El cambio de nombre del Pabellón Principe Felipe por parte del Ayuntamiento de Zaragoza genera indignación entre los partidos del Régimen. Zaragoza en Común responde desligando la decisión de cualquier cuestionamiento a la Monarquía, pilar del Régimen del 78.
El pabellón deportivo “Principe Felipe” se llamará a partir de ahora José Luis Abós, nombre del ex entrenador del CAI de baloncesto, fallecido el año pasado. Una de las decisiones que más revuelo mediático y rechazo de los partidos del Régimen del 78 ha generado.
En el pleno del Ayuntamiento celebrado el pasado lunes, el PP presentó una moción de urgencia para intentar frenar esa iniciativa, que ha sido respaldada por una mayoría compuesta por los concejales populares, del PSOE y Ciudadanos. En total, 19 votos de la oposición contra 10 de ZeC y CHA. El equipo de gobierno decidió mantener la propuesta de cambio de nombre, dado que la votación no era vinculante y que contaba con el respaldo de más de 15.000 firmas de aficionados del equipo local del baloncesto.
Esta decisión coincide con la de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, que pocos días antes ordenó la retirada del busto del Rey Juan Carlos I que presidía el salón de plenos del Ayuntamiento de Barcelona desde 1976. Un año después de sustituir al dictador Francisco Franco en la Jefatura del Estado. Según la Alcaldesa, Don Juan Carlos no es ya el actual jefe del Estado y por tanto, su presencia constituía una «anomalía». Los representantes del PP, han pedido al consistorio barcelonés que sitúe un busto del actual Rey, Felipe VI, en el salón de plenos.
Colau y su equipo han propuesto abrir un debate sobre la presencia de símbolos monárquicos en el ayuntamiento y la ciudad de Barcelona que habrá que ver hasta dónde llega. Lo cierto es que hasta ahora a pesar de estos gestos la nueva alcaldesa mantiene una posición de lealtad institucional con la Corona como mostró su encuentro con Felipe VI en Barcelona el mismo día de la retirada del busto de su padre.
Sin embargo en el caso del consistorio zaragozano el equipo de gobierno no quiere ni siquiera llegar hasta ahí. El cambio de nombre se pretende enmarcar en una decisión de carácter deportivo y de hecho fue consultada con anterioridad con la misma Casa Real.
El concejal responsable de la iniciativa, Pablo Hijar, señaló que han recogido el sentimiento de la afición y que era un compromiso electoral, sentenciando que «No es un debate entre República o Monarquía».
Resulta complicado querer rehuir este debate en mitad de la mayor crisis del Régimen del 78, del cual la restauración borbónica fue uno de sus pilares fundacionales. Más allá de nombres o bustos, la importancia que se le atribuyen a los símbolos políticos por parte de los partidos del régimen es que representan el poder de la Monarquía y los principales poderes del Estado constitucional heredero del Franquismo.
Sin embargo el ayuntamiento de Zaragoza en Común, gobernado por Pedro Santiesteve ha negado que su decisión constituya el más mínimo cuestionamiento a esta rancia institución. Mandando mensajes de responsabilidad, de que su proyecto no pasa de una cierta regeneración democrática y algunas políticas sociales. En ningún caso pretenden cuestionar el andamiaje institucional de esta democracia para ricos.
Una actitud que se distancia cada vez más de los discursos con los que buena parte de los componentes de estas nuevas fuerzas reformistas se manifestaban hace pocos meses. Como en el caso de Pablo Iglesias, su mayor representante, ya no quieren cuestionar ni el régimen político, ni la idea de abrir un proceso constituyente.
Poco a poco, y con el sentimiento de “responsabilidad institucional” que embriaga a Santiesteve o Colau, van abandonando algunas de las demandas rupturistas que habían comenzado a tomar forma en la calle, por ejemplo en las manifestaciones del día de la abdicación del Rey Juan Carlos.
Zaragoza en Común no hace un balance de los últimos 40 años de monarquía. No cuestiona el nombramiento de Felipe VI, como heredero del régimen político que ha llevado a la situación de corrupción y empobrecimiento de los trabajadores. Si alguien les acusa de algo parecido responden que se trata de una decisión deportiva.
¿Donde queda ahora el derecho a decidir sobre la monarquía? una de las reivindicaciones democráticas y sociales, más básicas y pendientes desde hace más de 40 años. Esta regeneración democrática cada vez más “ligth” parece que no quiere pasar de símbolos y gestos performativos. Mantener resortes “viejos” con mediaciones nuevas, que parecen trabajar juntos por darle una salida ordenada a la crisis del Régimen del 78.
Muchos han visto en estas nuevas candidaturas y formaciones un ariete contra el régimen heredero del Franquismo. Sin embargo para acabar con él, para permitir la apertura de un verdadero proceso constituyente sobre sus ruinas en el que realmente se puedan discutir todas las cuestiones – incluido el que acabar con la “casta”, la Corona o conquistar el derecho de autodeterminación- e imponer una salida a la crisis sobre los intereses de los capitalistas, hay que retomar el camino de la movilización social y desnudar el gatopardismo de lo viejo y también de lo nuevo, que hoy toma la forma del “respeto institucional”.