Entrevistamos a Joe Molina, exhuelguista de Panrico, militante de Clase contra Clase y uno de los impulsores de la iniciativa “No Hay Tiempo Que Perder” en Barcelona.

¿Cuál es desde tu punto de vista la situación de la clase trabajadora y sectores populares?

Hay una situación de urgencia para los trabajadores y los sectores más humildes. Por un lado, la crisis económica y sus efectos no deja de golpearnos. Más allá de los discursos de la recuperación que hacen Rajoy y muchos medios, millones de nosotros estamos en paro, la juventud especialmente y el que encuentra algo lo hace en unas condiciones de precariedad terribles. Pero también hay otras cifras que son dramáticas, como el número de desahucios, la pobreza infantil, el desmantelamiento de la sanidad.

Por el otro lado, esta descarga de males se está llevando a cabo a la vez que hay un claro retroceso en la movilización social. Aquí está claro que los principales responsables han sido y son la burocracia sindical que dirige CCOO y UGT. No sólo demuestran su rol traidor en huelgas como la de Panrico o Movistar, sino sobre todo en que desde 2012 se han negado a llamar a la más mínima movilización para enfrentar los recortes o la aplicación de la reforma laboral. El rol que están teniendo las nuevas formaciones llamadas del “cambio”, como Podemos o Unidad Popular-Izquierda Unida, es el de reforzar esa desmovilización, vendiendo ilusiones en un cambio tranquilo por la vía electoral que hoy se está quedando en el intento de formar un nuevo gobierno con el mismo PSOE de las reformas laborales, el pensionazo o el 135.

Has vivido en tu propia experiencia el rol del que hablas de la burocracia sindical en Panrico ¿Qué relación crees que tiene con el nuevo reformismo?

No son cosas muy distintas la verdad. En primer lugar, porque hay una parte de la izquierda reformista que es parte orgánica de la burocracia sindical. Me refiero a IU o aquí en Catalunya ICV también. Por ejemplo, los burócratas que traicionaron la huelga de Panrico, los dirigentes del Comité de Empresa y de la Federación Agroalimentaria, todos eran militantes y dirigentes de EUiA.

Ahora lo estamos viendo con el conflicto de TMB. La directora es una militante de este partido, ha colocado en puestos de directivo vip a otros dirigentes de ICV y se planta contra la huelga del metro y los compañeros de autobuses cuando éstos exigen que se acaben con los privilegios de los cientos de directivos puestos a dedo, la mayoría del PSC, ICV e EUiA, estos dos últimos integrados en Barcelona en Comú. Antes lo vimos también con el conflicto de Movistar, en el que la misma Colau se implicó para lograr que se desocupara la sede del MWC a cambio de una reunión y una vez que eso se logró, ella se ha dedicado a incumplir el compromiso de las escaleras, renovando el contrato ya dos veces con Telefónica o erigiéndose como la mayor defensora de este gran evento capitalista.

¿Qué te parecen los acercamientos entre Podemos y las direcciones de CCOO y UGT?

Podemos, al principio parecía que no se quería pronunciar mucho sobre el tema obrero y sindical. Pero a la vez que ha ido moderando su programa se ha visto un acercamiento cada vez mayor a los dirigentes de los grandes sindicatos, a Toxo y a Méndez, con los que se han reunido con buena sintonía y a los que reconoce la función de representar a todos los trabajadores, cuando no es así. No sólo porque hay millones de trabajadoras y trabajadores que ni están afiliados ni pueden votar en elecciones sindicales, sino sobre todo porque estos burócratas llevan años demostrando que ni defienden ni organizan a la inmensa mayoría de los trabajadores que padecen la precariedad o el desempleo.

Pero esta buena sintonía no debería sorprender a nadie. Los dirigentes de Podemos han dejado claro que su idea es la de un “cambio tranquilo”, por la vía institucional y mediante el pacto con los partidos de “la casta”, como ahora intentan con el PSOE. En este camino la movilización social es un estorbo. Digamos que la calle tiene que estar tranquila. Es como quiso hacer el PCE en la Transición, negociar por arriba dejando la calle muy controlada. Como Podemos es un partido nuevo, con mucho respaldo electoral pero con poca inserción en los centros de trabajo, barrios y demás, tiene que contar con los “servicios” de quien hasta ahora ha jugado estos 40 años de bombero social, la burocracia sindical.

¿Qué es por tanto lo que os proponéis con No Hay Tiempo Que Perder?

Lo que queremos es poner en pie una alternativa, un frente político que aglutine a todos los sectores que ya empiezan a sacar conclusiones críticas con los límites de este nuevo reformismo y que muchos de ellos lo han vivido en su propia carne, junto con las organizaciones de la izquierda que no se han sumado al carro del “cambio” por la vía institucional y del pacto.

En primer lugar, para trabajar en común por reactivar la movilización social en todos los frentes, y en mi opinión especialmente en el de la clase trabajadora. En este sentido debe ser un frente que se plantee pelear contra el dominio que ejerce aún la burocracia sindical, por medio del apoyo y la solidaridad con las luchas que se den, por intentar su coordinación, por la defensa de métodos como la asamblea, la caja de resistencia… Si no reactivamos la movilización nos van a colar con mucha facilidad la segunda Transición de la que hablan, que pinta peor que la primera.

Pero también queremos que sea un frente que se proponga como una alternativa política, que levante un programa radical en cuanto a la defensa de reivindicaciones democráticas que se han oído en la calle desde el 15M, como el derecho de autodeterminación, el fin de la monarquía, la apertura de verdaderos procesos constituyentes libres y soberanos, acabar con la “casta”, la libertad de todos los presos por luchar… y radical también en la defensa a capa y espada de los intereses y derechos de los trabajadores. Es decir que no le tiemble la voz para luchar por una salida anticapitalista a esta crisis, que se plantee el reparto de horas de trabajo sin reducción salarial para acabar con el paro o la nacionalización bajo control obrero de la banca y las grandes empresas.

¿Cómo crees que puede encajarse esta iniciativa en Catalunya?

Creo que tiene un buen encaje. Aquí hay también una necesidad de poner en pie un movimiento anticapitalista y de clase. En un sentido mucha gente que se mueve en estas coordenadas se siente bastante huérfana políticamente. El nuevo reformismo, que aquí ha tenido otros referentes como Ada Colau, se muestra en lo social enfrentado a los trabajadores de TMB, Telefónica o los “manteros”, y en lo nacional suplicando un acuerdo con el PSOE, a sabiendas de que éste nunca aceptará el derecho a decidir. Y el otro polo que era la CUP ha dado un salto en su política de “mano extendida” con el apoyo a Puigdemont y la aprobación de la prórroga presupuestaria llena de recortes.

Me parece que aquí poner en pie esa alternativa es más urgente aún. En Catalunya hay un movimiento democrático muy hondo y masivo, aunque la política de CDC ha sido que sólo salga a la calle en las Diadas, que puede sufrir una gran desvío y desencanto con la hoja de ruta de Puigdemont. Ni él, ni CDC, quieren abrir el único camino para conquistare el derecho a decidir y abrir un proceso constituyente verdaderamente libre y soberano, en el que se pueda discutir de absolutamente todo. Primero porque no quieren que se discuta todo, él representa a las grandes familias catalanas no lo olvidemos, y segundo, porque le da pánico poner en marcha la movilización que sería necesaria para poder imponérselo al Estado español.

Por eso creo que es urgente empezar a articular otra alternativa, una que ponga el objetivo en la alianza con el resto de sectores obreros y populares del resto del Estado para luchar en común por abrir esos procesos constituyentes en todo el Estado. En mi opinión ese será uno de los retos principales de “No Hay Tiempo Que Perder”.

partido revolucionario, tenemos que conocer las tradiciones del marxismo y aprender de éstas a utilizar las demandas democráticas en los momentos adecuados para dejar en evidencia la charlatanería y las promesas de los capitalistas y sus políticos. Transformando éstas en armas que sirvan para que las masas se deshagan de sus ilusiones, a la vez que construimos nuestras propias organizaciones en la perspectiva de los consejos obreros y del pueblo pobre, ese necesario doble poder para derrocar el poder burgués y a su vez la base del estado obrero. La democracia de los trabajadores y el pueblo. La dictadura para el capital.

Publicado por Clase contra Clase

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