Durante estos meses de negociaciones el PSOE se ha estirado entre quienes quieren formar gobierno con el apoyo de Podemos y quienes quieren ayudar a Rajoy a gobernar.
El Partido socialista de Felipe González ha sido el gran partido de Estado que sostuvo esta democracia para ricos junto a la derecha. Desde la Transición, se ha encargado de contener a las masas laboriosas al tiempo que se dedicó a gestionar los intereses de las grandes familias capitalistas. Este rol le permitió al Régimen del 78 una estabilidad para que los empresarios se beneficiaran de las múltiples reformas laborales.
Actualmente el PSOE se debate entre sostener al Partido Popular y así dar fuerza al reaccionario Gobierno de Rajoy, por un lado, y entre dar una imagen de oposición que le permita evitar la sangría de votos y continuar engañando a las masas.
La imagen, ¿lo es todo?
En primer lugar hay que señalar que el PSOE en diferentes comunidades está co-gobernando junto a Podemos y las confluencias. Es el caso del País Valencià, en la Capital y en la Comunidad Autónoma, donde gobiernan con Compromís y Podemos. O, desde hace poco, el Ayuntamiento de Barcelona. En Madrid y Zaragoza hubo acuerdo para la investidura de los alcaldes respectivos.
Un sector del PSOE brega por tener una imagen bien diferente a la del PP. Este sector no es que sea más de izquierda que el otro, sino que ve el peligro de una pasokización1 inminente en caso de apoyar a Rajoy. La presidenta de Baleares, Francina Armengol, de la corriente Izquierda Socialista; Miquel Iceta, del PSC; el secretario general de Castilla y León, Luis Tudanca, y otros dirigentes son las caras públicas. Pero es solo imagen. En los asuntos de estado coinciden con la derecha. Incluso Iceta denunció en el Constitucional, junto a Ciudadanos y el PP, las declaraciones del Parlament catalán.
El objetivo de estos líderes consiste en mantener al PSOE ya sea al frente de la oposición como forma de preservarse ante la aparición de la “nueva política” que ha erosionado sustancialmente su electorado, o en todo caso, aunque muy difícil, como líder de un “Gobierno de cambio”. Ven el grave peligro que correría la histórica formación socialista en caso de permitir gobernar a la derecha.
¿Último servicio al Régimen del ‘78?
Desde las elecciones del 20D que Felipe González viene insistiendo en que el PSOE debe garantizar la gobernabilidad del Estado. Dentro de éste ala se encuentran algunos barones de peso como, Susana Díaz al frente de Andalucía y los barones de Extremadura y Castilla-La Mancha.
González exige la abstención del PSOE, que deje formar gobierno a Rajoy y quedar al margen del mismo. El deber de los socialistas, según el histórico líder, es facilitar la gobernabilidad del Estado español (que es lo que piden las grandes empresas). Sin embargo, con la misma lógica, el PSOE debería dejar aprobar las leyes que el PP vaya presentando. Es que no tiene sentido permitir un gobierno en minoría al cual te opongas en cada iniciativa y termine cayendo.
Si bien no es una gran coalición lo que dice querer Felipe González, lo acabará siendo, al menos en las votaciones parlamentarias. En los grandes problemas de Estado, siempre fueron juntos el PP y el PSOE, sino recordemos el cambio exprés de la Constitución para priorizar el pago a los acreedores.
Con ésta política, el PSOE corre el gran riesgo de quedar pegado a los populares y completamente diluido como partido de oposición. González es consciente de éste problema, pero piensa en dar un importante servicio al gran empresariado español. Se trata de formar un gobierno rápidamente que pueda encarar los recortes milmillonarios y que juegue un rol más destacado en la UE ahora que está la crisis del BREXIT.
No podemos saber si el PSOE se partirá o si va hacia un proceso de pasokización. Lo que sí podemos decir es que hace ya muchas décadas dejó de ser una herramienta para que la clase obrera pueda organizarse y luchar por sus derechos. Bajo la dirección de Felipe González y Zapatero se encargó de crear las ETT’s, del proceso de desindustrialización, de pasar reformas laborales severamente lesivas contra los trabajadores.