Este jueves, en una entrevista simultánea con ‘Público’ y ‘Crític’, Pablo Iglesias cargó brutalmente contra Izquierda Unida (IU) y la izquierda en general. Una calculada operación política para reafirmar su giro a la derecha y su estrategia de regeneración democrática del régimen.
“Hace falta una mayoría social que se identifique con tu discurso y con tus propuestas, y en esa mayoría social habrá muchos sectores que digan: lo de la izquierda no forma parte de mi identificación”; “el eje izquierda y derecha no es la clave para cambiar las cosas en este país”; “Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar”. “El escenario de gobierno es, si nosotros tuviéramos que votar la investidura al Partido Socialista. Eso sería durísimo para nosotros (…) O si el PSOE tuviera que elegir entre entregar el gobierno al PP o votarnos la investidura a nosotros. Esos creo que son los escenarios fundamentales.” Estas fueron algunas de las frases que el líder de Podemos espetó en la extensa entrevista y que propiciaron estas breves notas indignadas.
1) La entrevista aparecida en ’Público’ y ’Crític’ es una operación político-mediática mayúscula de Pablo Iglesias para “marcar la cancha” en el debate sobre la “unidad popular” y las candidaturas para las generales. Su objetivo, delimitarse sin tapujos de todos los “izquierdistas” en general, y de IU en particular.
2) Al candidato de IU a la presidencia del Gobierno, Alberto Garzón, Iglesias le hizo una cama de manual. Tras la reunión que mantuvieron el miércoles, le dio tiempo para decir en la prensa que habían tenido una cita cordial, que se abría el dialogo. “Reunión amigable y útil con @agarzon Tenemos diferencias pero el diálogo siempre es positivo”, tuiteo Iglesias. Garzón la retuiteo y vaya si fue “útil” la reunión. Al día siguiente, Iglesias salió con una entrevista que lo hace quedar como un ingenuo (y no menos inepto), despertando las puteadas más “creativas” que he leído últimamente por parte de la base de IU. Para que quede claro: la entrevista fue realizada el lunes, dos días antes de la reunión. ¿Cuál fue el objetivo de una maniobra tan artera? De máxima, Iglesias quiere llevar a Garzón al horrible mundo de ser odiado por su propia base para terminar en los brazos de Podemos; de mínima, que se profundice la crisis de IU y en las elecciones les vaya de regular a mal.
3) IU no es santo de mi devoción. Una corriente que tiene en su adn haber jugado un papel fundamental en el parto del odiado régimen del ’78 (el PCE, Carrillo, los Pactos de la Moncloa, su ruta…) y que durante las últimas tres décadas se ubicó como la pata izquierda del mismo régimen que ayudó a parir. Pero al ataque de Iglesias no es solo a IU, ni siquiera a sus líderes, por más reformistas que sean. Es a la izquierda en general, a las y los militantes honestos, a las y los militantes obreros que lucharon durante décadas en partidos y sindicatos con sus banderas rojas, símbolo de doscientos años de lucha de clases (con sus ríos de sangre incluidos). La pedantería pequeñoburguesa de Iglesias merece el rechazo, no sólo de todos los que nos reivindicamos orgullosamente de izquierdas, de la lucha de clases, de la trasformación revolucionaria de la sociedad, sino de todos los que saben que la historia no empezó el 25 de mayo de 2014.
4) La estrategia de Iglesias, que ya era clara, ahora lo es más: derechizar al máximo el programa y despreciar cualquier idea, símbolo o tradición que refiera a “la izquierda” para ganarle al PSOE, ocupando una porción mayor de su espacio dentro de las constelaciones políticas españolas, para que éste apoye un gobierno de Podemos. Pero, si eso no sucede, hace falta un “plan B”. Y Pablo Iglesias lo tiene. Un “escenario durísimo” en el que Podemos pacte con la “casta” y apoye un gobierno del PSOE para desbancar al PP. Un ejercicio que Podemos ya viene haciendo en cuanto Ayuntamiento y Comunidad se le presentó la ocasión, salvo honrosas excepciones. Al fin y al cabo, pareciera que a Pablo Iglesias le molestan más las banderas rojas, que la gigantesca bandera española que se puso de fondo Pedro Sánchez en su último acto público para promocionarse como candidato a la Moncloa.
5) Iglesias dejó claro que descarta de plano un pacto entre Podemos y las fuerzas soberanistas como ERC, Anova, Compromís, Bildu, porque “no da los números ni en broma” para ser una opción de gobierno. Pero en la entrevista Iglesias no sólo hizo gala de su pragmatismo electoral. También aprovechó para hacer una nueva declaración de principios contra el derecho a decidir. Para Iglesias, Cataluña no puede decidir sobre su independencia si así lo quisiera la mayoría de las y los catalanes, porque “existe una legalidad en este Estado”. Según el, deberían decidir todos los españoles, en un “proceso constituyente” amañado bajo la legalidad del mismo Régimen que niega a las naciones oprimidas su derecho a la autodeterminación.
6) Comienza a abrirse un profundo debate entre los trabajadores, la juventud y los movimientos sociales y la izquierda. Terminar con el bipartidismo mediante una reforma cosmética del régimen, con un programa reformista, apoyándose en uno de sus pilares fundamentales (el PSOE), y a no olvidarlo, también en otro, la burocracia sindical de CCOO y UGT, a la que Iglesias y la cúpula de Podemos se han cuidado mucho de criticar. O desarrollar la movilización social y la lucha de clases para imponer un proceso constituyente que brote desde abajo, que sobre las ruinas del Régimen del ’78 ponga en discusión absolutamente todo. Para recuperar todo lo perdido, para terminar con la monarquía, para desterrar la corrupción, para garantizar el derecho de autodeterminación, para acabar con la represión y arrancar a Alfon y a todos los presos políticos de la cárcel. Para que la crisis la paguen los capitalistas.
* Este artículo es una versión levemente corregida de algunas ideas escritas rápidamente en mi muro de Facebook después de leer la entrevista a Pablo Iglesias.