El Secretario General consigue 37 cargos en el CC, frente a 27 que retiene Errejón y 2 para Anticapitalistas.
Pablo Iglesias salió con un triunfo de Vistalegre II, renovando su cargo como Secretario General de Podemos con el 89% de los votos, y ganando un 60% de los cargos del nuevo Consejo Ciudadano, frente a un 37% que queda en manos de la corriente errejonista y un 3% para los Anticapitalistas, quienes se perjudican del reparto por el sistema electoral antidemocrático diseñado por el sector de Iglesias. El nuevo Consejo Ciudadano pasa a estar integrado ahora por 37 pablistas, 23 errejonistas y 2 anticapis.
De este modo, Iglesias logra reducir el peso en el CC de los errejonistas, con quienes hasta ahora estaba prácticamente empatado, y relegitima su figura en la máxima conducción de Podemos con un método plebiscitario del “todo o nada” en votaciones on line. Durante la campaña previa Iglesias había anunciado que, si su lista no ganaba en el CC, dejaba su cargo como Secretario General y hasta su acta de Diputado.
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Las votaciones se efectuaron entre el 4 y el 11 de febrero, por medio de una plataforma on line, y estaban habilitados para votar todos los inscriptos a Podemos. La polarización de la campaña llevó a un record de participación en esta elección, con un total de 155.275 votos emitidos, un 35% del total de inscriptos.
Las consecuencias Vistalegre II todavía son inciertas. ¿Se producirá una “purga” de los errejonistas, como sucedió en Madrid después del triunfo de Espinar sobre Rita Maestre? ¿O se abrirán una nueva negociación sobre la base del triunfo de Iglesias? El partido queda dividido, siendo Iglesias, Echenique y Errejón los cargos más votados al CC.
La Asamblea presencial de Vistalegre, que sesionó el fin de semana, mostró también otra característica particular de Podemos. Mientras cientos de miles de anónimos decidían el destino de la organización de forma telemática, guiados por las apariciones mediáticas de los dos principales contrincantes en los platós de TV, los militantes de Podemos presentes en la sala no tenían poder de decisión alguna, más que para aplaudir a uno y a otro de los que exponían, como si se tratase de una obra teatral. Tomando en cuenta este clima de “espectáculo”, Iglesias escenificó al final un abrazo con Errejón en medio de gritos de “unidad, unidad” desde las gradas.
Iglesias sale ahora fortalecido, con un partido más controlado por su corriente interna y anunciando que buscará “cavar trincheras” en la sociedad civil, para construir un “bloque histórico” y dar paso a un “impulso constituyente” junto con el resto de las formaciones “hermanas” y los “Ayuntamientos del cambio”.
Está aún por verse en qué se traduce concretamente este discurso, aunque lo que está claro es que el objetivo de fondo para Iglesias y toda la dirección de Podemos sigue siendo acumular fuerzas para prepararse para las elecciones de 2020, la vía institucional y reformista para reformar el régimen, y no el impulso de la lucha de clases generalizada para derrotarlo.