El resultado de las elecciones españolas y la crisis del bipartidismo. La apertura de negociaciones entre el PSOE y Podemos. Lo viejo que no termina de morir y las ilusiones del cambio.
El día después del 24M, comenzaron los primeros contactos telefónicos y las negociaciones entre los partidos. El resultado electoral “cuatripartito”, el hundimiento del PP, la emergencia de las candidaturas “de unidad popular” y de Podemos cambiaron el escenario político español.
El gran derrotado de estas elecciones es el PP, y nadie quiere “quemarse” haciendo acuerdos con una fuerza política que cae en picada. El PSOE recupera cierto protagonismo en la vida política española, que parecía perdido por largo tiempo. Siendo la segunda fuerza política en varias Comunidades Autónomas, se prepara para alcanzar acuerdos “progresistas”, en boca de su líder Pedro Sanchez, que le permitan gobernar.
Podemos se ha convertido en tercera fuerza en la mayoría de las Comunidades, y por lo tanto tiene en sus manos la posibilidad de que el PSOE se haga con el gobierno en muchas de ellas, desbancando al PP.
Por su parte, en ayuntamientos como Madrid o Barcelona, Ada Colau y Manuela Carmena, apoyadas por Podemos, buscarán acuerdos con otras fuerzas políticas, incluyendo a los socialistas, para ser proclamadas alcaldesas.
Esta semana, Pablo Iglesias abrió el juego a las negociaciones con el PSOE, es decir, la posibilidad de dar su apoyo para que el partido de Pedro Sanchez y Zapatero gobierne en varias comunidades.
Facilitar gobiernos del PSOE sin integrarlos
Este viernes se reunió la dirección de Podemos con los dirigentes de cada comunidad autónoma para definir los pasos a seguir en las próximas semanas.
«Podemos no va a estar en ningún Gobierno que presida el PSOE», aseguró Pablo Iglesias. Pero, si bien no se van a integrar a los gobiernos del PSOE, lo que sería un suicidio político a meses de las elecciones generales, están dispuestos a brindar el apoyo necesario para que el PSOE gobierne.
¿Bajo qué condiciones? Según Pablo Iglesias, se exigirá «tolerancia cero con la corrupción y medidas de rescate ciudadano frente a los recortes».
Ciertamente dos definiciones suficientemente generales que pueden ser “asumibles” por el PSOE, como ya expresaron algunos de sus dirigentes.
Este viernes, Pedro Sanchez anunció algunas de las “prioridades” del PSOE para llegar a acuerdos con Podemos, con definiciones discursivas bastante parecidas a las de Pablo Iglesias.
Por un lado, dijo que buscarán el fin de los recortes «austericidas», un término que en los últimos años ha sido usado para definir las políticas del PP… y del PSOE, pero que ahora parece ser “descubierto” por los líderes socialistas, en un “giro” discursivo que busca facilitar el apoyo de Podemos.
Otro de los criterios señalados por Sanchez es el «blindaje de los servicios públicos» y la posibilidad de derogar el artículo 135 de la Constitución (reformado por un acuerdo entre el PP y el PSOE entre gallos y medianoche para “blindar” el pago de la deuda).
También prometió “medidas para la creación de empleo” y planes sociales “para quienes han sido expulsados del sistema de protección pública». Por último, medidas de “regeneración y transparencia».
Es decir, el líder del PSOE promete un programa moderadamente volcado “hacia la izquierda” y “asumible” por los líderes de Podemos, que ya han anunciado que apoyaran los gobiernos socialistas si muestran “voluntad de cambio”.
La gran paradoja del resultado electoral del 24M, para Podemos, es que si bien obtuvo un buen resultado, no alcanzó a “derrotar al bipartidismo” en las comunidades autónomas, quedando en la mayor parte de ellas como tercera fuerza. Y visto estos resultados, terminará apoyando el gobierno de uno de los pilares del bipartidismo, el PSOE, como “mal menor” contra el PP.
Más allá de los anuncios de las “nuevas formas de hacer política”, lo que se repite en este caso es una lógica del “mal menor”, con la que viene actuando la “izquierda tradicional” (Izquierda Unida) en el Estado español desde hace décadas, donde se justifica votar al PSOE contra el PP o incluso gobernar con él (como ha hecho IU en Cataluña, Aragón y Andalucía), y por esa vía se facilita la supervivencia del régimen.
Es decir, que por la vía electoral lo “viejo” (es decir, el reaccionario Régimen del ’78, que incluye como uno de sus pilares al PSOE) no ha terminado de morir, pero Podemos, lejos de buscar una política mínimamente independiente de este partido capitalista y representante de la “casta política”, terminará facilitando sus gobiernos regionales y locales.
Mientras que Podemos tuvo su origen en el sentimiento de los “indignados” contra los políticos corruptos del PP-PSOE, que constituían los pilares del bipartidismo y el régimen del 78, ahora terminará apoyando a la “casta menos mala” contra la “peor casta”.
Esta lógica, subordinada al régimen, la expresó también Teresa Rodríguez, dirigente de Anticapitalistas y principal figura de Podemos en Andalucía, quien aseguró que «entre susto (PSOE) o muerte (PP), se elige susto».
Si el programa de Podemos ya se caracteriza por su extrema moderación, por la vía de las negociaciones y acuerdos con el PSOE, mucho menos se podrán resolver las demandas más urgentes y sentidas de millones de trabajadores. Terminar con los desahucios, reincorporar a todos los trabajadores despedidos, terminar con la precariedad, remunicipalizar los servicios públicos y ponerlos bajo control de trabajadores y usuarios, cesar el pago de las deudas con los bancos y garantizar planes de obras públicas, son algunas medidas elementales y urgentes que solo se podrán imponer por medio de la movilización obrera y popular contra los partidos del Régimen del ’78.