La ley hipotecaria vigente, redactada en 1946, ha permitido a la Iglesia Católica expoliar y apropiarse gratuita y masivamente de bienes y espacios de titularidad pública en todo el estado, entre ellos, la Mezquita de Córdoba.
Se estiman en miles los registros que la Iglesia ha realizado en los últimos años, un negocio sustancioso y tremendamente rentable. Como el próximo 1 de noviembre entra en vigor la reforma aprobada en el congreso en la que se elimina este privilegio, en el último tiempo la Iglesia se apropió de todo lo que pudo.
¿Qué beneficios otorga a la Iglesia la ley franquista?
La Ley de 1946 es la misma que sigue rigiendo hoy en día. Esta norma franquista permitía a la iglesia registrar bienes solo con la aprobación del Obispo. La ley se mantuvo sin alteración durante décadas hasta que fue ampliada bajo el gobierno de Aznar en 1998 para que también pudiera aplicarse a los templos. Esta ley permite que la Iglesia pueda registrar como suya cualquier propiedad que carezca de dueño legal, sin necesidad de contar con el permiso de la Administración.
La inmatriculación es el acto del primer registro de una propiedad a través de un notario, un proceso complejo, que exige certificaciones y testigos, pero que en el caso de la Iglesia solo requiere de la certificación del Obispo. Esta ley hipotecaria por tanto concede a cada Obispo la categoría de funcionario público, para poder acreditar inmatriculaciones.
En marzo de 2015 se aprobó en el congreso la modificación del artículo 206 de la ley hipotecaria. De este modo se elimina después de décadas este privilegio de la Iglesia para realizar inmatriculaciones de bienes en un futuro, pero consolida todas las apropiaciones hechas hasta ahora, al no tener carácter retroactivo.
Algunas de las plataformas civiles creadas contra este privilegio afirman que esta reforma viene cuando la Iglesia ya ha expoliado todo. Además, al no tener un carácter retroactivo los bienes que se ha apropiado ya no pueden volver a ser de dominio público. Con ello desde marzo la Iglesia ha gozado de unos meses de “rebajas” en las que seguro ha aprovechado para poner a su nombre todo aquello que aun quedara libre de titularidad.
¿Qué bienes se apropió la Iglesia?
Puede pensarse que no existían muchos bienes sin titularidad, o mejor dicho de titularidad pública, pero lo cierto es que había cantidad de espacios e inmuebles con esta categoría. Además, los bienes de dominio público no acceden al Registro de la Propiedad “privada” con lo que las inmatriculaciones practicadas por la jerarquía católica han privatizado espacios, introduciéndolos en los circuitos de mercado.
La Iglesia no sólo ha adquirido gratuitamente templos de culto o similares, -de hecho solo desde la reforma de 1993 se permite registrar esta categoría de inmuebles- los cuales generalmente suelen ser de titularidad pública ya que tradicionalmente los templos religiosos eran levantados por iniciativa de los vecinos, muchos de los cuales son hoy patrimonio de interés cultural. Además de este tipo de bienes, la iglesia ha venido registrando espacios públicos como plazas, edificios, monumentos, casas, ermitas, etc.
El número de inmuebles y espacios apropiados por la Iglesia es incalculable. Uno de los problemas es que la ley no exige hacer públicas las inmatriculaciones, por lo que es muy difícil conocer los registros. Algunas asociaciones civiles a nivel regional han comenzado a hacer un inventario como la Plataforma en defensa del patrimonio navarro e insisten en la necesidad de hacer un censo total de bienes apropiados por la iglesia en cada provincia.
Los casos más sonados
Cuantos bienes han sido registrados por la Iglesia, es un gran misterio, algunas asociaciones en defensa del patrimonio y en favor del laicismo demandan a las instituciones un registro y listado público de éstos. No obstante, sí podemos hablar de algunos de los casos más mediáticos, que conocidos por el valor patrimonial y cultural que poseen. La Giralda de Sevilla aparece inscrita en el Registro de la Propiedad desde 2010 con el nombre de Santa Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Sevilla, La Mezquita de Córdoba, desde 2006, La Catedral de Pamplona, la iglesia fortaleza de San Bartolomé en Xàbia (Alicante) son solo algunos ejemplos.
Todos ellos son grandes monumentos que además de suponer un referente cultural son espacios que registran enormes afluencias de visitantes. La Mezquita de Córdoba, es un ejemplo escandaloso. Con su más de un millón de visitas anuales con las que se generan unos enormes beneficios económicos, un gran negocio que tan solo costó al obispo de Córdoba 30 euros y media hora en el registro.
Los privilegios incuestionados de la Iglesia.
Si quisiéramos hacer una lista de los privilegios que disfruta esta reaccionaria Institución en el Estado español necesitaríamos muchas más líneas, pero conviene apuntar los más evidentes, para dar cuenta de hasta qué punto sigue gozando de poder.
La conocida como ‘x’ de la declaración de la renta supone todos los años un embolso para la Iglesia de cerca de 250 millones de euros (2012), un dinero que no se destina a las organizaciones como Cáritas, ya que estas entran dentro de la otra ‘x’, la de fines sociales. Aparte de esto, el Estado dedica grandes partidas presupuestarias para los centros educativos, sociales y sanitarios bajo control de la Iglesia, por lo que la ‘x’ va para mantener la gran empresa divina.
La obligatoriedad de la oferta de educación religiosa en los centros públicos, más las ventajas y facilidades de la Iglesia para abrir los suyos propios, hacen que un 90% de la educación privada en todo el estado esté en manos de la Iglesia. Del mismo modo, y por ello no extraña el afán ‘inmatriculador’, la Iglesia está exenta del pago del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI).
Una serie de privilegios que han sido mantenido y ampliados por los partidos del régimen del 78. PP y PSOE no han tocado nunca ni un ápice estas leyes que benefician a una institución tan reaccionaria.
Es un hecho consumado el privilegio de las instancias Vaticanas en el Estado español, pero el mayor problema es que nadie cuestiona este hecho, ni siquiera las formaciones que dicen levantar la bandera ‘del cambio’.
Es significativo que en el Programa del Cambio, -programa político de Podemos presentado para las elecciones autonómicas del pasado mayo-, no aparezcan ni una sola vez en sus 70 páginas de texto, palabras como ‘Iglesia’, ‘Católica’, ‘Religión’, ‘Culto’ ni la palabra ‘Laico’.
En su apartado sobre la educación no hay ni una mención a los privilegios que la Iglesia Católica tiene en el Estado español. El 30% de los centros educativos son privados, de los cuales el 90% responde a los privilegios y facilidades que posee la divina institución para crear centros educativos. ¿Y cómo puede ser que a Pablo Iglesias y los responsables de la formación morada no hagan mención a ello?
Cuando el pasado noviembre el Papa visitó el Parlamente Europeo, Pablo Iglesias expresó públicamente su admiración por el Papa Francisco, y con ello dejó claro que para Iglesias, la Iglesia no es “casta” por lo que no sorprende que tampoco entre en su programa el cuestionar ninguno de los privilegios de la Iglesia Católica.