El Rey convoca ronda de consultas para el 24 y 25. La investidura de Rajoy se produciría el 27 o el 29, en caso de irse a una segunda votación. La abstención del PSOE más cerca que nunca.
La presidenta del Congreso, Ana Pastor, ha anunciado este martes que Felipe VI abrirá una nueva ronda de contactos con los partidos los días 24 y 25 de octubre. De llegar a un acuerdo para que el Rey proponga a un candidato a la investidura a Presidente del Gobierno-a todas luces Mariano Rajoy-, ésta se iniciaría el 26 o 27 de octubre. Si en la primera votación no se logra investir a Rajoy, dará lugar a una segunda votación el 29, en la que solo necesitaría 11 abstenciones.
De ser así, la fecha para la formación de gobierno estaría limitada al 30 o 31 de octubre, fecha en la que finaliza el plazo. De lo contrario, las Cortes volverán a disolverse y se convocará a nuevas elecciones, las terceras en menos de un año. Pero nada parece indicar que esta situación vuelva a repetirse.
Para que el Partido Popular y Mariano Rajoy vuelva a salir investido como Presidente, tan solo hace falta que Felipe VI obtenga la firme disposición de abstenerse por parte del PSOE. Esto, contando con que Ciudadanos vote nuevamente a favor.
La razón por la que el Rey apura la ronda de contactos, se debe a que el partido socialista todavía tiene que definir su posición antes la investidura de Rajoy en el próximo Comité Federal que se prevé para el 22 de octubre.
La actual dirección del PSOE tras el “golpe de mano” contra Pedro Sánchez, con Javier Fernández a la cabeza de la nueva Comisión Gestora y Susana Díaz en la sombra, sólo tiene sentido si cumple el objetivo de conceder la abstención a un Gobierno en minoría del Partido Popular. La guerra interna del partido socialista por el control de la dirección entre partidarios del ex secretario general y la presidenta de la Junta de Andalucía, decantada a favor de ésta última, no puede caer en saco roto.
La guerra en el seno del PSOE, que mantuvo las espadas en lo alto durante meses hasta acabar con la cabeza de Sánchez servida en bandeja, lejos de representar dos líneas irreconciliables fue la manifestación de las luchas internas de un aparato en decadencia frente a la profunda crisis del régimen de partidos que gobernó los destinos del Estado desde 1978.
Pedro Sánchez “el breve”, no deja de ser un defensor de la herencia de Rodríguez Zapatero, desde el artículo 135 hasta su reforma laboral, así como un fiel cumplidor de las demandas de la troika. Lo que diferencia a la línea “hard” de Susana Díaz y Felipe González es la premura por que no se postergue más en negociaciones “peligrosas” –como amagaba Sánchez reiniciar con Podemos e incluso con los paridos soberanistas catalanes- la responsabilidad de Estado de un partido socialista entregado en cuerpo y alma, y desde hace décadas, a los designios del IBEX 35.
El PSOE se predispone así a investir a Rajoy y volver a jugar su papel de bombero de los fuegos del régimen político. Como botones de muestra están las declaraciones, hace unos días, de Mario Jiménez, portavoz de la nueva Gestora y mano derecha de Díaz, en las que definía como única ecuación viable brindarle la abstención a Mariano Rajoy; o las de Elena Valenciano, defendiendo abiertamente su apuesta por “un Gobierno de Rajoy en minoría a unas terceras elecciones”.
De todo ello ha tomado nota Felipe VI, que se aviene ahora a apurar la faena para terminar con el entuerto y dar una salida a la “crisis institucional”. Aunque esto sea a costa de sacrificar una de las patas del Régimen del ’78. Una pata fundamental, aunque ya resulte un tanto anacrónico considerarla la “izquierda”, habiendo nuevos jugadores como Podemos en el patio de la “alta política” capitalista.
El episodio de la crisis política abierta por los resultados electorales del 20D va a cerrarse el próximo 27 o 29 de octubre. Pero el modo en que el Rey, el PP y el PSOE se predisponen a resolver la “crisis de coyuntura”, no hará más que profundizar la “crisis orgánica” del régimen capitalista español.