La implicación española en la ofensiva imperialista encabezada por Francia sigue atravesada por las próximas elecciones generales. A pesar de que PP, PSOE y Cs se muestran partidarios de intervenir, el gobierno no desea llegar a las urnas inaugurando una nueva intervención militar.
La voluntad es clara. Tres de los cuatro grandes partidos que concurrirán a las elecciones en diciembre, están de acuerdo en incrementar la participación española en la nueva escalada imperialista posterior a los atentados de París. El cuarto en discordia, Podemos, se opone a la guerra. Sin embargo Iglesias no se despeina en llamar a movilizarse en contra y profundiza sus gestos de “responsabilidad de Estado” asistiendo a las reuniones pro-guerra convocadas por Rajoy y manteniendo como candidato estrella al ex-JEMAD Julio Rodríguez.
Aún así existen dificultades para concretar en lo inmediato la participación española en la ofensiva. Unos problemas que, aunque importantes en la coyuntura, no frenarán por sí solos el refuerzo de la implicación española en la llamada “guerra contra el terrorismo” causante, entre otras cosas, del surgimiento de ISIS o la dramática oleada de refugiados.
En primer lugar, un aspecto “técnico” pero no por ello secundario. Las Cortes están disueltas y el único órgano legislativo vigente es una diputación permanente saliente como dudosas competencias y nula legitimidad para poder respaldar una decisión de este calado. Este es el menor de los escollos. Las Cortes volverán a abrirse, y todas las encuestas apuntan a que 3 de cada 4 diputados serán de los partidos favorables a la guerra.
En segundo lugar, el consenso reaccionario entre PSOE, PP y Cs es firme. Pero las elecciones son las elecciones, y más allá de la retórica guerrerista de los tres ninguno, y menos el partido en el gobierno, quiere abrir la campaña electoral con una nueva guerra que avive el rechazo social o pero aún, que ponga al Estado español entre los objetivos prioritarios del ISIS. El “fantasma” del 11M y los efectos electorales que provocó es una pesadilla que aún perdura en el PP.
Esto es lo que explica el carácter errático de las propuestas del gobierno al respecto. Hace una semana, el Ministro de Exteriores, García Margallo, explicaba con soltura en una tertulia televisiva como el gobierno estaba barajando reforzar la misión en Mali para permitirle a Francia retirar tropas y concentrar sus esfuerzos en Siria. Justo al día siguiente, el atentado en un hotel de su capital hizo que el Consejo de Ministros desmintiera al titular de Exteriores.
En esta semana, Hollande ha seguido su gira internacional tratando de recabar apoyos, logrando el importante respaldo yanqui y germano. Aunque aún no le ha tocado el turno del Estado español, y no esta previsto que recale en Madrid antes del 20D, su embajador aquí ya anunció el martes que harían una solicitud formal de ayuda militar antes de las próximas elecciones generales.
La presión de los socios atlánticos sobre el gobierno español también tiene sus ecos domésticos. Políticamente Rivera es el más beligerante, pero hasta el mismo Sánchez ha exigido más contundencia y claridad al gobierno. Entre la “casta periodística” El País está siendo, por medio de sus editoriales, uno de los medios que más vienen presionando para asegurar una pronta incorporación española a la “guerra contra el terrorismo”.
Ayer el gobierno de Rajoy volvía a plantear una posible contribución hispana. En este caso se propuso asumir el mando de la misión de la ONU en Líbano para contribuir a estabilizar esa importante posición de Oriente Medio -principal base de Hezbolá, aliados de Al Asad y enemigos del ISIS- y, aunque no se han fijado posibles aumentos de tropas, a nadie se le escapa que un mayor compromiso en el mando implicaría un refuerzo del contingente de 600 soldados actuales para permitir a Francia disponer de los 800 soldados que mantiene en el país.
El tercer problema con el que se encuentra el Estado español es precisamente que tampoco pasa por su mejor momento financiero para embarcarse en costosas operaciones militares. Ya Francia tiene una capacidad limitada, si lo comparamos con EEUU cuya reacción post 11S Hollande pretende emular en un “quiero y no puedo”. Pero la situación de las cuentas públicas, la deuda del mismo Ministerio de Defensa fruto de sus compromisos de compra de armas y equipamiento para los siguientes años, son tapones de peso a una implicación directa en la compleja guerra en Siria.
Por ello lo más probable es que el siguiente gobierno, sea del PP, PSOE, Cs o una coalición entre ellos, opte por una implicación indirecta o de sustitución de tropas francesas y otros aliados, ya sea en Líbano, Malí, República Centroafricana o Iraq. Una participación no sólo más económica, sino políticamente más vendible como “operación de paz”. Aún así, tampoco se puede descartar una participación más directa, desde el apoyo naval al portaviones Charles De Gaulle desde el que se lleva adelante la ofensiva gala en Siria, hasta una posible participación en los bombardeos mismos.
Todas estas trabas “técnicas”, de guerra electoral o financieras, no van a detener una mayor implicación española en la ofensiva imperialista en curso. A lo sumo marcarán sus ritmos y sus formas.
El único obstáculo realista para frenar esta maquinaria asesina, para poner fin a sus guerras, para dejar de poner nuestros muertos, es poner en pie un potente movimiento contra la guerra imperialista, los recortes de libertades y las políticas anti-inmigrantes y anti-refugiados que se están fortaleciendo.
Este sábado en Madrid, Barcelona y otras ciudades, tendrán lugar las primeras manifestaciones convocadas contra la ofensiva guerrerista y la participación española que se viene para después de las generales. Es fundamental transformar estas primeras protestas en la punta de lanza de un potente movimiento contra los tambores de guerra que suenan para después del 20D, contra la OTAN y las bases militares y por la retirada de todas las tropas desplegadas en las distintas misiones imperialistas que están detrás de fenómenos aberrantes como el surgimiento del ISIS y de crisis humanitarias sin precedentes como la de los refugiados.