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«Es como estar delante de una película de Quentin Tarantino. Uno de esos pastiches serie B, donde cada personaje que parecía prometer un papel protagónico se encuentra «quemado» con un golpe de Magnum. Un favorito acaba de salir, bum!, él ya está en el suelo, borrado por los votantes que parecen haber convertido a esta carrera pre presidencial en una prueba eliminatoria”. De esta manera dos editorialistas de Le Monde comienzan un artículo que describe la sucesión de escenarios inéditos y la aún fuerte incertidumbre que pesan sobre las presidenciales francesas, a menos de tres meses del primer turno, sin comprender a fondo que es lo que está pasando en el volcán político en que se ha transformado la vida política francesa al fin del quinquenato de Hollande.

Y siguen: “Escándalos, la eliminación de los candidatos «salientes», debilitamiento o la división de los partidos tradicionales, tensa situación internacional… El cuadro político es inédito, a tres meses de una votación crucial. ‘La situación política nunca ha estado tan desestabilizada, se preocupa François Bayrou (político de centro derecha, N de R) que dirá solamente en febrero si se presenta a la carrera presidencial. Hace veinte años, a finales de los años Bérégovoy habían sido ya aterradores, pero si la izquierda la estaba pasando mal, la derecha republicana, estaba bien”.

Esta vez, los republicanos (Les Républicains, LR) están amenazados. El 25 de enero, el semanario Le Canard enchaîné reveló que François Fillon había empleado a su mujer para un trabajo cuya realidad se le hace difícil demostrar y que el propietario de la Revue des Deux Mondes había pagado 100.000 euros por un trabajo de «asesor editorial», que parece reducirse a dos notas de lectura. Por primera vez, la derecha, que empezó largamente favorecida, tiene en cuenta de forma encubierta lo impensable: una derrota en las elecciones presidenciales y legislativas.

Una agudización de la crisis orgánica: una tendencia destituyente en las masas

Antonio Gramsci plantea que una crisis orgánica se distingue de las crisis o movimientos de coyuntura porque es una “crisis de conjunto” (económica, política y social) que pone de manifiesto contradicciones fundamentales (incurables) que las clases dominantes no pueden resolver por sus métodos habituales. Se abre así un período de cuestionamiento histórico–no de políticas parciales o líderes particulares sino de la orientación de la clase dominante de conjunto- que se expresa en la crisis de los regímenes políticos y de los partidos burgueses tradicionales con sus bases.

La razón más general de este fenómeno que atraviesa los principales países imperialistas es que la crisis económica y social prolongada, la imposición de duros planes de austeridad desnudaron ante los ojos de millones que los partidos tradicionales -socialdemócratas y conservadores- y los regímenes democrático burgueses basados en la alternancia entre estos partidos gobiernan al servicio de los capitalistas. Fue el famoso grito de los indignados españoles “no nos representan”. Esto se tradujo en una crisis profunda del “consenso de centro” construido en las últimas décadas en torno al programa neoliberal.

En el caso francés esta tendencia a la crisis orgánica se expresó más tempranamente que en otros países europeos, como dieron prueba en la década del 2000 la eliminación del PS en la primera vuelta de las presidenciales de 2002, el fracaso del referéndum europeo y la revuelta de las banlieues en 2005, sin nombrar la oleada de la lucha de clases 1995/2010 que aunque no derrotó la ofensiva neoliberal le puso palos en la rueda. En la década posterior el carácter inédito del fin de reino de Hollande, a la vez que los fenómenos aberrantes terroristas y las fuertes tendencias bonapartistas y reaccionarias que disparan así como con un contenido político inverso la reciente contestación contra la reforma laboral, el movimiento social más largo y la primera contestación de masas amplia por izquierda contra un gobierno del Partido Socialista.

Estas situaciones son interregnos en los que, como decía Gramsci, lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer, y en las que surgen fenómenos aberrantes. En el caso francés, la expresión más antigua de esto último es el Front National (FN), lo que muestra que la “enfermedad francesa” viene de lejos. Hoy en día, Marine Le Pen no tiene que decir mucho para seguir siendo un polo de atracción por derecha para los «anti-sistema». Es líder en las encuestas. Pero más recientemente, Emmanuel Macron (exministro de economía de Hollande) está tratando con éxito de succionar los funcionarios electos y activistas desesperados de los partidos tradicionales. Este ex gerente-socio de la banca Rothschild que viene de lanzar un libro que se llama “Révolution” es una especie de populismo Extremo del Centro, una aberración en sus dos términos, un Beppe Grillo vestido en Armani como lo ataca desesperada la derecha preocupada que este “don nadie” levantando nuevas ilusiones le afane su programa neoliberal). Su cálculo es que la victoria de Benoît Hamon (candidato del ala izquierda del PS en las primarias de parte de la “izquierda”, aunque fue ministro del actual gobierno frente al ex primer ministro socialchovinista sin complejos, Manuel Valls) terminará por romper el ala reformista del PS, que no se encuentra en ese candidato que ayudó, según ellos creen, a sabotear el quinquenato. Es decir, dos fuerzas en movimiento que actúan impulsados por el rechazo de los partidos tradicionales.

La volatilidad del escenario político y en especial la furia que comienza a expresarse en sectores de las masas hacen prever un escenario de más en más ingobernable, donde comienza a desarrollarse un clima destituyente desde abajo. “»Pocas veces en mi vida política, he sentido tanta exasperación que la que observo ahora, escribió el candidato de La France insoumise, Jean-Luc Mélenchon, el domingo por la noche en su página de Facebook. Y supongo que la tendencia ‘dégagiste’ de la sociedad se va a amplificar. ‘‘Dégagisme» su palabra de campaña en 2017, una referencia a la consigna de la democracia de Túnez ’a la dirección de Ben Ali», dijo Mélenchon, presumiblemente para evitar que lo comparen al «salgan los salientes” de Pierre Poujade” [1].

En base a estos elementos podemos conjeturar una hipótesis: si el próximo presidente no toma verdaderamente en cuenta esta exasperación y se equivoca en la aplicación y “pedagogía” de sus planes reaccionarios en la apreciación de la relación de fuerzas, ¿no abrirá el camino a acciones históricas independientes de las masas? Como alertó a Fillon (y su programa de austeridad dura) Henri Guaino, diputado LR de los Yvelines, candidato a la elección presidencial de 2017 y antiguo consejero especial de Nicolas Sarkozy: “La deflación de Laval abrió el camino para la victoria del Frente Popular en la primavera de 1936”, es decir las medidas de austeridad draconianas tomadas tardíamente por Francia frente a la crisis de 1930 y que abrió el camino un año más tarde al inicio de la revolución proletaria en Francia, desviada por el Frente Popular de Leon Blum, a través de conquistas históricas como las vacaciones pagas.

“Nada es estable” o la dificultad de los partidos del régimen de construir un nuevo bloque histórico

Es que detrás de esta “elección tobogan” [2] se desprende una fragmentación de los electorados y una dificultad para construir nuevas mayorías, prueba de la polarización social que existe como ya anticipamos luego de la eliminación de Sarkozy en las internas de la derecha y el centro. «Desde 1965, cuando tenía 14 años de edad, nunca he vivido una presidencial de esa manera, dice Jean-Christophe Cambadelis…No hay más ejes o reglas. ‘El primer secretario del PS encontró una buena fórmula para describir esta elección loca, ‘La Presidencial inencontrable’, una referencia a ese «pueblo inencontrable» mencionados por el historiador Pierre Rosanvallon en 1998 para discutir la creciente desafección de los votantes con respecto los principales partidos políticos. El jueves, 26 de de enero de la tarde, en los pasillos de una reunión en Alfortville (Val-de-Marne), otro soporte de Manuel Valls, el Secretario de Estado para el Desarrollo y la Francofonía, Jean-Marie Le Guen, suspiró también: «nada es estable. Es el más grande desbarajuste’. ‘Cada presidencial crea un imprevisto que puede crear un abismo, relativiza alguien cercano al ex presidente François Mitterrand. Sin embargo, las primarias son decididamente máquinas que crean el desorden…’. Al punto que algunos mencionan secretamente una «crisis de régimen”.

La realidad es que hay demasiadas debilidades estructurales en todos los campos políticos e incluida en el de Marine Le Pen [3], a pesar de las fuertes intenciones de voto para el primer turno y el viento de cola político favorable a nivel internacional, que no solo está abierta la elección presidencial sino que fundamentalmente lo que se designa es una enorme dificultad al próximo presidente sea quien sea para gobernar, que posiblemente haga empalidecer el ya débil quinquenato de Hollande.

Nuevas formas de pensar: el desafío para los revolucionarios

Ligado a esa “crisis de régimen” o agudizamiento de la crisis orgánica y el comienzo de escisión de sectores amplios con respecto a los partidos tradicionales, se comienza a desarrollar un fenómeno clave para pensar las perspectivas de los anticapitalistas y revolucionarios, es que después de años de rutinarismo, amplios sectores de masas, en particular de la juventud, están cambiando sus formas de pensar y buscan activamente alternativas políticas al consenso neoliberal. Este “consenso” se resumía en la famosa frase de Margaret Thatcher que decía que no había alternativa al neoliberalismo. En el último movimiento contra la reforma laboral esto se expresó en el desarrollo de un anticapitalismo de vanguardia amplio.

En las presidenciales, esta polarización social y este fenómeno de radicalidad no se expresan aun políticamente claramente a izquierda, a falta de una nueva alternativa independiente y revolucionaria de los trabajadores con suficiente fuerza. Es este vacío el que aprovecha de alguna manera el viejo político socialdemócrata reciclado que es Jean-Luc Mélenchon, que a falta de novedad en su viejo miterrandismo aggiornado con un poco de la salsa verde ecológica aparece como el político más innovador en la realidad virtual con su programa semanal youtube seguido por decenas de miles, o en la reciente primaria del PS el candidato ganador Benoît Hamon y su “falsa buena idea” del ingreso universal. Una razón más y las más importante de todas de jugarse por la candidatura anticapitalista de Philippe Poutou del NPA y sobre todo de dejar atrás el derrotismo estratégico de la extrema izquierda, que se instaló a la vez que hijo del viento triunfalista burgués y su “fin de la historia” al momento de la caída del Muro de Berlín, que con el Brexit, la asunción de Trump y la crisis combinada del neoliberalismo y del orden mundial de posguerra se ha cobrado su venganza y desmentido histórico.

*Las mayoría de las citas son del artículo del diario Le Monde de 31/1/2017 “De Fillon à Hamon, récit d’une campagne présidentielle chamboule-tout”, por Raphaëlle Bacqué y Ariane Chemin


Notas:

[1] Según la definición de Wikipedia , el poujadismo, término derivado del nombre de Pierre Poujade, fue un movimiento político y sindical francés surgido en 1953 en el departamento de Lot (Francia), y desaparecido en 1958. El movimiento reivindicaba la defensa de los comerciantes y artesanos frente al peligro que suponían las grandes superficies comerciales aparecidas después de la guerra, y criticaba asimismo la ineficacia del parlamentarismo de la Cuarta República. Los términos poujadismo o movimiento Poujade designaban pues las actividades tanto de la ’Union de défense des commerçants et artisans’ (el sindicato dirigido por Pierre Poujade) como de la ’Union et fraternité française’ (la agrupación utilizada por Poujade y sus partidarios para participar en política). Paulatinamente el término poujadismo adquirió un matiz peyorativo, para referirse a un movimiento político corporativista con tendencias reaccionarias, propio de las clases medias, también definido como conservadurismo de la pequeña burguesía.

[2] Como la denomina el senador socialista de Val-de-Marne, Luc Carvounas, sostén de Manuel Valls en esta elección que ha visto a un presidente en ejercicio renunciar a su reeelecion, la derrota de un ex presidente y varios primer ministro a la vez que de los candidatos favoritos en las primarias de la derecha y la izquierda para luego ser devorados de nuevo como ha sido el caso de Fillon, primero por el cuestionamiento a su política dura sobre una conquista social como es la seguridad social y ahora con el Penelopegate.

[3] Las encuestas de opinión y los buenos resultados electorales del FN para las elecciones intermedias lo ubican frente a la elección presidencial con confianza. Pero la segunda ronda de las elecciones regionales ha confirmado que no es aun probable que gane en la segunda vuelta presidencial de 2017. Es así, que a Pesar del panorama de enorme volatilidad electoral todas las encuestas siguen confirmando la derrota de Marine Le Pen frente al candidato LR o al mismo Macron. La realidad es que a medida que más pasa el tiempo, se vuelve cada vez más claro que el FN se asemeja en las practicas a los partidos que denuncia: el escándalo que hoy atrapa a Francois Fillon, ha sofocado el que amenazaba al presidente de FN. El Parlamento Europeo le reclama 340.000 euros al partido Frente Nacional por haber empleado con fondos europeos, dos personas, que obviamente, no trabajaban en la institución como asistentes parlamentarios.

Publicado por Juan Chingo

Juan Chingo | @JuanChingoFT :: Ciudad

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