IMG_1195

A PROPÓSITO DE EXTREMO CENTRO, DE TARIQ ALI

 

VER PDF

El extremo centro es el último libro de Tariq Ali, escritor y activista anglo-paquistaní, miembro del consejo editorial de New Left Review. En éste se aborda la constitución de un “extremo centro” político, que incluye a conservadores y socialdemócratas europeos, los “desafíos” que enfrenta y los casos de Syriza y Podemos, pasando de la esperanza a la desilusión, sobre todo en el caso del primero.

 

El “extremo centro” en el poder

“La democracia está en grave peligro, sobre todo en sus feudos europeos”, así comienza el libro de Tariq Ali. El concepto de “extremo centro” había sido formulado por el autor en artículos y ensayos anteriores, para dar cuenta de la transformación de los partidos de los regímenes bipartidistas en dos caras de un mismo bloque político neoliberal. Los republicanos y los demócratas en Estados Unidos, los nuevos laboristas y los tories en Gran Bretaña, los socialistas y los conservadores en Francia y el Estado español, las “grandes coaliciones” en Alemania, la centro-derecha y la centro-izquierda en los países escandinavos. En casi todos los casos, dice Tariq Ali, el sistema bipartidista se ha metamorfoseado en un gobierno de unidad nacional.

El cascarón democrático en el que el capitalismo occidental ha prosperado hasta hace poco muestra numerosas grietas. Desde la década de 1990, la democracia ha adoptado en occidente la forma de un extremo centro, donde el centroizquierda y el centro-derecha se han compinchado para mantener el statu quo; una dictadura del capital que ha reducido los partidos políticos a la condición de muertos vivientes [1].

El paradigma de la constitución del “extremo centro” estaría en Gran Bretaña, con el paso del thatcherismo al “Nuevo Laborismo” de Tony Blair. En ese sentido, cita las palabras del conservador Nigel Lawson, quien en su momento señaló al Financial Times que la tragedia del partido conservador británico se encontraba en que el verdadero heredero de Thatcher era el líder la oposición. El nuevo laborismo, sostiene Tariq Ali, fue el éxito ideológico más destacado de la contrarrevolución de los años ochenta.

El laborismo se erigió como defensor de un nuevo orden económico, impuesto después de la derrota de la gran huelga de los mineros ingleses y el aplastamiento de los sindicatos por Margaret Thatcher. Recortes al gasto público, reformas fiscales regresivas (menos impuestos a los ricos), eliminación de aranceles, privatizaciones y desregulación sistemática; en fin, neoliberalismo 100 %. Para Ali, el nuevo laborismo fue la continuación del thatcherismo por los mismos medios, se convirtió en el partido de la guerra y el capital financiero. Esto significó una ruptura abrupta con la socialdemocracia tradicional.

En el mismo proceso se profundizó el desigual reparto de la renta social, con el 1 % de la sociedad apropiándose de cada vez más riqueza, en desmedro de los sectores pobres, desempleados y asalariados. Tan solo entre 1990 y 1996, un millón de personas perdieron su hogar por desahucios ejecutados por compañías hipotecarias, y 390.000 viviendas que habían sido de propiedad pública fueron incautadas por esas empresas.

Esto condujo a un “vaciamiento de la democracia”, ya que todos los partidos actuaban al unísono para defender este nuevo modelo de capitalismo neoliberal. El Reino Unido se convirtió en los años siguientes “en un país sin oposición”, el “extremo centro” ocupó el Parlamento como un monolito integrado por la coalición de conservadores y demócratas-liberales, más los laboristas. Su programa: sí a las guerras imperialistas, sí a la Unión Europea, sí a las medidas de “seguridad” y al control social. El acompañamiento entusiasta de Blair a Estados Unidos en la guerra de Irak (que le valió un gran desprestigio cuando salieron a la luz las mentiras para justificarla) fue la culminación de este proceso en la política exterior.

El dominio político del “extremo centro” es un fenómeno europeo. Ya no existen diferencias fundamentales entre los partidos de centro-derecha y de centro-izquierda en ningún país, más allá de que en algunos casos subsistan diferencias ideológicas en lo referente a la religión católica, el matrimonio homosexual, etcétera.

 

La crisis del “extremo centro”: flanco derecho y flanco izquierdo

En los últimos años comenzaron a hacerse visibles las grietas en el monolito del “extremo centro”. Fisuras que con la crisis económica capitalista se ahondaron, emergiendo movimientos y formaciones críticas por derecha y por izquierda.

En Gran Bretaña, este desafío apareció en primer lugar con el ascenso de UKIP. Un partido xenófobo y euroescéptico que obtuvo nada menos que 4 millones de votos en las elecciones británicas de mayo de 2015, aunque debido al sistema electoral británico uninominal, solo consiguió un escaño en el Parlamento.

Para Tariq Ali, este ascenso de la derecha –sin tener que enfrentar una oposición de similar magnitud desde la izquierda–, se debe entre otras razones a la colaboración de los sindicatos y los dirigentes laboristas en las privatizaciones, que impidieron una movilización social masiva contra esos planes. Afirma que “la lucha por el liderazgo laborista sigue siendo un caso perdido para la izquierda” y, en contraposición, sostiene que “necesitamos una alianza de las fuerzas radicales para construir un movimiento anticapitalista en Inglaterra”.

En este punto, sin embargo, es necesaria una aclaración importante. El libro está escrito en diferentes tiempos. Debido a la cambiante situación política en los países europeos, meses antes de publicarlo el autor introdujo cambios y nuevos apartados que actualizan, corrigen o completan lo que había escrito antes.

Quizá por ello encontramos en su obra definiciones contradictorias. Así sucede, por ejemplo, con el capítulo dedicado a Reino Unido, donde introduce un nuevo apartado sobre el “fenómeno Corbyn” [2], al que ve con renovadas expectativas y asegura que con éste “la política inglesa ha resucitado”.

El capítulo 3, “Turbulencias en el Mediterráneo”, está dedicado a Grecia y el Estado español, los “desafíos al extremo centro” desde el flanco izquierdo. En este caso las actualizaciones que introduce el autor van en sentido contrario, de las “ilusiones” a las “frustraciones”. Ali primero habla de la “esperanza” que le despiertan proyectos como Syriza y Podemos [3], pero después se ve obligado a agregar una fuerte crítica hacia el partido liderado por Alexis Tsipras por su acelerada y completa capitulación ante la Troika.

La parte dedicada a Grecia incluye un reportaje a Stathis Kouvelakis, exintegrante de la Plataforma de Izquierda dentro de Syriza y actual miembro del Comité Central de Unidad Popular, la nueva formación de los escindidos de Syriza. La entrevista fue realizada poco antes de que Syriza ganara las elecciones en enero del 2015. Kouvelakis afirmaba entonces que tanto Syriza como Podemos “están decididos a luchar a favor de unas reformas democráticas y sociales básicas”. Y agregaba: “No hay que subestimar las esperanzas que muchos han depositado en Syriza y en Podemos en toda Europa. Podría conducir a una recomposición de fuerzas sociales y políticas más amplias a nivel europeo, y poner en marcha un nuevo internacionalismo”.

Pero el nuevo reformismo europeo se probó en Grecia mucho más rápido de lo que nadie esperaba, mostrando a su vez la impotencia política de quienes integraban la Plataforma de Izquierda en su interior, como Kouvelakis. Ali tuvo que agregar una posdata, marcando las concesiones que fue haciendo Tsipras en las negociaciones y denunciando la capitulación final ante la Troika. Lo que debilitó la posición griega desde el comienzo, argumenta, fue la ilusión “europeísta” de Syriza, su “incapacidad de comprender que la UE es poco más que un aparato no democrático y dominado por el sector financiero para garantizar que ninguno de sus estados miembros rompa el actual consenso político-económico”. Los mandatarios de la UE “clavaron sus colmillos” para destruir a esa “alternativa de modales suaves” que había emergido en Grecia. Grecia fue “traicionada” dice Tariq Ali, y Syriza comenzó a parecerse “al cadáver infestado de gusanos del desacreditado PASOK”.

En el caso del Estado español, reproduce una entrevista a Pablo Iglesias, en medio de las negociaciones de Grecia y la Troika. El espíritu “conformista” del líder de Podemos ante los chantajes y las imposiciones de Bruselas puede verse claramente cuando afirma que “incluso ganando las elecciones, las posibilidades de trasformación son muy limitadas (…) Lo estamos viendo en Grecia”. A pesar de esto, el autor no agregó nuevas posdatas “criticas” sobre Podemos, ya sea por falta de tiempo o porque mantenía la expectativa de que pudiera constituir un “desafío” al “extremo centro”.

Aprovechando la presentación de su libro en Madrid en octubre, pudimos preguntarle personalmente a Tariq Ali sobre la dinámica de Podemos en los últimos meses, algo que podría funcionar a modo de anotación posterior a la publicación del libro. Reproduzco el intercambio:

Quería preguntarle su opinión sobre la dinámica más reciente de Podemos, con declaraciones como por ejemplo las que hizo hace unos días su secretario de organización, Sergio Pascual, diciendo que los acuerdos con la OTAN se iban a respetar “hasta la última coma”, o el nombramiento del exjefe del Estado Mayor de la Defensa de Zapatero, el general Julio Rodríguez, en sus listas electorales. Es decir, una dinámica acelerada e imparable de “ocupar el centro político”.

Tariq Ali: El primer período de Podemos fue muy positivo, porque tenía esos vínculos con las asambleas que cuestionaban y criticaban al líder a nivel nacional. Pero la pregunta estaba ahí, qué forma iba a tener este partido. ¿Sería un partido de izquierdas? Esa era la gran pregunta. Y dijeron que no eran un partido ni de izquierdas ni de derechas. Yo discutí con ellos, en una forma amistosa. Les dije, todos saben, los españoles saben que sois un partido de izquierdas. Por qué esconderlo. Lo que dijeron era que no querían verse asociados a una izquierda que estaba desacreditada. Como el PSOE, como los sindicatos. Yo les dije que había maneras de enfrentar eso, que no eran renegar de quien eres, pretendiendo ser quien no eres: eso es oportunismo electoral, fingir algo que no eres para atraer gente que no está alineada contigo.

Luego emergió Ciudadanos, y dijeron que estaban en contra de la corrupción de los políticos de izquierda y de derecha, y Ciudadanos contó con el apoyo de los grandes medios. Entonces apareció la pregunta de dónde iban a ir los votantes.

Y temo que Podemos entre en ese juego de los medios de comunicación, y pretenda ser lo que no es, porque es un juego cortoplacista. Y los resultados de esta táctica los tenemos ante nosotros. Y no solo, como decías, el nombramiento de un exgeneral de Zapatero, que no podemos compartir. Sino el abrazo a Syriza después de la capitulación. Para mí ese fue un gran, enorme error.

¿Y qué dice de la OTAN? El argumento de que necesitamos a la OTAN para “democratizar” a las fuerzas armadas españolas, es para mí una broma completa. Como si la OTAN fuera una organización “superdemocrática”. No es el papel de la OTAN “democratizar” los ejércitos, por el contrario, están para ajustar aún más la disciplina, hacer lo que dice Estados Unidos.

El otro gran problema con Podemos actualmente es su completa adicción a la Unión Europea. Esto deja un gran espacio a la derecha para hacer críticas a la Unión Europea (…) Por lo tanto, en mi opinión están cometiendo demasiados errores. La línea estratégica es equivocada. No se puede intentar subir [en intención de voto] engañando a la gente, haciendo trampas a la gente.

 

La crisis del centro y la búsqueda de la centralidad

Tariq Ali analiza la constitución del “extremo centro” y la asimilación completa de los partidos socialdemócratas en esa dinámica. Su apuesta es que ante la crisis del “extremo centro” se abran los huecos para la emergencia de proyectos reformistas que lo desafíen y logren derrotarlo, revirtiendo el proceso de “vaciamiento de la democracia”.

Sin embargo, sus grandes expectativas en Syriza y en Podemos se trastocaron rápidamente en frustraciones, sobre todo en el primer caso. Cuando plantea cuáles son las alternativas posibles para desafiar y derrotar al “extremo centro”, propone como modelo a los “movimientos bolivarianos” en América latina (a los que se refiere de forma entusiasta, pero completamente idealizada, sin detenerse a analizarlos). Al cierre del libro aparece la idea de retomar algo de lo que considera el espíritu “original” de Syriza y Podemos, el proyecto de una izquierda europea que defienda un programa de “reforma social” y “democracia radical”.

Llegado a este punto, Ali no va hasta el final en las conclusiones del fracaso de Syriza. Un fracaso que no es producto solamente de la estrategia “europeísta” del partido griego, sino, sobre todo, de su estrategia reformista. Syriza y Podemos no solo no “desafiaron” –ni menos aún “derrotaron”– al “extremo centro”, sino que han facilitado los intentos de regeneración de los regímenes y los Estados.

En el caso de Grecia, la derrota asestada por el gobierno de Syriza, permitió a los partidos del “extremo centro” europeo una relativa estabilización tras sufrir una grave crisis desde el inicio de la crisis capitalista que estalló en 2007/2008. Con su capitulación incondicional a la Troika, Tsipras revivió la idea reaccionaria de que “no hay alternativas”.

En el caso español, la desesperada carrera de Pablo Iglesias hacia la “centralidad política” lo llevó a parecer una mala copia del PSOE, con el que Podemos llegó a acuerdos políticos después de las elecciones autonómicas y municipales españolas. El colmo ha sido incorporar a sus listas a un exgeneral de la OTAN, que defiende la intervención imperialista en Libia como una “acción humanitaria y democrática”. El fortalecimiento de Ciudadanos en las encuestas, un partido emergente de derecha liberal, en detrimento de Podemos, marca este devenir de la “crisis” a la “regeneración”.

Ali –como otros intelectuales, entre ellos Kouvelakis– atribuye al “europeísmo” de Syriza la causa de todos los fracasos. Comenta que recientemente ha cambiado de opinión ante un posible referéndum en Reino Unido sobre la pertenencia a la Unión Europea. Mientras que hace un tiempo atrás no hubiera ido a votar, dice, ahora votaría y lo haría por el “No”. Expresa así un desplazamiento hacia un “soberanismo de izquierda” que comparte con otros intelectuales europeos, acentuado después del fiasco estrepitoso de Syriza [4].

La mayor debilidad de su postura es pensar que ese “vaciamiento de la democracia”, como define al dominio del “extremo centro”, se puede “revertir” de forma progresiva en los marcos del capitalismo europeo –o de varios Estados capitalistas nacionales–. Como si se pudiera “llenar de contenido” democrático las instituciones de la democracia capitalista, por medio de una serie de reformas y un retorno al “Estado nación”.

Pierde de vista que la configuración del “extremo centro” responde a los intereses del capitalismo imperialista, de los monopolios y los grandes bancos, y que sin terminar con su dominio no es posible imaginar ninguna forma de Estado mínimamente democrática.

La experiencia de los reformismos europeos durante este año muestra que cualquier intento de reformas democráticas y sociales está condenado al fracaso si pretende prescindir del momento de “ruptura”, de la movilización obrera y popular y la hegemonía social de la clase trabajadora, con métodos de lucha radicalizados. Desde el punto de vista de los intereses de los sectores obreros y populares, la vía parlamentaria, evolutiva e institucional, ya sea “europeísta” o “soberanista”, no es una alternativa realista.

En estos días, después de los atentados de Paris del 13 de noviembre, el “extremo centro” europeo vuelve sufrir un nuevo embate, pero esta vez desde la derecha y la extrema derecha, lo que lo impulsa pronunciadamente hacia esa dirección para sostenerse. En Francia, el Partido Socialista de Hollande hace suya la política guerrerista y liberticida de los neoconservadores, y hasta adopta parte del discurso de Marine Le Pen y el Frente Nacional; al mismo tiempo que el Front de Gauche y el PCF acompañan con su voto el estado de excepción por tres meses. En Alemania, Merkel es cuestionada por su política migratoria, dentro y fuera de la coalición de gobierno, por la derecha y la extrema derecha que exigen políticas de “tolerancia cero” para los refugiados. Hungría, Eslovaquia y otros países, levantan vallas fronterizas, mientras en Polonia asume un gobierno abiertamente xenófobo.

Pero la crisis de la Europa del capital y sus profundas contradicciones, hoy expresadas crudamente en la llamada “crisis de los refugiados” y la amenaza de nuevos atentados, también pueden abrir nuevas posibilidades de desafiar al “extremo centro” desde la izquierda, desarrollando un movimiento antiguerra combativo, contra el racismo y las políticas xenófobas, que se dote de un programa anticapitalista. Las opciones están abiertas.

 

1 Salvo que se especifique lo contrario, las citas corresponden a T. Ali, Extremo centro, Madrid, Alianza editorial, 2015.

2 A. Ríos, “Jeremy Corbyn, ¿qué expresa el nuevo líder laborista?”, IdZ 25, noviembre 2015.

3 Ver, entre otros, J. Martínez y D. Lotito, “La ‘hipótesis Podemos’ a la prueba del poder”, IdZ 21, julio 2015; “Syriza, Podemos y la ilusión socialdemócrata”, IdZ 17, mayo 2015.

4 E. Barot, “¿Usted ha dicho ‘soberanismo de izquierda’?”, IdZ 24, octubre 2015.

Publicado por Josefina Martinez

Josefina Martínez | @josefinamar14 :: Madrid

Dejar un comentario