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Cultura hípster, individualismo y nueva dominación cultural capitalista

Cultura hípster, individualismo y nueva dominación cultural capitalista

Publicado el 24 Mar 2015
Por: Clara Mallo
Comentarios: 11
Tags: Capitalismo cultural, Cultura, Hipster

Podríamos decir que en pocos años una “nueva cultura” ha colonizado las ciudades de todo el mundo, la publicidad, las cadenas musicales de radio, las revistas culturales y las muestras de arte.

Una “nueva cultura” que casi todos identificamos pero que nos resulta difícil de definir, saber de dónde viene, en que se basa y qué la caracteriza más allá de la estética que la define. Conocida como hipster, se trata de una tendencia que traspasa la estética y la moda para invadir toda expresión cultural. El cine, la música, y la programación de centros de arte parecen estar pensados en clave hipster.

Pero este concepto no es nada nuevo, el término hipster procede de una de las contraculturas urbanas surgidas en Estados Unidos en la década de los años cincuenta y aunque no tuvo el mismo desarrollo que la cultura rock, el beatnik o el fenómeno hippie se definía como una subcultura blanca, cuyo afán pasaba por liberarse de los estereotipos blancos pero manteniendo sus aspiraciones burguesas.

Mayor suerte ha corrido esta (sub)cultura en los últimos años, que ha visto favorecido su desarrollo y expansión gracias en parte a las nuevas tecnologías y medios de comunicación. Pero ¿qué hay detrás de todo eso? Sin duda se trata de un fenómeno social y cultural mucho más amplio que expresa características de una sociedad capitalista avanzada como el individualismo, el consumismo y la despolitización. Aspectos que han sido hegemónicos en las últimas décadas. Características que, sin embargo, en los últimos años, producto de la crisis capitalista y la movilización social, han comenzadoa cuestionarse por izquierda, con movimientos como Ocuppy Wall Street, los indignados y mareas españolas, la plaza Syntagma y muchas otras. Así como por la emergencia incipiente de proyectos culturales contestatarios, desde los más abiertamente militantes a aquellos que sin serlo problematizan sobre la sociedad en la que vivimos.

Cultura globalizadora basada en los mercados, imperialismo cultural

Si hiciéramos una primera definición de este fenómeno precisamente es que es “hijo de su tiempo”, un fenómeno global, surgido en un mundo globalizado y en parte homogeneizado por los mercados, un tiempo marcado por la hegemonía del neoliberalismo. Esta quizás sea una de las primeras cuestiones que lo diferencia de fenómenos culturales anteriores, como el punk o el indie, que aunque gozaron de gran expansión -al menos en los principales centros urbanos-, no llegaron a tener el mismo nivel de difusión masiva que las tendencias hipster, las cuales hoy, gracias a las nuevas tecnologías y medios de comunicación de masas, las grandes maquinarias de marketing masivo, se ha convertido en un fenómeno globalizado.

En la década de los sesenta surge como novedad en los estados de capitalismo más avanzado lo que algunos han llamado una nueva cultura juvenil con entidad propia, algo que se desarrollará en las siguientes décadas. La particularidad de esta “cultura juvenil” fue que “se convirtió en dominante en las economías desarrolladas de mercado” como define Hobsbawn en su Historia del siglo XX. Se trató de una masa juvenil que asumía y consumía los productos del mercado de una manera mucho más rápida que las generaciones anteriores.

Precisamente esta disposición al consumo, favorecida por las condiciones sociales y económicas de los años de desarrollo económico del boom de la posguerra, fue vista como una “mina de oro” por las aún incipientes industrias del ocio y culturales como la musical, la de la moda, y posteriormente la tecnológica. En este sentido fueron elementos de la cultura dominante norteamericana y sus valores los que fueron generalizados entre los jóvenes de los estados con las economías de mercado capitalistas más desarrolladas. La dominación cultural, en este caso estadounidense, no fue una novedad, aunque sí su modo de implantarse. Dejando atrás el cine como medio de difusión, era ahora la música rock, con sus letras sin traducir, y el uso de los vaqueros lo que comenzó a generalizarse entre jóvenes de todo el mundo.

Esta nueva cultura juvenil se convirtió en la matriz de la llamada “revolución cultural”, entendiendo revolución en un sentido muy acotado, como grandes transformaciones en el comportamiento y las costumbres, en el modo de disponer del ocio y en el modo de consumo, que pasaron a configurar cada vez más los ambientes urbanos. En referencia a este fenómeno Hobsbawn define: “Dos de sus características son importantes: era populista e iconoclasta, sobretodo en el terreno del comportamiento individual en el que todo el mundo tenía que ir a lo suyo, aunque en la práctica, la presión de los congéneres y la moda impusieran la misma uniformidad que antes.”

Pero esos años no fueron únicamente los de una “revolución cultural” en el sentido acotado que señala Hobsbawn. A finales de los años sesenta y setenta, la oleada de manifestaciones, huelgas y radicalización juvenil, eran las que marcaban, sin dudas, el clima político, social y cultural. Un clima de radicalización social que desafió la moral conservadora en el plano sexual, cultural y político. A esta situación de insubordinación general contra el orden establecido, acompañaron grandes debates sobre los cambios culturales o lo que algunos definieron como “revolución cultural” ayudando a desvirtuar extremadamente este término.

Lo cierto es que si bien el llevar tejanos y dejar crecer el pelo en los sesenta pudiese aparecer como contracultural, y en cierto modo lo fue y respondía a una reacción contra la generación anterior, al mismo tiempo se trató de una contracultura que con los años fue cada vez más dominada por los mercados, principalmente el mercado norteamericano.

Si bien fue en los años sesenta cuando comenzó a surgir este fenómeno (momento de radicalización y cuestionamiento), será durante la década de los noventa, una década marcada por el triunfalismo neoliberal, cuando se desarrolle plenamente esa “cultura juvenil” como mercado. El surgimiento del joven como “agente social” consciente recibió un reconocimiento cada vez mayor por parte de las industrias culturales y dedicadas al ocio. Los beneficios de enfocar el mercado hacia las generaciones más jóvenes fue algo que aprendieron las grandes compañías dedicadas a este tipo de productos.

La industria musical, televisiva, tecnológica, cosmética y la moda vivieron un enérgico desarrollo en los años noventa. Para dirigirse a ese público potenciaron un marketing indie, diferenciador, que pronto pasó a dominar y privatizar todos los aspectos y espacios de nuestra vida. En este escenario, con todos los espacios de ocio, creación y difusión dominados por el mercado, parecía que ya ninguna manifestación cultural de ningún tipo podía ser independiente, porque todo era asumido por el mercado.

Ofensiva individual

La expansión del consumismo como cuestión central en la cultura actual no hubiese sido posible únicamente por el avance del capitalismo y sus industrias culturales. Existe un componente social que ayudó a que esa cultura del consumo con barniz independiente se generalizara entre sectores populares, a pesar de las contradicciones que esto supone.

En la actualidad es justamente ese sector joven, al que se enfocan los mercados culturales y del entretenimiento, el que sufre la mayor precariedad laboral de su historia. Pero en gran parte de estos sectores juveniles se ha implantado una cultura centrada en el consumo y en lo individual, cuestiones apoyadas en la “idea de independencia”, confundiendo la independencia con lo individual, el “ir a lo tuyo” y aspirar a avanzar mediante tu enriquecimiento personal. Precisamente ese individualismo es la clave que sustenta esta falsa contracultura indie.

El brutal individualismo que ha colonizado aspectos de la cultura (entendida en un sentido amplio como comportamientos sociales y costumbres) de los últimos tiempos tiene un origen muy claro: la ofensiva ideológica, política, y material que en las últimas décadas se lanzó desde los sectores dominantes con el objetivo de destruir toda conciencia y expresiones culturales obreras y colectivas.

Sobre la crisis de subjetividad que hoy atraviesa la clase obrera mundial daría para abrir otro debate. Pero lo cierto es que existe un elemento ideológico que es fundamental y está relacionado con que la clase obrera ha perdido su confianza en su poder colectivo, su sentimiento de pertenencia a un grupo social con entidad propia y con expresiones políticas y culturales propias.

Y es que precisamente la clase dominante se ha encargado durante las últimas décadas de destruir todas las expresiones que podían aludir a lo proletario, a lo colectivo o radical, apoyándose en el desarrollo de “lo individual”, que anula todo sentimiento de pertenencia de clase, o a cualquier grupo u colectivo.

No extraña que la expansión de esta cultura haya sido tan rápido. El campo lleva abonado mucho tiempo. En ello tuvo mucho que ver la ofensiva neoliberal que por parte de los gobiernos se hizo en los años 80 y 90 del pasado siglo. Ejemplo de esto, y una de las ofensivas más brutales, fue la llevada a cabo en Gran Bretaña por los conservadores encabezados por Margaret Thatcher. Como lo define Owen Jones en su análisis de la cultura obrera británica Chavs, la demonización de la clase obrera, “los conservadores acometieron el experimento más audaz de ingeniería social.” En palabras de la propia Thatcher al ganar las elecciones en 1979: “tenemos que crear una mentalidad completamente nueva.”

Extender la idea de que la gente puede mejorar su vida mediante el enriquecimiento personal y no mediante la acción colectiva es lo que pretendía Thatcher, una reafirmación de los “principios” del capitalismo más rapaz. Una brutal ofensiva en contra de los intereses de la clase trabajadora y en contra de todas sus expresiones colectivas, que no solo se dio en Gran Bretaña y que sentó las bases del individualismo actual.

El objetivo era terminar con la clase trabajadora como fuerza política, social y económica, reemplazándola por un conjunto de individuos y emprendedores. Lo cierto es que el desarrollo de esa idea todavía se expresa hoy. La nueva cultura individualista, y una de sus expresiones más avanzadas, la cultura hipster, representan las aspiraciones de la clase media, el individualismo, el “apoliticismo”, y la anglofilia sin cuestionamiento. Una estética dominante en el capitalismo. Pero que, al calor de los nuevos fenómenos sociales y políticos, de la frustración y la indignación que generó la crisis capitalista, puede comenzar a ser cuestionada.

¿Cómo y dónde se apoyó esta ofensiva, para que fuese posible cambiar el modo de pensar de gran parte de la sociedad y los trabajadores británicos? Sin duda sin el doble ataque a los sindicatos y la industria manufacturera no hubiese sido posible, lo cual entre otras cosas permitió imponer unas condiciones sociales y económicas de retroceso social, que favorecieron una visión extremadamente negativa de la clase obrera y de todo a aquello que la representase, ya fuese en lo político como los sindicatos o en lo social como los aspectos culturales que la caracterizaran.

El modo de vestir de los trabajadores, sus casas, los modos de relacionarse, la música que escuchaban, se convirtieron en despreciables. La idea de una subclase se generó en este momento, algo de lo que huir pavorosamente y de lo cual diferenciarse mediante el enriquecimiento personal. Owen Jones explica cómo se desarrolla esta idea de subclase en Chavs, un concepto caricaturizado que ayuda a desarrollar los prejuicios hacia todo lo que expresa un origen proletario o popular. Concepto relacionado con aquellas comunidades o colectivos más afectados por la crisis, que sufren graves problemas sociales, los cuales son descritos como representativos de sectores más amplios. Un peligro en el que puedes caer “si no trabajas duro”.

Esta idea de subclase aparece cuando tras el ataque thatcherista muchas ciudades e incluso regiones o estados enteros se convirtieron en rustbels (cinturones de herrumbre), museos fantasmas de la manufactura. Comunidades que centraban su vida en el sentimiento de pertenencia a una comunidad como mineros, astilleros, trabajadores textiles, vieron cómo en poco tiempo se convertían en “individuos” aislados, cuyas condiciones de vida pauperizadas se debían, como les convencieron, a su “escaso esfuerzo” personal por llegar a ser “alguien de provecho”.

Todas aquellas comunidades hundidas por el paro crónico fueron utilizadas como el modelo de lo que no hay que ser en esta sociedad. Toda una campaña de marketing por parte del liberalismo. Una visión potenciada a favor del desarrollo individualista, lanzando el mensaje de que hay dos tipos de persona en esta sociedad: los que quieren vivir a costa de lo que el estado proporciona y la “gente de provecho” que con su esfuerzo personal logrará “ser algo”.

Esta idea cruel ha ido acompañada por la introducción de ciertos valores culturales que han reforzado y abierto las puertas al mayor desarrollo de los aspectos individualistas en la cultura actual. Conceptos como la libertad individual, creatividad, emprendimiento, diferencia, etc. Todos ellos son valores que remiten a lo individual, a los méritos propios y no hacen referencia a lo colectivo. Son los valores de la nueva cultura snob, hoy hipster, y los que precisamente la ubican en una posición de armonía con el capitalismo.

Ninguno de estos valores cuestionan nada de lo establecido, simplemente afianzan la posición individual frente al resto. El avance personal rige nuestros comportamientos sociales y determina nuestras relaciones, lo que convierte el individualismo y una de sus expresiones estéticas y culturales más avanzadas, lo hípster, como conservadores.

Ahora bien, el querer disfrazar a una tendencia reaccionaria como algo progresivo, resistente, underground e es algo en lo que tienen mucho empeño la industria.

La cultura como desmovilizador político

A esta altura creemos que tenemos la capacidad de afirmar que es clave la definición de hipster como una falsa subcultura. Precisamente lo que diferencia al mundo hipster de otros movimientos underground o contraculturales como fueron el beat, el punk o el indie, es la ruptura social, o mejor dicho la ausencia de ruptura social hipster.

Todo movimiento cultural progresivo pretende romper, con al menos algunos aspectos del marco social en el que surge y lo expresa mediante su estética. La estética agresiva del punk, o la provocadora del indie no era más que la expresión de un cambio más profundo. Aunque estos movimientos no pretendieran una ruptura total con el sistema capitalista, al menos había ciertos aspectos sociales que pretendían superar, en este sentido pudieron definirse en su contexto como progresivos, y gozaron entre algunos sectores populares de gran protagonismo. Sin embargo la nueva cultura hipster no pretende romper con el marco social del capitalismo, ni con muchos de sus valores, su aspiración se basa en aumentar su capacidad de consumo.

No sorprende en absoluto que las grandes multinacionales expriman esa idea de (falsa) resistencia. Un hito publicitario fue la campaña que en 1984 lanzó Apple en la que presentaba a quién se decantaba por este tipo de tecnología como un “contestatario” ante la uniformidad que representaba Microsoft. Hoy es común que grandes marcas sigan recurriendo a esta idea y utilizando figuras que algún día fueron contraculturales. Recientemente Iggy Pop, figura del punk-rock, puso cara a Schweppes, también el líder de los Sex Pistols, Johnny Rotten, ayudó con su imagen al aumento de ventas de una de las marcas de mantequilla inglesas DairyCrest, y algunos de los representantes de “La movida” han puesto un toque underground a productos como la cerveza Mahou. También podemos escuchar estos días uno de los éxitos de Janis Joplin, Cry Baby, anunciando una compañía de telefónica.

El éxito de esta cultura individualista, basada en su estética underground se apoya en la visión de contracultura y diferencia. Y en este afán diferenciador, la cultura hispster es brutalmente reaccionaria en su enorme desprecio a otros jóvenes que se identifican con sectores sociales más populares por su manera de vestir, los lugares en los que pasan su tiempo libre, la literatura que consumen y los programas televisivos que ven. Un chándal puede que no sea tan cool como los Levis, y escuchar música salida directamente de tu coche en un parking tampoco es lo mismo que gastar una pasta en una entrada para el Sonar. La manera despectiva en que se dirigen a quienes expresan gustos “poco refinados”, más populares, como chonis, canis en el Estado español o los chavs británicos, fomenta un odio hacia las clases más populares. El rechazo a quiénes expresan rasgos culturales y hábitos más propios de sectores castigados por el desempleo y la precariedad responde a la estrategia lanzada por el neoliberalismo para responsabilizar a las clases trabajadoras de sus desgracias, justificando así la existencia de élites que acumulan la mayor parte de la riqueza “gracias a su esfuerzo e inteligencia”. El desempleo, la pobreza, los bajos niveles educativos antes podían verse como fallos del sistema capitalista, o en su versión más light como una mala gestión de los gobiernos de turno, pero en las décadas pasadas los problemas como el desempleo o la pobreza pasaron a responder a “cuestiones personales”.

Una de las advertencias que hace Victor Lenore, en su Crónica de una dominación cultural, es precisamente el giro derechista y reaccionario que ha dado este fenómeno “y esa falta de conciencia se ha transformado directamente en desprecio de clase.” Quién no lee al filósofo esloveno Slavoj Zizek no tiene la capacidad intelectual para ser un hipster, pero esta (sub)cultura no repara en pensar que la capacidad para leer textos filosóficos pasa por tu nivel educativo.

“La cultura moderna es un excelente lubricante para el consumo que no crea ningún problema político a nadie con poder en el mercado” afirma Victor Lenore, algo que junto al desarrollo de un odio hacia los grupos sociales más empobrecidos convierte a esta (falsa) subcultura en bastante reaccionaria.

La idea que asumió el indie de que este sistema es el único posible, al ser absorbido por el mercado y el capital, nos sitúa en un escenario de “sálvese quien pueda” siempre y cuando sea de la manera más estilizada, visitando exposiciones de arte contemporáneo, viendo cine de Wes Anderson y haciendo la ruta veraniega por los festivales más indies, y sea dicho de paso, los que cuentan con entradas más caras.

La cultura hoy denominada hipster, vertiente del individualismo más actual, no se basa únicamente en el ascenso económico sino que se centra en la imagen. Unas aspiraciones individualistas que nos hacen perder el sentimiento colectivo, de clase. Aspiraciones crueles que contradicen profundamente nuestras condiciones actuales y representa el triunfo de la cultura capitalista.

Esta situación, sin embargo, hoy parece estar cambiando. En el marco de la crisis capitalista, los movimientos sociales, políticos, las huelgas obreras y las mareas están empezando a ser cada vez más protagonistas. El desarrollo de estos movimientos más a la izquierda supone el comienzo de un cuestionamiento al capitalismo y sus expresiones culturales. Con el surgimiento de ciertos fenómenos como el 15M en el Estado español, Occupy Wall Street, o la plaza Syntagma, las movilizaciones obreras y populares, los aspectos políticos, económicos y sociales del capital comienzan a ser cuestionados y entre todo ello lo individual empieza a perder hegemonía frente a lo colectivo. Empezar a cuestionar todos los aspectos propios del capital, todos aquellos valores culturales que sustentan un sistema basado en una profunda desigualdad, supone un paso adelante la lucha de clases.

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    11 Comentarios

    1. redondo 29 marzo, 2015 at 18:09 Reply

      Excelente artículo…. «socialismo o barbarie»

    2. Pingback: Ciudad de La Hoz » Cultura hípster, individualismo y nueva dominación cultural capitalista

    3. Raul 31 marzo, 2015 at 18:09 Reply

      No es por ser pesimista, pero los movimientos 15M, Occupy, etc, también están en la mira de esas mismas fuerzas que intentan reconciliar la contracultura con el capital. Hablo de reconciliación haciendo referencia a la reconciliación de clase que pide la patronal para acabar con las huelgas.

      No es gratuito que en Grecia Syriza haya tomado el poder por la vía electoral (según esto provenientes de las movilizaciones juveniles), al igual que Podemos en España (con su nacionalismo trasnochado) y en México puedo hablar de Morena y afines.

      La pregunta clave, creo, es cómo volver irreconciliable tu expresión de lucha acatual.

    4. Sergio Romero 3 abril, 2015 at 5:35 Reply

      Adam Smith afirmo que la esencia del Sistema Capitalista era el Interés Egoísta. Tal y como le expones en tu artículo, lo que han tratado de hacer los gobiernos derechistas es incrementar ese egoísmo.

    5. Gabriel Campero 4 abril, 2015 at 2:54 Reply

      Aburrido. Todos los males y supuestos problemas de la sociedad son culpa de lo que llama cultura hipster, que define como: cultura hipster, representan las aspiraciones de la clase media, el individualismo, el “apoliticismo”, y la anglofilia sin cuestionamiento, definición tomada de quien sabe que diccionario y que no se toma la molestia de acercarnos un ejemplo serio de algún individuo o situación adscrita a esta supuesta ideologia.

      Por otro lado habla de una cultura indie de la cual no ofrece definición y asume que es un término que todos manejamos y validamos. Se queja y argumenta contra el conservadurismo y contra el liberalismo lo que por definición es un error.

      Tiene fallas por todos lados y utiliza el más viejo truco para supuestamente establecer superiodad en una discusión, «Descalificar afirmativamente todo con lo que no se esta de acuerdo», porque la respuesta sería argumentar negando el discurso por completo.

      Buscar argumentos solidos, mantener la discusión abierta y hacer postulados más puntuales sería más serio, porque nadar en un mar de vaguedades tiende a ser algo triste.

      • Óscar Fernández 26 agosto, 2015 at 3:01 Reply

        El ensayo no habla de lo hipster como «ideología», claramente la pone en la categorís de «cultura» (como lo puede ser la cultura emo, punk, hippie, etc.). Como tal, no se puede clasificar con un ejemplo individual cuando se está hablando de algo colectivo, es decir, resulta ridículo decir «fulano de tal es hipster» porque puede que no muchos conozcan de quién se está hablando y porque al ser una (sub)cultura, sus expresiones en los individuos varían según la persona, aunado a que la autora enlistó algunas carcterísticas particulares e íconos de esa gente (leer a Zizek, tener productos Apple, valorar el «esfuerzo individual»; la publicidad de Iggy Pop en tal o cual marca, etc.). Si bien es cierto que no ofrecer definiciones como qué es el «indie» (por «independent») académicamente es incorrecto, la «popularidad» de la cultura hipster ha causado que ese género musical sea más identificado por la gente —es como quejarse de que un ensayo no dice qué es el rock. Por último, la autora critica al conservadurismo y al liberalismo *político*, por lo que no es un error conceptual (de otro modo, autores como Duverger tendrían que ser eliminados de los catálogos académicos por «atacar» a liberales y conservadores). Una releída no vendría mal.

    6. Pingback: Clara Mallo – Cultura hipster, individualismo e nova dominação cultural capitalista | produtor.org

    7. Rodrigo Gaona 4 abril, 2015 at 21:43 Reply

      El villano favorito desde hace más de 20 años viene siendo el neo-liberalismo.
      Sí, es fuente de innumerables males. Pero es muy cómodo echar la culpa a un sistema económico elitista, de todos aquello que no es de nuestro agrado.
      Una de las características más generalizadas del movimiento ola cultura hipster, es también estar en contra de aquello que es popular; y hoy día no hay nada más popular que despotricar contra el liberalismo económico; y eso te convierte a la autora en una hipster.
      Por cierto, le falto poner al final del texto:
      «Enviado desde de mi iPhone.»

      • Óscar Fernández 26 agosto, 2015 at 3:06 Reply

        Lo hipster no es criticar las cosas por ser «populares» porque sí, sino que su propósito es adelantarse a la moda y ser la vanguardia (por eso los memes que les hacen referencia dicen «yo hacía esto antes de que fuera mainstream»). Tener un iPhone no es sinónimo de ser hipster, lo es cuando se trata de un consumismo desmesurado y se quiere tener al instante al último hito de la tecnología cada 6 meses que sale uno nuevo. Por cierto que lo que planteas es contradictorio:

        Premisa 1) los hipsters están en contra de lo que es popular
        Premisa 2) criticar al capitalismo es popular
        Conclusión: ¿la autora es hipster por criticar al capitalismo?

    8. Nathan 6 abril, 2015 at 20:00 Reply

      Genial!!!! Excelente texto!!

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      31 marzo, 2017
    • La incertidumbre de las presidenciales y la “crisis orgánica” del capitalismo francés

      7 febrero, 2017
    • Donald Trump: una movida de la Fed, la “furia”, el capital global y el gigante asiático

      16 enero, 2017
    • [Entrevista] Pasado y presente de la Revolución cubana

      8 diciembre, 2016
    • Llamado telefónico a Taiwán: Trump pone a China a la defensiva

      8 diciembre, 2016

    Cuestión Nacional

    • La ofensiva españolista no cesa ni en Navidad: detenido un concejal de la CUP

      28 diciembre, 2016
    • Diada multitudinaria

      12 septiembre, 2016
    • La CUP dará un Sí a Puigdemont en la cuestión de confianza

      6 septiembre, 2016
    • Una Díada descentralizada e internacional

      20 agosto, 2016
    • Ofensiva reaccionaria del gobierno de Rajoy para frenar ’la hoja de ruta’ catalana

      2 agosto, 2016

    Géneros y Sexualidades

    • Llaman desde Estados Unidos a unirse al Paro Internacional de Mujeres

      7 febrero, 2017
    • Pan y Rosas en manifestación de Barcelona contra Trump y el imperialismo

      25 enero, 2017
    • La hipocresía detrás de la hipocresía: la explotación sexual y el negocio de la pornografía

      17 octubre, 2016
    • Hay que retomar una crítica radical a la alianza entre el patriarcado y el capitalismo

      22 septiembre, 2016
    • Derecho al aborto ¡también para las jóvenes y las mujeres inmigrantes!

      22 septiembre, 2016

    Cultura

    • Una escuela de estrategia revolucionaria

      22 junio, 2016
    • Suffragette, romper cristales para vivir la vida de otra manera

      11 enero, 2016
    • Diez documentales sobre la crisis que no te debés perder

      19 septiembre, 2015
    • Artistas en las barricadas del Mayo francés

      27 mayo, 2015
    • Hipócrates agoniza en la sanidad pública

      19 mayo, 2015

    Estado español

    • ¿Luchar contra la “trama” con los “empresarios patrióticos” y pactos con el PSOE?

      31 marzo, 2017
    • La prueba del poder: “Ayuntamientos del cambio” para que nada cambie

      31 marzo, 2017
    • La crisis de Podemos y la necesidad de luchar por una perspectiva anticapitalista y de clase

      16 febrero, 2017
    • Felipe VI reivindica el gobierno de “gran coalición”, la ofensiva españolista y la impunidad de la Transición

      28 diciembre, 2016
    • ¿Reforma Constitucional o Proceso Constituyente?

      20 diciembre, 2016

    Historia

    • El asesinato de los abogados de Atocha y la “reforma pactada” del Partido Comunista

      25 enero, 2017
    • La matanza de Casas Viejas y la coalición republicano-socialista

      16 enero, 2017
    • La CNT no tomó el poder, el poder tomó a la CNT

      9 noviembre, 2016
    • Unidad Popular, Cordones Industriales y el golpe de Estado

      12 septiembre, 2016
    • La Comuna de París de 1871

      28 mayo, 2016

    Juventud

    • A 30 años del curso 86/87: Y la juventud tomó las calles

      7 febrero, 2017
    • Contra el tasazo, la LOMCE y la privatización: ¡9 de marzo, huelga general de educación!

      25 enero, 2017
    • 127.000 alumnos expulsados de la universidad desde el ’tasazo’ del PP en 2012

      6 septiembre, 2016
    • El 3+2 y las perspectivas del movimiento estudiantil

      19 abril, 2016
    • El 3+2 y las perspectivas del movimiento estudiantil

      4 abril, 2016

    Economía

    • Los beneficios empresariales disparados, los salarios en caída libre

      31 marzo, 2017
    • El 1% de los españoles más ricos acumula el 20% de la riqueza

      25 enero, 2017
    • Robótica, productividad y geopolítica

      12 septiembre, 2016
    • Petróleo, deuda, Brexit y productividad: el tráiler y la película

      22 junio, 2016
    • Consecuencias de un riesgo global inminente

      27 abril, 2016

    Mundo Obrero

    • ¿Por qué los grandes medios no hablan de las Marchas de la Dignidad?

      31 marzo, 2017
    • Estibadores: el Sí se puede de la clase obrera

      31 marzo, 2017
    • Clase trabajadora, izquierda y populismo de derecha

      7 diciembre, 2016
    • Encuesta: la mitad de los jóvenes considera que vivirá peor que sus padres

      9 noviembre, 2016
    • Encuentro estatal de CGT Telepizza lanza campaña contra la precariedad

      17 octubre, 2016

    Actividades

    • Gran acto en Barcelona para celebrar el primer aniversario de Izquierda Diario

      30 octubre, 2016
    • Vincent Duse: “En la Peugeot hay trabajadores de 50 nacionalidades y miles de precarios”

      19 julio, 2016
    • Juan Chingo: “Francia combinó distintas resistencias que en Europa se habían dado aisladamente”

      19 julio, 2016
    • Antonio Liz: “la Revolución española tiene dos contrarrevoluciones, la fascista y la estalinista”

      19 julio, 2016
    • Elsa, estudiante París 1: “En Francia emergió una nueva generación juvenil combativa”

      19 julio, 2016

    Universidad

    • ¿Qué sucede con el (falso) fin de las reválidas educativas?

      9 noviembre, 2016
    • «Queremos poner en pie un movimiento estudiantil anticapitalista, combativo y con los trabajadores»

      17 octubre, 2016
    • Revertir la “década perdida” de la universidad, una asignatura pendiente del movimiento estudiantil

      22 septiembre, 2016
    • Pelai Pagès: “la transición cerró el proceso de lucha por la democratización de la universidad”

      4 abril, 2016
    • ¿Por qué es necesario que las mujeres nos organicemos en las universidades?

      1 diciembre, 2015

    Elecciones

    • El plebiscito de Podemos evidencia que la “ilusión” en el cambio está cada vez más devaluada

      19 abril, 2016
    • ¿Por qué ha fracasado la apuesta de Podemos de un “gobierno de progreso”?

      27 febrero, 2016
    • Los zigzags de Podemos: ¿camino a nuevas elecciones o táctica negociadora?

      16 febrero, 2016
    • Las nubes de tormenta en el PSOE y el deseo político del establishment

      1 febrero, 2016
    • ¿Un gobierno “del cambio” liderado por el PSOE?

      27 enero, 2016

    Debates

    • Los “comunes” a la búsqueda de la izquierda perdida

      7 febrero, 2017
    • Reflexiones críticas a la propuesta de Anticapitalistas

      7 febrero, 2017
    • Iglesias dependerá de un pacto con Errejón o Rodríguez: ¿qué hará Anticapitalistas?

      28 diciembre, 2016
    • ¿Quiere Izquierda Unida luchar seriamente contra la precariedad laboral?

      8 diciembre, 2016
    • Reflexiones desde Europa sobre el acto del Frente de Izquierda y los Trabajadores en Argentina

      27 noviembre, 2016

    Teoría Marxista

    • Lenin, el estratega de la revolución

      25 enero, 2017
    • El asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, crimen de la socialdemocracia

      16 enero, 2017
    • Emilio Albamonte: “Nosotros buscamos construir un partido de ‘tribunos del pueblo’”

      28 diciembre, 2016
    • Adelanto del libro El marxismo del siglo XX y la cuestión militar

      20 diciembre, 2016
    • ¿Por qué se fundó la IV Internacional?

      6 septiembre, 2016

    Inmigrantes

    • How come Internet Secureness is Necessary

      25 enero, 2023
    • Aboard Management Software

      23 enero, 2023
    • What to Look for in Digital Data Bedroom Providers

      22 enero, 2023
    • Psychology and Personal computers

      22 enero, 2023
    • Region Farm and Business Supervision

      19 enero, 2023

    Corriente Internacional

    • Multitudinario acto del Frente de Izquierda en Atlanta

      20 noviembre, 2016
    • Conclusiones de una semana de intenso debate internacionalista

      20 agosto, 2016
    • Gran conferencia y acto internacionalista en Paris

      6 diciembre, 2015
    • Nos vamos a encontrar nuevamente en luchas por venir

      23 noviembre, 2015
    • Jornada en Berlín en el 75 aniversario de la muerte de León Trotsky

      24 septiembre, 2015

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