Verónica Landa es portavoz de la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas de Barcelona. Reflexiona sobre cómo afecta la crisis capitalista a las mujeres y las estrategias de emancipación en debate.

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ID: Desde el inicio la crisis hasta día de hoy ha habido una fuerte ofensiva desde los partidos del Régimen hacia las mujeres, ¿cómo crees que afecta los recortes y la precariedad laboral a las mujeres?

Verónica Landa: Desde la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas siempre hemos denunciado que la crisis capitalista ha atacado de manera feroz los derechos de la mayoría de mujeres: trabajadoras, jóvenes, migrantes… La precariedad laboral siempre ha estado muy feminizada. La imposibilidad de conciliar vida familiar y laboral, los trabajos más precarios y la brecha salarial que en el Estado español ya alcanza el 24% han contribuido a esta situación.

Si bien es cierto que la crisis se ha descargado sobre el conjunto de la clase trabajadora, son las mujeres las que han estado sintiendo más sus consecuencias, por ser mujeres y trabajadoras. Por ejemplo, con los recortes en la Ley de Dependencia, son las mujeres las que en la gran mayoría de casos han tenido que volver a sus casas para cubrir estas tareas de cuidados. La eliminación de becas en guarderías y el precio de las mismas ha supuesto lo mismo: que muchas mujeres dejen sus trabajos para cuidar de sus hijos e hijas. Una situación que refuerza la brecha salarial y la contratación precaria, recordemos que el 70% de los contratos a tiempo parcial son a mujeres. Todo esto hace que a la hora de decidir quién deberá dejar el trabajo para cuidar a los hijos, hijas o personas dependientes, sean las mujeres. Aunque hay leyes para la conciliación laboral y familiar, la realidad es que las empresas siguen poniendo miles de obstáculos para que las mujeres no se acojan a la jornada reducida, o incluso y despidiéndolas mujeres por quedarse embarazadas.

En el caso de las mujeres inmigrantes, la situación es más complicada. Las reaccionarias leyes de extranjería que dividen entre “legales” e “ilegales” provocan que muchas mujeres inmigrantes acaben en trabajos semiesclavos, sin contrato y cobrando una miseria. Estas en situaciones laborales irregulares suponen también que ante un caso de violencia machista, como por ejemplo acoso o violencia sexual, no actúen por temor a perder su trabajo.

Según las cifras oficiales, 60% de las mujeres afiliadas a la Seguridad Social que trabajan como empleadas del hogar y del cuidado son extranjeras. Sin embargo, son muchísimas más las que no aparecen en los registros. Las cada vez más estrictas condiciones para regularizar su situación las empuja directamente a la cola de los trabajos más precarios, soportando las peores condiciones laborales. Muchas, al estar en esta situación, ni siquiera pueden optar a las ya de por sí escasos derechos laborales que existen en el Empleo Doméstico. Es por eso que hablamos de que las mujeres inmigrantes se encuentran en una situación de triple opresión, por ser mujeres, trabajadores y extranjeras.

Para visibilizar este tipo de violencia hacia las mujeres, hace unos meses organizamos una rueda de prensa en la Universidad de Barcelona (Campus Raval), donde las trabajadoras contaron la violencia que habían sufrido y cómo la habían enfrentado. En esta misma línea de denunciar y visibilizar las historias de las mujeres trabajadoras, y con motivo del 8 de Marzo, el próximo 10 de marzo organizamos un acto/rueda de prensa en la Universidad de Barcelona: “La lucha contra la precariedad tiene rostro de mujer”

ID: El movimiento feminista se ha organizado en varias ocasiones para combatir todo tipo de violencia machista, ¿cuáles son las estrategias de emancipación en disputa?

V.L.: Es cierto. Los continuos ataques que se han llevado a cabo desde el Gobierno hacia las mujeres también provocó una amplia reacción desde el movimiento feminista, que se organizó para enfrentar la contrareforma de Gallardón. Fue un truiunfo, y la demostración de que la organización en la calle es una gran herramienta de lucha. No solo se frenó la contrareforma, sino que además tuvo que dimitir un Ministro.

El 7 de Noviembre, y después oir cada semana nuevas noticas sobre feminicidios, se realizó una histórica manifestación en Madrid, en la que miles de mujeres denunciaron que los feminicidios, no son un «fenómeno aislado», sino el último eslabón de una larga cadena de opresiones para la mayoría de las mujeres.

Después de eso, en el Estado español hemos podido ver cómo aumentaron los debates sobre la violencia machista, sobre todo de cara a las elecciones generales del 20D. Incluso se hizo un debatetelevisado donde participaron todas las mujeres de los diferentes partidos, merece la pena rescatar este dato, en un país en el que las mujeres apenas tienen presencia en las tertulias políticas, y cuando la tienen son minoría. Para mí, todo eso es consecuencia de la cada vez más amplia movilización y visibilidad del movimiento de mujeres.

Sin embargo, a la vez que se reactiva la movilización en las calles, la mayoría de los partidos «del cambio» o que se dicen de «izquierda» denuncian al sistema patriarcal, pero sin decir que este sistema está sustentado en un sistema capitalista.

En cuanto a las estrategias de emancipación en disputa, también es cierto que frente a los efectos de la crisis capitalista, las voces feministas que plantean que la lucha contra el patriarcado debe ir ligada a la lucha contra el capitalismo, están empezando a oírse. La lucha contra la “alianza criminal” del patriarcado y el capitalismo ya existía en el feminismo de los 60 y 70. Pero en los 80 y 90 el movimiento feminista se institucionalizó, y la crítica más radical y rupturista al patriarcado quedó reducida a las corrientes de mujeres y feministas de la izquierda anticapitalista, siendo mayoritarias las estrategias que criticaban la desigualdad entre hombres y mujeres, sin tener en cuenta la desigualdad de la sociedad de clases.

Pero estamos viendo el “fracaso” de este feminismo institucional, que al no tener una perspectiva colectiva de transformación no va más allá de defender las conquistas que las mujeres ya tenemos, aunque sigan siendo limitados. Un ejemplo sencillo es el derecho al aborto. No tienen en cuenta que es un derecho limitado: actualmente las mujeres de 16 y 17 años no pueden abortar sin permiso legal de su familia, y las mujeres inmigrantes que no tienen acceso a sanidad pública no pueden ejercer este derecho. La realidad es que bajo este sistema la conquista evolutiva de derechos es una utopía.

ID: Hemos visto cómo los partidos de la «nueva izquierda reformista» o «los ayuntamientos del cambio» entraban al debate sobre la cuestión de la mujer y la violencia machista, ¿qué límites crees tienen para resolver la desigualdad en la que viven las mujeres?

V.L.: Para nosotras el límite es que siguen confiando en que la emancipación de la mujer se podrá conseguir mediante reformas del propio Régimen político al que sólo pretenden «regenerar» sin cuestionar a fondo las instituciones del sistema capitalista.

Muchos de estos partidos entran al debate sobre la situación de las mujeres con gestos simbólicos. Por ejemplo, el gesto de Carolina Bescansa cuando llevó a su bebé al Congreso. El gesto volvió a poner sobre la mesa el debate de la conciliación laboral que a día de hoy, como he dicho antes, supone que muchas mujeres dejen sus trabajos, reduzcan sus jornadas o carguen con una doble jornada laboral (en casa y en el trabajo). Pero a la vez que se produce este gesto, las propuestas que hacen estos partidos no llevan a romper con esta situación, por ejemplo llamando a grandes movilizaciones por «guarderías gratuitas», sino que solo se plantean reformas que no son suficientes.

O el caso del Ayuntamiento de Ada Colau, que traicionó sus promesas de erradicar la precariedad laboral a las trabajadoras de Movistar o Metro, apoyó el mega evento de MWC con las mismas condiciones laborales de explotación y precariedad laboral que el gobierno de CiU. Y se opuso contundentemente a la huelga de Metro.

La gran contradicción que tienen es que acaban siendo gobiernos o estrategias de «gestión de los negocios capitalistas», con un discurso de «capitalismo social y humanitario» imposible de llevar a cabo en la práctica. Porque las empresas capitalistas no son «humanitarias». Al contrario, en las empresas de trabajadoras de cuidados y limpieza, de Servicios Sociales que dependen del Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, rebajan las condiciones laborales cada vez más.

Ocurre lo mismo con las medidas para enfrentar la violencia de género. Una parte importante de las corrientes feministas y el nuevo reformismo, planteaban como solución un “Acuerdo de Estado”. No hay que olvidar que eso implicaría pactar medidas para enfrentar la violencia machista con los mismos partidos e instituciones que hasta el día de hoy han estado recortando en ayudas por violencia machista, han intentado prohibir el aborto y continúan sosteniendo y avalando a la Iglesia católica. Por eso mismo, nosotras levantamos la consigna de que tan solo mediante la movilización, las mujeres podrán conquistar sus derechos.

ID: En el marco actual ¿Crees que es posible el surgimiento de un movimiento feminista y anticapitalista?

V.L.: Sí, creo que es posible y necesario. Posible porque la situación actual ha hecho que muchas mujeres salgan a luchar no sólo contra el patriarcado y contra el sistema en el que sustenta: el capitalismo. Y porque las mujeres trabajadoras también salieron a luchar. Y en esta lucha toman conciencia de que sus circunstancias son iguales a la de otras mujeres trabajadoras, y que por lo tanto la respuesta ante los ataques que sufren debe ser conjunta.

El movimiento feminista tiene por delante la tarea de reconstruir alianzas con los sectores más oprimidos y explotados de la sociedad capitalista, para así luchar por la transformación social, la emancipación y el fin de toda opresión.

Con el objetivo de avanzar en la construcción de un movimiento feminista antipatriarcal, anticapitalista y combativo, la agrupación de mujeres Pan y Rosas somos parte impulsora del en encuentro de No Hay Tiempo Que Perder, en el que nos proponemos discutir junto a otras compañeras feministas y mujeres trabajadoras un programa común para avanzar en la lucha por la emancipación de las mujeres, algo que consideramos no será posible sino es con la más extensa unidad de las mujeres, en alianza con el resto de explotados , recuperando las banderas de la transformación social.

 

Publicado por Veronica Landa

Verónica Landa | @lierolaliero :: Barcelona

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