El próximo 28 de noviembre diversas organizaciones políticas, activistas y miembros críticos de Podemos han convocado un encuentro en la ciudad de Málaga bajo el lema “No hay tiempo que perder”.
Según el manifiesto de dicha convocatoria, el objetivo es abrir un espacio que se proponga construir una alternativa política a Podemos y Unidad Popular (IU), las dos candidaturas a la izquierda del PSOE que se presentaran a las elecciones generales del 20D. Los convocantes hacen una crítica a estos dos proyectos políticos que compartimos en gran medida.
Critican cómo el partido de Pablo Iglesias ha abandonado demandas que estaban presentes al inicio de la andadura de esta nueva formación, como las relativas a la deuda, el abandono de la expropiación de viviendas en manos de la banca o avanzar en la reforma agraria sobre los intereses de los grandes terratenientes.
También critica la estrategia de que la única vía de cambio sea la entrada en las instituciones y el abandono de la movilización social, o la política de fichajes que incluye al ex-JEMAD Julio Rodríguez o al defensor de la reforma del artículo 135 de la Constitución Pérez-Royo, aunque este último ha terminado renunciando el ofrecimiento de ir en las listas de Podemos.
En el caso de Unidad Popular, señalan correctamente cómo su dirección no es otra que la de IU. Al programa levantado por la lista de Alberto Garzón, similar en lo esencial al de Iglesias, se suma el historial de esta coalición en la gestión de los recortes, como ocurrió en los últimos años en la Junta de Andalucía junto al PSOE.
Tanto una como otra candidatura levantan un programa que se niega a atacar “con claridad los intereses de los que se han estado enriqueciendo y aprovechando de esta crisis”. Ambas dan apoyo político al gobierno de Alexis Tsipras en Grecia y su aplicación del nuevo memorándum y se han alineado con el frente españolista ante el proceso catalán, adelantando qué se puede esperar de lo que harán después del 20D.
Todas estas críticas nos parecen justas y acertadas, y van en el mismo sentido de las que venimos haciendo desde Clase contra Clase a estos dos proyectos políticos representantes de un nuevo y un viejo reformismo de gestión del capitalismo.
La derechización de Podemos de los últimos 18 meses -desde las elecciones europeas- ha ido generando un creciente malestar entre muchos de los que lo vieron como un proyecto capaz de abrir el camino a una superación del régimen del ’78 y una salida a la crisis capitalista en favor de los trabajadores y las clases populares. Una deriva a la que, internamente, se ha sumado un proceso de jerarquización burocrática de la organización que ha impedido todo debate serio.
Sin embargo, no creemos que una cosa y la otra hayan sido “revisiones” del proyecto original. El propio proyecto inicial de Podemos levantaba un programa que, aun planteando denuncias a la casta política y a las desigualdades económicas, lo hacía en clave de reforma de lo existente y por medio de los mecanismos de representación del actual régimen. La apuesta de Pablo Iglesias y su núcleo por la video-política o los plebiscitos telemáticos desde el minuto cero, y no por el desarrollo de un partido anclado en los centros de trabajo, estudio y barrios, abría el camino a la deriva autoritaria que ha terminado por liquidar la vida interna.
Respecto a su relación con la movilización, éste ha actuado desde el comienzo como un elemento pasivizador de la misma, colaborando con el desvío de la indignación extendida desde 2011, de la calles hacia las ilusiones electorales. Una tarea en la que objetivamente Podemos actuó como aliado de las burocracias sindicales, que tuvieron el papel preponderante en el bloqueo de toda dinámica ascendente de la lucha de clases.
Por último, consideramos que los límites de ambos proyectos reformistas no se plasman solamente en su incapacidad para resolver los grandes problemas sociales. El Régimen del ‘78 presenta las elecciones del 20D como un punto de inflexión en sus crisis, tras las que intentará imponer un proyecto de restauración y regeneración democrática para sobrevivirse. Este no es solo el proyecto del PSOE, PP y Cs: tanto Podemos como Izquierda Unida encarnan el ala izquierda de este nuevo regeneracionismo burgués. Ese es el significado del giro al centro de Pablo Iglesias o de su escandalosa política de fichajes ydeclaraciones pensadas para contentar al establishment.
La convocatoria al Encuentro llama a organizar una alternativa “desde la calle” y la movilización social -sin renunciar a que ésta llegue a tener una expresión electoral en el futuro-, que dé sus primeros pasos antes de las elecciones generales, pero con la mirada puesta en el 21D y la necesidad de retomar el camino de la lucha “rompiendo con la lógica del sistema capitalista y sus instituciones”. Un llamamiento que está abierto a “activistas sociales, sindicalistas, militantes polític@s de tradiciones diversas que se han encontrado en el mismo bando durante las movilizaciones de las Mareas, en las huelgas en los centros de trabajo, en los barrios, en la lucha feminista, en el 15M, en las luchas juveniles y estudiantiles…”.
Creemos que es un buen primer paso en el agrupamiento de aquellos sectores que se orientan hacia una salida anticapitalista y de clase, tanto para resolver los graves problemas sociales, como para dar solución a las grandes demandas democráticas que se vienen expresando en la calle desde el 15M, desde la denuncia de la casta y la corrupción, hasta el fin de la Monarquía o el derecho de autodeterminación de las nacionalidades.
En ese mismo sentido nos pronunciábamos recientemente en nuestradeclaración ante la convocatoria de elecciones generales. Entonces señalábamos como la “situación hace que sea necesario y urgente dar pasos en la conformación de una alternativa política a los proyectos del nuevo y el viejo reformismo de izquierda. Las organizaciones que nos reivindicamos de la izquierda obrera y anticapitalista, junto a sectores de están abandonado Podemos o IU y los jóvenes y trabajadores que ya están haciendo una experiencia con estas formaciones o los gobiernos del cambio en muchas ciudades, tenemos el desafío de dar pasos en un agrupamiento que se proponga abordar las tareas del momento desde una perspectiva anticapitalista y de clase.”
Sobre los ejes programáticos que debería tener un agrupamiento de este tipo los convocantes al encuentro señalan algunos como “punto de partida”, tales como el “no pago de la deuda, la expropiación de viviendas vacías de las entidades financieras, la nacionalización de los sectores estratégicos y de la banca bajo control social, despidos 0, la reforma agraria, el derecho de autodeterminación de los pueblos hasta sus últimas consecuencias, la ruptura con el régimen del 78 y sus instituciones, el aumento de los salarios al nivel del aumento del coste de la vida, el derecho a decidir de las mujeres, la lucha contra todo tipo de opresión ya sea por cuestiones de género, orientación sexual o procedencia, la independencia total con respecto al PSOE y con respecto a todas aquellas direcciones políticas que han aplicado políticas de recortes, etc…”.
Nos parece una buena base para empezar la discusión. A la vez, creemos que hay otros ejes de contenido que son centrales y que se emanan de las mismas tareas que plantea la compleja situación política del Estado español.
El primero y más urgente es una clara posición ante las elecciones del 20D que permita que emerja con personalidad un sector que levante la bandera de la independencia política de los trabajadores y el anticapitalismo. Durante la campaña electoral las formaciones reformistas van a estar a la ofensiva haciendo defensa de sus respectivos proyectos, un espacio como el que nos proponemos construir debería aprovechar esa misma coyuntura para exponer una alternativa en forma de una pelea por el voto nulo, en blanco o la abstención.
En segundo lugar, un agrupamiento como éste va a tener como primera tarea el combate contra los intentos de organizar una “segunda Transición” que se preparan después del 20D. Para ello, la pelea por demandas democráticas como las que se vienen planteando en la calle desde el 15M -proceso constituyente, derecho de autodeterminación, repudio a la “casta política”, entre otras-, debemos tomarla desde una perspectiva que la ligue a su consecución por medio de la movilización social de la clase trabajadora y como parte indisoluble de la lucha contra el capitalismo y el Régimen del ‘78. En este sentido la situación abierta en Catalunya exige pelear en todo el Estado contra la ofensiva españolista en curso contra el derecho a decidir, a la vez que apoyamos la pelea por el derecho a la autodeterminación desde una perspectiva de total independencia política de la burguesía catalana.
El tercer eje que consideramos central es que debe ser un movimiento que se plantee como tarea prioritaria dentro del campo de la movilización social contribuir a que la clase trabajadora entre en escena con sus propios métodos de lucha. Esto implica ante todo una denuncia y pelea sin cuartel a las burocracias sindicales de todo tipo, que vienen actuando desde que comenzó la crisis como uno de los más fieles sostenes del Régimen y por la recuperación de los grandes sindicatos como herramientas de organización y lucha. Y junto con ello, la lucha por la democracia obrera, por la unidad de todos los sectores de la clase, porque las demandas de los sectores más explotados y oprimidos sean asumidas por el conjunto del movimiento obrero, y por un programa anticapitalista que sea una alternativa a las políticas redistributivas de la renta, planteando abiertamente la necesidad de “expropiar a los expropiadores”, nacionalizando las industrias y servicios estratégicos bajo control de los trabajadores.
Por último, la situación abierta tras los atentados del 13N en París plantea una tarea internacionalista ineludible. La reacción guerrerista de Hollande amenaza con profundizar el giro reaccionario en el continente, con más intervenciones imperialistas, ataques a las libertades democráticas, medidas contra los refugiados y políticas racistas e islamófobas contra la población inmigrante. En este contexto es imprescindible que la izquierda de clase y anticapitalista reaccionemos en todo el continente ante las posiciones claudicantes del reformismo (como el Front de Gauche en Francia, Syriza en Grecia o Podemos y su candidato-general aquí en el Estado español), tomando como una tarea prioritaria impulsar un gran movimiento contra las operaciones imperialistas, por los derechos democráticos que se están recortando en nombre de la lucha contra el terrorismo, por los derechos de los refugiados e inmigrantes y contra todas las políticas racistas y xenófobas.
Un movimiento que se plantee tanto el combate contra la UE del capital y la guerra, como las “vueltas al Estado nación” planteadas por la extrema derecha y a la que hacen el juego otras versiones “soberanistas de izquierda” que defienden salidas “nacionales” impotentes ante estos grandes problemas. En un momento como el actual, a nuestro entender gana peso la pelea por una Europa de los trabajadores que permita combatir a la reaccionaria UE desde el internacionalismo y la perspectiva de conquistar gobiernos de trabajadores en todos los países.
Por todo ello, desde Clase contra Clase saludamos esta iniciativa, de la que participaremos en la medida de nuestras posibilidades. Entendemos que puede ser un primer paso y que debemos darle continuidad tanto en los debates programáticos como en los acuerdos sobre cómo intervenir en común ante las tareas que plantea la actual situación política y del movimiento obrero. Y particularmente, en la tarea de preparar en los próximos meses un nuevo encuentro estatal en Madrid que facilite la participación desde todos los lugares del Estado.