Las primarias no dejaron certezas para los partidos tradicionales. No hubo polarización marcada, Sergio Massa no terminó de morir ni de renacer. Revuelo en el conurbano y caída de barones peronistas. El Frente de Izquierda con buena elección de conjunto. Del Caño hizo historia.
Fueron las elecciones del “cinco pal’ peso” para las fuerzas tradicionales, aunque todos hayan festejado el peso que no tuvieron.
Las primarias no fueron definitorias para la elección presidencial de octubre y dejaron un escenario abierto.
A Daniel Scioli no le alcanzó para un triunfo categórico que asegure su victoria en la primera vuelta de octubre. A Mauricio Macri no le alcanzó para consolidar una polarización y Sergio Massa tampoco pudo terminar de recuperarse y meterse en la pelea de los tres principales.
Scioli fue el ganador nominal con el 38,5% de los votos y detrás suyo se ubicó el espacio de Cambiemos (PRO-UCR-CC) con poco más del 30%. Macri fue el claro ganador en esa interna donde enfrentaba a Ernesto Sanz y Elisa Carrió. La coalición UNA, en la que competían José Manuel de la Sota y Sergio Massa, alcanzó el tercer lugar con un 20% de los votos. El tigrense se impuso al cordobés.
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores, con el batacazo electoral de Nicolás del Caño que derrotó en la interna a Jorge Altamira, salió quinto casi en un empate técnico con Margarita Stolbizer que quedó cuarta, arrastrando a los “Progresistas” a una de las más bajas performances electorales de su historia.
Las primarias no dejaron instalado un escenario de polarización aunque es lo que buscaban en el camino a octubre los contrincantes del FpV y el PRO junto a “Cambiemos”. Resta ver si en los próximos dos meses logran concretarla.
Scioli sacó nueve puntos menos de los que obtuvo Cristina Fernández en las PASO del 2011 y siete menos de los que había logrado en 2007. Se ubicó dos puntos por debajo del 40% al que aspiraba a llegar (con una diferencia de diez puntos sobre Macri y su coalición Cambiemos), para intentar consagrarse como un probable ganador en las generales sin necesidad de balotaje.
No lo logró. Ahora, debe intentar cautivar a los votantes de las otras listas, sobre todo de aquellos que apoyaron a Massa y especialmente, a De la Sota. Vamos a “persuadir a muchos que eligieron a De la Sota” adelantó Alberto Pérez, jefe de Gabinete de Scioli.
Por otro lado, el candidato del FpV tiene un problema con un presente griego que le dejaron las PASO: Aníbal Fernández fue el ganador de la interna en la provincia. La reciente acusación en su contra por presunta complicidad con el narcotráfico complica su campaña hacia octubre. Una de las perdedoras de la coalición Cambiemos, Elisa Carrió, ya adelantó que será el electrón loco que se encargará de disparar sistemáticamente contra Fernández. Será la artillería de denuncias estridentes de Cambiemos, que por más que no despierten pasiones, logran la verosimilitud en el país donde el narcotráfico es una realidad cada vez más presente.
Luego de las denuncias de Jorge Lanata y Clarín, Fernández pudo haber consolidado por oposición, un apoyo del kirchnerismo más duro que le permitió ganar la interna contra Julián Domínguez. Pero ese mismo factor puede convertirse en su límite en una provincia donde, frente a la división del peronismo, María Eugenia Vidal hizo individualmente una buena elección, al igual que Felipe Solá, el candidato de Massa.
Macri logró superar los treinta puntos, pero sólo de la mano de la alianza que hizo con el radicalismo y Elisa Carrió; individualmente apenas superó el 24%. Tiene por delante el desafío de contener los seis puntos que obtuvieron Carrió y Sanz, para mantener competitiva a su fórmula. No se descarta que haya votantes radicales que apostaron por Sanz y en octubre se deslicen hacia Margarita Stolbizer, siguiendo la “ruta” del voto de Martín Lousteau, quien afirmó que su “límite es Macri” (por ahora). En contra de esta hipótesis están los resultados de la candidata de los progresistas que no alientan precisamente lo que se llama el “voto útil” (más bien todo lo contrario).
Además, Macri deberá conquistar parte de los votos que apoyaron a Massa, para equilibrar eventuales pérdidas e intentar que Scioli no llegue al 45% o al 40+1 con más de diez de diferencia.
Finalmente, Massa pasó la barrera traumática de los veinte puntos, pero sólo con la ayuda de los votos de De la Sota, quien a fuerza de usufructuar el conservadurismo general que favoreció a todos los oficialismos + la demagogia “cordobesista”, mantiene tan alambrada su provincia que ni siquiera él puede salir políticamente de ese territorio. Afuera no mueve el amperímetro. El voto del peronismo delasotista, tamizado por Juan Schiaretti (gobernador recientemente electo) puede desplazarse hacia el nuevo peronismo naranja.
Massa intentará volver a transitar la “ancha avenida”, con el inconveniente de que ahora la circulan todos y todas. Hasta María Eugenia Vidal ensayó en el cierre de la jornada del domingo un giro discursivo propio con elementos “nac&pop” en un intento peculiar de “socialdemocracia” amarilla.
El kirchnerismo «puro» festeja en secreto los ajustados números de Scioli, porque de esta manera se muestra necesario para el triunfo e impide que el candidato del FpV adquiera demasiada autonomía. Scioli no puede prescindir de nada, de ahí que el discurso de los “festejos” haya reivindicado a Néstor Kirchner y en un mismo párrafo, al recientemente fallecido Juan Carlos “Chueco” Mazzon, el operador peronista que fuera expulsado de la Casa Rosada cuando propuso anticipadamente lo que Cristina Fernández terminaría aplicando después: la receta es ganar, no importa con qué, ni con quiénes; perder no es de peronista.
En cuánto a La Cámpora, conquistó algunas posiciones residuales en los municipios de Moreno y Lanús: al “kirchnerismo parlamentario” le suma algo de municipalismo puro.
La dispersión de la oposición tradicional no llega al desastre que protagonizó en 2011, pero tampoco logra una coalición que imponga una clara polarización. El escenario está abierto y nadie capitaliza con claridad los límites del oficialismo que retrocede, pese a la moderación extrema que expresa su candidato.
La caja de Pandora de la provincia de Buenos Aires
La división del peronismo de la provincia de Buenos Aires que viene desde el 2013 (con el triunfo de Massa), a la que ahora se agregó la interna en la que compitieron Aníbal Fernández y Julián Domínguez, permitió que Vidal -de Cambiemos- se ubique primera con casi el 30% de los votos, siendo la candidata individualmente más votada.
Pero más en general, este fraccionamiento por arriba abrió una caja de Pandora por abajo con el debilitamiento de históricos barones y de uno de los aparatos de contención claves del peronismo y del régimen.
Como botón de muestra, están las derrotas en las PASO de los históricos peronistas Mariano West (en Moreno) y Raúl Othacehé (en Merlo). Aunque no son los únicos ejemplos de lo que el periodista Martín Rodríguez llamó irónicamente “Una Primavera Árabe del Conurbano”: en Almirante Brown, Darío Giustozzi, que fue y volvió del massismo al FPV, cayó ante el sciolista Mariano Cascallaresiano. En Hurlingham, fue sorpresiva la derrota del massista Luis Acuña que competirá en octubre, pero deberá remontar una diferencia de casi 15 puntos con el candidato kirchnerista, «Juanchi» Zabaleta.
El intendente de San Miguel, Joaquín de la Torre, uno de los pilares del Frente Renovador fue el candidato más votado, pero su frente UNA quedó diez puntos por debajo de los 41 que obtuvo el kirchnerismo.
El hermano de Martín Sabbatella tuvo en Morón un triunfo dentro de la interna del FpV, pero quedó sólo dos puntos arriba de la coalición Cambiemos, que tendrá al esposo de María Eugenia Vidal, Ramiro Tagliaffero, como candidato. Al final, parece que lo primero es la familia, tanto en el frepasismo de centroizquierda (sabatellismo), como en el “frepasismo de derecha” (PRO). La nueva política, le dicen.
Jesús Cariglino perdió en Malvinas Argentinas por un punto con el candidato kirchnerista y también hubo resultados parejos en Tres de Febrero y Pilar, donde Huberto Zúccaro aseguró que ganó por 152 votos.
Un dato de estas PASO municipales en el conurbano es que de los dos integrantes de la fórmula ganadora del FpV a la gobernación, uno casi pierde su distrito (Sabatella) y el otro (Aníbal Fernández) sale perdedor, ya que el candidato que apadrinaba en Quilmes fue derrotado por el actual intendente.
La relación de los “barones” con el candidato ganador en la interna, siendo que la mayoría se encolumnó con la fórmula de Julián Domínguez y Fernando Espinoza y en el marco de estas disputadas elecciones, será otro factor de tensiones en el peronismo bonaerense.
Nosotros, la izquierda… y la historia
El Frente de Izquierda creció más de un 40% en relación a las PASO del 2011, elecciones con las que se corresponde comparar. Como se dijo, quedo prácticamente en la misma posición que la deslucida centroizquierda de Stolbizer.
En varios distritos quedó a tiro de pelear nuevos legisladores en octubre. En una reñida interna que terminó de definirse por la mañana del lunes, Nicolás del Caño se impuso a Jorge Altamira en una performance verdaderamente histórica. Como informó y explicó La Izquierda Diario, se impuso la renovación en el sentido profundo en que lo plantearon sus candidatos durante toda la campaña. Y los referentes de ambas listas, declararon que hay que encarar unificadamente la campaña hacia octubre.
El escenario abierto, la dispersión y contradicciones de las fuerzas tradicionales imponen una responsabilidad al renovado Frente de Izquierda que tiene nuevos desafíos en un escenario donde se definirá el rumbo del país y sus consecuencias para los trabajadores y las mayorías populares.