no puede esperar más. Su impaciencia es legítima.

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