Felipe VI entra de lleno en la campaña catalana del 27S. Hace uso de las históricas buenas relaciones entre la Casa Real y el imperialismo estadounidense. Obama se suma a Merkel y Camerón en su apoyo a la “unidad” de España.
La Corona ha sido, es y pretende seguir siendo una pieza capital para el Régimen del 78. Con la apertura de la crisis del régimen político español la institución que ostenta la Jefatura del Estado y de las Fuerzas Armadas entró en una espiral de descrédito. Los casos de corrupción que afectaban a parte de la familia real -nada menos que a la Infanta Cristina y su esposo- unido a la imagen de un monarca que se entretenía cazando elefantes en una de las semanas de mayor crisis de la deuda, habían dejado la figura del Rey muy debilitada.
Hace poco más de un año Juan Carlos I decidió tomar la iniciativa para reflotarla de esta crisis. La abdicación en su hijo, hoy Felipe VI, le ha servido a la Monarquía para empezar a restablecer cierta legitimidad. Un Rey joven y que incluso habló de regeneración política en su discurso navideño. En esta operación han participado, como no podía ser de otra manera, toda la “corte”: desde los principales partidos del Régimen, hasta los cientos de periodistas de cámara de un amplio espectro de medios de comunicación.
Incluso, a su manera, los dirigentes de Podemos han ayudado, tanto con gestos -como el saludo al mensaje navideño o el regalo de la serie “Juego de Tronos” de Pablo Iglesias a Felipe VI- como dejando claro que ellos abogaban porque su “cambio” o “proceso constituyente” no abordase la cuestión de la “forma de Estado”.
A un año de su coronación, en julio, Felipe VI decidió “arremangarse” y entrar en materia. La Corona debía intervenir en la crisis del Régimen y la primera y más importante “patata caliente” era justamente la cuestión catalana. En una visita a Barcelona, delante del president de la Generalitat, la nueva alcaldesa de Barcelona y el poder judicial catalán, se tiró en contra del carácter plebiscitario de las elecciones del 27S. Advirtió que “no hay democracia sin respeto a la ley”, alabó la Constitución del 78 como “la ley fundamental, que ha presidido una de las etapas más largas de estabilidad en nuestra historia” y recalcó que “el respeto a la ley nunca ha sido ni debe ser un trámite, una mera formalidad; una alternativa. En su raíz más profunda, respetar la ley es fuente de legitimidad y la exigencia ineludible para una convivencia democrática en paz y libertad”.
El Estado central viene reforzando su ofensiva desde todos los frentes contra estas elecciones. Hay temor a que las candidaturas independentistas obtengan mayoría absoluta y que eso avive aún más un proceso que, más allá de a donde lo quieran reconducir quienes lo dirigen, es profundo y apunta a uno de los pilares del Régimen del 78. El aparato judicial, policial, el gobierno al completo, los prohombres de Estado como Felipe González, los medios de comunicación… vienen azuzando amenazas y fantasmas catastróficos. Y a su vez Rajoy y el PP vienen aprobando leyes y reformas constitucionales que allanan el camino a una intervención sobre la Generalitat si lo considerasen necesario.
Esta campaña tiene también una vertiente internacional. Rajoy está buscando el respaldo a la “unidad” de España de parte de los principales dirigentes mundiales. Ya lo había conseguido de Merkel y Camerón, que en los días pasados se manifestaron en favor de la integridad territorial española.
En esta misma línea reaparece ahora Felipe VI, esta vez entrando de lleno en la campaña electoral para el 27S. Lo ha hecho en su primer viaje oficial a Estados Unidos, en donde el tema estrella que parece haber departido con Obama ha sido Catalunya. En la comparecencia pública con el presidente estadounidense logró que este diera un respaldo a la ofensiva españolista contra el 27S en particular y la lucha por el derecho a decidir de los catalanes que se viene expresando masivamente en la calle desde 2012. Obama declaró que “en materia de política exterior, estamos profundamente comprometidos en mantener una relación con una España fuerte y unificada”. Si bien se negó a aclarar si era una referencia directa al proceso catalán a nadie se le puede escapar esto, y así lo reflejaban ayer todos los medios españoles.
Felipe VI demuestra una vez más el discreto trabajo que la Corona renovada viene haciendo para apuntalar el Régimen del 78 y atajar una de sus principales líneas de fuga. Así como que las relaciones y colaboración entre la Casa Real y el imperialismo americano para mantener una estabilidad reaccionaria en la Península Ibérica gozan de buena salud. Éstas hunden sus raíces en las buenas relaciones establecidas ya con la Dictadura en 1953, cuando el presidente Einsenhower establecía relaciones y acuerdos económicos y militares con Franco y pasaba a reconocer su régimen como un gran aliado en su lucha contra el comunismo. El heredero escogido por el “caudillo” en 1969, Juan Carlos I, contó siempre con la colaboración de EEUU y sus aliados. Su primer viaje como Rey al exterior fue justamente a EEUU donde recibió la bendición a su proceso de Transición de parte del entonces presidente Gerald Ford y se consiguió financiación -por vía de Arabia Saudi- para el partido fundado por Suárez. La Corona hoy, como a finales de los 70, recurre a sus buenas relaciones con la todavía primera potencia mundial.
Las palabras de Obama, así como las de Merkel o Cameron, aunque no pasen de ser parte de la política de gestos, es un aviso claro a los dirigentes del proceso catalán de que la secesión tendrá a las potencias imperialistas en frente. Un motivo más para que Artur Mas y el aparato de CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) y ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) sigan rebajando día a día el tono y aclarando que todo lo que pase después del 27S se hará con el acuerdo del Estado central y de “la ley a la ley”. Una estrategia que promete convertir en papel mojado las aspiraciones de los miles que hoy por hoy tienen confianza en la hoja de ruta de la candidatura «Junts pel Sí». Una hoja que está convirtiendo el proceso en una especie de “día de la marmota” que nunca acaba y siempre se vuelve a la casilla de inicio, como ironiza la CUP (Candidatura de Unidad Popular) en su último spot electoral.
La ofensiva españolista con el apoyo de las principales potencias imperialistas y la demagogia de los representantes políticos de la burguesía catalana, hacen cada vez más urgente y necesario construir una alternativa de dirección en el movimiento por el derecho a decidir, que levante una estrategia de independencia política de clase y que base su hoja de ruta en la movilización de los trabajadores y sectores populares de Catalunya, en alianza con los del resto del Estado, para tumbar el Régimen del 78 y a sus “lugartenientes” catalanes de estas últimas 3 décadas.