En una sesión que duró más de 14 horas, Tsipras logró derrotar la moción de la Plataforma de Izquierda. El Comité Central resolvió convocar un congreso extraordinario para septiembre, una vez negociado el tercer rescate.
La reunión de Comité Central se esperaba con muchísima tensión. La Plataforma de Izquierda de Syriza junto a otros sectores críticos al memorándum venían pidiendo este encuentro desde hace semanas.
El debate giró sobre la exigencia de convocar a un congreso del partido antes de la firma de un nuevo rescate con los integrantes de la Troika, o dejarlo para septiembre, como proponía Tsipras.
Los miembros de la Plataforma de Izquierda y otros sectores críticos proponían convocar a un congreso ordinario en los próximos días, compuesto por los delegados permanentes elegidos en el congreso fundacional de 2013, lo que beneficiaría a los críticos. Tsipras en cambio proponía un congreso de emergencia en septiembre, una vez aprobado el rescate y con una nueva composición de delegados, basado en afiliados más moderados.
No se llegaba a ningún acuerdo, las horas pasaban y Tsipras lanzó la propuesta de un referéndum el próximo domingo, para consultar a los afiliados de Syriza y sortear así a los organismos de dirección de su partido.
En su intervención ante el Comité Central, Tsipras interpeló sobre cuál debía ser la estrategia de Syriza, ante la pérdida de la mayoría parlamentaria, y frente al “bloqueo” de los diputados disidentes que votaron en contra de los paquetes de reformas. Tsipras dijo que era «absurda» la existencia de dos facciones opuestas en el mismo grupo parlamentario.
En una entrevista radial que brindó el miércoles, había cuestionado a los sectores díscolos. Dijo que a pesar de que prefería no llamar a elecciones anticipadas, podía verse obligado a hacerlo si perdía la mayoría parlamentaria. También aseguró que era “surrealista” que los sectores críticos dijeran que siguen apoyando al gobierno, mientras votan en contra de sus principales propuestas. También comentó que se malinterpretaba el resultado del referéndum del 5 de julio, ya que el triunfo del “No” no era un mandato para abandonar el euro.
En una sesión interminable con más de 90 intervenciones, los integrantes de la Plataforma de Izquierda respondieron al primer ministro. El líder de la Plataforma de izquierda, Panagiotis Lafazanis preguntó: “¿Cuántos referendos necesitamos? Ya tuvimos un referendo y obtuvimos un 62%.” Lafazanis agregó: “se acabó la democracia. El sistema de gobierno del país es la dictadura del euro.”
La presidenta del Parlamento griego Zoe Konstantopoulou también cuestionó la posición de la dirección del partido, diciendo que “SYRIZA no contaba con el mandato del pueblo para encadenar al país con un memorando de rescate.” Y agregó que “proteger a la constitución no es algo surrealista”, aludiendo a las declaraciones de Tsipras.
Durante la reunión, 17 miembros del Comité Central –tres de ellos diputados- renunciaron a sus cargos, alegando que tenían profundas diferencias ideológicas con la orientación del gobierno. Todos ellos son parte de la corriente maoísta KOE dentro de Syriza.
Finalmente, después horas de enfrentamientos retóricos, Tsipras logró imponerse con una votación favorable a su propuesta de postergar el congreso para septiembre. La “carta” que jugó fue amenazar con la caída del gobierno.
«Si alguien cree que se puede conseguir algo mejor con otro primer ministro y otro Gobierno que lo diga», requirió Tsipras. «Si alguien cree que este rescate es el peor de los tres que lo diga», concluyó Tsipras.
Con este “apriete” a los integrantes del CC, acusándolos de estar jugando un papel “desestabilizador”, Tsipras consiguió dividir la “mayoría circunstancial” que se había formado las semanas previas, con el rechazo al memorándum. En ese momento la Plataforma de Izquierda había confluido con un sector de “centro” del partido, conocido como el “grupo de los 53”, que ahora en su mayoría volvieron a apoyar a Tsipras.
La Plataforma de Izquierda salió derrotada. Su máximo objetivo durante las últimas semanas era convocar a una reunión de CC, donde especulaban con “ganar” la votación a Tsipras. Le pedían que “cambiara el rumbo”, rompiera con la Troika y pusiera en marcha un “plan B” para salir del euro y “recuperar el espíritu” de Syriza.
Pero su estrategia de presión sobre Tsipras, basada en el parlamentarismo y contraria a la lucha de clases, mostró su completa impotencia. A pesar de todas sus críticas, la “izquierda de Syriza” sigue siendo parte del Gobierno y de Syriza, un Gobierno de colaboración de clases que traicionó abiertamente la voluntad popular, para adoptar la agenda impuesta por la Troika… y que está dispuesto a imponerla con represión si es necesario, como se mostró con las condenas a los detenidos en la manifestación del 15 de julio.
El domingo no habrá referéndum, y el congreso de Syriza se posterga hasta septiembre, una vez negociado el tercer memorándum. Las próximas semanas, en medio del receso del verano europeo, se negociarán las condiciones del tercer rescate que augura solo nuevas penurias para el pueblo griego. La reorganización de la clase trabajadora y los sectores combativos independientes del gobierno, contra los nuevos ajustes de la Troika, es una tarea de primer orden.