En la reunión de la élite económica y política global, tendrán un lugar destacado las dificultades de las economías bautizadas como “emergentes” por el poder financiero global.
Atrás quedaron los tiempos en los que los líderes de las economías que el poder financiero bautizó global como “emergentes” se paseaban por Davos con aire triunfal. Como planteaba en su edición de ayer el New York Times, “desde el año 2000, el boom de Davos y el de los mercados emergentes han sido en gran medida uno y el mismo, un ideal viviente de la globalización ayudado por los bancos centrales que imprimieron miles de millones de dólares de nuevo dinero”. Esta situación viene cambiando en los últimos años, al calor de una reversión en los flujos de inversiones que beneficiaron a estos países durante la primera década del nuevo milenio. Por eso, el protagonismo que tendrán las economías emergentes en esta cumbre será como uno de los focos de preocupación en la agitada economía mundial.
Más de un billón de dólares en flujos de inversiones han salido de mercados emergentes en los últimos 18 meses, pero el éxodo podría estar lejos de terminar, dado que economías otrora pujantes parecen estar atrapadas en un débil ciclo de crecimiento e inversiones.
El endurecimiento del crédito en Estados Unidos y la fortaleza del dólar como resultado de la política monetaria más dura de la Reserva Federal norteamericana, la desaceleración de la economía china y la implosión del “superciclo” asociado de las materias primas, configuran el combo que da pie a las preocupaciones. A diferencia de otras ocasiones de la última década y media, temen que no haya un fuerte repunte cuando termine el actual período de debilidad. “El panorama global y los motores para los mercados emergentes son muy diferentes al 2001”, comentó el jefe de mercados emergentes en ICBC Standard Bank, David Spegel, en referencia a la época en que Asia, Rusia y Brasil se recuperaban de los golpes de la crisis de fines de la década de 1990. “En esa época, todas las estrellas estaban alineadas para la globalización y los mercados emergentes fueron los que más se beneficiaron. Esta vez, simplemente no tenemos esos catalizadores múltiples”, comentó.
En 2001, el principal catalizador fue China. Su entrada en la Organización Mundial del Comercio desató un milagro de exportaciones e inversiones de una década que impulsó a su economía del sexto al segundo lugar mundial. Su ascenso respondió por buena parte del mundo en desarrollo, desde exportadores de soja y acero latinoamericanos a talleres asiáticos que se convirtieron en parte de su enorme cadena de abastecimiento fabril. Pero ahora su desaceleración está golpeando a esos países en forma igualmente dura. Las exportaciones desde mercados emergentes -desde automóviles coreanos al cobre chileno- están declinando a la mayor tasa interanual desde la crisis de 2008-2009, según UBS. La conclusión pesimista a la que están llegando algunos es que el efecto chino posiblemente fue un cambio único en la vida, cuyos efectos se están disipando para siempre.
El economista de Harvard Kennedy School Dani Rodrik, sostuvo que “por mucho tiempo he mantenido que se exageró con el bombo publicitario sobre los mercados emergentes, cuando era evidente que lo que estaba ocurriendo eran altos precios de commodities y dinero barato”. Ahora, según su visión, “estamos viendo menor crecimiento y conflictos de política entre el mundo emergente y el desarrollado.
Desde 2011, el dólar se incrementó más de 100 por ciento respecto de las monedas de países como Turquía, Brasil, y Sudáfrica. En los últimos seis meses, después de la decisión de China de depreciar el renminbi, también están desvalorizándose frente al dólar las monedas antes robustas de Singapur, Corea del Sur y Taiwán.
Analistas como JP Morgan estiman que desde mediados de 2014 han salido de China casi un billón de dólares y que sólo las reservas de su banco central habrían declinado en más de 500.000 millones de dólares el año pasado.
Para el capital financiero global, existen aún algunos lugares destacados, como la India y México. Pero ante el aumento del temor con China y una recesión en Brasil y Rusia por segundo año consecutivo, muchos temen que el regreso de las inversiones en el sector no se verifique pronto.