Izquierda Unida – Unidad Popular quiso vender una imagen a la izquierda de Podemos en las elecciones del 20D. Sin embargo el rol de Garzón en las negociaciones, mediando por un “gobierno de progreso” encabezado por el PSOE a cualquier precio, tira por tierra esa “ilusión”. La hoja de ruta de IU y Podemos sigue coincidiendo en lo fundamental.

 

El equipo negociador de IU-UP ha sido el primero en sentarse a negociar con el PSOE para avanzar los posibles acuerdos que permitirían la formación de lo que llaman un “gobierno de progreso”. A diferencia del mismo Podemos, a Garzón y los suyos no les parece mal que el PSOE negocie paralelamente con una fuerza de la derecha neoliberal como es Ciudadanos. De hecho, en palabras del mismo dirigente de IU, se ha de buscar el apoyo pasivo del partido de Rivera, pues “la abstención de Ciudadanos sería positiva para el país porque la alternativa es que gobierne el PP de Esperanza Aguirre». Es decir, gobernar con la venia de la nueva derecha, para que no entre la vieja, el mal menos llevado hasta extremos insospechables.

La propuesta estrella lanzada ayer por Garzón, y recogida como “sensata” por el mismo Iglesias minutos después, va en este sentido. Propuso abrir una mesa a cuatro entre IU-UP, Compromís, Podemos y el PSOE. IU-UP lanza así un salvavidas a Iglesias para que éste pueda sentarse a negociar con el PSOE a pesar de que Sánchez no ha renunciado a seguir dialogando con Rivera, como le ha exigido hasta ahora. Parece que el formato a cuatro le sería suficiente a Iglesias para entonar un nuevo “donde dije Diego…” a los que tan acostumbrados nos tiene.

Pero lo más grave de esta mediación es que Garzón viene actuando de escudero de Sánchez en el terreno del programa. Señalándole cuales serían las cesiones necesarias para facilitar un acuerdo con el PSOE. Y lo hace sobre todo en uno de los puntos más calientes, la cuestión del referéndum catalán, en la que IU-UP lo tiene claro: «El referéndum hay que defenderlo, mantenerlo, pero no ponerlo como línea roja que se anteponga a la lucha contra la desigualdad o la pobreza». Es decir apoyarlo “de boquilla”, pero cambiarlo como se cambia un cromo en la mesa de negociación. Este es el compromiso de IU-UP con el derecho de autodeterminación.

Por otro lado, según anunció en la misma rueda de prensa, habría ya sobre la mesa importantes compromisos alcanzados en la agenda social. No han transcendido cuales y es difícil de creer que de la mano del PSOE – el partido del “pensionazo”, las reformas laborales, los desahucios exprés y el rescate a la banca – se pueda llevar adelante un programa que atienda seriamente la grave crisis social. Por su puesto Garzón, como Iglesias y Sánchez, sigue guardando silencio sobre qué hará su hipotético gobierno ante las nuevas exigencias de Bruselas que pide un recorte extra para 2016 de 10.000 millones de euros. Pero su apoyo incondicional a Tsipras puede ser un buen medidor de ello.

El pasado 20 de diciembre, casi 5,2 millones de personas votaron a Podemos y las diversas listas de confluencia. Un voto que expresaba un extendido y profundo rechazo al régimen político nacido en 1978, a los dos pilares sobre los que se ha venido sosteniendo en las últimas tres décadas y a las políticas que desde 2010 en adelante vienen descargando la crisis brutalmente sobre los trabajadores y sectores populares.

Pero ese día hubo también más de 900.000 votos que fueron para Izquierda Unida – Unidad Popular. Aunque la antidemocrática ley electoral redujera su representación a dos diputados ¿Qué expresaban este casi millón de papeletas? Muchos de los que decidieron mantenerse en el voto a IU lo hacían resistiéndose a la corriente de “voto útil” hacia el nuevo partido morado. Y optaban por una formación que se quiso presentar como la defensora de buena parte de lo que renegaba Podemos, como la lucha contra la Monarquía, la defensa de los trabajadores y sus organizaciones y los valores y símbolos de la izquierda.

En sus programas no había diferencias sustanciales. E IU estuvo tratando de llegar a un acuerdo electoral hasta el último momento para no ir separados. Sin embargo, con el giro al centro político de Podemos, el fichaje del general por-OTAN y otros gestos hacia la Corona y el estabislment, Pablo Iglesias logró lo que ni Garzón ni Cayo Lara habían logrado hasta ahora: que IU apareciese como una formación más identificada con una opción de izquierda más radical que la “nueva política” del cambio.

El currículo de IU hablaba por sí solo. Igual que su programa de reformas económicas y de regeneración de la democracia del 78, la misma que el PCE ayudó a fundar en su pacto con los ex-franquistas. Algunos lo recordamos para explicar porqué no íbamos a llamar a votarla ni a ingresar en su “marca blanca”, Unidad Popular, como hicieron algunos grupos de la extrema izquierda como Corriente Roja. IU venía de co-gobernar con el PSOE en Andalucía, de ser parte de la aplicación del ajuste “amable” de Susana Díaz. Antes había sido un socio de otros gobiernos con los socialistas, como el Tripartit catalán o el balear, o incluso de fuerzas derechistas como el PNV.

Lo que estamos viendo en los últimos días seguramente esté decepcionando a muchos de los que el 20D dieron su confianza a uno u otro partido. Los que se presentaban como el azote de la casta y la voz del 15M, no tardaron ni un mes en buscar el acuerdo nada menos que con el PSOE y descafeinar su “cambio” a una reforma constitucional superficial y un nuevo gobierno con los social-liberales. Repetían, en una escala mayor, la política histórica de IU: querer ser parte constituyente de una restauración del régimen política y el socio de la pata izquierda del bipartidismo.

Muchos de los que optaron por el voto a IU-UP, bastantes espantados por lo que ya se veía venir que se proponía Podemos, están viendo ahora que IU-UP vuelve a ser lo que siempre ha sido IU. Que hoy Garzón aparezca como el “campeón” del acuerdo con el PSOE no es por una diferencia sustancial en el programa o la estrategia con Podemos. Más bien se debe a cuestiones de supervivencia de su propio aparato. IU está azuzada por las consecuencias económicas de la escasa representación parlamentaria obtenida -que la ha dejado al borde de la bancarrota- y las malas perspectivas demoscópicas para una posibles nuevas elecciones.

Lo cierto es que la hoja de ruta de Podemos y IU-UP no difiere en nada sustancial. Ambos coinciden en que el objetivo es facilitar un nuevo gobierno en coalición con la pata izquierda del Régimen del 78 que logre una restauración del mismo. Una segunda Transición en definitiva, que está muy lejos de dar respuesta a las grandes demandas democráticas que se han planteado en la calle desde 2011 y menos aún de resolver los grandes problemas sociales.

Ante esta hoja de ruta la izquierda anticapitalista y aquellos sectores de trabajadores, jóvenes o mujeres que empiezan hacer una amarga experiencia con el nuevo y el viejo reformismo, debemos dar pasos en construir una alternativa política anticapitalista y de clase. El segundo encuentro “No Hay Tiempo Que Perder” que se celebrará en Madrid el próximo 2 de abril, será una buena oportunidad en este sentido. Aquí estamos poniendo nuestras fuerzas los militantes de Clase contra Clase y los que hacemos Izquierda Diario.

Es imprescindible reactivar la movilización obrera y juvenil que la “ilusión” en el llamado “cambio” han adormecido. Y esto es fundamental hacerlo desde una perspectiva de ruptura con el Régimen del 78 y de imponer un programa para que la crisis la paguen los capitalistas. Las negociaciones por arriba y los aires de nueva transición pactada deben tener una respuesta en la calle y los centros de trabajo que pelee por un proceso constituyente realmente libre y soberano que deberá impuesto desde la movilización, pues no hay otra manera de que en éste se pueda realmente discutir y decidir sobre todo.

 

Publicado por Santiago Lupe

Santiago Lupe | @SantiagoLupeBCN :: Barcelona

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