El beneficio de las empresas del IBEX35 creció un 65,7%, los salarios un 1,06%. Así es la recuperación económica de Mariano Rajoy.
2016 mantuvo una tendencia generalizada de incremento de los beneficios empresariales, especialmente fuerte para las empresas del IBEX 35, con un aumento del 65,7% respecto al año 2015. Para el resto de las empresas españolas que cotizaron en bolsa el aumento fue del 13,32%, un beneficio total de 27.625 millones de euros. Solo el grupo de las más pequeñas obtuvo un beneficio de 3.408. Las del IBEX35 llegaron a la cifra de 32.970.
Por el contrario, los salarios pactados en convenios apenas crecieron un 1,06%, lo que supone una bajada de casi medio punto de poder adquisitivo dado que los precios subieron un 1,5%. Para los trabajadores que están fuera de cualquier convenio el resultado fue todavía peor.
Muchos han querido “suavizar” el porcentaje de aumento recordando que muchas compañías han entrado en números verdes después de años con pérdidas millonarias, como Aceror-Mittal o el Banco Popular. Sin embargo, no deja de ser significativo y representativo que este aumento se da a la par con la evolución positiva de los resultados de explotación de todas estas sociedades. Incluso si excluyésemos del cálculo estos vaivenes bruscos de algunas compañías que venían de un 2015 con pérdidas históricas, el poderoso grupo de las empresas del IBEX 35 se quedaría en la nada despreciable cifra de un crecimiento del 29% de los beneficios en 2016.
El responsable de análisis del Banco de Sabadell, Nicolás Fernández, calificó recientemente estos resultados como: “resultados que en en entorno económico actual podrían calificarse como buenos (…) las cifras logradas significan que las compañías españolas, tras un largo proceso de ajuste, están preparadas para recoger los frutos de ese esfuerzo…”.
Todo a punta a que para una minoría de capitalistas se consolida una nueva etapa más generalizada y consolidada de incremento del beneficio empresarial, hoy más que nunca, a costa del incremento de la miseria y precariedad de millones. El crecimiento experimentado es casi en su totalidad a costa de las rentas salariales, consecuencia directa de la deflacción salarial, la reforma laboral y la extensión de la precariedad laboral a millones de trabajadores, en especial a casi todo el nuevo empleo generado. Otro de los elementos claves del aumento parece ser la mejora de la ingeniería contable, financiera y fiscal (han aprendido a pagar aún menos impuestos).
Como contracara, y principal punto débil de esta “recuperación” para ricos, las ventas siguen en descenso, lo cual permite verificar que la tendencia de la que hablamos se ha basado en dos pilares fundamentales: la reducción de los costes laborales y financieros y la explotación de los mercados y recursos externos.
De hecho 2016 volvió a dejar constancia de la dificultad de las empresas para generar nuevos ingresos. Así las ventas totales de las empresas cotizadas en la bolsa española experimentaron una bajada del 2,9%. Las ventas totales, no obstante, alcanzaron la nada despreciable cifra de los 597.057 millones de euros. Es decir, prácticamente la mitad del PIB anual lo producen estas empresas, solo 125, lo que da idea de la fuerte concentración empresarial. Lo cierto es que la tendencia generalizada fue la caída de la facturación independientemente del tamaño de la empresa. Las empresas del IBEX 35, en concreto, sufrieron una contracción del volumen de ventas de un 3,62%.
Por otra parte, las ventas en el exterior respecto al volumen total de las ventas vienen creciendo durante todo el período: sin embargo, ambas, las ventas en el mercado español, y las externas bajaron con respecto a 2015. Las producidas en el Estado español descendieron un 5,45%, mientras las ventas en los mercados exteriores apenas lo hicieron un 1,46%. Aún así, el 65,3% de los ingresos actuales de las grandes empresas se obtienen ya fuera del territorio estatal.
La balanza por cuenta corriente se cerró el año pasado con un superávit de 22.300 millones de euros, el equivalente al 2% del PIB. Este es el mejor dato desde que existen cifras comparables. El “truco” para obtener estos resultados ha sido la política de Rajoy de subida de impuestos indirectos -sobre todo el IVA- y de bajada de salarios hasta llegar prácticamente al “dumping social”, acompañada de su reforma labora. Gracias a ello se logró el fuerte abaratamiento de los productos fabricados en España.
Así pues, con unas ventas todavía renqueantes, la explicación del aumento de los beneficios empresariales se apoya en el ahorro de costes, fundamentalmente laborales, aunque también financieros gracias a las políticas monetarias del BCE -que han incluido la compra de deuda de empresas privadas con dinero público- y el comportamiento de las ventas en el mercado exterior, gracias también a la política del BCE de mantener un euro bajo. Este último aspecto está, sin embargo, cada vez más amenazado por los aires proteccionistas que se vienen asomando y las posibles guerras comerciales que pueden ser el escenario futuro de la economía global.
Los analistas esperan que la mejora de los resultados empresariales continúe en 2017. Sin embargo, los beneficios se encuentran todavía muy lejos de los obtenidos en 2007, antes del estallido de la crisis financiera. Los resultados de los cinco mayores grupos cotizados, sin incluir a Inditex que todavía no había presentado resultados, (Santander, Telefónica, Iberdrola, BBVA y Repsol) fueron un 44% menores que en el último años antes de la crisis.
En todo ese contexto, los salarios pactados en convenio subieron una media del 1,06%, pese a que se contemplaba una subida máxima del 1,5% en el acuerdo estatal de negociación colectiva entre empresarios y sindicatos -CC.OO y UGT-. Esta subida afectó a un total de 7,5 millones de trabajadores, es decir, poco más del 40% del conjunto de los trabajadores en activo.
Sin embargo, ante esta situación de devaluación salarial y precarización constante y pese al incremento de los beneficios empresariales, los sindicatos burocratizados de CC.OO y UGT se limitan a realizar en el mejor de los casos pequeñas movilizaciones, como la realizada recientemente ante la CEOE, para presionar ligeramente de cara a tener algunas mejores opciones de negociación, pero sin plantearse en ningún momento una ofensiva que pudiera modificar la relación de fuerzas en favor de la clase trabajadora.
Resulta necesario, para hacer frente a esta situación, exigir y combatir por el fin de esta política de concertación que sólo conduce a una espiral descente de nuestras condiciones de vida y trabajo. Es clave que todos los sectores del sindicalismo alternativo y combativo, independientemente de la central en la que estén, peleemos por una fuerte campaña que organice asambleas en los centros de trabajo, teja la coordinación entre sectores obreros en lucha y con otros sectores sociales, de cara a lograr el impulso, la unificación y la extensión de las luchas que vayan surgiendo y que se encamine a una jornada de huelga general contra la precariedad, contra el desempleo, por el reparto del trabajo sin disminución salarial y por un alza de los salarios generalizado hasta la recuperación del poder adquisitivo perdido durante todo el período de crisis.