Este 13 de octubre se cumple un año del comienzo de lo que fue la huelga mas larga en todo el Estado español desde la salida del franquismo. Una dura lucha que solo pudo ser derrotada, luego de una larga pelea durante mas de 8 meses, gracias a la colaboración de la dirección del sindicato Comisiones Obreras con la patronal y la poco disimulada connivencia del Gobierno de Catalunya.

Los conflictos siempre se pelean dos veces. Una vez en la arena, en el presente, en lo que se hace o se deja de hacer, en lo que se dice y lo que se calla. La segunda vez en su balance, en su relato, en la forma en que será contada y recordada. Los que jugaron en la arena para que este conflicto fuera derrotado querrán ahora esconder y hacer olvidar su sucio juego. E intentarán convencerles de que su tenacidad e intransigencia fue un gran error.

Mucha agua pasó ya debajo del puente. Hay mucho escrito y dicho sobre esta huelga. Y lo seguirá habiendo. Sin embargo solo basta con repasar los últimos 6 años de crisis, con sus millones de trabajadores expulsados de sus puestos de trabajo negándoles la posibilidad de subsistir, para darse cuenta que la estrategia del «diálogo», la «negociación» y en última instancia «la paz social» solo beneficia a los mismos.

Por el contrario, los conflictos que lograron victorias, debieron ser de forma inevitable conflictos duros, algo atípico y que genera alergia a las direcciones sindicales actuales. Estas sólo son arrastradas de las narices cuando los trabajadores se proponen dar pelea. Como fue en el caso de la gran huelga de Panrico, pero también de muchos otros.

Los trabajadores y trabajadoras de Panrico ya estaban vendidos por su dirección desde el comienzo. Cada paso de su pelea contra la patronal, llevaba a una fricción con la dirección del sindicato, ya sea la estatal o la de Catalunya, entre las que se pasaban mutuamente las responsabilidades. Cada iniciativa era ignorada o entorpecida. Y se mantenían en la más pasmosa inactividad (salvo reuniones con la empresa, negociaciones y trabajo de despacho).

El rol de la Generalitat fue en todo el conflicto la «representante» de la empresa, mirando para otro lado durante ocho largos meses frente a la vulneración del derecho fundamental de huelga de parte de la empresa que traía producto de fuera. Y como broche, el gobierno catalán premió a la patronal de Panrico con un crédito de 8 millones con dinero publico, mientras esta empresa a cuatro meses de acabar la huelga aún no da trabajo a los pocos trabajadores que no fueron despedidos.

La huelga de Panrico fue una lucha por evitar, lo que ya era una dura realidad para millones, a la que asisten impasibles estos dirigentes sindicales. Con ellos la derrota estaba garantizada pero gracias a los trabajadores la victoria era posible.

A pesar del resultado, esta enorme experiencia de organización y lucha no debe dejar de ser un gran ejemplo de determinación, que debe servir de inspiración a los combates que sin duda están por venir. Así como una fuente de lecciones para que las próximas luchas puedan superar los escollos y triunfar. Hoy un gran sector de trabajadores y trabajadoras están dispuestos a continuar su lucha en otros ámbitos. Así como también a difundir su experiencia para que los luchadores y luchadoras por venir no tengan que empezar de cero.

Publicado por Federico Grom

Federico Grom :: Barcelona

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