Mientras los huelguistas de Movistar pedían el aplazamiento de la firma del Mobile Word Congress hasta resolverse el conflicto, Barcelona en Comú apoyó la firma del alcalde en función, Xavier Trias, para la prórroga del MWC, un mega evento que beneficia a Telefónica.
Este martes los huelguistas de Movistar se concentraron frente al Ayuntamiento de Barcelona para exigir a Barcelona en Comú que no apoye la renovación del contrato del Mobile Word Centre, hasta que las negociaciones con Telefónica se resuelvan a favor de sus reivindicaciones.
Sin embargo esta formación, que se había ofrecido a través de Ada Colau para mediar en el conflicto, apoyó al alcalde Xavier Trias en dicha firma por considerar que es un bien para la ciudad y, aún siendo un convenio redactado por CiU, que el MWC
«es compatible con el compromiso de mejorar las cláusulas de contratación» y tras anunciar que «queremos que la riqueza del evento repercuta en la ciudadanía», según dijo el número dos de Barcelona en Comú, Gerardo Pisarello.
Todos los grupos electos han acudido a la firma del alcalde, Xavier Trias, a excepción de la CUP, por considerar que «este acto contradice el [‘Compromiso de las Escaleras’] firmado por nuestras concejalas, tanto en su espíritu como en su literalidad, ya que supone un compromiso de renovación y prolongación de un contrato con GSMA, espacio donde Telefonía- Movistar tiene participación directa y enormes intereses económicos», así lo anunciaron en su web mientras apoyaban la concentración en la Plaza Sant Jaume.
Así pues, y antes siquiera de asumir la alcaldía, Colau ya deja de lado compromisos sentidos y asumidos con importantes luchas como es la de Movistar. Hace unos días, y siguiendo el “compromiso de las escaleras”, pedía que se paralizara la firma de una concesión entre Telefónica y el ayuntamiento valorada en 3,5 millones de euros. Sin embargo este martes ha dado el apoyo a la firma de un convenio con un hoolding empresarial en el que Telefónica es parte capital que supone un desembolso de dinero público de 100 millones. La decepción de muchos trabajadores que hace unos días sentían plena confianza en la alcaldesa se hacía patente en sus rostros y quejas.
Durante la concentración los huelguistas cantaban «Queremos trabajar, pero con dignidad» y «Sin negociación, no hay renovación», como decía su pancarta de convocatoria a la concentración. Y algunos de ellos, entre la decepción y la rabia cuando salieron los líderes de Barcelona en Comú, preguntaron, «¿Y el Compromiso de las escaleras?», ante lo cual Ada Colau prefirió no hablar y ceder la palabra a Pisarello. Su intervención tuvo dos sentidos. El primero, un mensaje a la prensa que se dirigía al establisment de la ciudad, en el que anunciaba el apoyo a la firma y al MWC. El segundo un apoyo formal a la lucha de los trabajadores pero dejando claro que ésta nada tenía que ver con el MWC.
La concentración se había decidido el lunes durante la asamblea de trabajadores técnicos de Movistar en huelga. El sábado 30 de mayo abandonaron la sede comercial de Telefónica de Barcelona, sede también del MWC, ante el acuerdo alcanzado con Telefónica. Un acuerdo muy cuestionado por los trabajadores y que se alcanzó tras la intervención de Ada Colau, futura alcaldesa por Barcelona en Comú, como mediadora entre los huelguistas y Telefónica.
El acuerdo recoge, con la condición del abandono del edificio, una reunión entre el 2 y 5 de junio con los trabajadores y la retirada de los cargos legales contra el presidente del comité, Aitzol Ruiz. Telefonica se niega a asistir como parte del conflicto, sino como mediadora entre los trabajadores y la patronal de las contratas.
La decisión de abandonar el edificio bajo estas condiciones, puesta en duda hoy por muchos trabajadores, fue tomada bajo una cadena de presiones que la multinacional de Telefónica fue ejecutando, junto al régimen político y utilizando las armas represivas legales, de manera casi sincronizada.
Telefónica no podía permitir más que el edificio, sede del MWC, siga ocupado. Y aunque Gerardo Pisarello de Barcelona en Comú dijera, cuando un trabajador criticó su apoyo a la firma de renovación, que «una cosa es el compromiso de las escaleras» y otra es el MWC, la realidad es que justo estos días el alcalde de Barcelona debía avanzar en la renovación del contrato hasta el 2023 tras una carrera de velocidades en la que Francia también podría ser su anfitriona.
La multinacional actuó deprisa. Primero eligió un rehén para acusar y imputar judicialmente, a nada más y nada menos que al presidente del comité de huelga, Aitzol Ruiz. Mientras, el juez daba la orden de desalojo, pedida por Telefónica mil veces, por lo que los trabajadores se esperaban la llegada inminente de los mossos d’ esquadra.
Y dentro de ese plan sincronizado, Ada Colau confirma en importantes medios de comunicación, justo el viernes 29 de mayo cuando se daba la orden de desalojo, que validaría la oferta del alcalde Xavier Trias para que Barcelona siga siendo la capital del MWC hasta 2023.
Así es que este martes, lo que no parecía ser una sorpresa para muchos, fue una gran decepción para parte de los trabajadores en huelga. Éstos aún se enfrentan a semana crucial ante las futuras negociaciones con la multinacional de Telefónica.
Una «agenda política» que empieza a mostrarse alejada de la agenda de los trabajadores
La tienda estaba ocupada desde el día 23 de mayo y se había convertido en un centro político y de referencia para muchos sectores en lucha, sectores de trabajadores y la juventud. Era un símbolo de la «lucha contra la precariedad». La solidaridad había generado un gran movimiento de apoyo —con más de 100 organizaciones que firmaron manifiesto de apoyo, que reaccionó con una gran concentración desde el primer minuto que se dio la orden de desalojo.
Esta capacidad de representar las demandas de la clase trabajadora y los sectores populares se había plasmado en un llamamiento: «#ResistenciaMovistar queremos poner en la agenda política la lucha contra la precariedad. #NoSomosEsclavos«; el cual se hizo eco en un manifiesto de «Compromiso de las escaleras para la abolición de la esclavitud y la precariedad laboral» firmado por las candidaturas como CUP, ERC, EuiA Barcelona en Comú, Guanyem Badalona, Cornellá en comú y Procés Constituent.
Los huelguistas estaban dando todo de sí. Y habían hecho de la ocupación un fortín que mostraba una gran relación de fuerzas, rompiendo el cerco mediático del escandaloso silencio de los medios, tras una huelga de casi dos meses que se está haciendo cada vez más dura.
Para ellos, el «compromiso con las escaleras» debía traducirse en concreto con una exigencia de parte de Ada Colau de no firmar el MWC, como arma de negociación hasta que se resuelvan en la mesa de negociación con Telefónica sus reivindicaciones.
Pero Barcelona en Comú, después de haber apoyado la firma, anunció que «asistimos al acto por responsabilidad política». Una responsabilidad que pasa por encima y en contra de las demandas y exigencias de los trabajadores en huelga, para comenzar su «gestión humana» del capitalismo con el discurso, en este caso frente al apoyo de MWC, de que «la riqueza del evento repercuta en la ciudadanía».
Este discurso de que el MWC juega de atracción de capitales extranjeros que inviertan para generar riqueza y empleo a la ciudad de Barcelona, es el que utilizan los grandes empresarios y el gobierno de CiU; sede embargada mediante tras los grandes negociados corruptos con la banca y las empresas constructoras.
Sin embargo, durante años todos los movimientos, colectivos sociales, organizaciones de políticas y sindicales de izquierda se movilizaron contra el MWC, denunciando cómo beneficia a la «mafia» de los políticos corruptos, que años tras años se enriquecieron con los contratos a las empresas de turismo y constructoras.
Estas empresas son las que negocian con la banca cómo desahuciar a miles de familias que quedan en la calle, por lo que también fue una bandera de la PAH (Plataforma Afectados por la Hipoteca) de la que Colau fue referente. Apoyar la firma de renovación del Mobile World Congress, es ir en contra de la lucha contra los oscuros negocios que hay detrás de las empresas hoteleras y de gestión de apartamentos turísticos que tras eventos como éstos multiplican sus beneficios.